Psicología educativa

Inteligencia Emocional en Niños: 17 Tips para Desarrollarla


Desarrollar la inteligencia emocional en niños es muy importante, ya que es una de las habilidades que más les ayudará para desarrollarse personalmente, tener relaciones personales sanas y tener éxito en la vida.

Cuando hay desajustes emocionales se altera el comportamiento de los niños y de los adolescentes, afecta a la convivencia familiar, escolar y social y también a su bienestar psicológico.

Estos desajustes aparecen cuando el niño no reconoce sus emociones adecuadamente, no las expresa o lo hace de modo inadecuado o interpreta de manera errónea las conductas o emociones ajenas, por ejemplo. Para todo ello, construir una adecuada inteligencia emocional en nuestros hijos puede ayudarlos a ser emocionalmente más sanos.

Consejos para construir la inteligencia emocional en niños

Ayúdale a conocerse mejor y pon nombre a lo que siente

El autoconocimiento o conocimiento de un mismo es la piedra angular de la inteligencia emocional. No porque sea la más importante, sino porque sin ella difícilmente pueden darse las demás.

Para desarrollar una conciencia emocional adecuada, donde la persona sea consciente de sus propios estados internos, de sus emociones, de sus recursos, de los efectos que las emociones tienen sobre ella, es importante ponerles nombre.

Para poder gestionar de manera adecuada sus emociones, primero debe reconocerlas adecuadamente, y en ello radica el mejor conocimiento de uno mismo.

Si decimos que la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer nuestras propias emociones y las demás, respetándolas, es preciso, en primer lugar, conocer las propias.

La conciencia de uno mismo es uno de los pilares básicos de la inteligencia intrapersonal, una de las inteligencias propuestas por Gardner en su teoría de las inteligencias múltiples.

Para lograrlo, pon nombre a todo lo que siente. Cada vez que aparezca una determinada situación donde tu hijo esté sintiendo una emoción, aunque la exprese de manera inadecuada, actúa.

En vez de intentar eliminar y minimizar la emoción negativa, parte de ella para nombrarla y explicarle a tu hijo qué siente y por qué. De este modo estarás trabajando la autoconciencia.

Trabaja la alfabetización emocional

Uno de los consejos más adecuados para construir la inteligencia emocional en los niños, es que atiendas a la alfabetización emocional.

La alfabetización emocional es lograr que los niños tengan un vocabulario amplio y fluido sobre las emociones es una cuestión básica durante toda su etapa de desarrollo.

Saber poner nombre a las emociones que sentimos es el primer paso para reconocerlas y aceptarlas. Muchas veces los niños no saben qué emoción están sintiendo. Ni saben identificar la parte física ni emocional de cada emoción.

Por ejemplo, si tu hijo está triste porque quería ponerse una sudadera que está sucia y no puede ponérsela y ha roto a llorar, trabaja con él esa emoción.

Por ejemplo, puedes aprovechar para hablarle de que está triste, de que por eso tiene lágrimas, que comprendes que esté triste porque le gusta mucho esa camiseta y le gustaría ponérsela.

Valida sus emociones

Aunque pueda no parecerte importante lo que siente tu hijo en determinadas ocasiones, para él es importante, así que debes tomarlo en cuenta.

Tomando el ejemplo anterior, valida las emociones de tu hijo. En ese caso, en el que tu hijo rompe a llorar porque quiere ponerse una sudadera que está sucia, no le digas “no llores por eso, es una tontería, tienes esta camiseta que es exactamente igual que la otra”.

Es importante que reconozcas sus emociones, que le digas que comprendes su emoción y que le ayudes a buscar una solución. Muchas veces, dado que no nos gusta que los niños sufran, intentamos eliminar directamente las emociones negativas (cuando lloran, cuando están enfadados).

Los distraemos con otras cosas (un juguete, con la televisión, etc.). Todo vale para que dejen de llorar, por ejemplo. En otras ocasiones, algunas personas les dicen que “llorar es de pequeños” o frases como “eso es una tontería”.

