Martín Lutero: biografía, Reforma, teorías, muerte
Martín Lutero (1483 – 1546) fue un fraile agustino, teólogo, profesor y el precursor de la división protestante de la religión cristiana en el siglo XVI. Los pensamientos de Lutero fueron los impulsores de la Reforma, cuyas repercusiones llegaron a ser mucho más profundas que un asunto de fe.
Para el momento en el que las ideas de Lutero florecieron, ya existía un creciente descontento general en cuanto a los líderes de la Iglesia católica. Ese malestar social y económico caló rápidamente en los corazones de los alemanes, quienes se sentían utilizados como una fuente de recursos al tiempo que se les brindaba poca importancia como pueblo.
Uno de los principales motivos que llevó a Martín Lutero a alzar la voz contra la Iglesia fue la venta de indulgencias, una práctica que a su parecer estaba siendo desvirtuada con fines de provecho económico para las altas esferas del poder.
También fue resaltante la inconformidad que generaban en los fieles algunas de las actitudes autoritarias que encontraban espacio en Roma, donde el papa se desempeñaba como un rey y no como el líder de los cristianos.
Índice del artículo
- 1 Datos importantes
- 2 La Reforma
- 3 Biografía de Martín Lutero
- 3.1 Primeros años
- 3.2 Educación
- 3.3 Universidad
- 3.4 El camino de la fe
- 3.5 Constante miedo a la condena
- 3.6 Profesor
- 3.7 Viaje a Roma
- 3.8 Ascenso interno
- 3.9 Inquietudes
- 3.10 Teorías
- 3.11 Las indulgencias
- 3.12 Proceso del perdón
- 3.13 Asunto de fe
- 3.14 Poder romano
- 3.15 Diferencias sociales
- 3.16 Verdaderos valores
- 3.17 Las tesis de Wittenberg
- 3.18 Planteamientos
- 3.19 Difusión
- 3.20 Problemas con la Iglesia
- 3.21 Polémica in crescendo
- 3.22 Excomunión
- 3.23 Dieta de Worms
- 3.24 Consecuencias
- 3.25 Radicalización
- 3.26 Alianza con los príncipes
- 3.27 Matrimonio
- 3.28 Confesión de Augsburgo
- 3.29 Muerte
- 4 Principales teorías de Martín Lutero
- 5 Referencias
Datos importantes
Las 95 tesis de Wittenberg fueron publicadas en 1517 y los cambios que generaron no pudieron ser previstos por nadie. A Lutero le llevaron a ser excomulgado, pero también a conseguir el respaldo de los príncipes alemanes que deseaban incomodar al emperador.
Las consecuencias de esas ideas entonces eran inimaginables, comenzaron a darse riñas constantes por motivos religiosos en naciones como Inglaterra, Alemania, Holanda o Francia. Esto tuvo incidencia directa en la forma en la que se colonizó el norte de América.
En esa época la corriente humanista estaba ganando terreno en el campo intelectual, por eso se volvió sumamente popular la idea de que se debía regresar a las raíces del cristianismo redescubriendo las Escrituras.
Eso dio un espaldarazo a teorías como la del sacerdocio universal, es decir, que todos podían leer e interpretar la palabra de Dios si este les proporcionaba la inspiración necesaria.
Dadas esas circunstancias pareció inútil a muchos mantener una institución de la magnitud de la Iglesia.
Lutero era originario de Eisleben y fue miembro de una familia humilde. En su juventud se unió a la iglesia, movido por sus inquietudes espirituales.
Se cuestionaba si podría salvar su alma del infierno y otras consecuencias que le acarrearía la muerte. Los estudios que realizó le hicieron pensar que toda la humanidad permanecerá siempre ligada al pecado.
Para Lutero esa relación entre hombre y pecado conllevaba que una buena obra no se resta con una mala. Lo que implica que realizar buenas acciones no hace que alguien se acerque a la salvación de su alma.
El perdón está reservado a la discreción de Dios y solo lo concede a aquellos que lo acepten y que sientan por él una devoción y fe auténticas.
La Reforma
En un principio, Martín Lutero no quería ni buscaba crear una revolución tan radical, pero con cada nuevo planteamiento su cuerpo de creencias se alejaba más de la tradición católica, lo que las volvía irreconciliables.
Otros elementos también dieron impulso al crecimiento del luteranismo, como la creación de la imprenta, que impulsó el Renacimiento y con este el humanismo, o el surgimiento de la burguesía que había cambiado las raíces más profundas de la sociedad feudal.
El dominio extensivo de las lenguas locales pasó a tener un rol definitorio en lo que un pueblo consumía en el ámbito intelectual y así se expandieron las ideas reformistas.
