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Literatura del barroco: qué es, características, autores, obras importantes


¿Qué es la literatura del barroco?

La literatura del barroco, o barroco literario, es la manifestación literaria que se llevó a cabo en Europa justo después del Renacimiento y coincidiendo con el llamado Siglo de Oro español. Es allí, en España, donde esta tendencia tuvo su mayor esplendor y desarrollo, durante el siglo XVII.

La literatura barroca forma parte del movimiento general que le da nombre (barroco) y que cobija no solo a las letras, sino a un amplio compendio de manifestaciones artísticas, como la pintura, la música o la arquitectura.

La literatura del barroco se considera, en parte, un estilo sobrecargado, ostentoso, abusivo en el uso de recursos literarios como la metáfora o la antítesis. Este movimiento surge en un momento de muchas tensiones sociales, políticas, económicas y existenciales.

Esta situación caótica arrastró a los autores a expresarse, a hablar sobre la pesadumbre de las miserias, de la peste, la desigualdad entre clases, y el alivio que significa la religiosidad.

Origen de la literatura del barroco

Las primeras expresiones escritas con elementos literarios considerados netamente barrocos se llevaron a cabo en Inglaterra, Italia y Francia.

En Inglaterra

Para finales del siglo XVI ya se apreciaba en la literatura inglesa una demostración bien marcada de lo que luego se consideraría literatura barroca.

Fue John Lyly el principal y primer exponente de envergadura en tierras anglosajonas. Su obra Euphues, the Anatomy of Wit, en 1578, se apega perfectamente a los parámetros barrocos.

En dicha obra, John Lyly hace un uso exagerado de términos rimbombantes. Se aprecia un exagerado esteticismo, sumamente cargado, aunque bien elaborado, con una tendencia grotesca a lo artificial.

Con base en esa obra particular de Lyly, Euphues, the Anatomy of Wit, y su notable estilo, se da nombre a lo que sería un sub-movimiento precursor del barroco y parte importante del mismo: el eufuismo.

En Francia

Por su parte, en Francia, a finales del siglo XVI y a principios y mediados del siglo XVII, los parisinos desarrollaron un gusto exagerado por los buenos modales y lo refinado.

Este comportamiento surgió como respuesta a las vulgaridades percibidas por la sociedad en el rey Enrique IV y su corte. A este movimiento se le llamó preciosismo.

En todos los ámbitos del comportamiento social de los parisinos se apostó a la elegancia, a lo fino. Respecto al lenguaje y la literatura, Francia tuvo como principal exponente a Claude Favre, quien publicó en 1647 su reconocida obra: Remarques sur la langue française, utiles à ceux qui veulent bien parler et bien écrire.

En dicha obra, el autor realza el necesario buen uso que debe darse a cada vocablo en la lengua francesa.

En Italia

Allí, particularmente, la tendencia fue muy parecida a la inglesa. Giovanni Battista Marini, escritor napolitano autor de una inmensa producción literaria, fue el encargado de dar las bases del barroco en la península itálica.

Al estilo de este napolitano, rebosante de hipérboles, metáforas y antítesis, se le llamó marinismo. Se caracterizó por un manejo sutil de las formas literarias desmesuradas y exageradas. Su poesía, con más de 40 mil versos, fue sumamente descriptiva y se enfocaba en asombrar al lector.

Es prácticamente este trinomio inglés-francés-italiano el que da pie al nacimiento del barroco como movimiento. Es importante tener en cuenta que el término “barroco” fue designado tras la culminación del periodo, y se acuñó de manera despectiva: obras grotescas, exageradas, sin un sentido profundo y real.

Características de la literatura del barroco

Surge de la crisis del Renacimiento

Como resulta común a lo largo de la historia humana, cada tendencia, cada corriente del pensamiento engendra otras manifestaciones. El Renacimiento y el barroco no escapan de esa realidad. Los nexos entre ambas corrientes son amplios y complejos.

Tras el desgaste y fractura de la estructura renacentista, emergen de la crisis las propuestas estilizadas y sobrecargadas a las que luego se bautizarían como barrocas.

Hay una necesidad de expansión que se ve satisfecha a través de los nuevos caminos que trae consigo la naciente tendencia.

Su nombre fue acuñado posteriormente y es peyorativo

El término “barroco” fue acuñado durante el romanticismo, cuando habían menguado las manifestaciones propias de este movimiento. Dicho término, etimológicamente hablando, proviene del vocablo portugués barroco, que significa “perla irregular o deforme”.

