Cultura general

Diaguitas: ubicación, cultura, costumbres, vestimentas, religión


¿Qué son los diaguitas?

Diaguitas fue la denominación creada por los incas para una serie de pueblos independientes que tenían un idioma común: el cacán. Posteriormente, el nombre fue también utilizado por los conquistadores españoles.

Los diaguitas, además del idioma común, también compartían una serie de rasgos físicos y culturales. Esta civilización se desarrolló entre los siglos VIII y XVI en un territorio que abarcaba el noroeste de Argentina y el Norte Chico de Chile. En estas áreas levantaron grandes poblados que, en algunos casos, alcanzaron los 3 000 habitantes.

Su actividad principal era la agricultura. En este campo desarrollaron técnicas muy elaboradas para obtener el máximo provecho posible de los cultivos, lo que permitió que pudieran comerciar con los excedentes. Igualmente, los diaguitas trabajaron los metales y alcanzaron un alto grado de perfección en la artesanía y en la elaboración de tejidos.

Actualmente existen descendientes de los diaguitas en Argentina, aunque el número es difícil de concretar dada la disparidad de las fuentes. En Chile, por su parte, también hay algún grupo que se declara relacionado con este pueblo. En todas las comunidades actuales se han conservado algunas tradiciones como el culto a la Pachamama.

Ubicación

El territorio habitado por los diaguitas en la actual Argentina comprendía las actuales provincias de Tucumán, Jujuy, La Rioja, Catamarca y Salta. Además, también se encontraban en el noroeste de Córdoba y en el norte de San Juan.

En Chile, por su parte, este pueblo habitó el llamado Norte Chico, en los valles de Atacama y Coquimbo.

Según los hallazgos arqueológicos, los diaguitas llegaron al Norte Chico chileno precedentes del noroeste de Argentina, sobre el siglo V y VI.

Los arqueólogos afirman que las relaciones entre los diaguitas de ambas zonas eran bastante fluidas. En los yacimientos argentinos se han encontrado restos de moluscos y mariscos procedentes de Chile, mientras que en los yacimientos chilenos han aparecido muestras de cerámica propias de los asentamientos de Argentina.

Forma de vida

Los cronistas españoles dejaron alguna descripción sobre el aspecto físico de los diaguitas. Estos tenían la piel tostada y el pelo negro y su altura oscilaba entre el metro sesenta y cinco y el metro setenta.

Organización social

La organización social de los diaguitas no era tan estratificada como la de los incas. Su sociedad estaba estructurada en torno a familias reunidas en clanes relacionados por un ancestro común.

Algunos historiadores afirman que la poligamia era muy habitual en este pueblo, sobre todo entre los líderes de los clanes. Se sabe, por ejemplo, que si un hombre fallecía, su hermano heredaba a las esposas. A pesar de esto, se cree que los núcleos familiares no eran muy amplios.

Igualmente, se han encontrado pruebas de la celebración de ceremonias de iniciación para los varones jóvenes que alcanzaban la pubertad. Esta solía consistir en ritos de circuncisión que se realizaban por el chamán del asentamiento.

Su cultura tenía un fuerte componente guerrero. Así, los jóvenes no podían contraer matrimonio hasta que terminaran su servicio militar. Tras esto, alcanzaban el estatus de guerrero.

Organización política

Los diferentes asentamientos diaguitas nunca se unieron para formar un Estado unitario. Algunos historiadores describen su organización política como una especie de federación de señoríos.

Cada aldea o asentamiento estaba gobernado por un cacique que ejercía un liderazgo muy fuerte. El cargo era hereditario, pasando de padres a hijos. Sin embargo, las decisiones más importantes eran tomadas de manera colectiva, en una asamblea de carácter ceremonial. Todos los habitantes en edad de tomar las armas podían participar en la reunión.

Este sistema de toma de decisiones comunitario se extendía también al ámbito militar. Ante cualquier amenaza, los diaguitas se organizaban colectivamente para defenderse. Según las crónicas, esto les sirvió para resistir durante largos años ante los españoles.

Viviendas

Algunas viviendas se fabricaban con materiales ligeros de origen vegetal. Entre ellas desatacaba la perteneciente al líder del asentamiento, denominada ramada o casa grande.

Los hogares más avanzados tenían forma rectangular y constaban de varias estancias comunicadas entre sí. Los diaguitas no incorporaban ventanas a las habitaciones y solo dejaban un espacio estrecho para cumplir la función de puerta.

Estas casas más desarrolladas solían tener muros de piedras y techos de paja o torta. Los mejores ejemplos de estas viviendas se encontraban en Quilmes, Tolombón o La Paya.

Tras la llegada de los incas, los diaguitas levantaron las llamados pucarás. Estas eran auténticas ciudades-fortaleza ubicadas en zonas difíciles de acceder para cualquier posible atacante.