Muchos movimientos revolucionarios se abrieron paso a la sombra de las ideas de Lutero, algunos más extremos que otros. No solo surgió una amplia gama de religiones protestantes simpáticas con las ideas de Lutero, sino también otros diferentes como el anglicanismo o el calvinismo.
Biografía de Martín Lutero
Primeros años
Martín Lutero (Luder) nació el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben, Alemania. Fue hijo de Hans Luder trabajador del negocio minero y de Margarethe Luder, de quien se dice que fue una mujer trabajadora y de buenos principios.
El pequeño Martín era el hijo mayor del matrimonio y recibió su nombre puesto que durante el día de su bautismo se realizaba la celebración del santo llamado Martin de Tours, un día tras la llegada del pequeño.
Un año después del nacimiento del primogénito, la familia se trasladó a Mansfeld, donde su padre varios años más tarde fue electo concejal (1492). Lutero tuvo varios hermanos pero solo se conoce con certeza el nombre de uno a quien era muy allegado: Jacobo.
Se ha planteado que Martín Lutero quedó marcado por su infancia, la cual se desarrolló en un ambiente poco favorable que le hizo intentar convertir a Dios en su refugio y un camino para hallar la salvación de su alma.
Hans tenía las esperanzas de que su hijo lograra convertirse en un profesional y accediera a un puesto como trabajador del gobierno. En la sociedad alemana contemporánea eso hubiese sido considerado un gran logro y honor para toda la familia.
La educación era algo de suma importancia si quería perseguir una carrera pública, por eso el padre de Martín intentó procurarle la mejor que pudo a su hijo.
Educación
Sus primeros estudios los recibió en la Escuela de Latín en Mansfeld, en 1488. En esa ocasión adquirió los fundamentos de ese idioma, lo que más tarde le resultó indispensable para el desarrollo de su formación intelectual.
Así mismo, se le ilustró en los dogmas básicos de la religión católica.
En 1497 Lutero ingresó en la escuela de los Hermanos de la Vida Común, en Magdeburgo. Parece que su breve estancia, que duró solo un año, se debió a la escasez de recursos económicos por parte de su familia durante este tiempo.
Estos monjes, junto a los cuales Lutero tuvo sus primeros acercamientos a la vida del claustro, enfocaban su sistema en practicar la piedad extrema.
Universidad
Para 1501 Lutero decidió hacer una carrera en la Universidad de Erfurt, en la que recibió un Doctorado en Filosofía cuatro años más tarde. Aunque esa era una de las mejores casas de estudio alemanas no dejó una buena impresión en Lutero, que años más tarde la calificó como un prostíbulo y taberna.
Se ha considerado que al momento del ingreso de Lutero a sus estudios superiores el estatus social de su familia había mejorado, puesto que apareció en los registros como que no era candidato para recibir ayudas.
Unos de los pensamientos que más retumbó en la cabeza de Lutero fue la escolástica de la mano de Ockham.
El camino de la fe
Aunque su padre había deseado que Martín se convirtiera en abogado y el muchacho puso todo su empeño en lograrlo, fue en vano, porque sus inquietudes espirituales prevalecieron y Lutero decidió unirse al Convento de los Agustinos Observantes en Erfurt.
Se divulgó la teoría de que su ingreso en la vida del convento se dio tras una promesa que hizo como consecuencia al terror que vivió durante una tormenta. Aunque esto parece haber sido, de cualquier modo, una excusa.
Esta decisión encontró como revés el hecho de que su padre ya había ambicionado otro futuro para él, que era el mayor de los hijos y para quien todos deseaban una vida de comodidades y no de privaciones o encierro, como solían ser las de esos monjes.
Además, la orden que Lutero escogió era una de las más estrictas. Sus miembros debían subsistir gracias a la caridad, dedicaban su tiempo a constantes plegarias tanto de día como de noche y realizaban ayunos frecuentes.
Algunos llegaron a catalogar ese modo de vida como espartano, por lo austero y rígido de sus formas. En la celda o el cuarto de Lutero, así como de los otros monjes, no había cama u otros muebles más que una mesa y una silla.
Constante miedo a la condena
Un año después de ingresar al convento, Lutero concluyó su etapa de novicio y fue ordenado como sacerdote. El temor por el destino conducía al muchacho a someterse a martirios innecesarios.
Le resultaba familiar la imagen de Dios como un ente de castigos e intransigencias, como se describe en los textos más antiguos de la Biblia, lo que acrecentaba sus inseguridades y la sensación de indignidad.
Su superior Johann von Staupitz le recomendaba que buscara una nueva aproximación a Dios usando al mensaje de Cristo, puesto que este habló sobre el perdón y el amor en el Nuevo Testamento, lo que mostró una nueva faceta divina.
