Historia

El Crecimiento de la Población y Florecimiento de las Ciudades


El crecimiento de la población y florecimiento de las ciudades en Nueva España se apoyó en la riqueza de metales preciosos en la región y se vio favorecido por el carácter urbano de la colonización española. Dado el control cuidadoso del Estado, la fundación de ciudades logró varios propósitos.

Uno de estos propósitos es que aseguró la ocupación del territorio y sirvió de base para las conquistas subsecuentes. Además, implicó una presencia permanente y se convirtió en signo de ocupación. La llegada de Hernán Cortés a tierras aztecas fue un capítulo decisivo en la historia de Nueva España, ahora México.

El 21 de abril de 1519 una flota de 11 galeones llegó a la isla de San Juan de Ulúa. De su interior desembarcaron 550 soldados y marineros españoles, así como 16 caballos. Esto sería el  primer contacto de Europa con una de las civilizaciones mesoamericanas más avanzadas.

Entonces, inició un período de dominación política, económica y social. Más tarde se empezaron a construir ciudades a la usanza europea. Las poblaciones de las distintas razas que allí confluyeron comenzaron a crecer y a mezclarse, contribuyendo así al crecimiento de la población y florecimiento de las ciudades novohispanas.

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Primera etapa del crecimiento de la población y ciudades

Luego de la caída del Imperio azteca y la captura de su gobernante Cuauhtémoc (1521), Cortés fundó la Ciudad de México. Esta fundación se hizo sobre las ruinas de la otrora majestuosa Tenochtitlán.

Se comenzó a erigir una capital colonial de estilo europeo. El crecimiento de la población y florecimiento de las ciudades novohispanas se realizó sobre los escombros de las pirámides, templos y palacios aztecas arrasados.

En 1535 Antonio de Mendoza fue nombrado como el primero de los 61 virreyes que gobernaron Nueva España durante los siguientes tres siglos. En este período los territorios coloniales continuaron creciendo.

Eventualmente se extendieron al sur, a Honduras, al norte, a lo que hoy es Kansas y al este del actual Nueva Orleans. La expansión territorial condujo a la explotación de riquezas naturales; con esta nueva riqueza, las ciudades coloniales surgieron a lo largo y ancho de la región.

Canteros indios

En ese contexto, entraron en acción los canteros indios, quienes una vez construyeron templos y pirámides. Construyeron capillas, catedrales, monasterios, conventos, así como palacios administrativos y grandes residencias para los españoles.

La habilidad de esas manos nativas fue clave en el crecimiento de la población y florecimiento de las ciudades en Nueva España.

La población nativa y los asentamientos tras la Conquista

Existe consenso entre los especialistas en que el siglo XVI fue un desastre demográfico para los mesoamericanos. Se estima que, a la llegada de los españoles, la población nativa era de unos 25 a 30 millones de habitantes. Según cifras conservadoras, el porcentaje de disminución de la población fue al menos del 25 %.  

En la medida en que avanzaba la Conquista, los nativos fueron obligados a cambiar su patrón disperso de asentamiento, dado que los asentamientos más compactos facilitaban el control político, económico y religioso de los españoles.

De esa manera se fundaron nuevas aldeas y pueblos de estilo europeo. A partir de ahí, censos, bautizos y registros funerarios dan fe del crecimiento de la población y florecimiento de las ciudades.

Recuperación nativa

A mediados del siglo XVII comenzó la recuperación de la población nativa. Esta estuvo acompañada de una gran mezcla de personas de diferentes orígenes étnico-raciales.

El crecimiento poblacional aumentó el nivel de necesidades humanas. Se construyeron nuevos dispensarios, iglesias, caminos de acceso y cementerios para atender estas necesidades.

Con este aumento también fueron apareciendo escuelas, tiendas de insumos y de trabajos artesanales. Los asentamientos organizados atrajeron incluso más población.

Influencia del crecimiento económico en el crecimiento poblacional

En siglo XVII Nueva España se destacaba como uno de los principales proveedores mundiales de plata y otros productos mineros. Ya desde mediados del siglo anterior, Nueva España contaba con un sistema de comercio transatlántico.

A través de este sistema se enviaban metales preciosos a España a cambio de productos europeos. Además, se movilizaban especias, sedas y mercancía variada de origen asiático.

De este modo, el flujo comercial favoreció el crecimiento de una clase mercantilista tanto en España como en Nueva España, lo que implicó que se generara una firme estabilidad política y administrativa.

Esta riqueza contribuyó en gran medida al crecimiento de la población y florecimiento de las ciudades. Grandes contingentes de indios fueron incorporados al trabajo de las minas.

Disminución del comercio con España

En los dos últimos tercios del siglo XVII cayó el comercio con España debido a problemas internos. Las ciudades novohispanas comenzaron a volverse autosuficientes económicamente, produciendo lo que antes se exportaba.

Los comerciantes novohispanos acapararon el comercio con Filipinas. Estos proporcionaron créditos a los mineros para seguir trabajando, lo que permitió la transformación económica y el cambio social.

Así, las poblaciones norteñas, antes aisladas y despobladas, llegaron a ser territorios de colonización continua por el impulso de la minería.

La distancia entre estos nuevos centros poblados y las zonas proveedoras de alimento promovieron la creación de centros de producción y abasto cercano a las zonas mineras. Con ello se fue consolidando el florecimiento de estas regiones.

Explosión demográfica del siglo XVIII

El crecimiento de la población novohispana fue sostenido a lo largo de los tres siglos que duró la ocupación española. Especialmente la industria minera propició en gran parte este aumento poblacional.

Por ejemplo, entre 1550 y 1570 la población del distrito minero de Pachuca experimentó un aumento del 500 %.  En  1578, este distrito contaba con millares de habitantes, quienes dependían de las actividades mineras.

Estallido de la insurgencia

La mayor explosión demográfica en Nueva España ocurrió desde mediados del siglo XVIII hasta 1810, cuando estalla la insurgencia. Las cifras aportadas por Alexander von Humboldt, aunque no oficiales, pueden servir de orientación.

Según este explorador alemán, la población novohispana era de siete millones. De ellos, 3700000 eran indios, 1200000 blancos y casi 2000000 mestizos.

Asimismo, Ciudad de México era la más grande de las ciudades americanas. Esta ciudad contaba con 113000 habitantes. Otras importantes ciudades en el continente americano como Buenos Aires, Río de Janeiro o La Habana apenas tenían 50000 habitantes.

Referencias

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