Psicología

Relación mente cuerpo: qué es, cómo funciona


¿Qué es la relación mente cuerpo?

La relación mente cuerpo se refiere a las interacciones que se producen entre el organismo humano y la mente. Asociado a esta relación está el problema mente cuerpo, el cual se refiere a si el cuerpo y la mente son parte del mismo sistema/cosa o si son partes separadas.

En la mente ocurren procesos mentales que no son observables (solo se infieren por el comportamiento), mientras que en el cuerpo hay aspectos físicos medibles y observables, como las células, órganos y sistemas.

Mens sana in corpore sano es una expresión bien conocida por todos nosotros, que alude a algo de lo que quizás no somos plenamente conscientes: la poderosa relación que existe entre nuestro cuerpo y nuestra mente.

Aunque hoy en día esta expresión se utiliza para aludir que una mente sana y equilibrada, está dentro de un cuerpo sano, realmente es una expresión latina que encontramos en las Sátiras de Juvenal (siglos I y II d.C.) y que se refiere a la necesidad de orar para tener un espíritu equilibrado en un cuerpo, también, equilibrado.

Este enfoque, que cada día cobra más importancia, radica en cómo lo que sentimos condiciona nuestro cuerpo, y viceversa. 

Dualismo de Descartes

Este planteamiento cuenta con una larga trayectoria, y sobre la relación mente cuerpo, diversos intelectuales, filósofos y médicos han hablado de ella.

Un claro ejemplo es René Descartes (1596-1650), filósofo, matemático y físico francés, cuya teoría se denominó dualismo sustancial (o cartesiano), y se basa en que el alma y el cuerpo son sustancias de distinta naturaleza, y que para nada están relacionadas la una con la otra.

En este momento, los pensadores se plantearon: ¿cómo, siendo hechos totalmente distintos, las cosas que afectaban a uno de ellos, también lo hacían en el otro?

Aún no existe una respuesta a este planteamiento, pero, para ofrecer una explicación, Descartes habló de la glándula pineal, a la que adjudicó el lugar donde se establecería la comunicación entre el alma y el cuerpo.

A lo largo de los siglos, diversos autores y corrientes filosóficas han pretendido dar respuesta a esta pregunta. Entre otros, encontramos los siguientes:

Baruch Spinoza (1632-1677)

Filósofo neerlandés que planteó un enfoque monista. Postulaba que estos dos hechos no eran extensiones distintas, sino que eran atributos con un mismo origen (Dios o la naturaleza).

Nicolás Malebranche (1638-1715)

Filósofo y teólogo francés, desarrollador del ocasionalismo. Según él, cuando ocurre un movimiento en el alma, Dios interviene realizando un movimiento en el cuerpo, y viceversa.

Gottfried Liebniz (1646-1716)

Filósofo, lógico, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán, conocido como “el último genio universal”, que enunció que en el momento de la creación, Dios estableció una perfecta armonía entre las dos sustancias.

Cuestionamientos a Descartes

Posteriormente, surgieron nuevos enfoques que pusieron en cuestión la teoría cartesiana como son:

El empirismo y el positivismo

Estos dos conceptos derribaron el de sustancia, eliminando, de esta manera, el dualismo planteado por Descartes.

El enfoque darwiniano

Darwin y su teoría del evolucionismo iban más allá. La teoría cartesiana enunciaba que los animales no poseían alma, concepto que fue tratado por Charles Darwin (1809-1882), el cual sentó la posibilidad de que los animales pudieran tener mente.

El psicoanálisis de Sigmund Freud (1856-1939)

Freud, a través del planteamiento de los pensamientos inconscientes y su relación con nuestra conducta, derribó el dualismo cartesiano.

Esta relación cobra tal importancia que la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948, al aprobar su constitución, definió la salud como:

“Estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia”.

A pesar de que no habla de esta relación, sí enfatiza la importancia de que para estar sanos, no solo hemos de estarlo a nivel físico, sino también psicológicamente y, además, a nivel social.