Profesor
También para despejar la mente del joven monje, Staupitz le encargó un curso sobre Ética Aristotélica en la recién creada Universidad de Wittenberg en 1508. De igual modo, el superior instó a Lutero a que continuara con su formación académica.
Así lo hizo y en 1508 terminó sus clases para optar al título de bachiller en Estudios Bíblicos y al año siguiente otro en Sententiarum, acerca de los pasajes bíblicos basado en el trabajo de Pedro Lombardo.
Como había vuelto a Erfurt en 1509, Wittenberg se negó a entregarle los grados que había culminado en sus aulas. Sin embargo, Lutero no calló y solicitó mediante un oficio de reclamo y, finalmente, Erfurt se los concedió.
Viaje a Roma
Tras su regreso a Erfurt, el joven monje fue enviado en 1510 a la capital de la fe católica: Roma. Allí hubo de asistir a la Orden de los Agustinos en asuntos internos como delegado de su ciudad.
Algunas fuentes afirmaron que fue durante esta travesía que Lutero se dio cuenta de los desmanes de la Iglesia romana. Sin embargo, esas historias carecen de un fundamento firme, puesto que él no tuvo contacto con las altas esferas del poder durante esa estancia en Roma.
En el recorrido que realizó únicamente tuvo contacto con miembros de su misma orden en varias ciudades. La jornada fue realizada como peregrino de forma piadosa y austera, como era costumbre para los monjes agustinos observantes.
Se sabe que su vida como monje fue sumamente estricta, incluso se piensa que más de lo normal en la época.
Vivía martirizándose para expiar sus culpas y aun así creía que el pecado lo conduciría irremediablemente al infierno sin importar los sacrificios realizados para evitar ese desenlace.
Ascenso interno
Tras su regreso a Erfurt de la aventura romana, Lutero fue asignado nuevamente a Wittenberg. Allí prosiguió con sus estudios doctorales en Teología en 1512. Entonces se le ascendió a superior de la orden en esa ciudad, con lo que sustituyó a Staupitz.
En esa oportunidad Martín Lutero también asumió varias cátedras, entre ellas una sobre Epístolas de San Pablo, otra sobre Salmos y otra acerca de temas teológicos.
Posteriormente Lutero describió sus años como monje como un tiempo marcado por una inquietud espiritual profunda, aunque eso no está expresado en los textos que realizó durante esos años, por lo que se duda acerca de la intensidad de su conflicto espiritual real.
Se sabe que se familiarizó en sus años de intensa actividad intelectual con el contenido de las Escrituras. En este momento lo corriente era aprender acerca de la Biblia utilizando la interpretación transmitida por la Iglesia, pero Lutero se dedicó a redescubrirla por sí mismo.
El humanismo dejó huella en su pensamiento y Erasmo de Rotterdam lo inspiró a anhelar una reforma que llevara nuevamente a un culto espiritual.
En 1515 fue nombrado vicario de Sajonia y Turingia, tras ese ascenso debía supervisar 11 monasterios dentro de la zona que le fue asignada.
Inquietudes
En sus primeros años, Martín Lutero se sentía profundamente turbado por la idea de que no era digno de la salvación.
Sus lecturas acerca de San Pablo lo llevaron a creer que el pecado no solo se encontraba como clásicamente era afirmado: en palabras, obras, pensamientos y omisiones, sino que además era inherente a la naturaleza del hombre.
Lo peor de todo es que había llegado a la conclusión de que no importaba cuántos actos bondadosos realizara una persona, porque no se pueden librar del pecado, es decir, no existe ninguna alternativa a la condena.
Teorías
Entre toda su angustia, Lutero encontró un pensamiento que le proporcionó calma a su espíritu: Dios no juzga al hombre por sus actos, sino por su fe. De ese modo su fervor en la creencia es lo único que realmente puede salvar el alma.
Según Lutero Dios no realiza distinción entre actos buenos y actos malos porque todo es malo. En lo que se puede diferenciar a un hombre de otro es en la sinceridad de su fe en el poder divino de la salvación y es eso lo que marca el destino de cada uno.
En consecuencia, los sacramentos pierden su sentido, porque no conducen a la salvación del alma, así como tampoco conllevan el perdón de las penas para los pecadores, puesto que esta solo se concede a través de Dios.
De ese modo, para Lutero la confesión puede ser realizada en una conversación interna con Dios, sin acudir ante un sacerdote.
Las indulgencias
Desde 1506 se comenzaron a recolectar fondos para la construcción de la Basílica de San Pedro. Uno de los métodos mayormente empleados con dicho fin fue el de la venta de indulgencias, que garantizaba un ingreso de limosnas a la Iglesia.
