Revolución americana: causas, Guerra de Independencia, consecuencias
La Revolución americana o Revolución de las Trece Colonias fue el proceso mediante el que Estados Unidos logró independizarse de Gran Bretaña. Este país europeo había comenzado el proceso de colonización durante el siglo XVII y, a lo largo de las siguientes décadas, había establecido trece colonias diferentes en la costa del Atlántico.
La relación entre las colonias y la metrópolis comenzó a deteriorarse tras la Guerra de los Siete Años, que enfrentó a Gran Bretaña y a Francia. La necesidad británica de recuperarse económicamente provocó que impusiera una serie de impuestos a los colonos. Estos, que ni siquiera contaban con representación en Londres, comenzaron a protestar.
El motín del Té, en 1773, fue una de las protestas más significativas ocurridas en los territorios británicos en América. Los sucesos ocurridos en Boston marcaron un punto de inflexión y condujeron al estallido de la Guerra de la Independencia en 1775. Los rebeldes declararon la independencia al año siguiente, aunque el conflicto continuó hasta 1783.
La victoria final fue para los partidarios de la independencia. Estos, muy influidos por las ideas de la Ilustración, promulgaron la constitución del nuevo país en 1787. Con ella nacieron los Estados Unidos de América.
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Antecedentes
La colonización americana por parte de Inglaterra fue impulsada por Jacobo I, cuando fundó en 1606 la Compañía Virginia. Dado que España controlaba la mayor parte del Nuevo Continente, los ingleses se centraron en las costas atlánticas de Norteamérica.
Desde 1607, cuando se fundó Jamestown, posteriormente la colonia de Virginia, los británicos fueron extendiendo sus dominios en la zona. El resultado fue la creación de las Trece Colonias que serían el germen del nacimiento de los Estados Unidos.
Colonización francesa
No solo Gran Bretaña se interesó por establecer asentamientos en esa zona de América. Francia, uno de sus tradicionales rivales en Europa, trató de hacerse también con varios territorios en Norteamérica.
Sus esfuerzos desembocaron en la creación de Nueva Francia, que comprendía desde el golfo de San Lorenzo al golfo de México. Igualmente, fundaron asentamientos en la actual Canadá y en lo que hoy es Nueva Orleans.
En esos momentos, las fronteras entre las distintas colonias no estaban demasiado definidas, algo que provocaba enfrentamientos entre los colonos franceses y británicos.
Las Trece Colonias
Las Trece Colonias británicas en Norteamérica tuvieron un origen diferente. Uno de ellos, el económico, con multitud de colonos intentando buscar suerte en el Nuevo Mundo. Por otra parte, la zona de Nueva Inglaterra fue habitada por huidos de las persecuciones religiosas que se estaban produciendo en Europa.
Normalmente, los expertos dividen a estas colonias por su ubicación geográfica. En las del sur, por ejemplo, se desarrolló una sociedad agraria basada en el esclavismo. Casi 500.000 esclavos provenientes de África se encargaba de trabajar en los grandes campos de algodón y tabaco.
Guerra de los Siete Años
En 1756 estalló un conflicto que afectó a varios países europeos. En la llamada Guerra de los Siete Años, Gran Bretaña se enfrentó a Francia, participando otros países como aliados de una de las dos grandes potencias.
La guerra tuvo una gran repercusión en Norteamérica. La causa del conflicto en esa parte del mundo fue el choque entre las fuerzas colonizadoras británicas y francesas, que luchaban por controlar la mayor extensión de territorio posible.
Tras siete años de guerra, los dos bandos sellaron la paz mediante el Tratado de París. La vencedora fue Gran Bretaña, que pasó a controlar una gran parte de las colonias fundadas por Francia en Norteamérica.
Crisis financiera en Gran Bretaña
A pesar de su victoria, la guerra creó serios problemas para Gran Bretaña, especialmente económicos.
Al haber logrado ampliar sus territorios coloniales, los británicos debieron hacer frente a un aumento de los gastos para poder administrarlos. La zona que controlaba era enorme, ya que había conquistado parte de Canadá y Misisipí a los franceses y la Florida a los españoles. Defender y financiar esas posesiones se convirtió en un gran problema para la Corona.
Por otra parte, los británicos habían tenido que solicitar varios préstamos para poder financiar la guerra. El intento de aumentar los impuestos a sus ciudadanos provocó protestas en las islas.
