Neuropsicología

Esclerosis tuberosa: qué es, síntomas, causas y tratamiento


¿Qué es la esclerosis tuberosa? 

La esclerosis tuberosa (ET), o enfermedad de Bourneville, es una rara patología de origen genético que produce el crecimiento de tumores benignos (hamartomas) y diversas malformaciones anatómicas en uno o varios órganos: piel, cerebro, ojos, pulmones, corazón, riñones, etc.

A nivel neurológico, por lo general afecta de forma significativa el sistema nervioso central (SNC) y periférico (SNP) y, además, puede resultar en una combinación de síntomas que incluyen convulsiones, retraso generalizado en el desarrollo, alteraciones de conducta, malformaciones cutáneas y patologías renales.

La incidencia y gravedad de los síntomas varían de forma considerable entre los afectados. Muchas de las personas que padecen esclerosis tuberosa presentan una buena calidad de vida.

La patología que pone en mayor riesgo la vida de la persona afectada es la afectación renal. Buena parte de los pacientes fallecen a consecuencia de los problemas renales y no por los neurológicos o cardiacos de la enfermedad.

Frecuencia

La esclerosis tuberosa es una enfermedad que afecta tanto a hombres como mujeres y a todos los grupos étnicos. Además, presenta una frecuencia de 1 caso por cada 6.000 personas.

Sin embargo, otros estudios estadísticos calculan la prevalencia de esta patología en 1 caso por cada 12.000-14.000 personas con menos de diez años de edad. Mientras que la incidencia se estima en 1 caso por cada 6.000 nacimientos.

Se piensa que alrededor de un millón de personas en todo el mundo padecen esclerosis tuberosa. En el caso de Estados Unidos, se considera que la esclerosis tuberosa puede afectar aproximadamente a entre 25.000-40.000 ciudadanos.

Tiene un origen genético autosómico dominante en el 50% de los casos, mientras que el otro 50%, esta patología se debe a una mutación genética de novo.

Signos y síntomas

Las características clínicas de la esclerosis tuberosa se basan fundamentalmente en la presencia de tumores no cancerosos u otro tipo de formaciones que crecen en diversas partes del cuerpo, siendo más común en la piel, el corazón, los pulmones, los riñones y el cerebro.

Afectación cutánea

En el caso de las lesiones cutáneas, algunas de las manifestaciones más frecuentes son:

Angiofibromas faciales: pequeños tumores de tipo benigno constituidos por tejido conectivo y vascular. Suelen aparecer en la nariz y en las mejillas, y, además, al comienzo suelen presentarse como pequeños abultamientos de color rojizo que tienden a incrementar su tamaño con el paso del tiempo. Aparecen en el 70-80% de los casos.

Fibromas ungueales o tumores de Köenen: formaciones carnosas que se desarrollan debajo de las uñas o a su alrededor.

Placas fibrosas: manchas o formaciones de color rosado localizadas en la cara, especialmente en la frente o las mejillas.

Manchas hipocrómicas (color más claro que la piel) o acrómicas (ausencia total de pigmento cutáneo): este tipo de afectación cutánea aparece en aproximadamente el 90% de los casos de esclerosis tuberosa.

Afectación renal

En el caso de los riñones, algunas de las manifestaciones más frecuentes son:

Angiomiolipomas (AMLs) renales: son formaciones tumorales benignas. Con frecuencia aparecen en la infancia y se desarrollan de forma lenta, por lo que no suelen ocasionar grandes problemas médicos hasta alcanzar la adultez. Es una manifestación clínica común, aparece en un 70-80% de los casos. Alguno de los síntomas que van provocan son: hipertensión, insuficiencia renal, o sangre en la orina, entre otros.

Quistes renales: son sacos o bolsas de fluidos formados en diferentes áreas de los riñones. Aunque en muchos casos no suelen tener una gran relevancia clínica, en otros pueden deberse a un carcinoma renal (un tipo de cáncer de riñones).

Afectación cardiaca

Las lesiones cardiacas, si están presentes, suelen presentar un tamaño más elevado, además de más graves en las primeras etapas de la vida, y tienden a reducirse con el desarrollo normal del organismo.

Rabdomiomas cardiacos: es la afectación cardiaca más frecuente, aparece en aproximadamente un 70% de los casos. Son formaciones tumorales benignas que reducen su tamaño o desaparecen con el incremento de edad. Es posible que, como consecuencia, aparezcan otros síntomas cardiacos, como arritmias o taquicardias.

Afectación pulmonar

Los signos y síntomas pulmonares suelen ser más frecuentes en mujeres que en hombres. Además, se suele asociar a la presencia de linfangioleiomiomatosis (LAM), un tipo de patología degenerativa que afecta los pulmones.

Las consecuencias clínicas de la afectación pulmonar suelen consistir en insuficiencia respiratoria, neumotórax espontáneo, colapso pulmonar, entre otros.

Afectación neurológica

La esclerosis tuberosa es una patología que afecta a una amplia diversidad de estructuras del organismo, sin embargo, lo más destacable y la principal área afectada es el sistema nervioso.