Nuevamente en 1511 el papa León X decidió otorgar indulgencias para conseguir dinero, en esa oportunidad los Dominicos estuvieron a cargo de la promoción de los perdones religiosos entregados por la Iglesia.
El arzobispo de Maguncia Alberto de Brandeburgo había quedado con una gran deuda tras pagar por su elección, pero con el porcentaje que recibiría por las ventas de las indulgencias podría subsanar sus compromisos económicos.
Proceso del perdón
En el dogma católico se indica que los pecadores tienen una culpa, que solo puede perdonar Dios después de que el individuo se confiese y lo haga con arrepentimiento real. También deben, tras aceptar su culpa, cumplir con una pena en la tierra o en el purgatorio.
Posteriormente a la confesión, el individuo queda “en gracia”. En ese momento las buenas acciones que realice disminuyen su pena.
Según esta teoría, los santos pueden intercambiar sus méritos espirituales con vivos o muertos, entonces ese crédito espiritual es administrado por la Iglesia como un tesoro.
A través de las indulgencias ese tesoro puede ser distribuido entre los fieles a cambio de un valor específico. En este caso su valor era económico y su utilidad era construir la Basílica de San Pedro en Roma.
Asunto de fe
Aunque la venta de indulgencias se había realizado en diferentes ocasiones y con propósitos diversos, el problema que hizo que Martín Lutero decidiera alzar la voz fue la poca claridad con la que se abordó el tema para obtener mayores ganancias económicas.
Nadie parecía estar interesado en aclarar el proceso indicado por el derecho canónigo para que una indulgencia pudiese tener efecto. El principal factor que se hacía a un lado era que el receptor debía estar “en gracia”, es decir, haber confesado sus culpas.
De ese modo que la salvación se había convertido en una compra venta de méritos espirituales sin necesidad de otros requisitos.
Johann Tetzel era el encargado de difundir el mensaje de las indulgencias y frases como que “cuando el dinero sonaba un alma subía al cielo” se le adjudicaron a este personaje para denotar la descomposición moral que se desarrolló en torno al negocio del perdón.
Poder romano
El dominio del papado estaba en una franca debacle, que se incrementaba a medida que aumentaba el control de los monarcas locales en cada uno de los países europeos. Todo eso se unió para amenazar la autoridad del pontífice y de la Iglesia.
Para contrarrestar eso, la religión católica afianzó su control sobre la sociedad al procurar instaurar instituciones firmes como la Curia. Así mismo, procuraban intervenir a menudo en asuntos que eran más mundanos que espirituales.
Italia no contaba con un rey como el de Francia o España y ese rol era desempeñado por el papa, que desde Roma controlaba todas las ciudades vecinas. Además, se convirtió en costumbre escoger para el puesto de sumo pontífice a un italiano.
En estos años, líder del Sacro Imperio ostentaba un cargo más nominal que real, ya que la autoridad firme estaba en mano de los príncipes electores. El territorio prosperaba económicamente, mientras Italia estaba cada día más ahogada en deudas.
Eso llevó a la Curia a aumentar los impuestos religiosos a los alemanes, quienes notaron que su florecimiento como nación se veía amenazado por la ambición de los italianos, secundados por el líder del Sacro Imperio Romano Germánico.
Diferencias sociales
En tiempos de Lutero lo común era que las grandes figuras religiosas en Europa fuesen equivalentes a señores feudales. Los miembros del alto clero provenían de familias nobles y accedían a sus puestos gracias a la compra de títulos.
Acumulaban diferentes posiciones, pero en realidad no cumplían con sus obligaciones espirituales, sino que gozaban de las rentas parroquiales que les correspondían y no cuidaban de sus congregaciones.
En contraste, los sacerdotes de bajo grado generalmente eran muy ignorantes y no se dedicaban a cumplir sus deberes morales.
Incluso en las órdenes de monjes mendicantes se practicaba una fuerte corrupción de los valores religiosos y las obligaciones de los miembros.
Todo eso se unió para provocar que el pueblo no se sintiera en la necesidad de seguir a sus autoridades religiosas, que no eran consideradas como referente espiritual o moral, sino como parásitos económicos de las rentas nacionales.
La corrupción moral de la Iglesia católica se había vuelto pública y notoria, eso condujo a muchos fieles a preferir seguir con fervor a las autoridades militares y civiles, en quienes encontraban una protección real y un ejemplo más sincero.
Verdaderos valores
Incluso en las mismas filas del catolicismo romano algunos pretendían retomar los valores espirituales que consideraban correctos. Estos intentos encontraron lugar en muchos conventos europeos.