Causas
Las causas del estallido de la revolución y de la guerra de independencia fueron diversas. Por una parte, la elite entre los colonos recogieron buena parte de las ideas de la Ilustración. Por otra, los impuestos que los británicos trataron de imponer provocaron protestas y desafecto hacia la metrópolis.
La Ilustración americana
Entre las causas que llevaron a la revolución de las colonias británicas se encontraba, como ocurrió también en Europa, la extensión de un nuevo marco ideológico y filosófico: la Ilustración. Esta había nacido en el continente europeo, pero su influencia alcanzó los diferentes territorios americanos.
Los filósofos de la Ilustración querían poner al ser humano, a la razón y a la ciencia en el centro del universo y dejar atrás una época en la que la desigualdad y los dogmas religiosos primaban sobre todo lo demás.
Entre los protagonistas de la revolución estadounidense influyó especialmente John Locke, autor de la teoría del contrato social. Según esta doctrina, el pueblo y el gobierno debían establecer una especie de acuerdo consistente en que las autoridades protegían los derechos de sus ciudadanos a cambio de que estos aceptaran el sistema de gobierno.
Otro aspecto que Locke recalcaba en sus trabajos era que el pueblo tenía derecho a comenzar una revolución en el caso de que el gobierno rompiera ese contrato.
Proclamación real de 1763
Una revuelta protagonizada por las tribus indígenas de los Grandes Lagos acabó provocando que creciera el malestar de los colonos. La Rebelión de Pontiac, en 1763, supuso que los militares británicos debiera actuar para sofocarla, ya que las fuerzas formadas por los colonos no fueron capaces de sofocar la amenaza.
El resultado de esta rebelión fue la Proclamación Real, emitida por el rey Jorge III el 7 de octubre de ese mismo año. Mediante esta norma quedaba prohibido que los colonos levantaran asentamientos en los límites de la reserva indígena situada junto a los Apalaches.
La intención del monarca era evitar conflictos y comenzar a comerciar con los indígenas, además de mejorar la administración de esas tierras.
Sin embargo, los colonos vieron esta proclamación como algo contrario a sus intereses. No solo evitaba que pudieran extender sus dominios, sino que, incluso, algunos debieron abandonar los asentamientos ya construidos. En general, cundió la impresión de que la Corona pretendía limitar la presencia de los colonos a la zona costera.
Aumento en las tasas
Sin duda, uno de los factores que más contribuyó a que aparecieran movimientos independentistas en la zona fue la subida de varios impuestos. La metrópolis, después de la guerra, necesitaba imperiosamente financiación e intentó que los colonos asumieran buena parte de ese coste.
Entre las tasas que se crearon o se incrementaron se encontraban la del azúcar o la de los sellos, ambos a mediados de la década de los 60.
Los colonos respondieron a estos impuestos con protestas. Entre los líderes de estas se encontraban algunos de los que, años después, encabezarían la revolución, como George Washington.
La ley declaratoria y las leyes Townshend
A pesar de las protestas de los colonos, la Corona continuó con la misma política. En 1766, aprobó la llamada La ley declaratoria, que obligaba a los colonos a cumplir cualquier legislación aprobada en el Parlamento inglés.
Por su parte, al años siguiente se aprobaron las Leyes Townshend, que incrementaban los impuestos aplicados a muchos productos de importación. En esta ocasión, la respuesta en las colonias fue mucho más violenta y los británicos incrementaron el número de efectivos militares en la zona.
La tensión fue creciendo cada vez más hasta que se produjo la denominada “masacre del Boston”. Durante una manifestación, los militares ingleses mataron a cinco personas que estaban protestando. El gobierno británico, finalmente, eliminó las leyes promulgadas.
El motín del Té
Aunque, en realidad, no fue más que otra movilización de las varias que acontecieron en las colonias, el motín del té ha pasado a la historia como el símbolo del comienzo de la revolución.
John Hancock, un comerciante que había participado en las protestas contra la Leyes Townshend, fue quien promovió, en 1768, un boicot al té que la Compañía Británica de las Indias Orientales exportaba desde China. El éxito de su iniciativa provocó una gran descenso de las ganancias de la compañía
Para rescatarla, el gobierno decretó la Tea Act, que rebajaba los impuestos para vender esa bebida en las colonias, perjudicando a los comerciantes locales. Las protestas no se hicieron esperar. Algunas se desarrollaron en Filadelfia, pero fueron las de Boston las que alcanzaron mayor importancia.
