Anatomía y fisiología

Eje hipotálamo-hipófisis-ovario: concepto, estructura y funciones


¿Qué es el eje hipotálamo-hipófisis-ovario?

El eje hipotálamo-hipófisis-ovario es una de las varias organizaciones jerárquicas similares con las que cuenta el organismo para regular la actividad de algunas glándulas endocrinas, cuyos productos de secreción son hormonas indispensables para el buen desarrollo de ciertas funciones corporales.

Aunque otras organizaciones similares se describen también como ejes hipotálamo-hipófisis-glándula periférica (suprarrenales o tiroides), su similitud es tan solo en la organización, puesto que las células hipotalámicas, hipofisarias y glándulas periféricas, así como las sustancias químicas involucradas, son distintas.

Se trata de organizaciones jerárquicas porque tienen tres niveles: uno superior representado por un grupo de neuronas del sistema nervioso central a nivel hipotalámico, uno intermedio a nivel de la hipófisis y uno inferior o periférico en la glándula en cuestión, en donde se encontrarían los elementos endocrinos regulados.

La comunicación entre los distintos niveles es de tipo químico. Neuronas hipotalámicas sintetizan y liberan en el sistema porta hipotálamo-hipofisario sustancias que llegan a la hipófisis y promueven la liberación de hormonas que favorecen a su vez la liberación periférica de hormonas específicas.

Estructura

Componente “hipotálamo”

Es el nivel superior del eje y está representado por un conjunto de neuronas a nivel del núcleo infundibular del hipotálamo mediobasal y de la región preóptica del hipotálamo anterior. Esas neuronas sintetizan la hormona liberadora de gonadotropinas o GnRH, por sus siglas en inglés.

La hormona gonadotropinas es un decapéptido liberado por los axones “hipotalámicos” a nivel de la eminencia media. De allí difunde a la sangre y llega por el sistema porta hipotálamo-hipofisario hasta la adenohipófisis, en donde ejerce su efecto sobre las células productoras de gonadotropinas.

La secreción hipotalámica de gonadotropinas no es continua, sino que ocurre en forma de pulsos que duran entre 5 y 20 minutos y se repiten cada 1 o 2 horas. Su secreción aumenta, al aumentar la frecuencia de los pulsos. Su liberación continua carece de efectos sobre la liberación de gonadotropinas.

Componente “hipófisis”

Se trata de dos agrupaciones celulares especiales y diferenciadas de la adenohipófisis, las cuales producen, cada una, una hormona diferente. Ambas hormonas se denominan en conjunto “gonadotropinas hipofisarias” porque modifican la actividad gonadal.

Las hormonas gonadotropas incluyen a la hormona estimulante de los folículos o FSH y a la hormona luteinizante o LH. Ambas son pequeñas glicoproteínas con un peso molecular de alrededor de 30 kDa, y se liberan a la sangre en el sector hipofisario del sistema porta hipotálamo-hipófisis.

Las fluctuaciones cíclicas en la liberación hipofisaria de FSH y hormona luteinizante son responsables de los procesos que se dan durante la maduración folicular cíclica y las variaciones en las secreciones hormonales ováricas que producen los distintos cambios que ocurren durante el ciclo sexual femenino.

Componente “ovario”

Estos son el último componente del eje. Se trata de las dos gónadas del aparato reproductor femenino y se encuentran en la cavidad pélvica, a cada lado del útero y cerca de las trompas de Falopio, incluidos en los ligamentos peritoneales que unen el útero a la pared pélvica.

En ellos se encuentran incluidas las células cuya maduración progresiva puede llegar hasta el final y terminar produciendo un óvulo que, al ser liberado, penetrar a una trompa y ser fecundado por un espermatozoide, alcanzaría el estatus de cigoto para la producción de un nuevo ser.

Si la fecundación no ocurre, el óvulo liberado muere, los cambios producidos en preparación para el embarazo regresan y el ciclo de maduración se repite, dándole la oportunidad a otro óvulo, y así sucesivamente durante el período de vida fértil femenina que va desde la pubertad hasta la menopausia.

Funciones

La función principal del eje hipotálamo-hipófisis-ovario consiste en promover cíclicamente la maduración del óvulo femenino en el ovario, su liberación hacia las trompas en el momento de la ovulación y su capacitación para ser eventualmente fecundado.

Este proceso de maduración a nivel ovárico se acompaña también de la preparación del organismo femenino para el embarazo, lo cual implica una serie de modificaciones como las que ocurren a nivel del útero y lo adecuan para la implantación y nutrición del óvulo fecundado.

El eje funciona mediante cambios cíclicos en la actividad secretora hormonal en sus distintos niveles. Los cambios de actividad en un nivel superior repercuten en cambios de actividad en el nivel siguiente y los cambios en el nivel inferior se retroalimentan modificando la actividad de los superiores.