Ordenes como la de los franciscanos, cartujos, dominicos, benedictinos, clarisas y los agustinos, de la cual era miembro Martín Lutero, se volvieron a la observancia de los principios religiosos y se separaron de aquellos que no daban importancia a lo moral.
También nacieron otros grupos que buscaban una perfección superior como los olivetanos, los jesuitas, los jerónimos, los Hermanos Mínimos o los Hermanos de la Vida Común, cuyo líder fue Gerardo Groot promovía la contemplación y la prédica de la palabra de Dios.
Las tesis de Wittenberg
En medio del convulso ambiente de la época ocurrió uno de los sucesos que cambió el curso de la historia:
Una serie de textos apareció el 31 de octubre de 1517 bajo la firma de Martín Lutero. Estos pasaron a ser conocidos como las 95 Tesis de Wittenberg.
La anécdota original afirma que Lutero clavó las tesis en la fachada o en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos. No obstante, esta propuesta ha sido debatida por quienes piensan que se publicó en forma de texto impreso.
Lo cierto es que el monje agustino alzó su voz contra las malas prácticas que ocurrían amparadas por la Iglesia empleando a Dios como excusa.
Luego ese se convirtió en uno de los sucesos de mayor impacto durante el siglo XVI.
Planteamientos
Algunas de las ideas centrales de Lutero fueron que los méritos espirituales de Cristo, así como de los otros santos, no pueden ser objeto de intercambio. Su fundamento para afirmar tal cosa era que ya eso se encuentra distribuido en todas las personas sin que ningún intermediario tenga que intervenir.
También consideró que el único tesoro de la Iglesia era el Evangelio. Afirmó que las únicas penas que podían ser perdonadas por el papa eran las que él mismo imponía, no las que le correspondían a Dios.
Si la pena era instituida en el más allá no era indispensable confesarse ante un sacerdote, de acuerdo con las ideas luteranas.
Así mismo, aseguró que nunca podría haber certeza de la salvación puesto que el mal está dentro de cada uno de los hombres y en consecuencia las indulgencias solo podían engañar a los fieles al proveerles de una seguridad falsa.
Difusión
Las 95 tesis fueron impresas y se llevaron a todos los rincones de Alemania rápidamente. Las ideas contenidas en ellas encontraron eco en el pensamiento de los alemanes, quienes estaban descontentos con el proceder de la Iglesia.
En los primeros tiempos se reprodujeron en latín, el idioma original en que Lutero las escribió, pero en 1518 fueron traducidas al alemán común y eso les dio un gran impulso, puesto que tuvieron un alcance mucho mayor.
Se cree que en alrededor de 2 meses las tesis de Lutero tocaron todos los rincones de Europa y ellas llevaron las ideas de una revolución espiritual de magnitudes colosales.
Alberto de Brandeburgo, el arzobispo de Maguncia, ordenó que las teorías contenidas en el texto de Martín Lutero fuesen enviadas a Roma y que se analizaran para buscar en las mismas algún rastro de herejía. El encargado de la investigación fue el cardenal Cayetano.
En esa época se inició un proceso contra Lutero, a pesar de que al principio el papa León X no le prestó mucha atención al asunto del monje alemán al que consideró como una pataleta sin importancia.
Problemas con la Iglesia
En 1518 Staupitz se reunió con los agustinos y Lutero fue uno de los participantes de dicha junta. Allí hubo de explicar ante sus hermanos las ideas que había estado difundiendo.
En esa oportunidad se refirió a lo que él consideraba como la falacia del libre albedrío porque todos los actos humanos están signados por el pecado. A partir de ese momento comenzó la larga batalla en la que Lutero tuvo que defender su punto de vista.
También en ese año recibió una citación a la Santa Sede, pero decidió no acudir a ese llamado. Sin embargo, sí se reunió con el cardenal Cayetano en Augsburgo.
Para entonces había conseguido que las Universidades alemanas le sirvieran como árbitros y que lo apoyara el príncipe elector Federico de Sajonia.
En enero de 1519 se reunió con el nuncio Karl von Miltitz en Altenburgo, Sajonia. Allí hizo algunas concesiones, pero fundamentalmente Marín Lutero acordó que no diría nada más si no le decían nada a él.
Sin embargo, eso fue imposible de cumplir porque en julio del mismo año entró en un debate que mantenía Johann Eck con el discípulo luterano Andreas Karlstadt.
Lutero fue invitado a responder, lo hizo y de allí trascendió la idea de que el papa no poseía el monopolio de la interpretación de las Escrituras. Entonces, el alemán afirmó que ni el sumo pontífice ni la Curia eran infalibles y desató un enfrentamiento directo con Roma.
