Psicología

¿Cómo influye la atención en nuestra experiencia de bienestar?


La atención es la capacidad que poseen las personas y los animales para focalizarse en determinados aspectos de su entorno, así como en su estado interior. Es un proceso clave que influye decisivamente en la forma en que una persona se siente a diario, ya que le aporta seguridad y confianza.

Cuando algún hecho, un sentimiento o simplemente un detalle capta su atención, una persona se concentra en él, adquiere información al respecto y después suele llevar a cabo algún tipo de acción.

Se trata de un proceso tan importante, que es completamente necesario para la supervivencia. Sin atención, personas y animales sufrirían accidentes todo el tiempo, o en el peor caso serían presa fácil de los depredadores, que sí tienen un elevado nivel de atención.

Normalmente, existe una multitud de estímulos externos e internos, pero dado que el cerebro es limitado, escoge siempre lo que considera más relevante. Este proceso se ejecuta continuamente, sin que la persona apenas se dé cuenta de ello.

Lograr que el cerebro desarrolle un buen nivel de atención no solo contribuye a garantizar la supervivencia, sino que aumenta la experiencia de bienestar. De esta manera, una persona evita las distracciones, concentrándose en las cosas que más le gustan, y en las que pueden hacerle sentir mejor.

Y es que el bienestar tiene varias facetas. Por ejemplo, la buena salud es una de las más importantes, siendo fundamental prestar atención a las señales del organismo y atender a tiempo sus necesidades básicas, como comer, beber y dormir adecuadamente.

En cuanto al bienestar emocional, la atención a las personas, a la naturaleza y a las actividades realizadas mejora las relaciones afectivas y el desempeño individual, aumentando la seguridad y la autoestima.

Tipos de atención

La atención es un proceso complejo, como todos los que tienen que ver con la cognición. Y puesto que la cantidad de estímulos es tan vasta, el cerebro se vale de filtros con los que deja pasar aquellos que son de mayor interés, dejando que los demás pasen desapercibidos.

Además, la atención no siempre tiene el mismo grado o intensidad. Cuando una persona encuentra algo que le parece interesante, normalmente se focaliza en eso, dejando de lado todo lo demás.

Por eso ocurren situaciones como “no me di cuenta de que sonaba el teléfono”, “estaba distraído”, “el tiempo se me fue volando” y otras por el estilo.

En cambio, en una clase aburrida, la atención probablemente oscila entre lo que dice el profesor y el compañero atractivo sentado un par de puestos adelante.

Por todo esto, los psicólogos han definido varias clases de atención, agrupadas en dos categorías: atención pasiva y atención activa. En la primera, el sistema nervioso está listo para recibir y procesar estímulos, pero sin que exista todavía una motivación particular, mientras que en la segunda la motivación ya está presente.

En la atención activa es posible distinguir los siguientes tipos de atención:

  • Interna, la que cada persona presta a sus pensamientos y procesos orgánicos.
  • Externa, enfocada en estímulos fuera de la persona.
  • Focalizada, la cual tiene un objetivo central.
  • Sostenida, que se mantiene durante largo tiempo.
  • Alternante, que oscila entre dos o más estímulos.
  • Visual, donde el objetivo de la atención es captado con el sentido de la vista.
  • Auditiva, en la que predomina el oído.
  • Selectiva, que filtra los estímulos irrelevantes.
  • Dividida, que consiste en prestar atención a varias cosas a la vez.

Un ejemplo perfecto: conducir el auto

Si hay una situación cotidiana en las que se dan cita muchos tipos de atención, es la de conducir el auto o la bicicleta.

El requerimiento mínimo es que el conductor esté despierto, es decir, en modo de atención pasiva. Pero a medida que comienza a desplazarse por la carretera, debe dirigir su atención a la misma: al tomar las curvas, frenar ante un semáforo, evitar los baches… Esta es una atención activa y focalizada.

Al maniobrar con el volante, los pedales y la palanca de cambios, la atención está dividida. Si va a conducir una gran distancia, debe mantener atención sostenida. Y, además, todo el tiempo debe mantenerse en atención externa, es decir, alerta a los estímulos exteriores: otros vehículos, personas o animales en la vía, señales de tránsito y más.