Es más que evidente que quienes usaron esa palabra buscaban tildar de “grotescas” o “amorfas” las manifestaciones barrocas.

Razones tenían de sobra para catalogar al movimiento de exagerado, sin embargo el uso constante de la retórica permitió un ahondamiento y refinamiento de este recurso.

Fue un movimiento literario de corte ideológico, más que formal

Si bien se evidencia un uso y manejo de los recursos formales en la escritura de manera exagerada, es imposible opacar la carga ideológica que posee la literatura barroca.

Las obras de los escritores, en razón de las diversas crisis que se manifestaban en el contexto de producción, manifiestan una marcada sujeción a las concepciones religiosas de orden católico.

Hay un apego hacia la contrarreforma, un apoyo a la maquinaria devocional que significaba el pontificio en aquel entonces.

Magnifica lo renacentista, pero enfoca la pesadumbre

Las temáticas propias del Renacimiento no se dejan a un lado, al contrario, se toman en plena decadencia y se ensanchan, se exageran. La crisis en la que se sumían los pueblos europeos en esa época dejaba ver en las calles lo peor del género humano.

La peste, el hambre, la desidia, la mendicidad, eran el pan de cada día. Estas realidades no escaparon de la pluma de los escritores. Fue tal la influencia, que la gran mayoría de autores usaron su pluma para exponer lo peor de la especie. El pesimismo se podía respirar en un gran número de obras.

La vida era considerada una mentira total, mientras que la verdad, con su dureza y tristeza, se escondía debajo del pulido brillo superficial que las élites hacen ver a los incautos.

Toca la fe y la espiritualidad como baluartes humanos

Al haber un marcado apoyo en la defensa de la Iglesia católica respecto a la reforma protestante iniciada por Lutero y Calvino, es notoria la presencia de aspectos de índole espiritual en las producciones literarias.

Estas temáticas respondían, en muchos casos, más a la seguridad que podía brindar la iglesia en aquellos instantes de crisis que a querer proporcionar tranquilidad por medio de la fe a los lectores. Los escritores, humanos al fin, procuraban su supervivencia.

Es considerada una corriente renovadora

La literatura barroca vino cargada con grandes innovaciones en lo que a modos y técnicas se refiere. Esto se ve reflejado y masificado en toda Europa de la mano de la contrarreforma. Particularmente en España se ve un crecimiento más amplio respecto al resto de países europeos.

Los escritores españoles absorbieron las manifestaciones literarias de los países vecinos y las ajustaron a su idioma. Esas adecuaciones lingüísticas, o españolizaciones, dieron paso a estrofas nuevas en la tradición hispana. El terceto fue usado en gran manera, conjuntamente con el soneto, la cuarteta y la redondilla.

Como nunca antes, en la cultura española se vio un incremento desmesurado en el uso de terminologías rimbombantes. Se parte del clasicismo renacentista, de donde se generó una renovación a través del engrandecimiento de los recursos retóricos. 

Rompe con la estabilidad del Renacimiento

El Renacimiento se caracterizó por la calma y serenidad de sus propuestas literarias, todo tendía al equilibrio. Al irrumpir el barroco se da una desestabilización y se entra en un conflicto entre lo estético y lo formal.

Tal característica se evidencia a lo largo de toda Europa, teniendo un desarrollo diferente en cada país, ajustado, por supuesto, a cada contexto de producción.

El abuso de los recursos era parte de la norma

Esta viene a ser una de las características más comunes presentes en la literatura de este periodo, sobre todo por los llamados “culteranos”.

La exageración está a la orden del día en cada género literario. La adjetivación desaforada, así como el uso de la antítesis, la metáfora y cuanto recurso retórico fuese posible para sobrecargar una obra, eran aplicados.

Culteranos y conceptistas, dos tendencias bien marcadas

Es un gran error pensar que la manifestación literaria del barroco fue homogénea, nada más alejado de la realidad. Los escritores de esta época tomaron diversas actitudes respecto al contexto que les tocó vivir.

Ahora bien, dentro de las creaciones literarias que se dieron hay aspectos en común en una gran mayoría que permitieron organizarlos en dos grupos: los culteranos y los conceptistas.

Culteranos

Su percepción de la belleza está ligada al realce de las cualidades del objeto o ser que se desea embellecer. Estos escritores hicieron un notable uso de hipérboles y metáforas en sus obras.

De igual manera recurrieron a la mitología, entremezclándola con otros aspectos que, en ciertos casos, la hacen oscura y dificultan su comprensión. Luis de Góngora es considerado uno de los grandes exponentes de este estilo.

