Australopithecus afarensis: qué es, características, hábitat, alimentación
¿Qué es el Australopithecus afarensis?
El Australopithecus afarensis fue un homínido considerado por los científicos como uno de los ancestros del Homo sapiens. Vivió en algunas zonas del este de África, entre los 3,9 y los 3 millones de años a. C.
Se trataba de un homínido bípedo, aunque las últimas investigaciones apuntan que habitaba más sobre los árboles que en el suelo. Eran de complexión delgada, con un cráneo más parecido al de un chimpancé que al de un humano.
El descubrimiento de esta especie se realizó el 24 de diciembre de 1974. Los paleoantropólogos Donald Johanson, Yves Coppens y Tim White se encontraban investigando en el valle del río Awash, Etiopía, cuando encontraron los restos de un homínido. Este ejemplar mostraba características diferentes a otros conocidos.
Al individuo encontrado era una hembra y se le puso el nombre de Lucy. La razón de este nombre fue que, para celebrar su hallazgo, escucharon sin parar la canción de los Beatles “Lucy in the sky with Diamonds”. La denominación de la especie, Australopithecus afarensis, proviene del nombre de la tribu que habitaba ese territorio, los Afar.
Aparte de Lucy, se han encontrado los restos de otros individuos de la misma especie. Entre estos destacan los descubiertos en 1978 en Laetoli, Tanzania.
Descubrimiento
Cuando en el mes de diciembre de 1974 se descubrieron los restos de Lucy, esta recibió el sobrenombre de “abuela de la humanidad”, lo que muestra la importancia que tuvo el hallazgo.
En el yacimiento excavado se encontraron 12 fósiles de individuos de la especie, cuyo estudio permitió conocer mejor el origen del ser humano.
Se trató del Australopithecus mejor conservado de los que se habían encontrado hasta ese momento. Esto llevó a descubrir que la capacidad de caminar erguido apareció antes de que el cerebro creciera.
Igualmente, su dentadura resultó fundamental para aportar luz a la evolución de los homínidos y se descubrió que los géneros evolucionaron de manera simultánea.
A pesar de que más tarde se encontraron algunos fósiles de más antigüedad, la importancia de Lucy hace que sea considerada como uno de los grandes hitos de la paleoantropología.
Características físicas y biológicas del Australopithecus afarensis
El peso estimado del Australopithecus afarensis oscilaba entre los 45 y los 28 kilos y su altura entre los 151 y los 105 centímetros. Esta gran variación dependía del sexo de los individuos.
Su complexión física era delgada y presentaba características que le permitía caminar erguido sobre sus dos piernas. Su pecho se estrechaba hacia arriba, con forma de campana.
En cuanto a la capacidad craneal, se asemejaba más a la de un chimpancé que a la de un humano actual: entre 380 y 450 cm³.
Morfología ósea
A pesar de que su cráneo no era grande comparado con el del ser humano actual, sí lo era con relación al tamaño del cuerpo.
Su cara presentaba una dimensiones amplias, con una característica proyección hacia delante de la zona de la mandíbula. Esto, denominado prognatismo, era debido al gran tamaño de sus dientes.
Por otra parte, a pesar de la mencionada similitud con el del chimpancé, el cráneo también presentaba unas crestas sagitales y nucales parecidas a las que tienen los actuales gorilas, pero bastante más pequeñas.
La dentadura presentaba varias peculiaridades que han servido a los científicos para descubrir su tipo de alimentación.
Así, los incisivos eran los propios de una dieta principalmente frugívora, con un tamaño considerable, al igual que los molares y premolares. En cuanto a los caninos, eran pequeños.
El paladar sí presentaba un gran parecido con el del ser humano actual, con una curva que no se asemejaba a la de los grandes simios.