Todo el tiempo su atención debe ser selectiva, no dejarse distraer por este o aquel aviso. Si necesita cambiarse de carril, su atención pasa a ser alternante. Y si conduce por una larga autopista recta, puede que su atención se torne interna, al menos por algunos instantes.

La bocina de otro conductor le pondrá en alerta, algo necesario para evitar colisiones, entonces debe estar atento a los sonidos del exterior (atención auditiva). Y naturalmente, debe prestar atención visual.

¿Puede el lector indicar otros tipos de atención mientras conduce o anda en bicicleta?

Ventajas de la buena atención

El ejemplo de conducir el coche ilustra a la perfección las ventajas de prestar una buena atención. Pero naturalmente hay muchos más: no dejar que se queme la cena, recordar echarle gasolina al coche y estudiar para un examen de matemáticas que se avisó hace una semana.

Que las personas salgan airosas de estas y otras situaciones de la vida, sin lugar a dudas les ayuda a sentir un gran bienestar.

Resulta interesante reflexionar acerca de la gran cantidad de cosas positivas que logra un buen nivel de atención:

  • Disfrutar de los eventos favoritos, de una película, un libro o de una grata conversación.
  • Evitar accidentes y malos entendidos.
  • Mejorar las relaciones afectivas, ya que cuando se le presta atención a familiares y amigos, la convivencia se facilita.
  • Tener un buen rendimiento académico.
  • Desempeñarse mejor en el trabajo, realizando correctamente las labores y aumentando la productividad.
  • Favorecer al planeta, prestando atención a no arrojar desperdicios y ahorrar energía, entre otras acciones positivas.

Recursos básicos para mejorar la atención

Los siguientes hábitos favorecen la atención y contribuyen a mejorar la experiencia del bienestar:

  • Dormir bien, ya que la fatiga es una de las causas más comunes de la pérdida de atención.
  • Mantener una buena postura y respirar correctamente, ya que el oxígeno es necesario para que el cerebro funcione de manera óptima.
  • Llevar una alimentación variada, puesto que el organismo y, en particular el cerebro, requieren nutrientes adecuados para optimizar sus procesos bioquímicos.
  • Para los estudiantes: fijarse objetivos de estudio y organizar el tiempo.
  • Entrenar la fuerza de voluntad, de ser preciso, ya que, para conseguir los objetivos, es necesario focalizar la atención en ellos.
  • Algunas bebidas como el café y el té activan el sistema nervioso y propician la atención (tomadas en cantidades moderadas).
  • Practicar la atención plena, es decir, sentirse “en el aquí y el ahora”, permite que los niveles de estrés producidos por situaciones que nos preocupan se reduzcan, y que se ajuste nuestra perspectiva sobre ellas.

Problemas de atención

Los problemas de atención causan incomodidades, ya que pueden volver irritables a las personas, tornándolas intolerantes a los ruidos o a las interrupciones. Durante una conversación es frecuente que pierdan el hilo o no encuentren las palabras adecuadas, quedándose “en el aire”.

Puede que se dificulte llevar a cabo ciertas tareas o seguir instrucciones, todos ellos escenarios frustrantes. Los psicólogos disponen de pruebas para evaluar el nivel de cada uno de los tipos de atención.

Afortunadamente, también tienen estrategias para potenciar la atención, ya que este proceso se entrelaza con otros, como memoria y percepción.

Los profesionales especializados aplican terapias personalizadas, y puesto que el cerebro posee gran adaptabilidad, casi todas las personas con problemas de atención encuentran beneficios en muy poco tiempo.

Referencias

  1. Atención: Definición y características. Recuperado de: terapianeurocognitiva.com.
  2. Caamaño, C. Claves para potenciar la atención/concentración. Centro de Aprendizaje Campus Sur. Universidad de Chile.
  3. Londoño, L. La atención: un proceso psicológico básico. Recuperado de: dspace.uib.es.
  4. Qué es la atención: tipos y alteraciones. Recuperado de: bitbrain.com.
  5. Saez, F. Cómo mejorar tu capacidad de atención. Recuperado de: facilethings.com.