Historia

Causas de la Revolución mexicana: políticas, sociales y económicas


Las causas de la Revolución mexicana fueron múltiples, aunque casi todas ellas relacionadas con las políticas llevadas a cabo por el gobierno autoritario de Porfirio Díaz. Este había llegado al poder en 1877 y había logrado perpetuarse en la presidencia durante siete legislaturas.

El llamado Porfiriato se caracterizó por un crecimiento económico que, sin embargo, solo alcanzó a las clases altas de la población. Además, esa mejora en la economía se produjo mediante la concesión de numerosos privilegios a extranjeros y oligarcas.

Entre los factores que más perjudicaron a los trabajadores mexicanos se encontraban la ley que dejó a los pequeños campesinos sin sus tierras, la ausencia de cualquier legislación laboral y la explotación que sufrían en las minas y fábricas. A esto hay que unir la falta de libertad de prensa y política.

Todo lo anterior provocó que en 1910 estallara un movimiento revolucionario con el propósito de acabar con el régimen impuesto por Díaz. Sin embargo, la revolución no terminó con el derrocamiento del presidente y la elección de Francisco I. Madero, ya que un golpe de Estado ejecutado por Victoriano Huerta hizo que los revolucionarios volvieran a tomar las armas.

Causas políticas de la Revolución mexicana

Porfirio Díaz había permanecido casi tres décadas en el poder tras alcanzar la presidencia en 1877. Durante ese tiempo había establecido un gobierno autoritario en el que la libertad política era inexistente. Las principales causas políticas de la Revolución mexicana fueron:

Gobierno de Porfirio Díaz

Porfirio Díaz llegó a la presidencia del país en 1877. Aunque dejó el cargo durante una legislatura (1880 – 1884), después volvió a ocuparla ininterrumpidamente hasta 1911. El lema del Porfiriato, nombre que recibió este periodo de la historia de México, era “Paz, orden y progreso”.

Los historiadores destacan el crecimiento económico que propiciaron las políticas del Porfiriato, aunque señalan que este se produjo a costa de los habitantes más vulnerables del país, entonces la gran mayoría.

Aunque en su primera elección se había presentado como un defensor de la no reelección, muy pronto realizó cambios legales para poder perpetuarse en el poder. Para afianzar su posición estableció un gobierno de corte militar y se reservó el control de todas las instituciones.

Díaz ejerció una feroz represión contra cualquier posible rival político y contra los líderes sociales que pudieran representar una amenaza para su gobierno. De igual forma, no existía libertad de prensa y muchos periodistas sufrieron sus represalias.

Negación a la democracia

Dado su interés por permanecer en el poder, Porfirio Díaz hizo todo lo posible para evitar elecciones libres y democráticas en México. A Díaz le interesaba mantener un gobierno firme y poderoso, por lo que la idea de la democracia iba en su contra.

Díaz se las ingenió para modificar la Constitución tantas veces como le fue necesario para así perpetuarse en el poder.

Empezó su mandato manifestándose en contra de la reelección, luego propuso que se permitiera esta reelección con un período presidencial de por medio, y luego alargó el período presidencial a seis años.

Falta de libertades y corrupción

Como se ha señalado, en el México del Porfiriato no existía libertad de prensa ni de expresión. En líneas generales, los derechos humanos no se respetaban.

Por otra parte, la corrupción era generalizada. Esto ha provocado que muchos historiadores afirmen que se trató de un periodo de corrupción institucionalizada.

El gobierno de Díaz, quien afirmaba que pretendía gestionar el país como si fuera una empresa, otorgaba privilegios amigos y familiares. Con esto no solo ayudaba a que se enriquecieran, sino que también compraba voluntades para que los apoyaran como gobernante.

De igual forma, Díaz utilizó dinero público para pagar deudas de otros países y para cubrir sus inversiones en distintos negocios, como los ferrocarriles, la banca o la minería.

Aparición de nuevos movimientos opositores

Fue el propio Porfirio Díaz quien propició que aparecieran nuevas organizaciones políticas opositoras. La clave fue una entrevista que concedió a James Creelman, un periodista estadounidense, en la que anunciaba que podría permitir que otros partidos se presentaran a las elecciones de 1910. Además, insinuó que estaba dispuesto a retirarse.

Estas declaraciones animaron a sus opositores, que se organizaron en dos corrientes principales: el Partido Nacional Antirreeleccionista y el Partido Democrático. También se produjeron movimientos en el bando porfirista, con la creación del Partido Nacional Porfirista y el Partido Científico.

Entre los partidos opositores, el más popular fue el Antirreeleccionista, dirigido por Francisco I. Madero. Este hizo pública su candidatura y, durante la campaña, fue evidente su gran aceptación por parte del pueblo.

Porfirio Díaz no cumplió su palabra. No solo se presentó de nuevo a las elecciones, sino que ordenó arrestar a Madero antes de las votaciones. Así, Díaz se aseguró su reelección.

Madero logró escapar a los Estados Unidos poco tiempo después. Desde allí proclamó, el 20 de noviembre de 1910, el llamado Plan de San Luis. Mediante este escrito, realizaba una llamada al pueblo mexicano para que se levantara contra el porfirismo.

La respuesta al llamamiento fue muy positiva. Los levantamientos se sucedieron en todo el territorio mexicano. La revolución había empezado.

Golpe de Estado contra Madero

La primera fase de la revolución fue un éxito. Díaz fue derrocado y Madero fue elegido presidente en 1911. Sin embargo, su presidencia solo duró hasta el 22 de febrero de 1913.

