Biología

Factores bióticos y abióticos en un ecosistema (características y ejemplos)


En nuestro planeta hay dos grupos de componentes: los componentesbióticos y los componentes abióticos. Los primeros son elementos vivos, es decir, son organismos que nacen, crecen, se reproducen y mueren; son seres formados por células y moléculas orgánicas. Los segundos son elementos que no están vivos, nunca lo estuvieron y nunca lo estarán; son elementos inertes (sin vida).

Los factores bióticos dependen de los factores abióticos para sobrevivir, bien sea directa o indirectamente, y esta relación muchas veces ayuda a definir a los diferentes ecosistemas de nuestro planeta.

Un ecosistema es, por lo tanto, el conjunto completo de factores bióticos y abióticos que comparten un lugar determinado de la biosfera y que están íntimamente relacionados entre sí.

Factores bióticos

Los factores bióticos son los seres vivos que habitan en un ecosistema. Todos los seres vivos están formados por células y esta es una de las formas más fáciles de identificar a un ser biótico.

Esto quiere decir que sin importar su tamaño -si se trata de un organismo microscópico o de un organismo gigantesco- todos los seres vivos califican como factores bióticos.

Otras características importantes de los factores bióticos incluyen la respiración, el metabolismo, la reproducción, el movimiento y la capacidad de responder al medio que los rodea, así como también destaca el hecho de que están formados por moléculas orgánicas.

Las moléculas orgánicas son aquellas moléculas químicas que están compuestas principalmente por átomos de carbono (C), hidrógeno (H) y oxígeno (O), y en una menor medida nitrógeno (N), fósforo (P), azufre (S), magnesio (Mg) y otros elementos de la tabla periódica.

Entonces, entendemos que los factores bióticos son sumamente diversos pues incluyen a los animales, a las plantas, a los hongos y a las bacterias: ¡a todos los miembros de los distintos reinos de la vida!

Los perros, los caballos, las vacas, los elefantes, las cebras, los tiburones, las ballenas, los delfines, las cacatúas, los avestruces, los ratones y las jirafas son seres bióticos.

También lo son los insectos, las arañas, los caracoles y los cangrejos, las babosas de mar, los gusanos y los parásitos. Asimismo son bióticos los hongos, las flores y los árboles, las bacterias de nuestra boca y de nuestro estómago, entre muchos otros.

Factores abióticos

Los factores abióticos también son conocidos como “factores” o “elementos” abióticos y estos representan todo lo que no está vivo en un ecosistema. En otras palabras, son los elementos físicos y químicos que componen a un ecosistema.

Los principales factores abióticos que conocemos son el agua, el aire, la tierra o el suelo, la luz solar y los minerales. No obstante, otros elementos climáticos como la temperatura, las precipitaciones y el viento forman parte de este conjunto.

Como podemos notarlo, ninguno de esos seres o elementos tiene vida, lo que significa que son inertes, aunque esto no quiere decir que no sean importantes.

De hecho, como ya lo mencionamos, la vida de los seres bióticos depende de la presencia o no de los seres abióticos en el mismo ecosistema.

Los factores abióticos determinan la capacidad de los seres bióticos para habitar en un lugar determinado. Afectan su capacidad de sobrevivir (alimentarse e hidratarse) y de reproducirse. De hecho, estos factores son fundamentales para la determinación del tipo de seres bióticos que pueden existir en un ecosistema.

Por ejemplo, solo los organismos capaces de vivir largos períodos de tiempo sin agua pueden vivir en ecosistemas donde las precipitaciones anuales son muy escasas.

Mientras, solo aquellos seres bióticos que soportan grandes cantidades de humedad pueden vivir en aquellos lugares del planeta donde las precipitaciones son abundantes todo el año.

Interacciones entre factores bióticos y abióticos

Como ya comentamos, los factores bióticos y abióticos interactúan y son estas interacciones las que definen a los ecosistemas.

Las interacciones pueden ser entre factores bióticos (organismos de una comunidad, por ejemplo) y entre diferentes factores abióticos. Estas interacciones son fundamentales para que el ecosistema conserve un equilibrio y pueda mantenerse en el tiempo.

Un buen ejemplo de estas interacciones es el de las plantas, los factores abióticos y otros seres bióticos.

Las plantas son organismos necesarios para la supervivencia de prácticamente todos los animales terrestres, pues se trata de “productores primarios”, lo que las sitúa en la base de la cadena alimenticia.

Estos seres bióticos dependen del dióxido de carbono en el aire, del agua y de la radiación solar para vivir.

Su relación con estos factores puede definirse como una relación abiótica, y es gracias a esta relación que pueden realizar la fotosíntesis, que es el proceso por el cual convierten la energía lumínica de los rayos del sol en energía química que pueden utilizar para crecer y reproducirse.

La relación de las plantas con otros organismos describe una interacción biótica, pues estas no solo proveen el oxígeno que los animales terrestres respiramos, sino que sus tejidos sirven de alimento para que muchos organismos puedan crecer y reproducirse.

Las plantas también dependen de su relación con otros elementos bióticos del ecosistema como lo son los microorganismos descomponedores.

Cuando los descomponedores degradan los tejidos en descomposición de otros seres vivos que han muerto, estos ayudan a “devolver” los componentes químicos al suelo, haciéndolos disponibles para las raíces de las plantas, que los aprovechan para formar sus tejidos.

Interacciones abióticas a gran escala

Por otra parte, las estaciones (verano, otoño, invierno y primavera) y las condiciones climáticas son el resultado de la combinación o “interacción” de distintos factores abióticos en un lugar y tiempo determinado.

Estas interacciones afectan directamente a los ecosistemas, principalmente a los componentes bióticos (a los seres vivos). Muchos animales, por ejemplo, adaptan algunas características de sus cuerpos para resistir las bajas temperaturas del invierno o para sobrellevar las altas temperaturas del verano.

Referencias

  1. Gull, A., Lone, A. A., & Wani, N. U. I. (2019). Biotic and abiotic stresses in plants. Abiotic and biotic stress in plants, 1-19.
  2. Gurevitch, J., Scheiner, S. M., & Fox, G. A. (2002). The ecology of plants (No. Sirsi) i9780878932917). Sunderland: Sinauer Associates.
  3. Lavelle, P., & Spain, A. V. (2001). Soil ecology. Springer Science & Business Media.