Conceptistas

Estos escritores, por su parte, se concentraron en el contenido, principalmente. Su manera de abordar la literatura es más ingeniosa y profunda, aprovechando al máximo la dualidad en la significancia de ciertas palabras, por ende se percibe en sus obras la presencia de dobles sentidos.

Los conceptistas tendieron a manifestar con pocas palabras ideas más complejas. Tuvieron la cualidad de que al tratar temas superfluos, lograron darles notoriedad al abordarlos de forma espléndida. Francisco de Quevedo o Calderón de la Barca son considerados dos de los exponentes más prominentes de este estilo literario.

Géneros literarios del barroco

Dentro de los géneros literarios del barroco destacan los siguientes:

La poesía barroca

Debido al contexto ya de por sí desesperanzador, la poesía vino a ser una de las formas literarias más explotadas por los escritores de ese periodo. La expresión de los sentimientos toma especial relevancia.

Cada autor hizo uso de los recursos y formas más adecuados a sus intereses, siendo las formas cultas de poesía las más recurrentes. Estas se aprecian claramente dentro de las obras culteranas y conceptistas. Eran abundantes las églogas, las décimas, los sonetos, entre otras tantas formas poéticas.

También se evidencia en aquella época la poesía popular, llena de temas de amor y desengaño, con un contenido menos profundo y más digerible. Está dirigida a las masas, al pueblo.

La prosa barroca

Si hay un lugar merecedor de ser considerado el precursor de la prosa barroca, fue España. La coincidencia del barroco con el Siglo de Oro español permitió una ebullición creativa sin precedentes en la prosa.

Producciones escritas, como la novela, fueron de gran importancia en aquellos años. Miguel de Cervantes y Saavedra fue uno de los máximos exponentes, siendo además el autor de lengua hispana que prácticamente creó la novela moderna.

Para ese entonces hay dos formas novelescas notables: la picaresca, donde el protagonista es de la plebe y muestra las penurias que viven los pobres; y la cortesana, orientada a mostrar los lujos, desafueros y excentricidades de los adinerados de la época.

El teatro barroco

El texto teatral fue uno de los géneros de mayor impacto durante el barroco, por llegar de manera directa y explícita a la población sin distinción de estratos.

Las representaciones con connotaciones religiosas, mitológicas, históricas, eran muy comunes. Los autores buscaban siempre agraciarse con los mandatarios y pontífices de turno, a la par que entretenían al pueblo con el fin de ganar favores a cambio.

Se desarrollaron las compañías teatrales bien organizadas, nacidas de los teatros ambulantes en las calles. Estas exponían temáticas más libres y populares, deslastradas de los tópicos comunes de las cortes y la iglesia. Entre sus grandes representantes resalta Lope de Vega.

Autores y obras destacadas

Luis de Góngora y Argote (1562-1627)

Obras destacadas:

– La fábula de Polifemo y Galatea (1612).

– Las Soledades (1613).

– Fábula de Píramo y Tisbe (1618).

Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)

Obras destacadas:

– Discurso de todos los diablos o infierno emendado (1628).

– Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños (1626).

– El Tribunal de la Justa Venganza (1635).

María de Zayas (1590-¿1661?)

Obras destacadas:

– Novelas amorosas y ejemplares  (1637).

– Novelas y saraos (1647).

– Desengaños amorosos (1649).

Félix Lope de Vega Carpio (1562-1635)

Obras destacadas:

– La hermosura de Angélica, con otras diversas rimas (1602).

– La Dorotea (1632).

– La Gatomaquia (1634).

Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)

Obras destacadas:

– Amor, honor y poder (1623).

La vida es sueño (1635).

– El alcalde de Zalamea (1651).

– A Dios por razón de estado (1650–1660).

Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616)

Obras destacadas:

– La Galatea (1585).

– El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, primera parte (1605).

– El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, segunda parte (1615).

Referencias

  1. Literatura del Barroco (2014). Barroco Clasicismo. España: Barroco clasicismo. Recuperado de: barrococlasicismo.wordpress.com
  2. Acosta Gómez, I. (2018) Reflexiones sobre la literatura barroca. Cuba: Eumed. Recuperado de: eumed.net
  3. Literatura barroca (2012). España: Enciclopedia. Recuperado de: enciclopedia.us.es
  4. Harlan, C. (2017). Literatura del Barroco. (N/a): About Español. Recuperado de: aboutespanol.com
  5. Literatura del Barroco (S. f.). (N/a): Wikipedia. Recuperado de: es.wikipedia.org