Aunque los cambios de actividad en el eje están coordinados y resultan de procesos secuenciales que forman parte de un solo ciclo que pudiera llamarse “ciclo sexual femenino”, se pueden diferenciar 2 ciclos controlados por la función del eje: un ciclo ovárico y uno menstrual o uterino.

El ciclo ovárico

Este incluye, como su nombre lo sugiere, todos los cambios que ocurren en el ovario durante el ciclo sexual femenino, y que de alguna manera son promovidos por los cambios en las secreciones de gonadotropinas hipofisarias (FSH y LH) en respuesta a la gonadotropina hipotalámica.

La menstruación es un proceso de sangramiento uterino que se describe dentro del ciclo menstrual, y que se toma como punto de partida tanto para este ciclo como para el ovárico.

En el primer día de menstruación se inicia pues el ciclo ovárico, que va a durar 28 días, se prolonga hasta la nueva menstruación y se divide en dos fases que abarcan 14 días cada una: una fase folicular y una fase luteal; separadas por el día 14, momento en el cual ocurre la ovulación.

Fase folicular

Al inicio de dicha fase empieza a producirse un pequeño incremento en la secreción de FSH, cuyos niveles se encontraban muy bajos durante el último día del ciclo anterior. Esta hormona promueve el inicio de la maduración de un grupo de folículos primordiales conteniendo cada uno un oocito u ovocélula.

Durante esta fase uno solo de los folículos en desarrollo se hace dominante y alcanza la madurez apropiada llegando a convertirse en un folículo de De Graaf que posee células granulosas (que producen estrógenos) y tecales (que producen progesterona), y dentro del cual se encuentra el óvulo que será liberado.

Cerca del día 12 del ciclo, la producción de estrógenos aumenta considerablemente y promueve la liberación de la hormona luteinizante y de FSH a nivel de la hipófisis. La intensa liberación (pico) de hormona luteinizante promueve entonces la ovulación y el fin de la fase folicular.

Fase luteal

Se inicia inmediatamente después de la ovulación y se llama así porque el resto del folículo que liberó el óvulo permanece en el ovario y adquiere una coloración amarillenta por la cual se le denomina cuerpo lúteo. Este continúa produciendo estrógenos y empieza a producir, además, grandes cantidades de progesterona.

Si en el plazo de 8 a 10 días no llega ninguna señal al cuerpo lúteo de que el óvulo liberado ha sido fecundado y se ha implantado exitosamente, esta estructura degenera rápidamente y deja de producir estrógenos y progesterona, y los efectos producidos por estas hormonas regresan.

Durante la fase luteal, los estrógenos y la progesterona producidos, junto con otra sustancia llamada inhibina y producida también por las células granulosas, mantienen inhibida la producción de FSH y la hormona luteinizante por parte de la hipófisis, probablemente haciendo insensible a la hipófisis a la acción de la gonadotropina.

Al suprimirse la producción de hormonas sexuales por la degeneración del cuerpo lúteo, la inhibición que ellas ejercían sobre la hipófisis desaparece, los niveles de FSH vuelven a subir un poco y se inicia un nuevo ciclo.

El ciclo menstrual o ciclo uterino

Su inicio lo marca, al igual que el del ovárico, el primer día de la menstruación. Su duración es idéntica (28 días) a la del ciclo ovárico, puesto que sus características dependen de las variaciones en las hormonas sexuales que ocurren durante este último.

Se reconocen tres fases distintas durante el ciclo menstrual: la menstruación, la fase proliferativa y la fase secretoria.

Menstruación

Esta es, en realidad, la fase final de un ciclo sexual, pero se toma como la fase inicial del ciclo siguiente porque coincide con el inicio del ciclo ovárico y porque es, obviamente, un signo fácilmente identificable. Su duración es en promedio de unos 4 o 5 días.

La menstruación es el resultado del proceso de sangrado y de “descamación” y eliminación de todo el tejido endometrial acumulado durante el ciclo ovárico anterior. Se produce por la atrofia e involución del cuerpo lúteo, que no produce más estrógenos y progesterona que sustenten ese crecimiento endometrial.

Fase proliferativa

Inicia inmediatamente después del fin de la menstruación, cuando ya se ha iniciado el ciclo ovárico y las células granulosas del folículo en desarrollo han iniciado una nueva producción de estrógenos que impulsan la proliferación de las estructuras de la mucosa endometrial.

Bajo el efecto de los estrógenos la mucosa uterina se va engrosando progresivamente y aumentando su vascularización, proceso que se prolonga hasta la época de la ovulación y dura por tanto entre 10 y 12 días.

Fase secretora

Comienza después de la ovulación, cuando ya se ha formado el cuerpo lúteo y sus células tecales han empezado a producir progesterona, hormona que añade su acción a la de los estrógenos, que se siguen produciendo, y que promueve la acumulación de material nutritivo glandular.

El resultado de las fases proliferativa y secretoria es la modificación de la mucosa uterina para que esta adquiera las condiciones apropiadas que le permitan servir de asiento a un óvulo fecundado que, al implantarse adecuadamente, crezca y se desarrolle como embrión.