Las 67 mejores frases de Juan Pablo Duarte
Juan Pablo Duarte (1813-1876) fue un militar, político y activista de la República Dominicana, considerado como uno de los Padres de la Patria. Financió en gran medida la guerra de independencia de su país, que significó la separación de la República de Haití, en 1844, lo cual acabaría por dejarle en la ruina.
Por sus ideales, sostuvo grandes desacuerdos con los conservadores, que pretendían reincorporar a España el territorio dominicano. Sufrió dos exilios, el segundo a partir de 1864, cuando eligió a Venezuela como su último hogar. Allí pasó el resto de su vida y murió.
A continuación, dejamos una lista con las mejores frases de Juan Pablo Duarte y sus pensamientos sobre la patria, la independencia, la libertad y la legalidad. También algunos de sus pocos poemas conocidos.
Las mejores frases de Juan Pablo Duarte
-Vivir sin patria, es lo mismo que vivir sin honor.
-La verdad no existe, solo existe la percepción que tenemos de ella.
-La política no es una especulación; es una ciencia más pura y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles.
-Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla.
-Yo soy dominicano.
-Un estado de derecho que posibilite la integración popular y plural del pueblo dominicano como es en realidad.
-Se prohíbe recompensar al delator y al traidor, por más que agrade la traición y aún cuando haya justos motivos para agradecer la delación.
-Hay palabras que por las ideas que revelan llaman nuestra atención y atraen nuestras simpatías hacia los seres que las pronuncian.
-El gobierno debe mostrarse justo y enérgico, o no tendremos Patria y, por consiguiente, ni libertad ni independencia nacional.
-Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre, independiente y triunfante.
-Arrojado de mi suelo natal por ese bando parricida que empezando por proscribir a perpetuidad a los fundadores de la República ha concluído por vender al extranjero la Patria, cuya independencia jurara defender a todo trance, he arrastrado durante veinte años la vida nómada del proscrito.
-Toda ley supone una autoridad de donde emana, y la causa eficiente y radical de esta es, por derecho inherente, esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía.
-No es la cruz el signo del padecimiento: es el símbolo de la redención.
-Toda autoridad no constituida con arreglo a la ley es ilegítima, y por tanto, no tiene derecho alguno a gobernar ni se está en la obligación de obedecerla.
-Por la Cruz, por la Patria y su gloria denodados al campo marchemos: si nos niega el laurel la victoria, del martirio la palma alcancemos.
-La nación dominicana es libre e independiente y no es ni puede ser jamás integrante de ninguna potencia, ni el patrimonio de ninguna potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna propia, ni mucho menos extraña.
-La nación dominicana es la reunión de todos los dominicanos.
-El crimen no prescribe ni queda jamás impune.
-Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy, que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria.
-Trabajemos por y para la Patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.
-La ley no puede tener, ni podrá tener jamás, efecto retroactivo.
-En lo que no están de acuerdo nuestros libertos es en lo del amo que quieren imponerle al pueblo.
-Todo poder dominicano está, y deberá estar siempre, limitado por la ley y esta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca.
-Toda ley no declarada irrevocable es derrogable y también reformable en el todo o en parte de ella. Toda ley no derogada clara y terminantemente, se considera vigente. La ley no puede tener, ni podrá jamás tener, efecto retroactivo. Ninguno podrá ser juzgado sino con arreglo a la ley vigente y anterior a su delito; ni podrá aplicársele en ningún caso otra pena que la establecida por las leyes y en la forma que ellas prescriban. Lo que la ley no prohíbe, ninguna persona, sea o no sea autoridad, tiene derecho a prohibirlo. La ley, salvo las restricciones del derecho, debe ser conservadora y protectora de la vida, libertad, honor y propiedades del individuo. Para la derrogación de una ley se guardarán los mismos trámites y formalidades que para su formación se hubieren observado. La ley es la regla a la cual deben acomodar sus actos, así los gobernados como los gobernantes.
-Bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga. Por tanto no menosprecies la corrección del Todopoderoso; porque Él es quien hace la llaga, y Él la vendará; Él hiere, y sus manos curan.
-Los providencialistas son los que salvarán la Patria del infierno a que la tienen condenada los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.
-Sed felices, hijos de Puerto Plata; y mi corazón estará satisfecho aún exonerado del mando que queréis que obtenga; pero sed justos, lo primero, si queréis ser felices.
-Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.
-La ley es la que da al gobernante el derecho de mandar e impone al gobernado la obligación de obedecer.
-Nuestra patria sabe a sangre y un grupo de dominicanos indolentes hacen de nuestro país una cueva de traidores; ya preparen nuevamente los cañones, aquí se peleará con más fuerzas para sacar a los invasores.