Polémica in crescendo
Los últimos textos de Lutero habían creado una brecha mucho más honda. Lutero no deseaba que los acontecimientos tomaran ese rumbo, pero no quería dejar a un lado sus ideas.
Podían extraerse dos afirmaciones incendiarias de sus textos: el papa no es la autoridad máxima de la Iglesia. Luego, su control político y militar de los Estados Pontificios tampoco es legítimo, puesto que solo tiene jurisdicción en materias religiosas.
Todo eso devino finalmente en la teoría del sacerdocio universal: ¿Para qué respetar jerarquías dentro de la Iglesia? Fieles y sacerdotes son iguales si uno u otro se encuentra inspirado por el Espíritu Santo.
Esta polémica comenzó a dividir la opinión pública en toda Europa, todos querían pertenecer a un bando y se acercaron al calor del debate tanto artistas e intelectuales como políticos y gobernantes.
En Bohemia los husitas tomaron a Lutero como bandera de su movimiento, en Alemania caballeros nacionalistas y antirromanos como Hutten y Sickingen hicieron lo propio.
Movimientos económicos y políticos habían encontrado su justificación en las ideas de Martín Lutero, aunque él las concibió sin tener en cuenta esos factores que pasaron a jugar un papel estelar en el panorama de la época.
Excomunión
En 1520 León X se vio en la obligación de responder contundentemente al revuelo que se había creado alrededor de las ideas de Martín Lutero.
En consecuencia, publicó la bula o decreto papal que tuvo por nombre Exurge Domine, en la que el alemán quedaba excomulgado.
Además, se declaró que 41 de las 95 tesis de Lutero eran consideradas heréticas de acuerdo con el dogma católico. Se le concedió al monje agustino un período de 60 días para retractarse antes de que su sentencia de expulsión de la fe se hiciera efectiva.
La respuesta de Martín Lutero sorprendió a más de uno y animó a otros tantos: quemó la bula en Wittenberg y de ese modo su conflicto con la Iglesia tomó un nuevo nivel y pasó a ser un problema de primera categoría.
Los más radicales que le rodeaban utilizaron el momento para avanzar con sus propias agendas. Comenzaron a usar a su favor el fervor que despertaban las ideas de Lutero en el pueblo.
Durante ese tipo escribió algunas de sus obras más trascendentales como lo fueron su Manifiesto a la nobleza cristiana, El papado de Roma, Cautividad babilónica de la Iglesia, De la libertad del cristiano o Sobre los votos monásticos.
Allí se vislumbró el rumbo que estaba tomando el movimiento que había comenzado sin más pretensiones que la de recapacitar sobre el rumbo de la Iglesia.
Dieta de Worms
Martín Lutero no se retractó de sus tesis, el papa León X en consecuencia decidió solicitar que él mismo fuese arrestado. Los príncipes alemanes, que eran favorables al monje, no permitirían tales acciones contra el precursor de un movimiento que tantos beneficios les reportaba.
Carlos V, gobernante de gran parte de Europa y América, también había ceñido en su frente la corona del Sacro Imperio Romano Germánico. Debido a lo reciente de su toma del poder, el emperador ansiaba estabilidad en sus dominios alemanes.
El emperador citó a Lutero a la Dieta de Worms y le proporcionó un salvoconducto para que pudiese acudir en calma con la certeza de que nos sería aprehendido. Ese fue el modo que tuvo Carlos de contentar tanto a los príncipes como a la Iglesia.
En 1521 se reunieron y Lutero se negó a retractarse de los textos que había estado publicando, puesto que eso hubiese significado obrar en contra de su conciencia y no podría permitirse tal cosa.
Después de eso, Federico de Sajonia lo llevó a salvo al castillo de Wartburg. Para protegerse Lutero comenzó a usar el nombre falso de “caballero Jorge” y estuvo en esa fortaleza un año entero.
Consecuencias
Carlos V decidió emitir un decreto en el que Martín Lutero quedaba desterrado del Imperio. También solicitó su captura, instituyó una pena para el que lo ayudara de cualquier forma y garantizó que si alguien lo asesinaba no incurriría en ningún crimen.
Durante el tiempo en que Lutero estuvo escondido en Wartburg se dedicó a traducir la Biblia al alemán común, lo que facilitó la difusión de los grupos que leían y analizaban las Escrituras en toda la región.
En ese tiempo los que decían actuar bajo los ideales luteranos se radicalizaron, mientras que él llamaba constantemente a la calma entre sus seguidores. No consentía que los buenos cristianos hicieran gala de comportamientos reprochables en nombre de Dios.