Lengua

La lengua hablada por los diaguitas era el cacán, también conocida como kaká, chaka o caca. Algunos expertos también la denominan calchaquí.

Este idioma se caracterizaba por la pronunciación gutural de la mayoría de las palabras. Hoy en día se encuentra extinguido, pero en su momento existieron varios grupos dialectales.

Los registros históricos, como el realizado por Jerónimo de Vivar en 1558, parecen indicar que las diferencias entre estos dialectos eran, básicamente, de léxico.

Así, en los valles Calchaquíes, en Santa María y en Tucumán se hablaba el cacán del norte. Por su parte, en Catamarca, el norte de La Rioja y parte de Santiago de Estero, los diaguitas utilizaban el cacán del sur.

Por último, en el norte de la provincia de San Juan y en el oeste y sur de La Rioja se hablaba el Capayán.

Cultura y costumbres de los diaguitas

La cultura diaguita estaba englobada arqueológicamente con la llamada cultura santamariana, datada entre el 850 y el 1480.

Sin embargo, es notoria la influencia de los incas después de que este imperio conquistara los territorios habitados por los diaguitas. Esta influencia es fácilmente reconocible en los estilos de cerámica o en la religión.

Alfarería y cerámica

La alfarería fue una de las actividades en las que los diaguitas lograron mayor maestría. Cada familia se encargaba de elaborar sus propias vasijas y ollas, mientras que había maestros alfareros especializados en, por ejemplo, urnas funerarias.

Estas urnas, utilizadas en los enterramientos, mostraban ciertas variaciones regionales. Así, en la zona chilena, la influencia de otros pueblos del norte hizo que los alfareros les dieran formas zoomorfas o antropomorfas. Además de la alfarería, los diaguitas también eran grandes tejedores y cesteros.

La cerámica, por otra parte, estaba decorada con figuras humanas en relieve, pinturas de animales o grabados geométricos. Sus diseños se inspiraban, según algunos expertos, en visiones chamánicas. Muchos de ellos, además, estaban decorados con motivos felinos.

Arquitectura

Los diaguitas levantaron aldeas fortificadas en las que incluían reservorios para el agua y andenes para la agricultura. En ambos casos, las estructuras estaban reforzadas con piedra.

Por su parte, las viviendas solían ser chozas cuadradas construidas con arcilla, bambú, paja y madera.

En algunas zonas, como Quilmes, los habitantes cambiaron su estilo de construcción para adaptarse a las condiciones climáticas, más calurosas.

En este caso, las viviendas eran en parte subterráneas y estaban construidas con piedras. Los tejados se elaboraban con madera de cactus. El centro de la casa solía estar abierto al exterior y contaba con entradas a cámaras que funcionaban como almacenes.

Como se ha señalado anteriormente, los diaguitas también practicaron la arquitectura militar. Sus edificaciones diseñadas para la defensa eran llamadas pucaras y se encontraban fuertemente fortificadas. De igual forma, estaban preparadas para resistir asedios largos, ya que contaban con reservas de agua y alimentos.

Armas

Las armas más utilizadas por los diaguitas fueron los arcos y flechas, las mazas con cabeza de piedra, las lanzas y, en las llanuras, las bolas.

Por otra parte, se sabe que elaboraron objetos de cobre y bronce, aunque muy pocos han llegado a nuestros días. A pesar de los pocos restos encontrados, se sabe que su conocimiento sobre la metalurgia les permitió fabricas agujas o azadones para trabajar en el campo.

Trabajos textiles

Como se ha apuntado, los diaguitas fueron excelentes tejedores. Su habilidad les permitió elaborar piezas muy complejas, entre las que destacaban las túnicas, los ponchos o los aguayos.

Igualmente, también eran muy valoradas las mantas fabricadas con lana de llama o de vicuña. Para teñirlas utilizaban pigmentos extraídos del algarrobo, de las flores de los cactos o de otras resinas. Por último, sus sandalias, denominadas ushutas, fueron otra de sus aportaciones.

Destacan también las muñecas medicinales, las cuales se siguen realizando en la actualidad:

Nunca se cortaban el cabello

Una costumbre muy importante para los diaguitas era llevar el cabello largo. De hecho, para este pueblo era muy ofensivo cortar el pelo a alguna persona. Los conquistadores españoles utilizaron el corte de pelo como castigo.

El cabello solía recogerse en trenzas decoradas con piezas de cobre, plumas, agujas de madera, cuernos y plata.

Vestimenta

Los cronistas de la época han dejado una serie de descripciones que permiten conocer cómo vestían los antiguos diaguitas. A este conocimiento también han contribuido hallazgos arqueológicos que muestran imágenes, como la cerámica o los petroglifos.

