Tipos de músculos: características, funciones y clasificación
Los tipos de músculos del ser humano se pueden agrupar en músculo liso y músculo estriado. El músculo estriado, a su vez, se clasifica en dos grupos conocidos como músculo estriado esquelético y músculo estriado cardíaco.
Un músculo es un tejido compuesto por células denominadas “fibras musculares” que tienen la capacidad de contraerse frente a estímulos eléctricos, es decir, de reducir su longitud, generando fuerzas mecánicas.
El tejido muscular permite el desplazamiento de las articulaciones, el movimiento del cuerpo y la deambulación. También participa en el cumplimiento de funciones específicas en tejidos especializados como el tejido digestivo, los vasos sanguíneos, el árbol bronquial, el corazón, entre otros.
Los músculos también componen a los esfínteres, que son estructuras musculares que rodean un tubo, permitiendo su apertura o su cierre, fomentando el vaciado del contenido en su interior.
El músculo esquelético está relacionado estructuralmente, como su nombre lo indica, con los huesos y las articulaciones, entretanto el músculo liso se asocia con las funciones viscerales y el músculo estriado cardíaco es propio de la función del corazón como bomba.
Una diferencia fundamental entre los diferentes tipos de músculos es que un grupo está bajo en control voluntario del sistema nervioso (los músculos esqueléticos), otros son músculos involuntarios (los músculos viscerales, que son músculos lisos) y otros tienen funciones automáticas (como el músculo cardíaco).
Así como lo hacen las neuronas, las fibras musculares pueden excitarse por estímulos mecánicos, químicos o eléctricos, generando un potencial de acción que se transmite a lo largo de su membrana plasmática. Sin embargo, estas células poseen un mecanismo contráctil que se activa con dicho potencial de acción.
La contracción de las fibras musculares es posible debido a la presencia de unas proteínas contráctiles llamadas actina y miosina, cuya unión representa uno de los “motores” moleculares que convierte la energía química de la hidrólisis del ATP en movimiento.
Los tipos de músculos y sus características
Para facilitar la comprensión y el análisis, separaremos las características de los tres tipos de músculos principales: los músculos esqueléticos, los cardíacos y los lisos.
Características del músculo esquelético
Este tipo de músculos se caracteriza porque cada una de sus células (fibras musculares) está rodeada de tejido conjuntivo, lo que las aísla eléctricamente de otras. Por esta razón, cada fibra muscular debe ser inervada por una fibra nerviosa que está bajo en control voluntario del sistema nervioso.
Al conjunto de fibras musculares inervadas por una sola fibra nerviosa se le denomina “unidad motora” y esta unidad responde al unísono ante la estimulación de su fibra nerviosa.
Las unidades motoras de mayor tamaño se utilizan, generalmente, para movimientos “groseros”, pero las unidades motoras pequeñas se emplean para movimientos finos y delicados que ameritan alto grado de control.
La unidad funcional de un músculo esquelético se conoce como “sarcómero”. Cada sarcómero está delimitado por dos “líneas Z” y está compuesto por filamentos de actina y miosina (proteínas contráctiles) interdigitadas unas con otras.
Las zonas dentro de sarcómeros sucesivos que solo contienen filamentos finos de activa conforman las llamadas “zonas claras” o “estriaciones claras” que se observan en el microscopio óptico. Las zonas de los sarcómeros que contienen filamentos gruesos de miosina dan lugar a las “estriaciones oscuras” de los músculos esqueléticos.
La contracción del músculo esquelético implica el deslizamiento de las fibras de actina y miosina (una sobre la otra) y no el acortamiento de dichas fibras proteicas.
Características del músculo cardíaco
El corazón está compuesto de una clase especial de músculo estriado que, a diferencia del músculo esquelético, presenta conexiones estrechas entre sus fibras que le permiten funcionar como un sincitio.
Es un músculo automático, es decir, es un músculo capaz de producir su propia estimulación (contracción), sin la necesidad de la función del sistema nervioso. La inervación cardíaca del sistema nervioso solo proporciona un mecanismo de control de la función contráctil, pero no la origina.
El aparato contráctil de corazón que le permite funcionar como una bomba, también está formado por sarcómeros delimitados por dos líneas Z. Sus fibras o células musculares (miocitos cardíacos), son ramificadas y están unidas entre sí a través de unas estructuras denominadas “discos intercalares” y “uniones en hendidura”.
Los discos intercalares son estructuras de baja resistencia a través de los cuales puede conducirse la excitación eléctrica de una célula a otra.
El “automatismo” cardíaco está a cargo de unas células musculares especializadas que generan la actividad eléctrica espontánea y rítmica que se transmite a las aurículas de manera que estas se contraen al unísono y, con cierto retardo, pasan al sistema ventricular, que secuencialmente se contrae después de estas.
Características del músculo liso
El músculo liso se diferencia del músculo esquelético en que no posee estriaciones transversales visibles al microscopio. También posee actina y miosina como aparato contráctil deslizante, pero estas proteínas no están dispuestas de forma regular y ordenada como sucede en el músculo estriado.
En vez de líneas Z, las fibras musculares del músculo liso poseen cuerpos densos en su citosol que están unidos a la membrana plasmática y que se unen, a su vez, con los filamentos de actina. En general, estos músculos poseen pocas mitocondrias y su actividad mecánica depende del metabolismo de la glucosa.
Son músculos involuntarios, es decir, están inervados por fibras nerviosas que no están bajo en control de la voluntad (por más que usted quiera, no puede inducir el movimiento de sus intestinos voluntariamente).
Existen varios tipos de músculos lisos, algunos con actividad automática (como las fibras del músculo cardíaco) y otros no.
Funciones de los músculos
Los músculos son tejidos esenciales para el funcionamiento de la mayor parte de los sistemas orgánicos que nos conforman. No solo nos permiten el movimiento articular y el desplazamiento que nos diferencia de organismos sésiles como las plantas, sino que también nos permiten relacionarnos con el medio ambiente y con todos los entes que nos rodean.
Desde el punto de vista visceral, los músculos cumplen funciones indispensables para la vida. Por ejemplo, el corazón bombea la sangre por todo el organismo, sin lo cual no podríamos vivir.
El músculo liso, que se encuentra en las vísceras huecas, es esencial para la función del tracto gastrointestinal, genitourinario, respiratorio, entre otros.
Este tipo de músculo también conforma las paredes de los vasos sanguíneos, funcionando en el control de la presión arterial. En el ojo existen músculos que controlan la apertura y el cierre de la pupila, regulando la entrada de luz y facilitando la visión.
También forman parte de los esfínteres en general, por lo que participan en funciones como la defecación, la emisión de orina, etc.
Referencias
- Berne, R. M., Levy, M. N., & Koeppen, B. M. (2008). Berne & levy physiology. Elsevier.
- Fox, S. I. (2003). Fox Human Physiology.
- Ganong, W. F. (2006). Review of medical physiology. Mcgraw-hill.
- Putz, R., & Pabst, R. (2006). Sobotta-Atlas of Human Anatomy: Head, Neck, Upper Limb, Thorax, Abdomen, Pelvis, Lower Limb; Two-volume set.
- West, J. B. (1991). Physiological basis of medical practice. Williams & Wilkins.