Todo comenzó con la llegada de un barco de la Compañía de las Indias Orientales a la ciudad. Allí, una organización llamada Hijos de la Libertad organizó asambleas para protestar contra la llegada del navío. La reunión convocada el 16 de noviembre e 1773 fue multitudinaria, con casi 8000 asistentes.
Esa misma noche, un grupo numeroso perteneciente a los Hijos de la Libertad asaltaron el barco y arrojaron el té al océano.
Guerra de Independencia
A partir de los años 60 del siglo XVIII, la situación en las Trece Colonias era de descontento contra las autoridades británicas. Durante esos años aparecieron movimientos como Hijos de La Libertad para oponerse a las políticas de la metrópolis.
En 1765, delegados de algunas de las colonias se reunieron para redactar la Declaración de Derechos y Agravios. Las protestas fueron creciendo en intensidad y se produjeron episodios como la masacre de Boston o el motín del té.
La respuesta británica a todos estos acontecimientos fue ordenar que sus tropas ocuparan Boston, en 1768. Después, el Parlamento aprobó leyes para intentar reafirmar su poder en las colonias y limitar la autonomía de estas.
Las Trece Colonias no tenían representantes en el Parlamento Británico, por lo que no aceptaron las leyes e impuestos que se aprobaron sin su participación.
A partir de 1772, los “patriotas” organizaron un gobierno propio y secreto. Algo similar comenzó a suceder en cada una de las colonias. A pesar de su casi clandestinidad, estas instituciones fueron ganando en poder y restando atribuciones al gobierno británico.
El 5 de septiembre de 1774, se celebró el Primer Congreso Continental con el propósito de unificar todas esas instituciones propias. Solo Georgia se ausentó de esa reunión.
Inicio de la guerra
La Guerra de Independencia comenzó por un incidente militar aislado. Las tropas británicas que se encontraban en Boston recibieron la orden de partir hacia Concord el 19 de abril de 1775. La intención era evitar que los colonos pudieran hacerse con las armas que allí estaban almacenadas.
En un poblado cercano, Lexington, se produjo un enfrentamiento entre los soldados británicos y un grupo de unos 70 colonos. No existen referencias acerca de quién comenzó el ataque, pero esa escaramuza se convirtió en el inicio de la guerra.
Los ingleses, superiores en número, no tuvieron problemas para controlar tanto Lexington como Concord, pero durante el camino de vuelta hacia Boston fueron acosados por la población de Massachusset.
Estos enfrentamientos provocaron la muerte de 8 colonos y la movilización de las milicias creadas por los patriotas. La ciudad de Boston, en manos inglesas, fue sitiada en junio por unos 10000 milicianos.
Segundo Congreso Continental
La primera vez que los rebeldes crearon un gobierno unificado fue en mayo de 1775, durante el Segundo Congreso Continental. Una de sus primeras medidas fue nombrar a George Washington jefe del ejército que luchaba contra los británicos.
Washington había adquirido experiencia militar durante la guerra franco-india y, además, su condición de virginiano no provocaba recelos entre las colonias del sur, a las que disgustaba la importancia de la religión en Massachusetts.
El número de voluntarios para conformar el ejército aumentó considerablemente. Sin embargo, su falta de entrenamiento y disciplina militar provocó que la labor de Washington fuera complicada.
Toma de Boston
Los primeros compases de la guerra no fueron favorables para el ejército de las Trece Colonias. Los británicos contaban con mejor preparación y más experiencia en combate.
La batalla de Bunker Hill fue una de las más importantes de ese periodo. El enfrentamiento tuvo lugar en junio de 1775, cuando tropas de ambos bandos chocaron en la colina de ese nombre, cerca de Boston.
Aunque los colonos habían logrado una posición favorable, en la cima de la colina, los británicos lograron tomarla. Sin embargo, su victoria tuvo un precio muy alto: 800 muertos.
Tras tener que abandonar Bunker Hill, el ejército patriota se dirigió a otra colina cercana, Dorchester Height. En esta ocasión, gracias a la presencia de varios cañones que habían arrebatado a sus enemigos, pudieron hacerse fuertes en la cima.
Después de un tiempo de asedio a Boston, el 17 de marzo de 1776 los británicos que aún permanecían en la ciudad no tuvieron más remedio que retirarse y entregarla a las tropas rebeldes.
Declaración de Independencia
Uno de los acontecimientos con más simbolismo que sucedió durante la Guerra de la Independencia fue la Declaración de Independencia.