Los diaguitas, como se ha señalado, eran muy hábiles a la hora de trabajar con los tejidos. Estos les permitió elaborar diferentes prendas, como túnicas, ponchos o aguayos. Después, los teñían con pigmentos vegetales.

Los hombres solían vestir una prenda de una pieza, sin bolsillos ni cuello. A esta se añadía un cinturón de cuero o tela antes de salir a cazar o asistir a cualquier reunión social.

Mujeres

Las mujeres, por su parte, vestían una prenda denominada túnica (tunika según algunas fuentes). El color de esta servía para diferenciar su estado civil, con las de colores reservadas para las niñas y las de un solo color para las casadas.

Las túnicas estaban elaboradas con lana de llama o pelo de vicuña y aún pueden verse en la población diaguita argentina.

Religión

Los miembros de este pueblo adoraban a los elementos y fenómenos naturales, comenzando por el Sol, los truenos y los rayos.

Estos dos últimos fenómenos estaban considerados como dioses de los Andes, montes conectados con la Madre Tierra.

Dos mundos

El estudio de las cerámicas duales diaguitas han llevado a los expertos a afirmar que este pueblo creía en la existencia de dos mundos. Los chamanes eran el nexo entre ambos.

Por otra parte, la influencia inca tras la invasión quedó reflejada en algunas divinidades y seres mitológicos. Entre ellos destacaron Llastay, Yacurmana, el Pujllay o Huayrapuca. Junto a los anteriores también destacaba el Chiqui, una deidad proveniente de territorio peruano que simbolizaba la mala suerte.

Otras dos divinidades impuestas por los incas y que alcanzaron una gran importancia entre los diaguitas fueron Inti y Pachamama, que aún hoy sigue siendo objeto de ceremonias.

Mitología

Para los diaguitas, la Pachamama se representaba (y aún se hace) como una mujer de escasa estatura, con pies grandes y con un sombrero alón. Para este pueblo se trata de la madre de los cerros y de los hombres y su templo es toda la naturaleza.

Según la leyenda, la Pachamama siempre va acompaña de un séquito compuesto por Pujllay (que preside el carnaval), Llajtay (dios de las aves) y la Ñusta ( una doncella inca).

En líneas generales, la Pachamama es la diosa femenina de la fertilidad y la tierra. Para sus seguidores, se identifica como una madre que alimenta, protege y sustenta a los seres humanos. Esto ha llevado a que sea considerada como la diosa de la agricultura comunal, práctica fundamental entre los pueblos andinos.

Espiritualidad y cementerios

Uno de los elementos que los diaguitas utilizaban para rendir culto a sus muertos eran los menhires. Los que se levantaron en el norte de Argentina estaban asociados a cultos estacionales de fertilidad.

Los miembros de este pueblo creían en que existía una vida después de la muerte y en la existencia del alma. Por ese motivo, prestaban una gran atención a los ritos funerarios. Una vez que los incas los conquistaron, introdujeron la tradición de levantar altares en las colinas de mayor altura en los valles.

A la hora de realizar los enterramientos, los diaguitas introducían los cuerpos dentro de urnas funerarias de cerámica construidas expresamente para cumplir esa función.

Los arqueólogos han encontrado muchos enterramientos en los que había restos de llamas o guanacos sacrificados, las pertenencias del difunto o utensilios de metal o hueso. En casos muy especiales, las esposas del fallecido también eran enterradas a su lado.

Los cuerpos se colocaban flexionados, acostados sobre un lateral y orientados de este a oeste. La cabeza siempre estaba orientada hacia el este, en dirección al lugar donde salía el Sol.

Ceremonias

Aparte de las ceremonias funerarias, los diaguitas también celebraban otros ritos importantes. Aunque en menor número que en otras culturas de la época, este pueblo realizaba sacrificios humanos, especialmente de niños, con el propósito de atraer la lluvia. Además, también celebraban ceremonias de fertilidad en los campos.

Economía de los diaguitas

Todos los expertos destacan que los diaguitas sacaron el máximo partido posible a los recursos naturales que encontraban en su entorno. Este pueblo respetó el equilibrio ecológico de la región a la hora de desarrollar sus actividades agrícolas.

De esta forma, se afirma que ningún sistema posterior consiguió sostener a una población tan grande sin afectar a los recursos naturales.

Los diaguitas no se limitaron solo a aprovechar los recursos relacionados con la agricultura. Las zonas de alta montaña que habitaron contenían oro, plata y obsidiana y sus artesanos aprovecharon esos metales para fabricar diversos objetos. Además, también obtenían sal de las minas.

Agricultura

La actividad económica más importante en la cultura diaguita era la agricultura. Los jefes de los clanes repartían los terrenos entre la población, además de encargarse de organizar la construcción y el cuidado de las terrazas en la que se cultivaba.