Sin embargo, los textos que seguía produciendo alimentaban la agitación entre el pueblo. Consideró que cada uno de los bautizados estaba capacitado para ser confesor, así que la confesión podía ser hecha en la mente en una comunicación con Dios.
También expresó que los monjes y monjas no debían cumplir con votos porque estos no eran legítimos, ya que no estaban expresados dentro de la Biblia, es decir que era agregado por el diablo.
Radicalización
Cada día los seguidores de Lutero se volvían más radicales, monjes rebeldes abandonaban los conventos, atacaban a sus priores robaban las iglesias junto con campesinos.
Mientras tanto, sus libelos incendiarios re reproducían con mayor rapidez que sus llamados a la calma.
Otros eventos llevaron a Martín Lutero a separarse de los radicales: su defensor y amigo Karlstadt lo consideró muy suave con la tradición y comenzó a reunir comunidades de “exaltados”. Para estos grupos la norma era el matrimonio de los religiosos y desechaban la adoración de imágenes.
Lutero reprendió esas acciones, así como rechazó la invitación a unirse a movimientos como los de Hutten que trató de llevar la reforma al plano militar y creó una revolución armada.
Otro de los famosos sucesos de la época fue el del antiguo exaltado, Müntzer, quien en compañía de artesanos y campesinos intentó formar comunidades de santos y recibieron el nombre de anabaptistas.
Estos últimos no poseían ley, Iglesia, rey o culto establecido. Los grupos de anabaptistas se organizaban con un sistema comunista, puesto que no creían que un cambio religioso podía tener lugar sin una revolución social.
Los anabaptistas afirmaban que los príncipes cargaban al pueblo de trabajo para que ellos no pudiesen estudiar la palabra de Dios. Ninguna ciudad quería que estas comunidades se establecieran en sus tierras.
Alianza con los príncipes
Todos esos movimientos hicieron que Martín Lutero temiera por su seguridad y decidiera abandonar el castillo de Wartburg. Volvió a Wittenberg y desde allí clamó que grupos como los anabaptistas eran en realidad profetas del diablo.
Solicitó que los fieles mantuvieran la calma e instó a los príncipes a reprender del modo más duro a todo el que atentara contra el orden de sus dominios.
En 1525 se dio la revolución de los campesinos, un movimiento en el que los súbditos se alzaron contra sus señores y les entregaron 12 solicitudes entre las que se encontraban las siguientes peticiones:
– Libertad personal
– Elección de los clérigos
– Derechos de caza libre
Bandas de campesinos, monjes y artesanos violentos comenzaron a saquear toda Alemania, especialmente las propiedades de la Iglesia y de los nobles. Lutero por su parte afirmaba que los nobles eran una plaga divina que debía ser aceptada y respetada.
A medida que se fue radicalizando el movimiento en su nombre Lutero se acercó poco a poco al bando de los príncipes y nobles, y a estos les recomendó que acabaran con los violentos como se mata a un perro rabioso.
Matrimonio
En 1525 contrajo nupcias con Catalina de Bora, que había sido monja, pero había renunciado a sus votos tras la expansión de las ideas de Lutero. Otros exponentes de la Reforma habían seguido el mismo proceder y se habían casado.
Aunque no tuvieron mucho dinero Martín Lutero y Catalina fueron una pareja feliz. Ella contaba con 26 años y el 41 al momento de la unión. El matrimonio produjo 5 hijos y la pareja recibió siempre a personajes que admiraban y consideraban a Lutero como un mentor.
Confesión de Augsburgo
Los nobles escogieron sus posturas. Por un lado se encontraba Fernando de Austria a la cabeza de la Liga Católica, mientras que en el otro extremo surgió la Liga de Torgau liderada por el elector de Sajonia y de Hesse.
Los príncipes partidarios de Lutero protestaron contra la resolución de la Dieta de Spira en 1526 y afirmaron que no excomulgarían al alemán, así como tampoco lo expulsarían del territorio. En 1529 volvieron a hacer lo mismo y de allí surgió su nombre de “protestantes”.
Una nueva reunión en la Dieta de Augsburgo fue propuesta durante 1529, pero en esa oportunidad Lutero no acudió, sino que envió a Melanchton. El encuentro se produjo en 1530 y el enviado del alemán llevó consigo una propuesta moderada.
El planteamiento realizado se conoció como la Confesión de Augsburgo y casi todas las tesis fundamentales coincidían con la doctrina católica. Sin embargo, Carlos V en esa oportunidad tampoco aceptó las ideas luteranas.
La Liga de Esmalcalda se conformó en 1531; Juan de Sajonia y Felipe de Hesse fueron los líderes del movimiento que se tornó armado un tiempo después.
