Chicomecóatl: creencias, rituales, representaciones artísticas
Chicomecóatl (en náhuatl ‘siete serpiente’) es la diosa mexica del sustento y, por ende, del maíz. Suele ser además la patrona de la subsistencia, los mantenimientos, la vegetación, la germinación y la fertilidad. Conocida también con el nombre de Xilonen (‘la peluda’, en referencia a las barbas del maíz en vaina), es considerada una de las deidades más antiguas e importantes del Valle de México.
El historiador español y misionero franciscano, Bernardino de Sahagún, la equipara en sus escritos a la diosa Ceres, quien en la mitología romana era la patrona de la agricultura, las cosechas y la fecundidad.
Suele asociarse frecuentemente con Ilamatecuhtli (‘ama anciana’ en referencia a la mazorca madura de hojas arrugadas y amarillentas), así como a Centeocíhuatl, quien era esposa de Tezcatlipoca, dios de la providencia, de lo invisible y de la oscuridad.
Al detallar su nombre náhuatl se evidencian el carácter esotérico de sus dos términos. El número siete significaba semillas y era señal de buen augurio, mientras la serpiente era símbolo de la fecundidad.
En su aspecto positivo, la diosa Chicomecóatl significaba la producción de buenas cosechas, mientras en su significación negativa podría ser difusora de hambre y de muerte.
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Creencias y rituales
Se sabe por el contenido de cánticos, que Chicomecóatl vivía en el paraíso mexica (Tlalocan), que era regido por Tláloc, dios del rayo, de la lluvia y de los terremotos. La diosa se ausentaba del conocido ‘néctar de la tierra’, situado en la región oriental del Universo, únicamente para la fructificación del maíz.
Dentro del panteón mexica, ‘siete serpiente’ era una de las hermanas mayores de los tlaloqueh o dioses pluviales, pues eran responsables de repartir la lluvia por la tierra en vasijas.
Sus otras dos hermanas eran las diosas Chalchiuhtlicue y Huixtocíhuatl, con quienes conforma una tríada que según Sahagún: “mantenía a la gente para que pudiese vivir”. Chalchiuhtlicue era patrona del agua de las fuentes y lagunas, mientras Huixtocíhuatl era de la sal y de la fertilidad del mar.
Cada una de estas deidades gozaba de una fiesta tradicional que correspondía en el calendario mexica, a una fase del ciclo agrícola anual. De las festividades relacionadas con la diosa Chicomecóatl, se destacan las veintenas de Ochpaniztli y de Huey Tozoztli.
Veintena de Ochpaniztli
Esta es una de las principales ceremonias religiosas de la cultura azteca y sirve de punto de arranque de su calendario de 18 veintenas. Significaba barrido, pues era la etapa en la que se barría o se renovaba todo. Esta festividad que se realizaba en el Templo Mayor, estaba consagrada a tres diosas: la de la tierra (Toci-Teteo Innan), la del maíz (Chicomecóatl) y la del agua (Atlatonan).
Estas entidades sobrenaturales, responsables de darle continuidad al ciclo de vida del hombre, se representaban a través de 3 esclavas seleccionadas que, luego de participar en procesiones, cantos y danzas, eran sacrificadas.
Para personificar a la diosa Chicomecóatl, solía seleccionarse una joven entre 12 y 13 años. Esta fase ritual iniciaba con una velación en la que se tocaban instrumentos de viento, trompas y flautas, mientras se preparaba una litera en la que se disponían semillas y mazorcas de maíz y chile.
Al día siguiente, la esclava dejaba su santuario y sobre la litera era llevada en procesión por los sacerdotes más ancianos. El recorrido era una representación metafórica del proceso de germinación y madurez del maíz. Incluía el paso por la recámara en donde estaba la efigie de Huitzilopochtli.
Ya en su destino final, en el santuario de Chicomecóatl, la litera y la ixiptla (el representante viviente del dios) eran colocadas sobre gran cantidad de legumbres y flores. Allí la esclava recibía la visita de los nobles que le ofrecían la sangre sacada de sacrificios que habían realizado. Al amanecer del día siguiente, la joven era degollada en su santuario y su sangre era untada en la efigie de la diosa, así como las ofrendas alimentarias.
Veintena de Huey Tozoztli
Esta veintena correspondía a la cuarta del calendario mixtexca y estaba dedicada al maíz en sí, por intermedio de Chicomecóatl y de la representación masculina de Cintéotl. Se reconocía por ser la festividad del ‘ayuno prolongado’, pues se dejaba de comer los cuatro días previos a las ceremonias y porque todos los altares se adornaban con plantas de maíz.
En el patio del templo de ‘siete serpientes’ se colocaba su imagen elaborada a base de pasta de semillas de tzoalli, amaranto y sangre humana y se le ofrecían frijoles, semillas de chía y maíz.
Se acostumbraba a sacrificar una joven vestida con una pluma verde, símbolo del maíz sagrado y su sangre se usaba para cubrir la imagen de la diosa y su cabellera sería otra ofrenda. La piel de la joven se usaba para vestir a los sacerdotes, quienes arrojaban semillas de calabaza y maíz a los asistentes, en medio de cánticos de fervor.
Otro rito destacado de esta veintena solía ser la captura de Cintéotl. Para ello la gente recogía plantas de maíz o raíz de maguey, que simbolizaban igualmente al dios. Se les adornaba con flores y se le brindaban ofrendas de manjares, atoles, ranas asadas, tortillas, entre otros homenajes.
Los varones simulaban peleas rituales en honor a la diosa. Mientras, las jóvenes se dirigían al templo de Chicomecóatl, para llevar las representaciones de Cintéotl y colocarlas en una troje que contuviera granos. Ese rito finalizaba con el sacrificio de niños en honor a los tlaloques, con el propósito de obtener agua de lluvia para asegurar la buena cosecha.
Representaciones artísticas
Chicomecóatl suele aparecer en documentos aztecas, como el Códice Borgia, con la cara y el cuerpo pintados de rojo, llevando un tocado rectangular o abanico plisado del mismo color. En el Códice Florentino se representa sentada, con siete serpientes que salen de su falda, en alusión a su nombre ‘siete serpiente’.
Según las descripciones de los conquistadores españoles, en ceremonias y festivales se usaban imágenes en madera de Chicomecóatl.
Solía representarse como una niña de unos 12 años vestida de ornamentos en vistosos colores. Llevaba una mitra de cartón sobre su larga cabellera y lucía unos pendientes de oro y un collar de doradas mazorcas de maíz ensartadas en un listón azul. En sus manos sostenía un objeto similar a una mazorca de maíz hecha de plumas y bañada en oro.
Referencias
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- Dehouve, D. (2017). Los nombres de los dioses mexicas: hacia una interpretación pragmática. Travaux et Recherches dans les Amériques du Centre,(71), 9-39.
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- Prine, E. & Encyclopædia Britannica (2018, 16 febrero). Chicomecóatl (aztec goddess). Recuperado de britannica.com
- Arenas, G. L. (2016). Deidades de la fertilidad agrícola en el panteón mexica. Estudios Mesoamericanos, (7), 45-52.