Es importante que tengas en cuenta que todo lo que tu hijo piensa y siente debes tenerlo en cuenta, respetarlo y hacerlo valer. Es importante para que crezca con una autoestima fuerte y para que sienta que es importante.

Atiende a su autoestima

La autoestima es un aspecto esencial en la personalidad del niño, que está desarrollándose durante toda la infancia. Si una persona se acepta, será capaz de avanzar y madurar y seguir realizándose personalmente.

El niño y el adulto que será necesita tener una autoestima positiva y un buen concepto de sí mismo, lo que le permitirá superar los obstáculos que encontrará en la vida y solucionar conflictos.

La autoestima es la apreciación de la propia valía personal. Y la autoestima del niño se forma a partir de las experiencias que vive también con sus padres.

Mostrarle que es importante y que aprenda a aceptarse tal y como es, es una buena manera de desarrollar una autoestima positiva.

Si la persona siente y percibe que los demás le aceptan, le quieren y le consideran importante, se sentirá competente, seguro y con buena autoestima.

Ayúdale a descubrir sus fortalezas y debilidades

Conocer las propias fortalezas y debilidades es también un aspecto esencial de la conciencia de uno mismo.

Cuando uno conoce cuáles son sus fortalezas y sus debilidades se siente más seguro de su mismo, de sus habilidades y de sus capacidades. Sabe hasta dónde puede llegar, qué puede esperar y qué debe mejorar.

Hay que enseñar a nuestro hijo que todos tenemos aspectos positivos y debilidades y que eso no nos hace mejores ni peores que los demás. No tenemos por qué ser buenos en todo y tampoco nuestros errores ni nuestras debilidades nos definen como personas.

Ayudar a tu hijo a detectar sus fortalezas y debilidades le ayudará a reconocer cuándo necesita ayuda, cómo puede afrontar las dificultades, cuándo puede dar lo mejor de sí mismo y estarás contribuyendo a su desarrollo personal.

Trabaja el autocontrol y la adaptabilidad

El autocontrol también es una de las características principales de la inteligencia emocional. El autocontrol y la automotivación forman parte de la inteligencia intrapersonal que ya nombró Gardner.

El autocontrol forma parte de la autogestión, de saber gestionar adecuadamente las propias emociones.

Tener autocontrol no significa que debas reprimir o negar las emociones ni que tu hijo no las exprese. La gestión adecuada de las emociones es un aprendizaje que requiere tiempo y esfuerzo.

En primer lugar, el niño debe reconocer las emociones que tiene, y si no es capaz de hacerlo, difícilmente podrá gestionarlo de manera adecuada.

El autocontrol puede trabajarse, pero no a través de la represión de las emociones o negándolas. Se deben aceptar, y aunque salgan de manera adecuada en nuestro hijo (por ejemplo, en forma de rabietas), no se deben castigar, sino trabajar la emoción subyacentes a partir de esa conducta.

Tener autocontrol significa comprender la emoción y transformar la emoción en nuestro beneficio. Requiere que la persona sea flexible, esté abierta a nuevos enfoques y adapte nuevas perspectivas en la solución de problemas.

Trabaja la motivación

La automotivación es otro de los componentes de la inteligencia emocional, concretamente de la inteligencia intrapersonal que propuso Gardner.

Tener automotivación es capacitarse emocionalmente para mantener un comportamiento orientado a los objetivos. Se trata de que el niño tenga en mente la meta y recuerde las recompensas que logrará.

Se trata de trabajar en los niños la persistencia, el hecho de no desalentarse, de ser aplicados, de conseguir a pesar de los errores, etc.

La motivación ayudará a tu hijo a conseguir las metas que se proponga en la vida. Para ello, ayúdales a valorar el esfuerzo, a fijarse metas realistas y específicas y a evitar que posterguen las tareas que deben realizar.

Ayúdale a desarrollar la empatía

La empatía es uno de los componentes de la inteligencia interpersonal propuesta en la Teoría de las Inteligencias Múltiples de Gardner.

La empatía ayuda al niño a comprender a los demás, a ponerse en su lugar, a comprender sus estados de ánimo y también los estados psicológicos o motivacionales.

