Historia

Minería en Nueva España: características, influencia, tecnología


La minería en la Nueva España representó una actividad importante que definió gran parte de las actividades comerciales de la época. Entre los metales que se extrajeron destacaron la plata y el oro; en cuanto a los minerales, sobresalió la explotación del estaño, el plomo y el cobre.

Para esta labor, cuya finalidad fue conquistar la fortuna y aumentar la economía, los productores y monarcas no escatimaron en esfuerzos. El desarrollo y la explotación de las minas iniciaron después del descubrimiento de América, que se llevó a cabo en el año 1492.

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Por esa razón Cristóbal Colón (1451-1506) en su segundo viaje para la Española —isla que se encontraba entre los actuales República Dominicana y Haití— trasladó herramientas para la extracción de los metales.

De esa manera surgió la leyenda de “El Dorado”: un reino mineral o una ciudad impregnada de minas de oro, donde el rey (o el líder indígena) cubría su cuerpo con dicho elemento y realizaba alguna especie de ritual. Esa ceremonia motivó numerosas expediciones que se extendieron hasta el siglo XIX.

No obstante, en los territorios que se iban colonizando no predominaron los yacimientos de oro sino de plata, los cuales se fundían y exportaban por todo el continente europeo. La extracción de estos minerales representó un auge financiero en la antigua Europa menos en España, donde aumentó la inflación.

Las minerías pasaron a ser de instrumentos decorativos a excavaciones de producción. Es decir, en Sudamérica las explotaciones no tuvieron ningún beneficio sino todo lo contrario, desestabilizaron las aldeas. En España, a finales del siglo XVI el resultado fue la quiebra del Estado y de los proyectos para restaurar la administración.

Índice del artículo

Origen

Se denominó Nueva España a los territorios que el imperio hispano iba subyugando a través de las armas y del dominio político-religioso. El nombre fue otorgado en honor a la antigua España: la idea era expresar que las regiones usurpadas también le pertenecían a este país.

Sin embargo, las costumbres de los colonizadores demoraron por lo menos cinco décadas en consolidarse en los espacios americanos. En el transcurso de ese tiempo los españoles utilizaron los recursos novohispanos como medios de intercambio y comercio, razón por la cual las minerías fueron una fuente fundamental para la expansión del mercado.

Por tal motivo, la conquista se enfocó en la búsqueda de lugares con yacimientos minerales y el establecimiento de un sistema de presidios.Al igual que la evangelización de los indios, este sistema tuvo la finalidad de procurar la mano de obra necesaria para el estable funcionamiento de las zonas de explotación minera y de sus campos de abasto.

Entonces, el interés de la corona española fue similar al de los mercaderes y propietarios que participaron en el refinamiento y exportación de los metales, el cual era el reconocimiento político y social mediante el incremento mercantil.

Primeras minas

A partir del 1522 se inició —aunque de manera superficial— la extracción del oro que se hallaba en los ríos y arroyos, especialmente en los terrenos del valle central de Oaxaca y de la región mixteca. Tiempo más tarde surgieron los yacimientos de Motines, Zacatula, Zumpango y Tehuantepec; todos eran propiedad de Hernán Cortés (1485-1547).

En 1536 se encontraron las minas de las riveras de Espíritu Santo y las que se localizaban por la provincia de Chiametla, al sur de Sinaloa. Los primeros centros mineros sufrieron un sinfín de daños debido a las continuas explotaciones; por ese motivo, en 1540 dejaron de ser fructíferas.

En ese momento el oro ya no era el metal anhelado por asiáticos y europeos, sino la plata. Este cambio de perspectiva hizo que se desarrollaran las sedes mineras más importantes del virreinato, entre las que destacaron Zacatecas, Pachuca, Ixmiquilpan, Guanajuato, Comanja, Xichú, Morcillo, Potosí, Pachuca, Real del Monte, Castrovirreyna y Oruro.

Por un lado, estos yacimientos generaron los principales ingresos para la nación española, ya que los dueños de las minas tenían que abonar una quinta parte de la extracción de los minerales como impuestos. Asimismo, la monarquía reservó la distribución del mercurio con el cual se agilizaba la producción argentífera.

Por otro lado, para la población nativa los efectos de la explotación fueron nocivos, pues el constante traslado produjo una ruptura en la organización de las comunidades, alterando sus jerarquías y cesando con las vidas de sus habitantes.

Las minerías: un secreto revelado

El crecimiento económico que generaron los yacimientos fue el comienzo de una etapa de prosperidad, tanto que los hombres viajaban de un continente a otro con la intención de indagar acerca del origen del tesoro (como también se les llamó a las minerías). Un tesoro que la nación española procuró mantener en secreto.

Debido a los beneficios obtenidos, el Estado español intentó ocultar la ubicación de las minas al resto de los países europeos con la finalidad de no compartir los recursos. Sin embargo, dicho suceso originó varios conflictos porque eventualmente fueron descubiertas.