-¿Tienes amigos? Prepáralos, porque los días se acercan; procura que no se descarríen, pues va a sonar la hora de anularse para siempre, la hora tremenda del juicio de Dios, y el Providencial no será vengativo, pero sí justiciero.
-La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen.
-Ninguno podrá ser juzgado en causas civiles y criminales por ninguna comisión, sino por el Tribunal competente determinado con anterioridad.
-Sonó la hora de la gran traición y sonó también para mí la hora de la vuelta a la Patria: el Señor allanó mis caminos.
-Si he vuelto a mi patria después de tantos años de ausencia, ha sido para servirla con alma, vida y corazón, siendo cual siempre fui, motivo de amor entre todos los verdaderos dominicanos y jamás piedra de escándalo, ni manzana de la discordia.
-Los blancos, morenos, cobrizos, cruzados, marchando serenos, unidos y osados, la patria salvemos de viles tiranos, y al mundo mostremos que somos hermanos.
-Ningún poder en la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco.
-Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos.
-No he dejado ni dejaré de trabajar en favor de nuestra santa causa haciendo por ella, como siempre, más de lo que puedo; y si no he hecho ahora todo lo que debo y he querido, quiero y querré hacer siempre en su obsequio, es porque nunca falta quien desbarate con los pies lo que yo hago con las manos.
-La religión predominante en el Estado deberá ser siempre la católica, apostólica, sin perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a la moral pública y caridad evangélica.
-El amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes.
-Nada hacemos con estar excitando al pueblo y conformamos con esa disposición, sin hacerla servir para un fin positivo, práctico y trascendental.
-Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones.
-Lo poco o mucho que hemos podido hacer o hiciéramos aún en obsequio de una Patria que nos es tan cara y tan digna de mejor suerte, no dejará de tener imitadores; y este consuelo nos acompañará en la tumba.
-Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están muy acordes en estas ideas: destruir la nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la nación entera.
-No somos más que unos ambiciosos que independizamos nuestro pueblo por ambición y no tuvimos talento para hacer nuestra la riqueza ajena; mientras que ellos son los hombres honrados y virtuosos pues han tenido la habilidad de hacerlo todo, hasta llamar al extranjero; muestra inequívoca de lo muy amados que serán por la justicia con que han procedido y procederán para con Dios y la patria y la libertad del dominicano.
-Si los españoles tiene su monarquía española, y Francia la suya francesa; si hasta los haitianos han constituido la República Haitiana, ¿por qué han de estar los dominicanos sometidos, ya a la Francia, ya a España, ya a los mismos haitianos, sin pensar en constituirse como los demás?
-El esclavo soporta su suerte aunque oprobia su triste vivir, pero el libre prefiere la muerte al oprobio de tal existir.
-Cuán triste, largo y cansado, cuán angustioso camino, señala el Ente divino al infeliz desterrado.
-…Y a mi pecho volvieras la calma que otro tiempo gozó placentero, y hoy le niega el destino severo insensible a las penas del alma.
-En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera.
-Implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera que se denominará República Dominicana.
-Cada partido solo se preocupa por derrochar los recursos del Estado.
-Dominicanas y dominicanos, es hora de que despierten del letargo que los tiene dormidos.
-Nada en la vida se da de forma espontánea.
-Le exhorto a mi país: No perdamos nuestra soberanía.
-Luchemos en masa, dejemos de ser solo un país habitable.
-Demos juntos un salto gigantesco hacia el progreso sostenido, hacia la verdadera democracia.
-Ser justos es lo primero si queréis ser felices.
-Patriotas, debemos tomar conciencia de la situación que vive nuestro país.
-Debemos elegir funcionarios que realmente representen a nuestro país y que luchen por la patria que tanto nos costó recuperar.
-Estamos convencidos de que entre dominicanos y haitianos no hay fusión posible.
-Nuestra sociedad se llamará La Trinitaria porque se compondrá de grupos de tres y la pondremos bajo el amparo de la Santísima Trinidad.
-Nuestro lema: Dios, Patria y Libertad.
-El único medio que encuentro para reunirme con Uds., es independizar la patria.
-Nuestros negocios mejorarán y no tendremos por qué arrepentirnos de habernos mostrado dignos hijos de la patria.
-Los sufrimientos de mis hermanos me eran sumamente sensibles, pero más dolorosa me era ver que el fruto de tantos sacrificios, tantos sufrimientos, era la pérdida de la independencia de esa Patria.
