Medicina

Reacciones febriles: tipos, exámen, análisis e interpretación


Las reacciones febriles son un grupo de pruebas de laboratorio especialmente diseñadas para diagnosticar ciertas enfermedades febriles que clínicamente son casi indistinguibles entre sí. La base de estas pruebas es la reacción antígeno-anticuerpo.

Para llevar a cabo estas pruebas, en una muestra de suero del paciente enfermo se añaden antígenos específicos del agente causal a investigar. Si el paciente ha estado expuesto a dicho agente causal, los anticuerpos presentes en su sangre reaccionarán con los anticuerpos produciendo aglutinación y por tanto una prueba positiva. De lo contrario, el resultado es negativo.

Es importante destacar que una sola reacción febril no es suficiente para establecer el diagnóstico. Por el contrario, este se basa en la comparación de la evolución de los títulos de anticuerpos a lo largo del tiempo, siendo necesario realizar la prueba al menos 2 veces con una separación de 3 a 4 semanas entre sí.

Dado que se pretende investigar un conjunto de enfermedades febriles y no una enfermedad específica, las reacciones febriles se montan en conjunto; es decir, la muestra de suero del paciente se fracciona haciéndola reaccionar con diferentes antígenos a fin de determinar con precisión cuál es el agente causal.

Índice del artículo

Tipos de reacciones febriles 

Como su nombre indica, las reacciones febriles están diseñadas para identificar el agente causal de enfermedades infecciosas febriles cuyos síntomas son muy similares, siendo casi imposible establecer el diagnóstico diferencial con base exclusiva en la práctica clínica tradicional.

Las reacciones febriles no son una prueba única. Por el contrario, se trata de una batería de pruebas donde la sangre extraída del paciente se fracciona para luego añadirle antígenos de cada uno de los agentes causales a estudiar.

Si se presenta aglutinación la prueba es positiva, mientras que si no se presenta es negativa. Es necesario hacer la prueba de manera seriada y con suficiente tiempo entre las tomas de muestra (al menos 4 semanas), a fin de establecer el comportamiento de los anticuerpos a lo largo del tiempo y realizar un diagnóstico preciso.

Las enfermedades que pueden diagnosticarse mediante las reacciones febriles incluyen:

– Fiebre tifoidea.

– Fiebre paratifoidea.

– Brucelosis.

– Rickettsiosis.

Fiebre tifoidea

Producida por la Salmonella Typhi, se caracteriza por un patrón de fiebre constante acompañada en algunos casos de sudoración profusa, asociada a malestar general, diarrea y síntomas gastrointestinales inespecíficos.

La enfermedad se desarrolla en cuatro fases. Durante la primera, los síntomas suelen ser de leves a moderados, observándose con mayor frecuencia tal como se indicó anteriormente fiebre, malestar general y síntomas gastrointestinales.

Durante la segunda semana, lejos de mejorar, los síntomas se agravan llegando a postrar al paciente. La fiebre alcanza los 40ºC, se puede presentar delirio y en ocasiones pequeñas manchas rojas en la piel (petequias).

Si no se trata y se deja evolucionar, en la tercera semana pueden presentarse complicaciones potencialmente fatales, las cuales van desde endocarditis y meningitis hasta hemorragias internas. El cuadro clínico del paciente en este punto es grave.

En caso de no sobrevenir la muerte o alguna complicación grave, durante la cuarta semana comienza la recuperación progresiva del enfermo; la temperatura va disminuyendo y poco a poco se restablecen las funciones corporales normales.

Fiebre paratifoidea

Clínicamente la fiebre paratifoidea es prácticamente indistinguible de la fiebre tifoidea; de hecho lo único en que difieren es en que el período de incubación suele ser un poco más breve y la intensidad de los síntomas un tanto más leves en la fiebre paratifoidea.

Clasificada entre las fiebres entéricas, la fiebre paratifoidea es producida por la Salmonella Paratyphi (serotipos A, B y C), siendo necesario realizar exámenes de laboratorio para poder establecer el agente causal específico. Entre sus complicaciones más severas están la ictericia y los abscesos hepáticos.

El tratamiento es básicamente el mismo que el usado para la fiebre tifoidea. Por tanto, la identificación del agente etiológico resulta útil más para fines estadísticos y el diseño de políticas de salud pública que para la decisión del tratamiento del paciente.

Brucelosis

La brucelosis es una enfermedad infecciosa, la cual se adquiere por el consumo de productos lácteos contaminados. En su forma aguda se caracteriza por fiebre alta con patrón ondulante, de predominio vespertino, asociada a malestar general y cefalea.

Cuando se hace crónica, puede presentar diversos cuadros clínicos que pueden comprometer diversos aparatos y sistemas (hematológico, osteoarticular, respiratorio, digestivo).

El agente causal es una bacterias del género Brucella, siendo los casos particularmente abundantes en áreas rurales de países en vías de desarrollo donde no se pasteuriza la leche antes de su consumo.

Clínicamente, el diagnóstico de esta entidad es muy difícil, siendo necesario contar con datos epidemiológicos y pruebas de laboratorio para poder dar con el diagnóstico definitivo.

Rickettsiosis

Se trata de una enfermedad transmitida por piojos, pulgas y garrapatas de manera accidental desde los animales hacia el hombre. Por lo tanto, se considera una zoonosis.

Con un período de incubación variable que va de 7 a 10 días, la rickettsiosis es causada por cocobacilos intracelulares estrictos, con excepción del Coxiella Burnetii, agente causal de la Fiebre Q, la cual puede vivir fuera de la célula y de hecho ser transmitida por vía aérea. Estos son transmitidos por la picadura de insectos (pulgas, piojos, garrapatas, ácaros) que previamente picaron un huésped enfermo.