Esta se llevó a cabo el 4 de julio de 1776. Dos días antes, el Congreso había aprobado que «estas Colonias Unidas son, y por derecho deben ser, estados libres y soberanos». El día 4, la Declaración de Independencia fue aprobada por 56 congresistas. El documento fue redactado por Thomas Jefferson.
A partir de ese momento, aunque la guerra seguía su curso, el gobierno estableció relaciones con otros países.
Esta Declaración tuvo un importante efecto en la moral de los rebeldes. Su proclamación reforzó la unidad de las Trece Colonias en la lucha contra los británicos.
El documento, en el aspecto ideológico, fue un antecedente de la Constitución que se aprobaría años después. Así, afirmaba la igualdad de todos los hombres, declarando que existían derechos inalienables, como la libertad o la vida.
Posición británica
Mientras todo esto ocurría, los británicos trataban de establecer una estrategia adecuada para derrotar a los rebeldes. Después de evacuar Boston, establecieron su cuartel general en Nueva York. La intención de los militares ingleses era crear una cuña que dividiera a las fuerzas patriotas de Nueva Inglaterra de las del resto de las colonias.
En esos momentos, los británicos aún confiaban en la superioridad de sus fuerzas militares. Sin embargo, a pesar de que el número de efectivos parecía darles la razón, otros factores provocaban que estuvieran en desventajas.
El primero, la gran distancia que separaba Norteamérica de las islas británicas. Las comunicaciones eran muy complicadas y cualquier decisión de la Corona llegaba con semanas de retraso. Igualmente, la amplitud del terreno que debía defender se convirtió en una dificultad casi insalvable.
Batalla de Saratoga
El punto de inflexión de la guerra fue la Batalla de Saratoga, que tuvo lugar entre septiembre y octubre de 1777.
Las tropas rebeldes estaban lideradas por Horatio Gates, mientras que las británicas estaban al mando de John Burgoyne. El enfrentamiento se produjo cerca del río Hudson, en el área de los Grandes Lagos.
El general británico, siguiendo la estrategia marcada, intentaba que Nueva Inglaterra quedara aislada del resto de las fuerzas estadounidenses. Para lograr su objetivo recibió el apoyo de una columna de indios llegada desde Canadá. Estos estaban viendo como los colonos se estaban quedando con sus tierras y decidieron ayudar a los británicos.
Sin embargo, el 17 de octubre, tras verse superado por las tropas rebeldes, Burgoyne tuvo que rendirse.
Ayuda extranjera
Una de las consecuencias de la Batalla de Saratoga fue la entrada de Francia y España en la guerra. Ambos países pretendían recuperar parte de lo perdido en la Guerra de los Siete Años y decidieron prestar apoyo a los rebeldes estadounidenses.
Francia lo hizo en febrero de 1778. No solo contribuyó aportando tropas, sino que también prestó ayuda económica a los patriotas.
España, por su parte, fue más reacia a intervenir directamente. Sin embargo, si entrego dinero y armas a los estadounidenses. Los españoles pretendían recuperar algunos de los territorios que los británicos le había arrebatado en el golfo de México y en América Central.
Un poco más adelante, otro país europeo se unió a la contienda: Holanda. Esta también ayudó a los estadounidenses aportando armas, provisiones y algunos barcos de guerra.
Estancamiento en el norte
En 1778, la situación en el norte de las Trece Colonias se había estabilizado. A finales de junio, los británicos trataron de trasladar sus tropas destacadas en Filadelfia hacia Nueva York, pero Washington lanzó un ataque para impedirlo. A pesar de que los rebeldes no perdieron ninguna de sus posiciones, los ingleses lograron alcanzar su objetivo.
Algo más tarde, el 8 de julio, una escuadra naval enviada por Francia llegó a la costa del Atlántico y atacó las posiciones británicas en Newport, Rhode Island. La maniobra acabó en fracaso y la situación en la zona permaneció sin cambios.
Batalla en el Sur
La guerra pareció cambiar su tendencia entre 1779 y 1781. En esos meses, los estadounidenses sufrieron varias derrotas, la deserción del general Benedict Arnold y la aparición de discrepancias internas que provocaron varios motines.
Los británicos, a comienzos de 1779, tomaron Georgia y, en 1780, conquistaron Charleston, en Carolina del Sur.
