Reflejo fotomotor: descripción, fisiología y funciones
El reflejo fotomotor es el arco reflejo responsable de la contracción de la pupila del ojo en respuesta al incremento de la cantidad de luz en el ambiente. Es un reflejo mediado por el sistema nervioso simpático cuya función es garantizar que entre al ojo la cantidad óptima de luz para una adecuada visión, evitando así el deslumbramiento.
Se trata de una respuesta normal y automática que debe estar presente en todas las personas, de hecho su ausencia o alteración indica problemas graves y en ocasiones potencialmente mortales. Se trata de un reflejo integrado en el mesencéfalo independiente de la corteza visual.
Índice del artículo
Descripción
En términos sencillos, el reflejo fotomotor es el responsable de la contracción del músculo ciliar en respuesta al aumento de la intensidad de luz en el medio ambiente, es decir, cuando la luz se hace más intensa se desencadena el reflejo fotomotor haciendo que la pupila se contraiga, manteniendo así más o menos constante la cantidad de luz que ingresa al ojo.
Por el contrario, cuando la cantidad de luz disminuye el reflejo fotomotor se inactiva pasando el control del músculo ciliar del sistema simpático al parasimpático, lo cual hace que la pupila se dilate.
Fisiología
Como todo arco reflejo, el reflejo fotomotor consta de tres partes fundamentales:
El adecuado funcionamiento de todas estas vías así como su integración correcta es lo que permite que la pupila se contraiga en respuesta al aumento de la luz en el medio ambiente, de allí que sea fundamental conocer detalladamente las características de cada uno de los elementos que integran el reflejo fotomotor para poder comprenderlo:
– Receptor
– Vía aferente
– Núcleo de integración
– Vía eferente
– Efector
Receptor
El receptor es la neurona donde se inicia el reflejo, y dado que se trata del ojo, los receptores son aquellas células de la retina responsables de la percepción de la luz.
Además de las células clásicas conocidas como conos y bastones, recientemente se ha descrito un tercer tipo de fotoreceptor en la retina conocido como “células ganglionares fotoreptoras”, las cuales envían los impulsos que inician el arco reflejo fotomotor.
Una vez que la luz estimula las células fotoreceptoras, en el interior de las mismas se dan una serie de reacciones químicas que a la postre convierten el estímulo luminoso en un impulso eléctrico, el cual viajará hasta el cerebro a través de la vía aferente.
Vía aferente
El estímulo nervioso generado por la luz al incidir sobre la retina viaja a través de las fibras sensitivas del segundo par craneal (nervio oftálmico) hasta el sistema nervioso central; allí un grupo de fibras especializadas se separa del tronco principal del nervio óptico y se dirige hacia el mesencéfalo.
El resto de las fibras siguen la vía visual hacia los núcleos geniculados y de allí a la corteza visual.
La importancia del haz que se separa antes de los núcleos geniculados para dirigirse hacia el mesencéfalo es que el reflejo fotomotor se integra en el mesencéfalo sin intervención de los niveles neurológicos superiores.
Por ejemplo, una persona podría ser ciega por daño a nivel de los núcleos geniculados o la corteza visual (secundario a un ECV por ejemplo), y aun así el reflejo fotomotor se mantendría indemne.
Núcleo de Integración
Una vez que las fibras sensitivas provenientes del nervio óptico ingresan al mesencéfalo alcanzan el área pretectal ubicada inmediatamente por delante de los colículos superiores y posterior al tálamo.
En esta zona las fibras aferentes provenientes del segundo par craneal se dirigen predominantemente a dos de los siete núcleos ganglionares allí ubicados: el núcleo olivar y el núcleo del tracto visual.
Las señales sobre la intensidad de luz son procesadas en este nivel, desde donde parte la interneurona que conecta los núcleos olivar y del tracto visual con el núcleo visceromotor de Edinger-Westphal, desde donde parten las fibras motoras simpáticas que inducen la respuesta del efector.
Vía eferente
Desde el núcleo de Edinger-Westphal emergen axones del sistema nervioso simpático, los cuales discurren hacia la órbita en conjunto con las fibras del tercer par craneal (motor ocular común).
Una vez que el III par craneal alcanza la órbita, las fibra simpáticas lo abandonan e ingresan al ganglio ciliar, última estación de integración del reflejo fotomotor, y desde donde emergen los nervios ciliares cortos responsables de la inervación simpática del ojo.
Efector
Los nervios ciliares cortos inervan el músculo ciliar y cuando lo estimulan este se contrae induciendo la contracción de la pupila.
Así pues, el músculo ciliar actúa a manera de esfínter de manera que cuando se contrae la pupila se hace más pequeña permitiendo que ingrese menos luz al ojo.
Funciones,
La función del reflejo fotomotor es mantener la cantidad de luz que ingresa al globo ocular dentro del rango necesario para una visión óptima. Muy poca luz sería insuficiente para estimular las células fotoreceptoras y por tanto la visión sería precaria.
Por otra parte demasiada luz haría que las reacciones químicas que ocurren en los fotorreceptores se dieran muy de prisa y los sustratos químicos se consumieran más rápido de lo que pueden regenerarse, lo cual deriva en el deslumbramiento.
Deslumbramiento
Para entender lo anterior basta con recordar lo que ocurre cuando estamos en un ambiente muy oscuro y repentinamente se enciende una fuente de luz muy intensa… ¡Nos ciega!
A este fenómeno se conoce como deslumbramiento y el fin último del reflejo fotomotor es evitarlo.
Sin embargo, siempre puede presentarse algo de deslumbramiento aun cuando el reflejo fotomotor está intacto, dado que es necesario cierto tiempo para que el estímulo luminoso se convierta en impulso eléctrico, viaje a través de toda la vía de integración del reflejo fotomotor y produzca contracción de la pupila.
Durante estos pocos milisegundos entra suficiente luz al ojo como para producir un deslumbramiento transitorio, sin embargo debido a la contracción de la pupila los niveles de luz que ingresan al globo ocular no tardan en alcanzar el nivel de visión óptimo.
Si esto no ocurre por alguna razón (daño de la vía de integración del reflejo fotomotor, luz muy intensa y focalizada como cuando se mira directamente al sol), puede haber daño irreversible a las células de la retina, produciéndose ceguera.
Evaluación clínica
Evaluar el reflejo fotomotor es muy sencillo, basta con ubicar al paciente en una sala con luz tenue para inducir la dilatación pupilar (anulando con la luz tenue el reflejo fotomotor). Tras algunos minutos bajo estas condiciones de iluminación se procede a explorar el reflejo fotomotor.
Para ello se usa una linterna, la cual se apunta hacia el canto externo del ojo y se hace progresar el haz de luz hacia la pupila. Conforme la luz comienza a alcanzar la pupila se puede notar como esta se contrae.
Luego se retira la luz y la pupila vuelve a dilatarse. Esto es lo que se conoce como reflejo fotomotor directo.
Durante la misma exploración se puede evaluar lo que se conoce como reflejo consensual (o reflejo fotomotor indirecto), en el cual se verá contracción de la pupila del ojo que no está siendo estimulado por la luz.
Por ejemplo, se hace incidir el haz de luz sobre el ojo derecho y la pupila de este, como cabe esperar, se contrae. Simultáneamente y sin que ningún haz de luz incida sobre el ojo izquierdo, la pupila de este también se contrae.
Referencias
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