La afectación neurológica suele aparecer en un 80% y 90% de los casos. Algunas de las condiciones médicas que suelen afectar a la esfera neurológica son:

Túberes corticales: los túberes o tuberosidades corticales son formaciones tumorales de pequeño tamaño que suelen situarse en áreas frontales y parietales. Además, suelen estar formados por células anormales o desorganizadas.

Nódulos gliales subependimarios: esta afectación está constituida por una acumulación anormal de células en diferentes áreas de los ventrículos cerebrales. Suelen presentar un curso clínico asíntomático.

Astrocitomas subpendimarios de células gigantes: son formaciones tumorales derivadas de los nódulos gliales subependimarios. Cuando alcanzan un tamaño elevado pueden bloquear el drenaje de líquido cefalorraquídeo y consecuentemente, dar lugar al desarrollo de hipertensión endocraneal. 

La afectación de cada una de estas áreas, va a producir una serie de complicaciones médicas o síntomas secundarios, entre los que se encuentran:

– Episodios convulsivos: la presencia de formaciones tumorales a nivel neurológico puede dar lugar a descargas epilépticas en aproximadamente un 92% de los casos. Cuando este tipo de crisis no se controla eficazmente, es posible que aparezca un daño cerebral acumulativo.

– Síntomas motores: igualmente, las formaciones tumorales a nivel cerebral pueden dar lugar al desarrollo de hemiplejia, descoordinación motora, presencia de movimientos involuntarios, entre otros.

Discapacidad intelectual: las alteraciones cerebrales y la persistencia de los episodios convulsivos puede tener un fuerte impacto tanto en el funcionamiento intelectual general, como en los diferentes dominios cognitivos.

Alteraciones comportamentales: en muchos casos de esclerosis tuberosa se ha observado la presencia de rasgos autistas, hiperactividad, comportamiento agresivo, rasgos obsesivos-compulsivos, falta o ausencia de comunicación verbal, irritabilidad, labilidad anímica, falta de iniciativa, entre otros.

Causas

El origen de la esclerosis tuberosa es genético. Los estudios clínicos y experimentales han logrado identificar que esta patología se debe a la presencia de defectos o mutaciones en dos genes, TSC1 Y TSC2.

– El gen TSC1 fue descubierto en la década de los 90. Está presente en el cromosoma 9 y se encarga de la producción de una proteína denominada hamartin.

– El gen TSC2, presente en el cromosoma 16, se encarga de la producción de la proteína tuberina.

Diagnóstico

El diagnóstico suele basarse en los signos clínicos característicos de esta enfermedad: retraso mental, convulsiones, formaciones tumorales.

En una conferencia en 1998 se establecieron una serie de criterios diagnósticos de consenso para la esclerosis tuberosa. Actualmente, el diagnóstico puede ser probable o posible y además debe incluirse la realización de una prueba genética.

Prueba genética

Los resultados de las pruebas genéticas deben mostrar la presencia de una mutación o alteración patógena en uno de los genes TSC1 o TSC2.

Generalmente, un resultado positivo suele bastar para el diagnóstico, sin embargo, un resultado negativo no excluye la presencia. Aproximadamente, en un 10 y 15% de los casos diagnosticados no se ha logrado identificar una mutación genética específica.

Criterios clínicos mayores y menores

Criterios clínicos mayores

Los criterios clínicos mayores incluyen una gran variedad de afectaciones médicas, entre las que se encuentran: máculas hipopigmentadas, angiofibromas, fibromas ungueales, placas en la piel, hamartomas retinianos, displasias corticales, nódulos subependimarios, rabdomioma cardiaco, angiomiolopimas renales y lifangioleimiomatosis.

Criterios clínicos menores

Los criterios clínicos menores incluyen: depresiones dentales, lesiones cutáneas, fibromas intraorales, máculas retinianas, quistes renales múltiples y hamartomas extrarrenales.

Así, en función de la presencia de los criterios mayores y/o menores, el diagnóstico de la esclerosis tuberosa puede ser:

Diagnóstico definitivo: presencia de dos criterios mayores o un incremento mayor y dos o más menores.

Diagnóstico posible: presencia de un criterio mayor o dos o más criterios menores.

Diagnóstico probable: presencia de un criterio mayor y un criterio menor.

Tratamiento

Actualmente, no existe una cura para la esclerosis tuberosa. A pesar de esto, existe una amplia variedad de tratamiento disponible para el control sintomatológico.

De esta forma, las intervenciones terapéuticas van a depender fundamentalmente de las áreas que se encuentren afectadas y de los signos y síntomas médicos presentes.

A nivel farmacológico, uno de los tratamientos más empleados son los fármacos antiepilépticos. El objetivo básico es el control de los episodios convulsivos para evitar el desarrollo de daño cerebral secundario.

Por otro lado, también es posible el empleo de procedimientos quirúrgicos para la eliminación de las formaciones tumorales. Normalmente, se emplea para eliminar tumores que presentan un acceso sencillo.

Además, se están realizando importantes avances a nivel experimental para la identificación de tratamientos curativos. Por otro lado, también es fundamental la intervención psicológica en los casos de afectación intelectual.

Referencias

  1. Tuberous Sclerosis. Obtenido de mayoclinic.org.
  2. Tuberous sclerosis complex. Rev Neurol.
  3. Tuberous sclerosis. Obtenido de medlineplus.gov.