Aprovechando ese buen momento, las tropas inglesas iniciaron una ofensiva general y derrotaron a los rebeldes en Camden. Esto provocó el cambio del comandante estadounidense del Sur: Nathanael Greene sustituyó a Gates.
El nuevo comandante logró revertir la situación y venció a los británicos en Carolina del Sur a principios de 1781.
Fin de la guerra
El último gran enfrentamiento de la Guerra de la Independencia se desarrolló en 1781, en Virgina, la última zona controlada por los británicos.
Un ejército formado por estadounidenses y franceses, bajo el mando de Washington, rodeó a los casi 8000 soldados británicos que resistían en el área. Además, una escuadra naval francesa también se encontraba en la zona.
Los británicos sufrieron un duro asedio hasta que se rindieron. Tras esa derrota, el gobierno de Gran Bretaña realizó una propuesta de paz.
Tratado de París
Los dos años siguientes fueron muy tranquilos. La guerra había terminado de facto, pero no se desarrollaron conversaciones entre los contendientes.
No fue hasta 1783 cuando británicos y estadounidenses comenzaron a negociar. El 3 de septiembre, la metrópolis reconoció la independencia de los Estados Unidos mediante el Tratado de París.
Por otra parte, los británicos firmaron otros dos acuerdos de paz, uno con Francia y otro con España.
Consecuencias
Una vez lograda la independencia, los estadounidenses comenzaron a organizar el nuevo país. Esto no fue una tarea sencilla, ya que existían bastantes diferencias entre las Trece Colonias originales.
La solución fue la formación de un gobierno federal, con una gran autonomía para cada uno de sus Estados miembros.
Constitución de los EE.UU
Los redactores de la Constitución intentaron combinar dos principios fundamentales: la creación de un gobierno federal con fuerza suficiente para mantener la unidad y que las antiguas Trece Colonias mantuvieran bastante autonomía.
Los trabajos de redacción de la Carta Magna se realizaron en 1787. La asamblea constituyente estuvo formada por 55 miembros que representaban a todos los territorios.
El resultado fue una Constitución que establecía una república federal presidencialista. Igualmente, creaba dos cámaras con poderes legislativos.
Todo el texto constitucional aprobado tenía fuertes influencias de la Ilustración y recogía la filosofía inspiradora del liberalismo político.
Consecuencias económicas
Desde un primer momento, el nuevo país adoptó un sistema económico liberal y mercantilista. Esto, unido a la expansión territorial, permitió a los Estados Unidos desarrollarse económicamente hasta convertirse en una potencia.
Expansión territorial de Estados Unidos
Con un extenso territorio casi sin explorar al oeste, Estados Unidos se lanzó enseguida a conquistar nuevas tierras. En unos años, el tamaño del país se multiplicó, anexionándose grandes extensiones de terreno, así como sus riquezas.
El ansia expansionista de la nueva nación no se quedó solo en los territorios del oeste. También comenzó a tratar de anexionarse las tierras situadas al sur, ya fueran francesas, españolas o, después, mexicanas.
Influencia en otras revoluciones
La Revolución de las Trece Colonias y la Guerra de la Independencia tuvo importantes repercusiones internacionales.
En 1789 estalló la Revolución Francesa, que, aunque con características propias, también recogió los principios ilustrados para su gobierno.
Por otra parte, las primeras décadas del siglo XIX vieron como las colonias españolas en Latinoamérica iniciaban sus propias guerras de independencia. En muchas de ellas, lo ocurrido en los Estados Unidos fue tomado como ejemplo.
Algo similar pasó con el sistema federal de gobierno, que intentó reproducirse en varios de los nuevos países que aparecieron después de vencer a los españoles.
Referencias
- Márquez, Jaime. La Revolución americana de las Trece Colonias. Obtenido de historiageneral.com
- Álvarez Esteban, Manuel. La Revolución de las Trece Colonias de Norteamérica. Obtenido de redhistoria.com
- Montagut, Eduardo. El nacimiento de los Estados Unidos. Obtenido de nuevatribuna.es
- Wallace, Willard M. American Revolution. Obtenido de britannica.com
- The American Battlefield Trust. Overview of the American Revolutionary War. Obtenido de battlefields.org
- National Park Service. The Second Continental Congress and the Declaration of Independence. Obtenido de nps.gov
- Digital History. Overview of the American Revolution. Obtenido de digitalhistory.uh.edu
- Price, William S. Reasons behind the Revolutionary War. Recuperado de ncpedia.org