Otro aspecto importante de su morfología era la forma de la pelvis. El estudio de esta parte del cuerpo es lo que ha permitido afirmar que podían caminar erguidos sobre las dos piernas. El hueso en cuestión es pequeño, con un canal de parto en las hembras más reducido que el de otras especies antropomorfas. Esto era debido a que las crías eran también pequeñas, especialmente el cráneo.
Bípedos y con capacidad de trepar
La estructura ósea del Australopithecus afarensis evidencia su condición de bípedo, aunque aún existen discusiones acerca de la forma en la que andaban.
Muchos científicos afirman que la forma de la pelvis y de las piernas hacían que su caminar fuera diferente al de los humanos actuales. De esta forma, andarían más inclinados.
Proporcionalmente, sus piernas eran más cortas que las de los Homo sapiens, impidiéndoles un movimiento eficiente y rápido. Sin embargo, otro grupo de investigadores piensan que, a pesar de la existencia de estas diferencias, sí eran capaces de caminar con soltura.
El hallazgo realizado por Mary Leakey en Laetoli, fue la confirmación de la capacidad de andar erguidos de estos homínidos. En ese yacimiento encontraron una serie de huellas dejadas por tres individuos de esta especie sobre una capa de ceniza volcánica. Las huellas databan de hace unos tres millones y medio de años.
Son los dedos de las manos y de los pies, con unas falanges curvadas, los que llevan a los expertos a señalar que eran muy hábiles a la hora de trepar por las ramas de los árboles. Por esto, la hipótesis más extendida es que pasaban gran parte de su tiempo en las alturas.
Hábitat del Australopithecus afarensis
El Australopithecus afarensis habitó solamente en África del este, concretamente en la zona hoy ocupada por Etiopía, Tanzania y Kenia. Es en estos tres países en los que se han encontrado los restos de los más de 300 individuos conocidos hasta hoy.
El tipo de hábitat que ocupaban habitualmente eran zonas con bosques secos y no demasiado densos. Datos más modernos sugieren que también pudieron desplazarse a zonas de la sabana, buscando orillas de ríos y lagos.
Alimentación del Australopithecus afarensis
Los estudios que se han realizado sobre el Australopithecus afarensis afirman que la base de su alimentación era la propia de un herbívoro. Ocasionalmente, comía restos de otros animales, aunque no se trataba de una especie cazadora.
Al analizar las microestrías de los dientes de los individuos encontrados, se ha llegado a la conclusión de que se alimentaban especialmente de frutas con una gran contenido en azúcares, así como de brotes de hojas. Además, comían raíces, tubérculos, frutos secos o semillas.
Una hipótesis mantenida por algunos paleoantropólogos señala que la dieta fue ampliándose con el tiempo. De esta forma, habrían comenzado a consumir huevos, reptiles e insectos diversos.
Para llegar a esta conclusión se basan en la presencia de una enzima, la trehalasa, que sirve para digerir un tipo de azúcar muy presente en estos insectos.
Carne
Parece aceptado por la mayor parte de la comunidad científica que el Australopithecus afarensis comía algo de carne. Debido a que no eran cazadores, se trataría de restos que encontraban.
Sin embargo, un hallazgo en Etiopía despertó una gran controversia acerca de la posibilidad de que consumiera animales de manera más general.
El descubrimiento de una costilla de una animal del tamaño de una vaca y del fémur de un antílope, aparentemente con marcas de alguna herramienta, llevó a algunos expertos a la conclusión de que la dieta carnívora podía estar más extendida de lo que se pensaba.
Herramientas utilizadas por el Australopithecus afarensis
Una de las grandes polémicas presente en los estudios sobre el Australopithecus afarensis vino dada por el descubrimiento anteriormente mencionado, el de los huesos de animales.
Tradicionalmente se consideraba que los homínidos comenzaron a usar herramientas para cortar la carne hace 2,5 millones de años. Por esta razón, las marcas que aparecieron en los huesos encontrados llamaron mucho la atención. De confirmarse, habría que adelantar el uso de estas herramientas de manera considerable, hasta los 3 millones de años.
