Periostio: características, funciones e histología
El periostio es una forma de tejido conectivo que se desarrolla como una lámina de poco grosor alrededor los huesos, los cuales cubre casi completamente. Está ausente en los extremos articulares y en huesos sesamoideos. Se encarga del crecimiento, desarrollo y de darles forma a los huesos.
También es responsable de reparar los daños que puedan sufrir los huesos. Fue descubierto por un investigador de origen francés llamado Henri–Louis Duhamel du Monceau, quien formuló la hipótesis de que los huesos crecían a partir del periostio; había observado un crecimiento similar en los troncos de los árboles.
El periostio puede desarrollar algunas enfermedades como inflamaciones (periostitis), reacciones y tumores benignos (condromas).
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La principal característica del periostio es su capacidad osteogénica, es decir, su capacidad de formar tejido óseo. Su tamaño varía entre 0,07 y 0,15 mm de espesor. Su grosor es variable, incrementándose hacia los extremos de los huesos. También varía en el tiempo, siendo más delgado en personas más viejas.
El periostio es un tejido constituido por dos capas. La capa externa está formada por unas células denominadas fibroblastos. La capa más interna está compuesta por células osteogénicas y osteoblastos, presentando nervios y estando vascularizada.
El hueso es un tejido vivo, sus componentes celulares necesitan nutrientes y oxígeno, así como liberar material de desecho metabólico. El periostio es responsable de suministrar sangre al hueso, para el intercambio de materia y energía.
En las primeras etapas de vida de un organismo vertebrado, el periostio participa en el desarrollo y crecimiento de los huesos. El crecimiento viene dado tanto por un incremento en su longitud, como por un aumento en su grosor.
En las etapas posteriores de la vida, se detiene el crecimiento en longitud de los huesos. El crecimiento en grosor se mantiene, permitiendo incrementar la resistencia a los huesos.
Adicionalmente, el periostio es el responsable de la reparación de los huesos cuando ocurre fractura u otra lesión, debido a que suministra las células capaces de realizar tales reparaciones.
Por último, permite que otros tejidos puedan fijarse al hueso. Entre estos tejidos se encuentran tendones, ligamentos y músculos.
El periostio está formado por dos capas, una externa fibrosa y una interna que es la responsable del crecimiento óseo.
Es la capa más alejada del hueso. Es una capa de tejido conectivo. Contiene fibroblastos y fibras de colágeno. Estas fibras son producidas por los fibroblastos.
Los fibroblastos son células derivadas de células mesenquimales. Son el principal constituyente celular de los tejidos conjuntivos, con un tamaño máximo de 100 micras. Esta capa también está muy vascularizada y posee terminales nerviosas.
Es la capa más interna y está en contacto con el hueso. Contiene células osteogénicas y está vascularizada. Las células osteogénicas pueden diferenciarse en dos tipos de células: osteoblastos y condroblastos.
Los osteoblastos son las células responsables de producir la matriz del hueso. Al madurar se transforman en osteocitos. Los condroblastos, a su vez, elaboran la matriz catilaginosa.
Ambos tipos de células son fundamentales en el crecimiento del hueso. También ayudan a reparar las lesiones sufridas por los huesos.
La enfermedad de Caffey es una enfermedad autolimitada (que sana sola) de los huesos que posee un origen genético. Se debe a una mutación genética dominante. Sin embargo, el portador del gen mutante en ocasiones no desarrolla la enfermedad. Afecta principalmente a lactantes.
Esta enfermedad ocasiona un incremento inusual del grosor de los huesos. Los principales huesos afectados son los de la mandíbula, cintura escapular y extremidades.
Los primeros síntomas aparecen a los 150 días del nacimiento. Sin embargo, pueden desaparecer antes de 24 meses de edad. Los huesos después de esa edad tienden a recuperar su grosor normal
En ocasiones, debido al crecimiento anormal, los huesos cercanos se han unido y no vuelven a separarse. Raras veces puede ocurrir una recaída tras varios años de la primera aparición de la enfermedad.
La periostitis es una inflamación del periostio crónica o aguda. Las causas pueden ser traumas, estrés o infección. En la forma crónica puede ocasionar calambres, mientras que en la forma aguda puede ocasionar necropsia del tejido afectado.
Entre las causas de la periostitis aguda están: infecciones de diversos tipos, como las del tracto urinario, úlceras crónicas y enfermedades autoinmunes.
La periostitis crónica, por su parte, se debe a un estrés que sufre el hueso durante períodos prolongados o que se repite frecuentemente. Suelen sufrir esta dolencia atletas y personas que levantan mucho peso.
El condroma periostal es un tumor benigno que afecta al periostio. Se caracteriza por un crecimiento inusual de tejido cartilaginoso. Afecta principalmente a jóvenes de sexo masculino. Se desconoce la causa de su aparición.
La zona más afectada es la ubicada entre los extremos (epífisis) y el medio (diáfisis) del húmero y el fémur, y la menos frecuente es la de las costillas. Generalmente es asintomática.
Ocasionalmente puede presentarse dolor o incremento de la sensibilidad en el área cercana al tumor. El tumor no tiende a expandirse a otras áreas, pero si puede continuar creciendo en el sitio donde apareció.
El tratamiento, en caso de no existir dolor, es simplemente hacer seguimiento al tumor. En caso de ser necesario, se remueve el tumor mediante cirugía.
El sarcoma de Ewing es un tumor óseo maligno. Afecta principalmente a la cavidad de la médula de los huesos. Sin embargo, existe una forma muy infrecuente de este tumor que afecta las células multipotenciales del periostio.
Afecta principalmente a pacientes masculinos mayores de 20 años de edad. El principal hueso involucrado con esta dolencia es el fémur. El tratamiento consiste en quimioterapia o radioterapia, más extirpación del tumor.
El trasplante de periostio ha sido utilizado con diferentes niveles de éxito para tratar diferentes dolencias óseas. Generalmente es empleado tras su cultivo en medios enriquecidos con factores de crecimiento y moduladores de la formación de huesos.
Ha sido empleada en la reconstrucción craneofacial, así como para la reconstrucción de alveolos dentales. También para evitar amputaciones en casos de pseudoartrosis.
Ha sido empleada en forma experimental en animales para mejorar la cicatrización tendinosa. Sin embargo, algunos resultados son contradictorios y se ha sugerido un deterioro del tejido óseo nuevo con el paso del tiempo.
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