Comunicación no verbal

Estrechamente relacionado con el título de este artículo, está la comunicación no verbal. Y es que “nuestros gestos nos delatan”. Muchas veces, pensamos que por no hablar no comunicamos, y suele ser, más bien, al contrario.

Es un error pensar que nuestra comunicación no verbal la conforman solamente nuestros gestos, pues hay mucho más.

Nuestro lenguaje no verbal pueden ser ruidos, ya sean orgánicos (cuando nos suenan las tripas porque tenemos hambre) o construidos por nosotros mismos al silbar o tararear una canción.

Este tipo de lenguaje también está presente en los objetos que decoran una sala, o bien, en nuestra forma de vestir y los complementos que nos acompañan e, incluso, en el maquillaje que usamos.

Muy relacionado con este apartado, encontramos la teoría del antropólogo Albert Mehrabian, el cual postuló cuán fuerte es el impacto de nuestro lenguaje sobre las emociones.

Afirmó que la carga emocional de nuestro lenguaje no verbal representa el 55% y esta está referida a la postura que adoptamos, nuestros gestos y nuestra mirada e, incluso, nuestra respiración.

En lo que respecta a lo paraverbal (entonación, proyección, tono, énfasis, etc.) es un 38%, y finalmente, lo que representa al lenguaje verbal se estima que es un 7%, aproximadamente.

Existen muchos detractores de esta teoría, pero es importante que recapacitemos sobre cómo el lenguaje no verbal, y también el paraverbal, juegan un especial papel en nuestra comunicación y que si aprendemos a modularlo, podremos ser mejores comunicadores.  

Dimensiones que conforman a los seres humanos

Para poder tratar a los seres humanos de una forma integral, hemos de tener en cuenta que estamos formados por distintas dimensiones, relacionadas entre sí, y que no deben analizarse de manera aislada.

Estas dimensiones son fruto de la interacción entre la genética y el contexto, así como el bagaje de cada uno de nosotros y nuestras experiencias. Estas son:

La dimensión social/cultural

Alude a la interacción con otras personas. Para completar la mayoría de las necesidades humanas, es imprescindible interactuar con otros, el crecimiento del ser humano por sí mismo es casi inalcanzable.

Desde que nacemos vivimos en una sociedad que favorece nuestra adaptación al medio. Este hecho repercute en la construcción de la identidad propia (del yo) y así, se generan los sentimientos de pertenencia al grupo.

La dimensión biológica

Se refiere a que la persona es un organismo pluricelular y que interactúa con el ambiente.

La dimensión psicológica/emocional

Es aquella que se centra en la mente. Las personas somos seres dirigidos a metas y poseemos unas capacidades que nos permiten alcanzarlas y desarrollar las distintas actividades en las que participamos.

Es de crucial importancia recordar que la mente existe porque existe el cuerpo. Un sistema depende del otro para poder completar el resultado.

La dimensión espiritual

Se refiere a, muy probablemente, el espacio más íntimo y profundo de una persona y que le permite dotar de sentido a sus acciones.

Al hablar de espiritualidad, no nos referimos a unas creencias determinadas, sino a que la persona tenga unas creencias en las que aferrarse. Esta dimensión cobra especial relevancia en situaciones duras y de gran carga emocional, como puede ser padecer una enfermedad con un pronóstico grave.

Referencias

  1. Castro, A. (2014). Bioenergética y Gestalt. Una visión integradora. Centro de Salud Vital Zuhaizpe. 
  2. Espacio Humano (2013). Bioenergética. Espacio Humano. 
  3. Lowen, A. Lowen, L. (1989). Ejercicios de Bioenergética. Madrid: Sirio.
  4. Ramos, M. (1997). Una Introducción a la Terapia Gestalt.
  5. Ruiz, M.C. (2013). La Coraza Caracterial y Muscular.