Taxonomía linneana de los seres vivos
¿Qué es la taxonomía linneana?
La taxonomía linneana de los seres vivos es el sistema de clasificación utilizado para identificar y nombrar a las plantas, animales y otros organismos vivos. Fue desarrollado por el científico sueco Carlos Linneo en el siglo XVIII.
Se basa en la idea de que todos los organismos pertenecen a un grupo llamado especie, que a su vez pertenece a un grupo más amplio llamado género. Estos grupos se pueden agrupar aún más para formar familias, órdenes, clases, filos y reinos.
La taxonomía linneana es extremadamente útil para estudiar la diversidad de la vida en nuestro planeta. Sin ella, sería muy difícil comparar y contrastar las características de los seres vivos.
Pensamiento linneano
Para entender a Linneo, es necesario ubicarnos en el contexto histórico donde este naturalista desarrolló sus ideas. Su tendencia filosófica se basaba en que las especies eran entes inmutables en el tiempo, las cuales fueron creadas por cierta divinidad y han permanecido de la misma forma.
Este pensamiento estuvo acompañado de una visión bíblica, donde todas las especies que observaban Linneo y sus colegas, fueron el resultado de un único evento de creación divina, tal y como lo describe el libro del Génesis.
Sin embargo, existían otras fuentes que fomentaban esta línea de pensamiento. Para el momento, la evidencia del cambio evolutivo era ignorada. De hecho, las evidencias de la evolución que hoy tomamos como obvias eran malinterpretadas y hasta usadas para rebatir el cambio.
Contribuciones de Linneo
Linneo se dio a la tarea de clasificar e identificar de manera lógica a los diversos seres vivos del planeta.
División en reinos y rangos taxonómicos
Este naturalista dividió a las criaturas vivas en dos reinos principales: los animales y los vegetales –o Animalia y Plantae–.
Seguido a esta división inicial, propuso una jerarquía de clasificación formada por seis rangos o categorías: especie, género, orden, clase y reino. Nótese cómo cada categoría está anidada en el rango superior.
Como los trabajos de Linneo datan del siglo XVIII, la única manera de asignar a los seres vivos a las categorías propuestas era mediante la observación de la morfología.
En otras palabras, las relaciones taxonómicas se inferían observando la forma de las hojas, el color del pelaje, los órganos internos, entre otros.
Sistema binomial
Una de las contribuciones más notables de Linneo fue la implementación de un sistema binomial para nombrar a las especies. Este constaba de un nombre en latín con un género y un epíteto específico –análogo al “nombre” y al “apellido” de cada especie–.
Como los nombres son en latín, deben reportarse en letras cursivas o subrayadas, además que el género inicia con letra mayúscula y el epíteto específico con letra minúscula.
Sería incorrecto referirnos a nuestra especie Homo sapiens como homo sapiens (sin cursivas) u Homo Sapiens (ambas palabras con mayúscula).
Cambios a la taxonomía linneana
Con el paso del tiempo, la taxonomía linneana cambió, gracias a dos factores principales: el desarrollo de las ideas evolutivas del naturalista británico Charles Darwin y, más recientemente, al desarrollo de técnicas modernas.
Pensamiento evolutivo
El pensamiento evolutivo le otorgó un nuevo matiz a la clasificación linneana. Ahora, el sistema de clasificación podía ser interpretado en un contexto de relaciones evolutivas y no en un contexto meramente descriptivo.
Por otro lado, actualmente se manejan más de seis rangos taxonómicos. En ciertos casos, se añaden categorías intermedias como subespecie, tribu, subfamilia, subfilo, entre otros.
Técnicas modernas
A mediados del siglo XIX fue evidente que una clasificación dividida solamente en los reinos animal y vegetal era insuficiente para catalogar a todas las formas de vidas.
Un evento crucial fue el desarrollo del microscopio, que logró distinguir entre las células eucariotas y procariotas. Esta clasificación logró ampliar los reinos, hasta que Robert Whittaker en 1963 propuso los cinco reinos: Monera, Protistas, Fungi, Plantae y Animalia.
Las nuevas metodologías permitieron el estudio en profundidad de características fisiológicas, embriológicas y bioquímicas, que lograron confirmar –o en algunos casos rebatir– la ordenación propuesta por las características morfológicas.
Hoy en día los taxónomos modernos utilizan herramientas muy sofisticadas, como la secuenciación de ADN, para reconstruir las relaciones filogenéticas entre los organismos y proponer un sistema de clasificación adecuado.
Referencias
- Futuyma, D. J. (2005). Evolution. Sinauer.
- Hickman, C. P., Roberts, L. S., Larson, A., Ober, W. C., & Garrison, C. (2001). Integrated principles of zoology (Vol. 15). New York: McGraw-Hill.
- Ibanez, J. (2007). Environmental Chemistry: Fundamentals. Springer.