A mediados del siglo XVI Francisco Drake (1540-1596), comerciante de esclavos y explorador, incursionó por las regiones de Suramérica. Este corsario inglés dio a conocer que las comunidades americanas se encontraban indefensas, ya que no había ejércitos formales que las resguardaran.

Además, en 1579 se formó la República de los Siete Países Bajos Unidos. Esa unión tuvo como propósito que los holandeses, pueblo de marineros, viajaran y llegaran al llamado Nuevo Mundo.

Así fue como las provincias unidas, especialmente Holanda, consiguieron ser adversarios de España por el dominio territorial de las nuevas zonas descubiertas. Esta disputa perduró un largo tiempo hasta que en 1588 el plan elaborado por Felipe II (1527-1598) —designado la “grande y felicísima armada”—, fracasó ante las tropas inglesas.

En ese momento España tuvo que entregarle a Inglaterra los derechos sobre los océanos y, con ellos, las localizaciones de los campos mineros, siendo revelado el secreto.

Características

La producción minera de la Nueva España se caracterizó por la intervención de la nación hispana y de los poderes políticos locales, los cuales brindaron protección al momento de la explotación de los yacimientos. Es decir, los geólogos europeos procuraron mejorar las técnicas de extracción con el fin de proteger el terreno y a los habitantes.

Vale acotar que la extracción de minerales y metales no presentó un resultado inmediato, razón por la que varios inversionistas desistieron del proyecto porque esperaban prontas ganancias. Al principio, la inseguridad de las pérdidas del capital por parte de los individuos fue lo que detuvo el progreso oportuno de la explotación minera.

A su vez, la falta de capital causó el forzado reclutamiento de indígenas para ocuparse de las labores de las minas. Las condiciones del trabajo eran esclavizantes e iban contra lo proclamado por el gobierno español, quien manifestó que los indios podían poseer y labrar las minas pero no se debían obligar a prestar servicios arduos sin ser remunerados.

El proceso de esclavización no fue permanente, también hubo empleados voluntarios y, de manera relativa, asalariados.

Sin embargo, esta expresión laboral demoró en expandirse debido a la falta de conocimiento de los trabajadores sobre la explotación de los yacimientos, por el desconocimiento de la moneda y por el agobio que dejaban las tareas asignadas.

Influencia en la economía

En el siglo XVI, España y Sudamérica se encontraban desestabilizadas económicamente por las malas inversiones que se habían realizado en los sectores mineros, metalúrgicos y de exportación. Por ello, Felipe II pretendió ordenar por vía legislativa el sistema de explotación minera y anunció la ley de Ordenanzas de Minas (1563).

En esa reforma se señaló que los yacimientos de oro, plata y azogue eran patrimonios de la realeza y solo podían ser manipulados por aquellos que cancelaran el impuesto correspondiente.

Tal decreto ocasionó el desarrollo monetario a través del comercio; los metales y los minerales se podían cambiar por artículos como seda, especies, porcelana y marfil.

En cuanto a las barras de oro y plata, estas se vendían y parte del dinero obtenido se invertía en la formación de industrias alimentarias, ganaderas y de curtidos, así como en la elaboración de productos técnicos para renovar y acelerar la labor en las minerías.

Tecnología minera

Para extraer los metales de las primeras minas se utilizaron hornos castellanos o “huayras” (calentadores minerales en la época prehispánica). Mediante estos y las monteras de los filones se fundían el oro y la plata.

Sin embargo, el cambio mineralógico ocasionó la evolución de las técnicas de amalgamación, incluyendo el uso de la pólvora y la brújula en el laboreo. El desarrollo tecnológico se manifestó de varias formas y entre estas destacaron las siguientes:

La plata de fuego

Los metales se diluían a través del plomo.

La plata de azogue

Los elementos se disolvían por medio del mercurio frío.

La plata de pie y cazo

Los minerales se fundían mediante el mercurio caliente.

Principales ciudades

Las principales ciudades mineras fueron Guanajuato y Potosí. Como consecuencia de estas labores mineras, dichas ciudades se convirtieron en importantes centro económicos de la Nueva España.

Guanajuato

Guanajuato —cuyo nombre oficial era intendencia de Santa Fe de Guanajuato— se encontraba en México.

Vale acotar que actualmente Guanajuato se mantiene como una de las áreas mexicanas más ricas en cuanto a minerales, a pesar de que está en un proceso de recuperación de la calidad de su suelo.

Potosí

Potosí se hallaba hacia el sur de Bolivia y el nombre por el que era más conocida fue Villa imperial de Potosí. Entre los siglos XVI y XVII, en Potosí se encontraba la mina de plata de mayor envergadura en el ámbito mundial.

Esto es indicativo de que la plata siempre fue su elemento más abundante y más explotado, y así se reflejó en el arte orfebre típico de esta región, que tenía prestigio mundial.

Referencias

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