Un golpe de Estado liderado por Victoriano Huerta acabó con la presidencia de Madero, que fue asesinado junto a su vicepresidente.

Los revolucionarios volvieron a tomar las armas para intentar acabar con la dictadura impuesta por Huerta.

Causas sociales de la Revolución mexicana

El Porfiriato había creado una sociedad totalmente dividida entre la clase alta y la clase baja. Esta, compuesta por obreros, campesinos e indígenas, apenas contaba con recursos económicos. Además, no existía ningún tipo de legislación que los protegiera contra los abusos.

La escasa clase media, formada por comerciantes y profesionales, veía como los privilegios solo iban para la clase alta. Por ese motivo, muchos líderes revolucionarios pertenecían a esa minoritaria clase media. Las principales causas sociales de la Revolución mexicana fueron:

Explotación

El crecimiento económico de México durante el Porfiriato fue en gran parte posible gracias a la explotación de los recursos, incluida la mano de obra. Los obreros y los campesinos no tenían ningún tipo de protección legal y las huelgas no estaban permitidas.

Un ejemplo de la explotación existente era la duración de la jornada laboral. Lo más habitual es que durara, como mínimo, doce horas.

Por otra parte, los campesinos más humildes había visto como una ley de 1883 había provocado que perdieran parte de sus tierras. La llamada Ley de deslinde y colonización de tierras baldías fue usada por los terratenientes para ampliar sus propiedades a costa de los pequeños agricultores.

Esta acción implicó el despojo de las tierras, especialmente a los indígenas mexicanos. Se dio paso a empresas deslindadoras extranjeras, que se encargaban de determinar los límites de los terrenos considerados baldíos, lo que permitió que se tomaran terrenos que eran propiedad de habitantes mexicanos.

Esta manera de distribuir las tierras generó que la mayoría de los terrenos estuvieran en manos de muy pocos.

Hubo una distribución desigual de las tierras. De hecho, se estima que en la última fase del período gubernamental de Díaz, el 70 % de los terrenos era propiedad de compañías del extranjero y de algunos empresarios pertenecientes a la clase social alta.

Gran brecha de clases

La distribución desigual de las tierras, la otorgación de altos beneficios a la clase social alta y prácticamente ningún beneficio a las clases sociales más bajas, los obstáculos presentados a las clases medias para la ejecución de sus trabajos, entre otros aspectos, generaron una gran diferencia entre las distintas clases que hacían vida en México.

Existían tres clases muy diferenciadas:

  • Por un lado estaba la clase alta, la aristocracia, que era propietaria de haciendas, negocios, fábricas, y tenían amplio poder político
  • En segundo lugar, estaba la clase media o pequeña burguesía, compuesta por pequeños comerciantes y profesionales; la clase media fue clave para el movimiento revolucionario debido al descontento generado porque no percibían los privilegios que les correspondían.
  • En último lugar estaba la clase más baja, los obreros y los trabajadores, que vivían condiciones laborales nefastas y prácticamente no gozaban de ningún derecho.

Ausencia de ley laboral

Los trabajadores no tenían derechos. La promesa de mano de obra muy barata, o incluso regalada, implicaba unas condiciones laborables realmente deplorables para los campesinos y obreros.

Además de la cantidad de horas de la jornada, que rondaba las 12 horas continuas, y los salarios excesivamente bajos, sobre los trabajadores caía un gran número de prohibiciones (solicitar aumentos de sueldo, llevar a cabo huelgas o protestas, etc).

Otro medio para conseguir mano de obra totalmente gratis era promover el endeudamiento de los trabajadores, debido a que de esta manera se sentían en la obligación de laborar sin tener derecho a recibir pago alguno.

En algunos casos, también se pagaba con créditos en lugar de con dinero. También había discriminación laboral en la clase media, debido a que muchas posiciones estaban vetadas para mexicanos.

Causas económicas de la Revolución mexicana

Porfirio Díaz enfocó el crecimiento económico en el progreso material. Este estaba basado en la llegada de capital extranjero. Los datos confirman que el país mejoró su situación, pero sin que esto repercutiera favorablemente en las clases trabajadoras. Las principales causas económicas de la Revolución mexicana fueron:

Progreso basado en capital extranjero

La economía mexicana cuando Porfirio Díaz llegó al poder estaba pasando por una situación delicada. El país tenía grandes deudas y sus reservas monetarias eran escasas.

Para tratar de solucionar el problema, Díaz apostó por incrementar las inversiones extranjeras. Para lograrlo, ofreció a los inversores condiciones muy ventajosas, entre las que se encontraba una mano de obra barata y sin derechos.

En poco tiempo, muchos de los recursos naturales y empresariales del país quedaron en manos de empresas estadounidenses y europeas. La riqueza creada por sectores como la minería o la industria ferroviaria iba a parar a extranjeros. Solo la clase alta mexicana se beneficiaba, mientras que el resto de la sociedad no veía mejorar su situación.

Enorme latifundismo

La propiedad de la tierra, en manos de grandes terratenientes, había sido un problema desde antes incluso de la independencia. Durante el Porfiriato, la situación incluso empeoró.

México era entonces un país mayoritariamente agrícola. Doce de los quince millones de mexicanos que poblaban el país vivían en zonas rurales.

De acuerdo a los datos de 1910, solo 840 hacendados poseían el 97% de los terrenos de cultivo. El resto se repartía entre 411 096 pequeños agricultores. Además, existían más de 3 millones de jornaleros.