Huelga de Río Blanco: causas, desarrollo, consecuencias
La huelga de Río Blanco fue una rebelión llevada a cabo por los trabajadores de la empresa textil de Río Blanco de Orizaba, en el estado mexicano de Veracruz. Este motín tuvo lugar el 7 de enero de 1907 y fue causado por las malas condiciones laborales que padecían los obreros bajo la presidencia de Porfirio Díaz.
Aunque los obreros no lograron mejorar sus condiciones, el levantamiento está considerado como un hito dentro de la lucha obrera en México. Además, fue uno de los antecedentes más claros de la Revolución mexicana que estallaría solo 3 años más tarde.
Durante el Porfiriato, término con el que se conocen las tres décadas de gobierno de Díaz, la industria textil se había convertido en una de las más importantes del país, con miles de obreros trabajando en ella. La mayoría de las fábricas estaban en manos extranjeras y los trabajadores cobraban sueldos de miseria por una gran cantidad de horas de trabajo.
La huelga terminó cuando los militares abrieron fuego contra los trabajadores. Se estima que durante la represión fueron asesinadas entre 400 y 800 personas. Sin embargo, esto no acabó con el movimiento obrero, sino que contribuyó al deterioro que ya sufría el régimen de Porfirio Díaz.
Índice del artículo
- 1 Causas de la huelga de Río Blanco
- 2 Desarrollo de la huelga
- 3 Consecuencias de la huelga
- 4 Personajes principales
- 5 Referencias
Desde finales del siglo XIX, México estaba viviendo una época de crecimiento económico. El país estaba industrializándose favorecido por el descubrimiento y explotación de los yacimientos de petróleo. Además, el presidente Porfirio Díaz promulgó una serie de leyes que favorecían la inversión extranjera.
Sin embargo, esta mejora de la economía no era notada por buena parte de la población y la clase obrera tenía que trabajar sin apenas derechos laborales y con unos sueldos de miseria. Por ese motivo, los trabajadores comenzaron poco a poco a organizarse.
Esta situación también se presentaba en la industria textil, una de las que más contribuyó al auge económico de México. La mayor textilera del país se encontraba en Río Blanco, en el estado de Veracruz.
El descontento de los trabajadores provocó que empezaran a surgir varias organizaciones que luchaban por sus derechos. Entre ellas destacaba el Gran Círculo de Obreros Libres, fundado el 1 de junio de 1906 como continuador de la labor de la Sociedad Mutualista de Ahorros.
El Círculo estaba vinculado al Partido Liberal y mantenía discretas relaciones con la Junta Revolucionaria, una organización opositora a Díaz afincada en Estados Unidos.
Esta formación obrera tenía entre sus demandas la implantación de la jornada de 8 horas y el aumento de los salarios para que permitieran vivir con dignidad.
El descontento creciente entre los obreros de la industria textil provocó que empezaran convocarse las primeras huelgas. Así, a principios de diciembre de 1906, los trabajadores de Puebla y Tlaxcala iniciaron la lucha para exigir mejoras en sus condiciones.
Los trabajadores de estas fábricas incluyeron entre sus reivindicaciones prácticamente los mismos puntos que el Círculo había reclamado. Como parte de su estrategia, pidieron a Porfirio Díaz que actuase como mediador con los patronos.
En el mismo mes de diciembre de 1906, los empresarios aprobaron un nuevo reglamento de trabajo que aumentó el descontento de los obreros.
Esta nueva normativa incrementaba las causas de multas a los obreros y generalizaba el horario de 14 horas diarias. Además, prohibía que los trabajadores recibieran visitas de amigos y parientes en sus casas y leer libros o periódicos que no hubieran pasado por la censura previa de la empresa.
Por otra parte, las nuevas reglas también obligaban a los obreros a “aceptar sin reserva los descuentos en sus salarios para fiestas cívicas o religiosas”.
La reacción de los dueños de las empresas a la convocatoria de las primeras huelgas fue muy drástica: decretar un paro patronal a partir del 24 de diciembre. Con esta medida, casi 47 000 obreros se quedaron sin trabajo.
La petición de los trabajadores a Porfirio Díaz para que ejerciera como mediador no tuvo respuesta. El presidente se posicionó sin reservas del lado de los empresarios. En un laudo, instó a los obreros a reincorporarse a sus puestos de trabajo el día 7 de enero y, además, acabó con la libertad de asociación y prensa.
La causa principal de la huelga que se convocó en Río Blanco fueron las precarias condiciones laborales de los trabajadores, comenzando por las 14 horas diarias de jornada laboral.
Durante esas horas, los trabajadores solo tenían unos minutos de descanso para alimentarse. Los sueldos, por su parte, eran muy bajos, tan solo de 35 centavos por día de trabajo. La empresa, además, descontaba del salario los arreglos de las máquinas cuando se estropeaban.
