Cultura general

Organización política de los aztecas: figuras de poder


La organización política de los aztecas se refiere a la manera en la que la antigua civilización mexica distribuía y ordenaba a sus figuras de poder. En líneas generales, la organización de este Imperio se basó en una administración colectiva donde eran importantes los lazos sanguíneos y las estructuras familiares.

Es decir, los territorios mexicas eran distribuidos entre las familias de alto prestigio. Así mismo, la figura principal estuvo constituida por el Tlatoani; una especie de emperador que era seleccionado por un consejo conformado por nobles y representantes de familias importantes.

Aunque los tlatoanis eran elegidos por un consejo, de todas formas era necesario que estos gobernantes tuvieran una afinidad sanguínea con el rey que los precedía. Por ello, los nobles escogían al próximo tlatoani entre el grupo de hijos del tlatoani anterior.

El Estado azteca estuvo conformado por la Triple Alianza, que consistía en la unión de tres importantes ciudades: Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlán. Sin embargo, el mayor poderío estaba consolidado en Tenochtitlán; es decir, desde esta ciudad se comandaba y vigilaba a las demás.

Cabe destacar que una gran parte de los territorios del Imperio azteca estuvo conformada por pueblos conquistados. Estos pueblos conservaban a sus gobernantes y sus formas de vida, no obstante, tenían que pagar unos tributos a la ciudad principal.

Estos impuestos generaron descontento en los pueblos dominados, quienes en venganza ayudaron a los españoles en muchas ocasiones para acabar con el poderío de Tenochtitlán.

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Organización política de los aztecas: figuras de poder

El huey Tlatoani

El huey Tlatoani era la figura más importante dentro de la organización de los aztecas. Se le consideraba como un emisario de los dioses, es decir, como un representante directo de las deidades. Las palabras huey tlatoani se pueden traducir como “gran orador”.

Los huey Tlatoani eran seleccionados por los pīpiltin, un grupo de nobles que conformaban el consejo azteca. Algunos autores aseguran que el Estado azteca funcionaba como una especie de monarquía hereditaria, puesto que solo los hijos de los Tlatoani podían acceder a ese cargo.

El Cihuacóatl

Dentro de la estructura política, los Cihuacóatl ocupaban el segundo cargo más importante. Eran los jefes de los sacerdotes y su cargo era similar al de un primer ministro. Por lo general, el Cihuacóatl se encargaba de sustituir al tlatoani en caso de ausencia; también era el juez supremo dentro de los elementos judiciales y militares.

Además, el Cihuacóatl podía organizar expediciones de carácter militar y convocar una reunión electoral en caso de que falleciera el tlatoani.

El consejo o Tlatocan

El Tlatocan era el consejo azteca y estaba conformado por un grupo de 14 hombres pertenecientes a la nobleza, quienes solían ocupar alguno de los siguientes cargos:

– jefes religiosos.

– administradores.

– jefes militares.

– jefes de la población o de las familias importantes.

– consejeros de guerra.

En las reuniones del consejo, el Cihuacóatl proponía un tema de discusión y los demás integrantes ofrecían sus puntos de vista. Al concluir, el huey Tlatoani tomaba la decisión final con base en las opciones presentadas por sus consejeros.

Por esta razón, los historiadores coinciden en que los integrantes del Tlatocan eran personas muy influyentes dentro de la sociedad azteca.

El Tlacochcalcatl

La palabra Tlacochcalcatl se traduce como “el hombre de la casa de los dardos” y era usada para designar a los generales mexicas. Dentro de las decisiones militares, los Tlacochcalcatl eran los segundos al mando luego de los tlatoanis.

Estos generales tenían el deber de liderar los ejércitos y de planificar las campañas de guerra. Además, el Tlacochcalcatl también debía velar por los arsenales de las tropas, los cuales eran resguardados en los Tlacochcalco (la casa de los dardos).

El Tlacateccatl

El Tlacateccatl era un cargo militar que le seguía en importancia al Tlacochcalcatl. El deber de estos militares era proteger los cuarteles localizados en el centro de Tenochtitlán. Por lo general, los Tlacateccatl ayudaban a los Tlacochcalcatl en la toma de decisiones y en el control de las tropas.

El Huitzncahuatlailótlac y el Tizociahuácatl

Estos cargos eran usados para designar a los jueces principales dentro del Imperio azteca. El objetivo de estos nobles era impartir justicia en la sociedad mexica; así mismo, generalmente los cargos eran ocupados por personas adineradas e instruidas.

El Tlahtoqueh o jefe de provincia

Los Tlahtoqueh eran los gobernadores de las provincias aztecas. Tenían el deber de mantener el orden dentro de sus territorios. Aunque contaban con cierta autonomía, debían reunirse con el huey tlatoani cada cierto tiempo para informar sobre el desarrollo de la provincia y rendir cuentas sobre la recolección de tributos.

El Tecutli

La palabra tecutli traduce como “señor” y se usaba para designar a los supervisores de los tributos. En otras palabras, los tecutli eran administradores encargados de la recolección de los impuestos.

Administración del poder a partir de los impuestos o tributos

Para mantener el orden y la autoridad dentro de los territorios conquistados, todas las provincias aztecas debían entregar una serie de tributos para que estos fueran administrados en Tenochtitlán.

Generalmente, los tributos eran bienes específicos —alimentos, textiles, entre otros— enviados por los gobernadores en períodos regulares (es decir, cada cierto tiempo al año).

Así mismo, las provincias que entregaban estos impuestos solían ser comunidades con otras lenguas y creencias que estaban sujetas a las autoridades de Tenochtitlán. Dichas comunidades aceptaban realizar este pago porque no contaban con el poderío militar de los aztecas.

De hecho, en caso de no cumplir con el pago de tributos, los mexicas podían amenazar a estas comunidades con un ataque bélico.

Administración de las provincias

De acuerdo con las crónicas españolas, el Imperio azteca estuvo dividido en 38 provincias. Estos territorios, luego de ser conquistados por los aztecas, mantenían a sus dirigentes locales y contaban con cierta independencia en la ejecución de sus tradiciones y costumbres.

Gracias a los tributos de estas provincias, la Triple Alianza pudo propagarse rápidamente y convertirse en un vasto imperio. Esto ocurría porque los impuestos permitían financiar no solo las campañas militares, sino también el desarrollo de infraestructuras y de la agricultura.

Referencias

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