Para poder reconocer los estados emocionales ajenos necesitamos ser comprensivos, sensibles, tener destrezas perceptivas y la capacidad de adoptar distintos papeles.

Desarrollar la empatía es algo imprescindible para ser inteligente emocionalmente, dado que es el punto del que parten relaciones sociales satisfactorias con nuestros pares.

Comunícate con él

Las competencias comunicativas en los niños también tienen un papel importante en su competencia social, y por tanto, en la inteligencia emocional.

Dentro de la comunicación hacemos referencia a las habilidades básicas no verbales (por ejemplo, contacto ocular o gestos), a la competencia en conversaciones o las habilidades lingüísticas.

Comunicarte con tu hijo también es importante porque te ayudará a conectar y a exteriorizar los sentimientos, a detectar las emociones que les paralizan, que les bloquean o que les importan.

Para conseguir que el niño aprenda a manejar adecuadamente sus emociones es necesario que padres y educadores cuenten con información para manejar sus estados emocionales y faciliten el aprendizaje a los niños.

También es importante que le dejes hablar, y algunos trucos que puedes utilizar para comunicarte adecuadamente con él es utilizar mensajes que reflejen sentimientos.

Trabaja las habilidades sociales

Las habilidades sociales son un componente fundamental dentro de la inteligencia emocional.

Son el conjunto de conductas que emite un sujeto dentro de una relación interpersonal donde es capaz de expresar sus emociones, deseos y opiniones, teniendo en cuenta a los demás y resolviendo problemas inmediatos y previniendo problemas futuros.

La interacción con otras personas es primordial en el desarrollo de la persona y condiciona su proceso de socialización. Las habilidades sociales pueden ir de conductas simples a complejas: saludar, expresar opiniones, hacer amigos.

Para ello, ofrece un modelo adecuado de habilidades sociales, el niño aprenderá con el ejemplo cuando ve en sus padres manifestaciones de cortesía, de respeto, de solidaridad hacia otras personas.

Además, valora los aspectos positivos y refuerza a tu hijo y proporciónale ocasiones donde pueda relacionarse con situaciones sociales.

Ayúdale a resolver conflictos

Los conflictos suelen tener lugar en muchas ocasiones por emociones mal gestionadas. Enseña a tu hijo que el enfado es una emocional normal y que no hay problema en enfadarse.

Lo que debe aprender es a gestionar ese enfado. Para ello, muéstrale que aunque todo el mundo se enfada, la manera en la que actuamos después es la que determina las consecuencias.

Enséñale a detectar las señales que le conducen al enfado y que pueden llevar al conflicto, así como maneras diferentes de actuar a como lo hace siempre.

Muéstrale a gestionar la ira y a evitar problemas que acaban ocasionando conflictos. Ayúdale a evitar con actos impulsivos, a calmarse con distintas técnicas (respiración, relajación).

Muéstrale la importancia del trabajo en equipo

El trabajo en equipo es fundamental en la sociedad en la que nos desarrollamos y está presente en la vida de los niños constantemente.

Aprender a manejarse en un grupo, a lidiar con otras personas, resolver conflictos, comunicarse, etc., son habilidades necesarias para trabajar en equipo.

Cuando trabajamos en equipo, la inteligencia emocional está muy presente. Y ser emocionalmente inteligente puede ayudar a tu hijo a desenvolverse en grupos de una manera más óptima.

Puedes trabajar con tu hijo cómo es el trabajo en equipo: la importancia de establecer una buena comunicación entre compañeros, el hecho de trabajar con distintas soluciones, la importancia de mantener un compromiso, de saber resolver conflictos.

Saber escuchar también es importante

La escucha activa es uno de los pilares de la inteligencia emocional. Escuchar requiere mayor esfuerzo que hablar. Saber escuchar requiere de aprendizaje, y se refiere no sólo escuchar a lo que la persona ha expresado sino también atender a los sentimientos y pensamientos que subyacen.

Para poder escuchar de manera activa se precisa también de empatía.