Una de las normas que más irritaba a los trabajadores era la que establecía la obligación de comprar solo en las tiendas relacionadas con la compañía.
Por último, en las fábricas era normal ver niños (incluso menores de 7 años) trabajando. Todo ello, sin derecho a protestar o a días festivos.
Sin empleo a causa del cierre patronal y con Díaz apoyando a los empresarios, los obreros decidieron pasar a la acción. De esta forma, el día 7 de enero de 1907, cuando se suponía que debían volver a sus puestos, se plantaron a las puertas de la fábrica y se negaron a entrar.
Los aproximadamente 2 000 trabajadores de Río Blanco impidieron también la entrada a los que querían acatar el laudo presidencial. Los patrones, ante esto, cerraron la fábrica. Los obreros, entonces, se dirigieron hacia la tienda de raya.
Estos establecimientos comerciales pertenecían a los dueños de las fábricas, que obligaban a los obreros a comprar en ella.
En una de esas tiendas, los trabajadores se enfrentaron por primera vez con las fuerzas del orden. Finalmente, la tienda fue saqueada e incendiada.
El siguiente destino de los trabajadores fue la comisaría. Una vez allí, liberaron a algunos de sus compañeros que habían sido detenidos por defender sus posiciones.
Tras incendiar varias posesiones de la empresa, la multitud comenzó a marchar hacia Nogales. Allí los esperaba el 13º batallón del ejército.
Las autoridades había ordenado acabar con la rebelión utilizando todos los medios necesarios y los soldados recibieron a los trabajadores con disparos indiscriminados. Después de unos días de revuelta, el número de muertos entre los obreros se contaban por cientos.
Algunos testigos afirmaron que vieron vagones cargados de cadáveres. Aunque no existe una cifra oficial de las bajas, se estima que pudieron ser de entre 400 y 800.
Algunos de los líderes principales de la huelga fueron fusilados en los siguientes días. Otros pudieron escapar a las montañas. El día 9 de enero, solo cinco mil quinientos de los siete mil operarios acudieron a trabajar.
Porfirio Díaz, para celebrar el final de la rebelión, organizó un lujoso banquete para agasajar a los propietarios de las fábricas, todos ellos extranjeros.
Además del gran número de muertos provocado por la represión y del fracaso de los trabajadores a la hora de conseguir sus exigencias, la huelga de Río Blanco tuvo importantes consecuencias para la historia de México.
La reacción del gobierno de Porfirio Díaz fue reforzar aún más las leyes que favorecían a los empresarios. Entre otros aspectos, eliminó el derecho a huelga.
Sin embargo, su gobierno sufrió una importante pérdida de prestigio y credibilidad. Además, sus medidas no consiguieron que los movimientos obreros desaparecieran, sino que estos fueron fortaleciéndose. A partir de la huelga de Río Blanco, se sucedieron varias rebeliones protagonizadas por trabajadores.
Los historiadores añaden, además, que esta huelga provocó que las ideas de mejoras sociales se extendieran por toda la sociedad mexicana. Pocos años después comenzó la Revolución mexicana, que en buena parte recogía las peticiones de los obreros.
Porfirio Díaz se había convertido en presidente de México en 1876 y se mantuvo en el cargo hasta 1910, cuando fue derrocado por la Revolución mexicana.
Su estancia en el poder, un periodo denominado Porfiriato, propició el crecimiento económico de México, así como su industrialización y modernización. Sin embargo, esta mejora se produjo a costa de enormes sectores de la población, especialmente de los obreros.
Díaz favoreció la entrada de capital extranjero, hasta el punto que la mayoría de las empresas importantes del país estaban en sus manos. Las leyes laborales también estaban pensadas para favorecer a los empresarios y los trabajadores, además de los bajos salario, no contaban con ningún derecho laboral.
El general Rosalino Martínez era el subsecretario de Guerra cuando se desarrolló la huelga de Río Blanco.
Bajo su mando, 2 mil soldados llegaron a la zona para acabar con la rebelión. El militar no dudó en ordenar disparar indiscriminadamente a la multitud que protestaba.
Moreno y Juárez eran, respectivamente, el presidente y vicepresidente del Círculo de Obreros Libres de Santa Rosa. Ambos fueron fundamentales para que la huelga se convocara frente a un sector que prefería volver a trabajar el día 7 de enero.
Después de que la huelga fuera sangrientamente reprimida, los dos líderes obreros fueron fusilados en frente de sus familias como aviso hacia quienes pretendieran continuar con la lucha obrera.
Durante los acontecimientos del 7 de enero, hubo una mujer que destacó entre la multitud de manifestantes. Se trataba de Margarita Martínez, que con una bandera entre las manos se puso al frente de un grupo de mujeres cuando los manifestantes se dirigían a la tienda de raya. Después, continuó animando a los obreros mientras se enfrentaban a los soldados.
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