Muerte
Martín Lutero falleció el 18 de febrero de 1546, en Eisleben, Alemania, probablemente como consecuencia de un infarto, antes de su deceso había sufrido de una apoplejía que paralizó su cuerpo parcialmente.
El alemán había regresado al pueblo que lo vio nacer, allí hubo de dar su último sermón el 15 de febrero y días más tarde también exhaló en esa población su último suspiro.
Había pasado sus últimos años aquejado por múltiples enfermedades, especialmente relacionadas con el oído, que disminuyeron su calidad de vida.
Sufrió de tinitus, mareos y cataratas desde 1531. También tuvo piedras en los riñones, padeció de artritis y una infección de oído provocó que uno de sus tímpanos reventara. Además, desde 1544 comenzó a presentar síntomas de una angina de pecho.
Principales teorías de Martín Lutero
Justificación por la fe
A partir de sus estudios sobre San Pablo y San Agustín, Lutero concluyó que todos los hombres están corruptos por el pecado, que no puede ser borrado de modo alguno por obras terrenales.
En este sentido aclaró que Dios es el único que puede conceder el perdón a aquellos que hayan cometido fallas. Aunque cabe acotar que al ser esencialmente malos y corruptos todos los actos humanos, estos no influyen en el acceso al perdón.
Los hombres solo pueden esperar la voluntad de Dios con paciencia y haciendo honor a su fe en la vida eterna que les fue prometida.
Verdad en las Escrituras
Según Lutero la única fuente de verdad es la palabra de Dios que fue transmitida a través de la Biblia, todo lo que esté fuera de ese marco está teñido por la mano de Satanás y es considerado impuro.
Para la doctrina luterana cualquier fiel puede servir como intérprete del significado de las Escrituras siempre que se encuentre inspirado para tal propósito por gracia divina, esto también se conoce como Libre examen.
Sacerdocio universal
Aunque la intención de Martín Lutero no era crear una separación entre los cristianos originalmente, esto fue en lo que devino el movimiento inspirado por sus teorías. Consideraba que mientras más difícil fuese una situación, mayor unidad debía existir dentro de la comunidad católica.
Luego se separó de la doctrina romana, así como también se alejó de algunos radicales que habían comenzado siendo sus seguidores y discípulos fieles, pero cuyo violento fanatismo no era compartido por Lutero.
En 1520 comenzó a hablar de una idea que llamó “Iglesia invisible”. Con esto expresaba que debe existir una espiritualidad interior en cada persona y que los individuos no debían separarse de su comunidad para dedicar su vida a Dios de modo que pudieran inspirar al resto de la gente.
Esta idea se basó en que todos podían desempeñar un cargo dentro del cristianismo con el único requisito de ser bautizados. Afirmó también Lutero que la verdadera fe no se puede obligar, sino que debe ser algo voluntario.
De otro modo solo se obtiene una mentira que es dicha para quedar bien ante la sociedad.
Acerca de los sacramentos
En el caso del dogma católico, el método del que se hacía uso para distribuir la gracia de Dios entre los fieles eran los sacramentos. De acuerdo con las propuestas reformistas de Lutero el pecado original era inherente a la humanidad y no podía ser eliminado de ningún modo por el hombre.
Entonces, el sacramento del bautismo perdió su sentido esencial. Para los luteranos, Dios se hace presente en una congregación de creyentes con fe.
Lutero afirmó que el pan es pan y el vino es vino. Pero si Dios se encuentra con sus creyentes se produce la consubstanciación, es decir, que esos dos elementos también son sangre y cuerpo de Cristo, de ese modo no se necesita que un sacerdote los consagre.
Sin embargo, puede encontrarse presente un pastor o predicador para que difunda la palabra de Dios ante los otros creyentes.
Predestinación contra libre albedrío
El humanista Erasmo de Rotterdam fue cordial e incluso simpático con los pensamientos de Lutero hasta que este publicó una obra que bautizó como De servo arbitrio, en la que criticaba la teoría del libre albedrío del hombre. Por lo contrario, planteaba una especie de predestinación que iba en consonancia con su teoría de la salvación.
En 1524 Erasmo de Rotterdam decidió contestar a Lutero, cuestionando su teoría al plantearle que si Dios salva sin tomar en cuenta las acciones humanas, entonces Cristo no habría insistido en que no se debía pecar en su mensaje a la humanidad.
Lutero finalmente respondió que Dios es todo y las personas no son nada. Entonces este no requiere explicar los motivos de sus decisiones bajo ninguna circunstancia.
Referencias
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- Mazzara, S. (1985). La reforma. Madrid: Cincel-Kapelusz.
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- Maurois, A. and Morales, M. (1962). Historia de Francia. Barcelona: Surco.