El estudio, aparecido en la revista Nature, se basó en las marcas que habría dejado algún objeto afilado en los huesos encontrados en Etiopía. Estas herramientas servirían para separar la carne de los huesos o para extraer el tuétano.
Según los investigadores, lo más probable es que la herramienta en cuestión no fuera construida por los Australopithecus afarensis, sino que usaran alguna piedra que presentara un filo cortante.
Detractores
A pesar de los datos presentados en esa investigación, existe una mayoría de expertos que no está de acuerdo con las conclusiones.
Entre ellos destaca Manuel Domínguez-Rodrigo, un arqueólogo español, que afirma que los huesos encontrados fueron dañados al ser pisados por otros animales. Las marcas serían el resultado de las pisadas, no de una herramienta cortante.
Esa misma hipótesis es compartida por muchos otros estudiosos. A la espera de que puedan aparecer más pruebas, hasta el momento es imposible afirmar al cien por cien que estos homínidos usaran herramientas.
Forma de vida
La forma de vida de estos homínidos estaba marcada por su doble capacidad de movimientos. Por una parte, podían andar sobre sus dos piernas; por otra, poseían una gran habilidad para subir a los árboles y mantenerse en ellos.
La teoría más extendida era que vivían en pequeños grupos, en los que existía una colaboración mutua para sobrevivir.
Para dormir, trepaban a los árboles, en los que construían una especie de nidos. Igualmente, podían pasar la noche en cuevas poco profundas.
¿En el suelo o en los árboles?
La gran pregunta que los científicos llevan intentando contestar desde que se encontraran los restos de Lucy, es si los Australopithecus afarensis se desplazaban normalmente por el suelo, caminando, o si eran una especie que prefería estar en los árboles.
El análisis llevado a cabo en la Universidad de California sobre la estructura corporal de otro de los homínidos encontrados intentó zanjar el debate.
Los expertos que estudiaron a “Selam”, nombre dado al fósil de una niña de la especie, llegaron a la conclusión de que pasaban más tiempo entre las ramas que en el suelo.
Los rasgos que presentaban los huesos, sobre todo el omóplato, identifican a este homínido como un escalador activo. La articulación del hombre apuntando hacia arriba es la misma que se encuentra en los monos actuales, pero no en el ser humano.
Con esto, parece demostrarse que su espacio natural eran las alturas, lo que formaría parte de su estrategia de supervivencia.
Estructura social
No resulta sencillo extrapolar la estructura social de los restos fósiles hallados, pero los paleoantropólogos han desarrollado una serie de teorías basadas en los datos.
De esta forma, la opinión más común es que convivían en grupos pequeños, asentándose en zonas cercanas a fuentes de agua.
Como el resto de los bípedos, solían ser bastante gregarios, estableciendo relaciones de colaboración para aumentar las posibilidades de supervivencia. Por otra parte, al igual que sucede con los simios modernos, los grupos se estructuraban alrededor de un macho dominante, con varias hembras para el apareamiento.
En cuanto a los niños se cree que los Australopithecus afarensis tenían un desarrollo físico más rápido que el de los humanos, independizándose de forma temprana.
Otros aspectos que se conocen son que no dominaban el fuego, que no eran cazadores y que no construían lugares para habitarlos.
Diferenciación sexual
En el caso de los Australopithecus afarensis, el dimorfismo sexual es muy acusado, tanto en tamaño como en peso. Comparándolo con el que presentan algunos simios actuales, los expertos han llegado a la conclusión de que los machos se encargaban del aprovisionamiento del grupo y que la necesidad de trasladar la comida conseguida pudo dar lugar a la evolución a bípedos.
Igualmente, aunque existen investigadores que afirman que los individuos eran monógamos, la mayoría está de acuerdo en que los machos debían competir por la atención de las hembras. Como ocurre con algunos simios, el macho alfa controlaba al grupo, teniendo privilegios de apareamiento.