Arte

Teatro isabelino: qué es, características, estructura, obras, representantes


¿Qué es el teatro isabelino?

El teatro isabelino es el desarrollado durante el reinado de Isabel I de Inglaterra, entre los años 1558 y 1603, pasando por sus sucesores Jabobo I (muerto en 1625) y Carlos I (ejecutado en 1649), hasta 1642 cuando los teatros ingleses se clausuraron por la guerra civil que asoló el país hasta 1688.

Por ello, la época histórica que suele indicarse para el teatro isabelino es entre el ascenso de la reina Isabel I (1558) hasta la guerra civil (1642). Este extenso periodo de 84 años ha hecho que los estudiosos denominen al drama surgido entre la reforma anglicana y la clausura de los teatros “teatro renacentista inglés”.

William Shakespeare, Cristopher Marlowe o Ben Jonson son los autores más conocidos de este periodo. Fue un teatro sumamente innovador tanto en el tratamiento de temas populares como en las métricas utilizadas, así como en las puestas en escena y la ruptura del orden dramático aristotélico.

Origen del teatro isabelino

El teatro isabelino experimentó una fuerte influencia del Cisma Anglicano en 1534, que fue la separación de la Iglesia anglicana de la católica de Roma; esto hizo que los temas religiosos en dramas y comedias decayese y se volviese la vista a temas seculares, es decir, laicos, no religiosos.

En 1572 hubo una ley que castigaba a los cómicos ambulantes, obligándoles a formar instituciones regidas por nobles o por personas de dinero; de esta forma se creó la figura de la “compañía teatral”, especie de protectorado hacia dramaturgos y actores que, de no estar bajo la férula de algún aristócrata, irían presos.

Esto propició que surgiera el mecenazgo, así como algunas de las más conocidas compañías teatrales, como The King’s Men (Los hombres del rey), Lord Chamberlain’s Men (Los hombres de lord Chamberlain), Worcerter’s Men (Los hombres de Worcester), Queen Anne’s Men (Los hombres de la reina Ana), etc.

Influyeron en el surgimiento del teatro isabelino, asimismo, al menos tres tradiciones populares teatrales: los llamados misterios, milagros y moralidades, representaciones del siglo XIV y XV donde se escenificaban en carrozas móviles escenas bíblicas, primero, y alegorías moralizantes después, con el objeto de educar en la fe al pueblo.

También existieron los interludios, del siglo XVI, que eran obras hechas para espacios reducidos y un público escogido, enfocadas en temas seculares y producidas por compañías ambulantes.

Además, el interés de Isabel I por las artes en general dio un gran impulso a las artes escénicas. Por otra parte, la época isabelina supuso para la nación la entrada a la modernidad, pues se vivió un periodo de relativa paz, se redujo sustancialmente la persecución religiosa, se utilizaba de forma moderada la tortura y, en general, se tuvieron en cuenta las innovaciones tecnológicas y científicas impulsadas por Copérnico.

Bajo Isabel empezaron las grandes exploraciones geográficas y durante su reinado comienza la colonización de América del Norte. Todo esto es el marco donde surge el teatro isabelino.

Características del teatro isabelino

Puestas en escena

Muchas obras se realizaban en posadas o al aire libre, como plazas o terrenos baldíos. También se realizaban en casas de los nobles que apoyaban el teatro. Utilizaban iluminación natural o de velas.

Mala fama

El teatro era considerado por las autoridades puritanas como de mala influencia, pero gozaba de gran popularidad entre todas las clases sociales. Por eso los teatros estaban prohibidos en Londres y la construcción de los primeros espacios teatrales fue al otro lado del Támesis, en zonas como Blackfriars o Southwark, ambas ajenas a la jurisdicción de la ciudad.

Sin embargo, a finales del siglo XVI, en Londres había por lo menos 8 teatros donde el público podía escoger, y cada uno podía acoger a 3.000 personas.

Métrica

El teatro isabelino renovó la métrica con el llamado verso blanco (en inglés, blank verse), que carecía de rima, aunque la métrica era regular. En el idioma inglés utiliza sobre todo el pentámetro yámbico.

El pentámetro yámbico es un verso de cinco pies de yambo (constituido por una sílaba corta y otra larga) donde cada uno se compone de dos sílabas –acentuada y no acentuada– y de otra al final opcional no acentuada.

Este tipo de métrica fue empleada en versos rimados (como los sonetos de Shakespeare) y en los que no tienen rima. Se basó en el verso suelto o libre, inventado por Francesco María Molza en una obra basada en la Eneida (Dido muriendo) en el siglo XV.

Esto permitió que el habla de los personajes mantuviese la naturalidad y la espontaneidad, y no sonase artificioso.

Innovaciones de tiempo

La norma aristotélica estipulaba que la acción y el tiempo fuesen una unidad. El teatro isabelino rompe estas reglas y entonces es posible advertir entre una escena y otra cambios radicales de espacio (la habitación de Julieta, luego la plaza, por ejemplo) y de tiempo: una escena en la mañana y la siguiente dos semanas después.

