Educación formal: concepto, características y ejemplos
Educación formal es un concepto que se utiliza para definir a todo el proceso de formación y aprendizaje impartido por los establecimientos educativos oficiales de una sociedad. Esto incluye a las escuelas, los colegios, los institutos y las universidades, entre otros centros de enseñanza.
Esta capacitación se desarrolla de manera metódica y planificada, y posibilita acceder a distintos títulos o certificados, que son reconocidos por el Estado. En general el proceso de formación comienza con el preescolar, sigue con la educación inicial o primaria, continúa por la escuela secundaria y culmina con la educación universitaria o superior.
Habitualmente la educación formal sigue un programa que es diseñado por un órgano estatal o privado, en el que se fijan las bases y las metas de formación que se deben alcanzar.
Para ello, los alumnos deben asistir a clases impartidas por maestros y profesores, cursar determinadas materias, cumplir con una cierta carga horaria en los establecimientos educativos y rendir exámenes.
Cuando estas pruebas finales son aprobadas, se obtiene el derecho para pasar de grado y avanzar a la siguiente instancia de formación.
La educación formal se diferencia de la informal, que es aquella que se obtiene de manera no estructurada en las actividades de la vida cotidiana, como el trabajo, la familia y el contacto con las demás personas.
También se distingue de la educación no formal, que es aquella que tiene una planificación y una organización, pero se desarrolla fuera del espacio de la escolaridad obligatoria.
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El concepto de educación formal se basa en la premisa de que la misma es transmitida en centros de enseñanza oficiales, reconocidos por las autoridades gubernamentales.
En ese sentido, el docente y pedagogo español Jaume Sarramona López la define como aquella que “se imparte en establecimientos educativos aprobados, en una secuencia regular de ciclos lectivos, con sujeción a pautas curriculares progresivas, y conducente a grados y títulos”.
Desde el punto de vista lingüístico, esta noción está integrada por los términos “educación”, que es el sistema mediante el cual se adquieren conocimientos, y “formal”, que se refiere a algo que cuenta con formalidad. Es decir, que tiene una ejecución o un desarrollo que se ajustan a determinados requisitos o parámetros, y que implica exactitud, precisión, puntualidad y consecuencia en las acciones.
El objetivo de la educación formal es preparar y capacitar a los individuos para que puedan insertarse de manera adecuada dentro de la comunidad en la que viven.
Así, está ligada a cuestiones sociales relacionadas con el acceso a los servicios básicos necesarios para el funcionamiento de una población, para lo cual se capacita a los ciudadanos para poder prestarlos de forma adecuada.
Sin embargo, sus detractores suelen atacarla diciendo que el aprendizaje está basado más en la memorización que en la comprensión de los conocimientos, y en la repetición de ideas impuestas en vez de fomentar el pensamiento crítico.
En la mayoría de los países la educación formal básica es obligatoria.
La educación formal se caracteriza por ser metódica y planificada en base a un programa establecido por los entes gubernamentales de cada estado. Es decir, que pertenece a un modelo académico y administrativo ofrecido a nivel nacional.
Este aprendizaje está organizado en ciclos lectivos regulares, en los que se avanza de manera progresiva hasta alcanzar un título o una certificación. Para ello, se deben cursar materias, seguir una bibliografía específica y rendir y aprobar exámenes o trabajos prácticos.
Otras características de la educación formal son la presencia de un maestro o profesor, que es el encargado de impartir los conocimientos y de evaluar a los alumnos, y que la misma se produce en un espacio y en un tiempo concretos.
Además, se destaca por estar regulada por distintas ordenanzas y estatutos -tanto internos como externos- y por ser intencional, ya que busca de manera deliberada educar a los estudiantes.
La educación formal también se distingue por tener plazos y metas que se deben cumplir, y por precisar de disciplina y constancia para realizar las actividades en un período cronológico delimitado. Este calendario suele estar marcado por un ciclo lectivo o de estudios y otro de descanso, asociado a las vacaciones de verano e invierno.
Por otro lado, la cantidad de alumnos por curso sigue un criterio específico y los mismos aprenden de una manera consciente.
Un ejemplo de educación formal es la educación primaria o básica. Esta se da a partir de los 6 años y suele incluir la alfabetización del alumno y una formación elemental.
Allí se aprende a leer, a escribir, el cálculo básico y ciertos conocimientos y nociones culturales consideradas vitales e imprescindibles. Su duración es de 6 o 7 años, dependiendo de cada país.
Otro caso es el de la educación secundaria o media, también conocida como bachillerato. En ella se busca capacitar al estudiante para que pueda ingresar en el nivel superior.
Esta formación puede ser común a todos los alumnos o estar diversificada en distintos caminos de acuerdo a las carreras que se van a seguir a continuación. Su duración suele ser de 5 años.
Por último, la educación superior, terciaria o universitaria también es un ejemplo de educación formal. Se trata de la última etapa del proceso de formación, en la que se pueden adquirir títulos de pregrado, grado, postgrado y másteres, entre otras posibilidades.
La misma se imparte en universidades, academias y en institutos de capacitación profesional, que pueden ser públicas o privadas.
- Sarramona, Jaume (2008). Teoría de la educación. Grupo Planeta (GBS).
- May, S.; Aikman, S (2003). Indigenous Education: Addressing Current Issues and Developments. Comparative Education.
- Ministerio de Educación de Cuba (1983). Manual de Educación Formal. Tercera edición.
- Aagar, Igor (2014). From Formal to Non-formal: Education, Learning and Knowledge. Polona Kelava.
- Educación formal, Wikipedia. Disponible en: es.wikipedia.org