Clínicamente, la infección por rickettsias se caracteriza por fiebre alta, aumento de volumen del hígado y el bazo (hepato-esplenomegalia), tos y erupción cutánea.

Las rickettsiosis se dividen en tres grupos: grupo tifus, grupo fiebre manchada, y grupo tifus scrub.

Grupo Tifus

Dentro de este grupo encontramos el tifus endémico (Rickettsia typha) y tifus epidémico (Rickettsia prowazekii). A menudo, las enfermedades de esta categoría se confunden con la fiebre tifoidea, pero se trata de patologías distintas.

Grupo fiebre manchada

El agente causal es el Rickettsia rickettsii, siendo el cuadro clínico clásico la fiebre de las montañas rocallosas. Se trata de una enfermedad transmitida principalmente por garrapatas.

Tifus scrub

Esta última enfermedad es transmitida por ácaros. El agente causal que la provoca es el Orientia tsutsugamushi.

Si bien los agentes causales y vectores de transmisión de cada una de estas enfermedades están claramente definidos, el cuadro clínico suele ser muy similar, por lo que es necesario realizar estudios complementarios a fin de poder establecer el agente etiológico. Aquí es donde entran en juego las reacciones febriles.

Examen 

El examen de elección para la confirmación del diagnóstico suele ser el aislamiento del agente causal en cultivos. La excepción a esto ocurre con las rickettsias, dado que para ello es necesario contar con medios de cultivos especializados que no están disponibles en cualquier laboratorio.

Por otra parte, cobran cada día más valor las pruebas de diagnóstico molecular, las cuales suelen ser mucho más precisas que las reacciones febriles. Sin embargo, sus costos no permiten su uso generalizado, especialmente en áreas endémicas de países subdesarrollados.

En vista de ello, las reacciones febriles, a pesar de ser algo inespecíficas y en cierta medida obsoletas, se siguen usando como herramienta diagnóstica en muchos países en vías de desarrollo. Esto es especialmente cierto cuando se realizan exámenes con fines epidemiológicos.

Análisis y pruebas

El análisis de las reacciones febriles se lleva a cabo en el laboratorio, donde una muestra de sangre del paciente afectado es centrifugada para separar el plasma de los glóbulos rojos. Una vez hecho esto se añaden antígenos específicos para determinar si hay aglutinación o no en la muestra.

A cada una de las enfermedades febriles mencionadas previamente le corresponde un tipo de antígeno específico. A continuación veremos cómo se realizan las pruebas específicas de cada una de las patologías descritas anteriormente.

Fiebre tifoidea

Se realizan pruebas de aglutinación con el antígeno O (antígeno somático) y el antígeno H (antígeno flagelar).

Originalmente, esto se hacía mediante la técnica de Widal. Sin embargo, al evaluar ambos antígenos simultáneamente este procedimiento tiene la desventaja de muchos falsos positivos por reacción cruzada.

Es por ello que se desarrollaron técnicas más precisas y específicas para determinar por separado la presencia de aglutininas anti O y anti H.

Fiebre paratifoidea

Para el diagnóstico de la fiebre paratifoidea se emplean las aglutininas paratifoideas A y B. Cada una de estas aglutininas contiene antígenos específicos de los serotipos de S. paratyphi A y B, lo que permite conocer con bastante precisión el agente causal implicado.

Brucelosis

En este caso se emplea la reacción de Huddleson. Esta reacción consiste en agregar concentraciones decrecientes de antígenos de Brucella abortus al suero estudiado, a fin de determinar en qué rango se presenta aglutinación.

Rickettsiosis

Los anticuerpos específicos contra rickettsias no se pueden usar para preparar pruebas de aglutinación, debido a lo complejo y costoso que es trabajar con estas bacterias. Por tanto, no hay antígenos específicos disponibles.

Sin embargo, se ha determinado que los antígenos de rickettsia presentan reacción cruzada con los antígenos de Proteus OX 19, de manera que se emplean preparados de antígenos de proteus para hacerlos reaccionar con el suero en estudio.

Si bien en el contexto clínico-epidemiológico correcto la prueba puede orientar el diagnóstico, lo cierto es que por tratarse de una reacción cruzada su sensibilidad y especificidad son muy bajas, por lo que siempre es posible obtener un resultado falso positivo.

Interpretación 

La interpretación de los resultados de las reacciones febriles debe llevarse a cabo con cautela, y siempre correlacionando adecuadamente la clínica, los antecedentes epidemiológicos y los demás hallazgos de laboratorio del paciente.

Por lo general, estas pruebas tienen fines informativos y epidemiológicos, dado que por el tiempo que tardan los resultados no se puede esperar a obtener los resultados para iniciar el tratamiento.

Fiebre tifoidea

Los resultados de esta prueba se consideran positivos cuando los títulos de anticuerpos contra antígeno O son mayores de 1:320, y los de antígeno H mayores de 1:80.

Es sumamente importante destacar que para el diagnóstico de la fiebre tifoidea mediante reacciones febriles, los títulos de anticuerpos deben cuadruplicarse entre la primera y la segunda toma.

Fiebre Paratifoidea

Dilución mayor de 1:320 para antígeno O y más de 1:80 para antígeno paratífico A o B.

Rickettsiosis

Títulos superiores a 1:320 para Proteus 0X-19.

Brucelosis

Cualquier título positivo en la reacción de Huddleson.

Referencias 

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