Modernidad de los personajes

Una de las principales influencias del teatro isabelino fueron los clásicos grecolatinos, pero estos fueron reinterpretados y releídos por los ingleses con una mirada moderna. Por ello, los personajes isabelinos gozan, incluso hoy, de una actualidad capaz de conmovernos en nuestros días.

El tema del amor juvenil (Romeo y Julieta), el abandono de los ancianos (El Rey Lear), la traición (Macbeth), los celos (Otelo), entre otras obras de Shakespeare, dan cuenta de cualidades vivas, tensas, completamente humanas.

“Teatro dentro del teatro”

En el teatro isabelino se empleaba muchísimo la autoironía, tanto de los dramaturgos como de los actores. Esto significaba que los actores solían hablar al público “entre líneas” y había una especie de retroalimentación entre los espectadores, que a veces intervenían, y los actores.

Pero también había obras de teatro donde dentro de ellas se hacían otras representaciones teatrales. Tal vez el ejemplo más notorio sea Hamlet, de Shakespeare, donde el joven príncipe contrata a un grupo de actores ambulantes para que represente el asesinato de su padre ante Claudio, su padrastro.

No había interrupciones entre los actos

Debido a que la escenografía era más bien pobre, no hacía falta que entre un acto y otro se hiciesen las consabidas interrupciones para cambiar el escenario.

Temas

Era común que las obras mezclasen géneros, sobre todo de la tragicomedia (fusión de la tragedia y la comedia) para satisfacer los gustos del público. Si bien en el teatro shakesperiano había una separación más notable entre la tragedia y la comedia, es posible ver personajes cómicos, que alivian la tensión del drama.

Un ejemplo perfecto podría ser el bufón de El Rey Lear, o algunos personajes bufonescos de Romeo y Julieta –como Mercucio–.

Actores, no actrices

En el teatro isabelino, las mujeres tenían prohibido actuar en las obras, por lo que los personajes femeninos eran interpretados por muchachos jóvenes.

Estructura del teatro isabelino

El éxito del teatro isabelino se debió a que este género artístico caló en la sociedad muy profundamente, y no era visto solo como un entretenimiento ocasional sino, por el contrario, permanente.

Esto hizo que se construyesen edificaciones especiales para ello, manteniendo sin embargo mucha de la simplicidad de los escenarios medievales, en los que los actores utilizaban el espacio central de una posada y colocaban tablas (de allí la expresión “dedicarse a las tablas” como sinónimo de teatro) para representar las obras.

En sus comienzos, este edificio teatral era bastante sencillo, construido de madera o de piedra; solía ser circular y con un patio interno muy amplio (que degeneraría en la platea actual) cerrado a su alrededor, y sin techo. De estas balconadas internas derivarían las galerías.

Las representaciones se hacían en el patio, bajo la luz solar. El actor no se colocaba de frente sino en el medio, y entre las plantas 2 y 3 del escenario se ubicaban los músicos.

No había escenarios y la acción solía ubicarse mediante muebles u objetos (por ejemplo, una mesa de taberna era la taberna, una cama era la habitación, el trono era la corte, etc.).

El primer teatro en construirse fue The Theatre en Shoreditch, en 1576, seguido poco después por Curtain Theatre (1577), The Rose (1587), The Swan (1595), The Globe Theatre (1599, el célebre teatro al que Shakespeare estuvo asociado), The Fortune Theatre (1600) y The Red Bull (1604). Todos eran abiertos, sin techo.

Otros teatros, como Blackfriars Theatre, de 1599, el Whitefriars, de 1608 o el Cockpit, de 1617, tenían techo y eran cerrados.

Obras y representantes del teatro isabelino

Los representantes más notables del teatro isabelino fueron William Shakespeare, Cristopher Marlowe y Ben Jonson.

William Shakespeare, Stratford-on-Avon, 1564-1616

Es el máximo exponente del teatro isabelino. Sus obras alcanzaron una profundidad humana que ejercieron una gran influencia en la literatura mundial posterior. En sus obras se representaban las pasiones humanas sin moralismos, hecho que rompía completamente con los cánones de la época.

Escribió comedias y tragedias.

Obras

Entre las tragedias, son famosas Hamlet, Otelo, Macbeth, Romeo y Julieta, El Rey Lear, Julio César, Laertes, Antonio y Cleopatra o Henry V.

Entre las comedias, destacan Sueño de una noche de verano, La tempestad, El mercader de Venecia, Mucho ruido y pocas nueces, La fierecilla domada, Las alegres comadres de Windsor o La comedia de las equivocaciones.

Christopher Marlowe, Canterbury, 1564-1593

Fue un poeta, dramaturgo y traductor inglés. Incorporó el verso blanco en el teatro y es considerado el antecesor de Shakespeare.

Obras

Entre sus obras más destacadas sobresalen Doctor Fausto, Eduardo II, El judío de Malta y Tamerlán el grande.

Ben Jonson, Westminster, 1572-1637

Su obra resulta más notable en el género de la comedia, donde utilizó elementos realistas y satíricos que dotaban a sus personajes de gran fuerza. Es considerado un autor del renacimiento inglés, de la época isabelina tardía.

Fue también actor y poeta, además de dramaturgo.

Obras

Sus obras más relevantes son Volpone, La feria de san Bartolomé, El alquimista o La mujer silenciosa.