La tierra se trabajaba de manera comunal y parte de la cosecha era almacenada en depósitos comunes. Los productos más habituales era el maíz, base de su alimentación, el zapallo, la quinua, los ajíes y la patata.

Otra actividad importante era la recolección de frutos silvestres (algarrobo, copao o chañar). El algodón, fundamental para su industria textil, formaba también parte importante en su economía.

Para aumentar la fertilidad de sus tierras, los diaguitas idearon un sistema de canales de regadío que llevaba el agua necesaria a sus cultivos. En general, las partes altas de las terrazas eran utilizadas para plantar patatas y quinoa.

Ganadería

Aunque menos importante que la agricultura, los diaguitas también practicaban la ganadería. Esta era de tipo trashumante y se centraba en la cría de alpacas, tarucas y llamas. Lo normal era que los animales pastaran en las orillas del valle hasta que, cuando llegaba el verano, eran trasladados a la cordillera.

Los animales eran utilizados como fuente de alimento y para obtener lana. Igualmente, sus huesos eran usados para confeccionar herramientas.

En las zonas cercanas al mar, en Chile, los diaguitas incluyeron en su dieta a diversos animales marinos. Peces, mariscos y mamíferos marinos eran parte de la alimentación habitual. La pesca no se limitaba a las zonas costeras, ya que fabricaron balsas con cuero para poder navegar hasta mar adentro. Se ha constatado que llegaron a cazar ballenas.

Comercio

Los restos arqueológicos confirman que los diaguitas de la costa y los del interior comerciaban entre ellos. Los habitantes de cada zona intercambiaban los productos que eran escasos en la otra.

Alimentación

Como se ha señalado, la agricultura era la fuente principal de alimentos para los diaguitas. El producto más importante era el maíz, cereal base de su dieta. Otros cultivos fundamentales en su alimentación eran la patata, la quinua, los ajíes o el zapallo.

Para completar la dieta, los diaguitas recolectaban frutos silvestres como el copao o el algarrobo. La carne obtenida de la ganadería se solía secar al sol para obtener charqui, un tipo de carne con sal seca.

Por último, en Chile era habitual la presencia de pescado o mariscos en la dieta diaria. Gracias al comercio, se sabe que los diaguitas de Argentina también disfrutaban de estos productos marinos, aunque en menor medida.

Diaguitas en la actualidad

La situación de los diaguitas en la actualidad es diferente en cada una de las zonas que históricamente habitaron.

Así, la comunidad Huascoaltina de Chile ha iniciado una serie de actuaciones para revitalizar el reconocimiento de este pueblo, algo que ha aceptado el gobierno del país. Sin embargo, los académicos dudan acerca de si esa comunidad es realmente heredera de los antiguos diaguitas.

Por su parte, en Argentina sí existen más comunidades diaguitas. Su número, no obstante, no está demasiado claro, ya que los censos realizados ofrecen distintas cifras. Además, es frecuente que muchos niños no sean registrados.

Las comunidades diaguitas argentinas habitan en territorios montañosos, con accesos muy complicados. Esto, unido a problemas crónicos como la sequía, hace que la vida de los miembros de estos pueblos sea muy complicada.

Censos en Argentina

Como se ha señalado, los distintos estudios censales realizados en Argentina han arrojado resultados dispares.

La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI), realizada en 2010, reflejaba la existencia de 31 753 diaguitas, sumando los que se consideraban como tal y los que eran descendientes demostrados.

De esa cifra, casi 15 000 residían en Cajamarca, Salta Y Tucumán; 6 138 en Catamarca, La Rioja, Santa Fe, Córdoba y Santiago de Estero; 6 217 en la capital del país; y 4588 en el resto de Argentina.

Por su parte, el Censo Nacional de Población de 2010 mostraba cifras diferentes. Según esta encuesta, 67 410 personas se identificaban como diaguitas. En este caso, la mayoría residía en Buenos Aires (14 269).

Situación diaguita en la actualidad

Una buena parte de los diaguitas actuales de Argentina se dedican a cortar y vender madera. Son los denominados hacheros, un oficio muy duro que los miembros de este pueblo realizan desde que son niños.

Otro oficio bastante habitual es el pastoreo. La mayoría de las veces no se trata de ganado propio, sino que cuidan las vacas y cabras de grandes propietarios.

Los diaguitas, a pesar de haber habitado esas tierras durante siglos, no son reconocidos como sus dueños. La situación económica suele ser precaria y, en muchas zonas, tienen problemas incluso para acceder al agua potable.

Ceremonias actuales

Como ocurrió con el resto de los pueblos indígenas tras la conquista, los diaguitas fueron despojados de sus antiguas creencias y obligados a abrazar el catolicismo. Esta religión se ha convertido en la más seguida en las comunidades actuales, aunque sus miembros han conservado algunas de sus tradiciones basadas en la naturaleza.