Psicología

Moral heterónoma: qué es, cómo surge, características, ejemplos


¿Qué es la moral heterónoma?

La moral heterónoma es una forma que adopta la ética de los niños durante una etapa de su desarrollo cognitivo. Se basa en la aceptación de reglas externas como si fueran absolutas, en lugar de desarrollar un código de conducta propio como sucede en las etapas siguientes.

La moral heterónoma en este contexto fue estudiada por primera vez por Piaget. Su interés se basaba en descubrir por qué los niños actuaban como lo hacían. Así, se planteó principalmente tres preguntas respecto a la ética: cómo entienden los niños las normas, qué piensan sobre la responsabilidad individual, y qué concepción tienen de la justicia.

El estudio del desarrollo de la moral ha preocupado a filósofos, psicólogos e investigadores a lo largo de toda la historia. Entender cómo surge y cambia en los niños puede ayudarnos a comprender nuestra propia ética, y la manera en la que aparecen las normas morales en los adultos.

¿Cómo surge la moral heterónoma?

La moral heterónoma es la que aparece cuando el niño comienza a reflexionar sobre el mundo, y se mantiene hasta aproximadamente los 9 años de edad.

Durante este tiempo, los pequeños no se cuestionan la validez de las normas y maneras de comportarse que han heredado de sus padres, sino que las aceptan ciegamente.

También conocida como realismo moral, esta manera de ver el mundo aparece debido a algunas características de los niños. Debido a que durante la infancia la capacidad de ponerse en el lugar de los demás todavía no ha aparecido, los niños no pueden comprender los motivos de otras personas para saltarse algunas normas.

Por otro lado, en esta época todavía no son capaces de cuestionar las palabras de sus padres u otros adultos a los que tomen como referencia.

Por el contrario, tienden a aceptar ciegamente lo que les dicen. Esto se debe a que ven a sus mayores como infalibles; en su cabeza simplemente no entra la idea de que puedan equivocarse.

Estas dos formas de pensar de los niños pequeños son algunas de las claves para entender por qué surge la moral heterónoma. Cuando se alcanza una edad suficiente, debido a que cambian las estructuras de pensamiento, las reglas dejan de verse como inflexibles y absolutas y los jóvenes empiezan a cuestionar la moral que han heredado.

Características de la moral heterónoma

La moral heterónoma se diferencia en muchos aspectos de la autónoma. Esta última se desarrolla a partir de los 10 años de edad aproximadamente. A continuación veremos cuáles son los principales puntos que caracterizan al realismo moral.

Aceptación de normas externas

La principal característica de la moral heterónoma es la aceptación automática de todas las normas y creencias que vienen desde el exterior, especialmente si son impuestas por una figura de autoridad.

Debido a que los padres tienen un poder natural sobre sus hijos cuando éstos son pequeños, sus palabras no son cuestionadas por los menores de 10 años aproximadamente. Por el contrario, todo lo que sea dicho por los adultos será tomado como una regla absoluta e inamovible.

La principal consecuencia es el castigo

Al contrario que la moral autónoma, que se preocupa por si una acción es éticamente correcta o no, los niños que razonan siguiendo la moral heterónoma se preocupan principalmente por no recibir ningún castigo.

Así, durante esta etapa del desarrollo, los pequeños entienden que si se saltan una norma o hacen algo “malo”, existirán consecuencias negativas inmediatas.

Por lo tanto, cuanto más severo el castigo, peor será vista una acción. Esta manera de pensar no tiene en cuenta los posibles motivos de la persona que haya cometido la infracción.

El castigo, por otra parte, es visto durante esta etapa como algo automático y natural. Los niños pequeños entienden la justicia como una especie de venganza, como un “ojo por ojo”.

Por ello, si alguien hace algo malo, alguien que razone siguiendo la moral heterónoma creerá que será castigado inevitablemente. En su cabeza no entra la posibilidad de librarse de cualquier consecuencia negativa.

Poca relevancia de las intenciones

La principal medida de la gravedad de una infracción durante la época de la moral heterónoma no es la intención que haya detrás de ella. Por el contrario, los niños creen que algo es moralmente más reprobable si se ha producido más daño.

Por ejemplo, un niño de 7 años puede ver mucho peor la ruptura accidental de un jarrón de gran valor, que el robo intencionado de un pequeño objeto como una goma de borrar.

Esto es así porque, al no ser capaces de ponerse en el lugar de la otra persona, no pueden valorar sus intenciones ni el peso que tienen éstas en lo que hace.

El castigo, por otra parte, debe ser proporcional al daño producido sin tener en cuenta si lo ocurrido ha sido intencionado o no. Esto cambia una vez aparecida la moral autónoma, momento en el que la intención comienza a ser también relevante para la interpretación de los hechos.

Ejemplos

A continuación veremos varios ejemplos de razonamientos descritos por Piaget en sus investigaciones sobre la moral heterónoma.

Ejemplo 1: Las tazas rotas

“Juan estaba jugando en la calle cuando su madre le llamó para ir a cenar. Cuando entró a la cocina, sin querer golpeó una bandeja que tenía ocho tazas encima, rompiéndolas todas por accidente.

Por otro lado, Luis llegó a casa con hambre después del colegio. Aunque su madre le dijo que no comiera antes de cenar, se subió a la encimera para robar una galleta. Mientras estaba arriba, tiró una taza y la rompió. ¿Quién se ha portado peor de los dos?”

Para una persona que utilice la moral autónoma, es evidente que Luis ha actuado peor debido a que ha desobedecido las normas, mientras que Juan tan solo tuvo un accidente.

Sin embargo, un niño que razone siguiendo la moral heterónoma castigaría a Juan más severamente, porque las consecuencias de sus actos son peores (rompió ocho tazas en vez de una).

Ejemplo 2: El puente roto

“Miguel fue al supermercado, robó tres manzanas y escapó corriendo. Sin embargo, un policía le vio y fue detrás de él.

Para intentar huir del agente, Miguel cruzó por un puente, con la mala suerte de que la madera se rompió y el niño cayó al agua. ¿Se habría roto el puente si Miguel no hubiera robado las manzanas?”

Un niño que razone siguiendo la moral heterónoma creerá que el puente se rompió porque Miguel había actuado mal y merecía un castigo. De esta manera, atribuye una causalidad inexistente a dos situaciones que realmente no tienen nada que ver.