Poemas
Romance
Era la noche sombría,
de silencio y de calma;
era una noche de oprobio
para la gente de Ozama.
Noche de mengua y quebranto
para la Patria adorada.
El recordarla tan solo
el corazón apesara.
Ocho los míseros eran
que mano aviesa lanzaba,
en pos de sus compañeros
hacia la extranjera playa.
Ellos que al nombre de Dios,
Patria y Libertad se alzaran;
ellos que al pueblo le dieron
la Independencia anhelada.
Lanzados fueron del suelo
por cuya dicha lucharan;
proscritos, sí, por traidores
los que de lealtad sobraban.
Se les miró descender
a la ribera callada,
se les oyó despedirse,
y de su voz apagada
yo recogí los acentos
que por el aire vagaban.
La cartera del proscrito
Cuán triste, largo y cansado,
cuán angustioso camino,
señala el Ente divino
al infeliz desterrado.
Ir por el mundo perdido
a merecer su piedad,
en profunda oscuridad
el horizonte sumido.
Qué triste es verlo pasar
tan apacible y sereno,
y saber que allí en su seno
es la mansión del pesar.
El suelo dejar querido
de nuestra infancia testigo,
sin columbrar a un amigo
de quien decir me despido.
Pues cuando en la tempestad
se ve perder la esperanza,
estréllase en la mudanza
la nave de la amistad.
Y andar, andar errabundo,
sin encontrar del camino
el triste fin que el destino
le depare aquí en el mundo.
Y recordar y gemir
por no mirar a su lado,
algún objeto adorado
a quién ¿te acuerdas? decir.
Llegar a tierra extranjera
sin idea alguna ilusoria,
sin porvenir y sin gloria,
sin penares ni bandera.
–
Ingrato, Hincha es tu suelo,
Que producir no ha sabido
Sino un traidor fementido.
Que habrá de serle fatal,
Y tú, Prado, que aposentas
Verdugo tan inhumano,
Ay!… que por siniestra mano
Sembrado te veas de sal.
–
Cantad, alegres sirenas,
Las del Ozama en la orilla,
que ya para él no hay cadenas
ni ya para él hay mancilla.
No os cuidéis de los cantares
que aborta mi fantasía,
ni de los negros pesares
que rasgan el alma mía.
Cantad, sirenas, cantad,
cantad un canto por mí,
que anuncie la Libertad
al suelo donde nací.
–
Mas ni hay Benavente
Ni hay más España:
Su cetro potente
Tórnose de caña
Tan extraña y vana
Cual son los Borbones:
Su timbre un Santana,
Blasón sus traidores.
–
Soy Templario, me decías un día
Jacinto un tiempo de la Patria amada…
Soy Templario, repetirlo, sí debes
Allá en el cielo tu mirar clavada…
Soy Templario, repetir debemos
Los que en el pecho el honor sentimos…
–
Triste es la noche, muy triste
para el pobre marinero
a quien en el Ponto
fiero acosa la tempestad.
Triste es la noche, muy triste
para el infeliz viajero
que en el ignoto sendero
descarnó la oscuridad.
Triste es la noche, muy triste
para el mísero mendigo
que sin pan, tal vez, ni abrigo
maldice la sociedad.
Triste es la noche, muy triste
para el bueno y leal patricio
a quien aguarda el suplicio
que le alzó la iniquidad.
Mientras que del expatriado
no cambia la suerte ruda
y aún la misma muerte cruda
parece que le ha olvidado.
Ve cómo asoma al dintel
de su albergue miserable
desterrando inexorable
la escasa luz que había en él;
Ve cómo extiende su manto
de tinieblas al entrar
y con ellas aumentar
del alma el hondo quebranto.
Que viene en pos de su huella
todo cuanto fue y existe,
y con su sombra se viste
de color triste que ella.
El corazón en dolor
ve venir la noche yerta
la adusta frente cubierta
de insomnio, angustia y rigor.
Súplicas
Si amorosos me vieran tus ojos
acabarían mis penas en bien,
pues quitaras así de mi sien
la corona que ciñe de abrojos.
Y a mi pecho volvieras la calma
que otro tiempo gozó placentero,
y hoy le niega el destino severo
insensible a las penas del alma.
No le imites, señora, te ruego,
no te cause placer mi amargura,
y al mirar mi acendrada ternura
no me tomes como él el sosiego.
Que no en vano se postra mi amor
a los pies de la esquiva beldad;
No me digas ¡oh no! por piedad
que me tienes también en horror.
Pues es tal de este amor la vehemencia,
que no obstante el rigor de mi suerte,
yo he jurado por siempre quererte…
a pesar de tu cruda inclemencia.