La escucha activa se aprende y empezar a desarrollarla en la infancia con los niños, les ayudará a comprender la importancia que tiene para poder relacionarnos adecuadamente con los demás.

Enséñales la importancia de respetar el turno de palabra, de no interrumpir a otras personas, de centrar la atención cuando alguien nos está contando algo importante, de mantener el contacto ocular.

Trabaja la asertividad

La asertividad también forma parte de la inteligencia emocional, siendo uno de los pilares básicos de la misma.

Si trabajas la asertividad, el niño estará seguro de sí mismo, se expresará con claridad y será una persona capaz de expresar sus deseos, motivaciones y necesidades, teniendo en cuenta al mismo tiempo a los demás.

Para ello es importante que respetes a tu hijo y que le muestres que sus opiniones son importantes, pero que al mismo tiempo debe tomar en consideración a los demás.

Un niño asertivo será capaz de expresarse adecuadamente, decir no cuando lo necesite, defender sus derechos y expresar sus sentimientos, todo ello de acuerdo a sus intereses y objetivos y respetando el derecho de los demás.

Ayúdale a que confíe en sí mismo

Para construir una adecuada inteligencia emocional también es necesaria la confianza en uno mismo. Hacemos referencia a la seguridad que uno muestra acerca de la valoración de lo que hace y de sus capacidades y competencias.

Un niño que confía en sí mismo es un niño que se siente capaz de alcanzar las metas que se propone, que es fuerte para hacer frente a los obstáculos que le propone la vida y por tanto, puede desarrollarse de manera óptima.

Para que un niño confíe en él mismo, es preciso que tú confíes en él. Por eso, ten expectativas altas sobre él, pero que sean realistas, de lo contrario podría sentirse frustrado.

Si confías en él, el niño también lo hará y no se rendirá, buscando siempre alternativas que le ayuden a conseguir las metas que se proponga.

Exprésale afecto y di cómo te sientes

El amor incondicional es algo que se debe expresar y que debe mostrarse en el día a día. El amor no debe darse a cambio de ninguna cosa, y debe expresarse tanto en ejemplos cotidianos como con la palabra.

Debes respetar a tu hijo por ser como es, decirle cuánto le quieres y poner palabras a cómo te sientes.

En vuestra relación y a ti misma/o, en las cosas que te pasan día a día, surgen muchas y muy variadas emociones. A veces estás triste, otras veces contento, a veces te enfadas, pon el foco en ti mismo y en cómo te sientes y exprésaselo al niño.

Decirle cómo nos sentimos, cómo se llaman las emociones y por qué nos sentimos así también les ayuda a desarrollar su inteligencia emocional.

Atiende a sus necesidades

Una de las labores principales del éxito de los padres es formarlos en competencias emocionales para que sean adultos responsables y sanos emocionalmente.

Los padres deben ayudar a sus hijos a identificar las emociones y a etiquetarlas, a respetar sus sentimientos, a ayudarles a manejarse en situaciones sociales.

La manera en la que los padres atienden las necesidades de sus hijos, muestran empatía por lo que sienten y necesitan, regulan sus emociones, se expresan con ellos o hablan de las emociones, por ejemplo, ayudará a sus hijos a ejercitarlo en ellos mismos.

Los niños aprenden también por imitación, y si ven en el ejemplo de sus padres determinadas actitudes, acabarán por incorporarlas a su propio repertorio.

Referencias

  1. Castro Santander, A. Alfabetización emocional: la deuda de enseñar a vivir con los demás. Revista Iberoamericana de Educación.
  2. Extremera, N. y Fernández-Berrocal, P. (2013). Inteligencia emocional en adolescentes. Padres y maestros.
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  5. Muñoz, C. (2007). Inteligencia emocional: el secreto para una familia feliz: una guía para aprender a conocer, expresar y gestionar nuestros sentimientos. Comunidad de Madrid.
  6. Pérsico, L. (2016). Inteligencia emocional. Libsa.
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  8. Vallés Arándiga, A. (2009). La inteligencia emocional de los padres y de los hijos. Pirámide.