¿Qué es la nomenclatura binomial?
¿Qué es la nomenclatura binomial?
La nomenclatura binomial es el sistema formal de nomenclatura que se utiliza en el ámbito científico para denominar a las especies de seres vivos que existen en nuestro planeta. Decimos que es “binomial” porque el nombre otorgado a cada especie está formado por dos términos separados.
Este sistema de nomenclatura se lo debemos a los importantes aportes del naturalista sueco Carlos Linneo, quien lo propuso para la clasificación de cientos de especies vegetales en una obra “secundaria” de su autoría que tituló Species plantarum, publicada en 1753.
Aunque hoy en día pocos de los nombres que propuso Linneo para las especies mencionadas en dicho texto siguen vigentes, su trabajo sin duda sentó precedente para la forma de nombrar a los seres vivos que tenemos en la actualidad.
Antes de su obra Species plantarum, Linneo ya había publicado varias ediciones de otro de sus trabajos más influyentes, el conocido Systema naturae (1735).
En esta recopilación de textos, el autor presentó una propuesta taxonómica muy similar a la que empleamos hoy en día para la clasificación de los seres vivos, la cual reconocía la existencia de tres reinos: vegetal, animal y mineral.
Linneo, en otras palabras, no solo fue uno de los “padres” de la nomenclatura binomial, sino que también es a quien le debemos el sistema de clasificación jerárquico que agrupa a los seres vivos en “taxones” o categorías (orden, clase, género y especie, por ejemplo) de acuerdo con sus diferencias y semejanzas.
Para la décima edición de Systema naturae (1758), publicada cerca de 2 décadas después que la primera, Linneo introdujo por primera vez el uso del sistema de nomenclatura binomial para bautizar especies animales, lo que popularizó aún más esta estrategia de identificación.
Nombre científico vs nombre común
En nuestro planeta existen miles de especies de seres vivos, cada uno con características o atributos propios que los hacen parecidos a unos y diferentes a otros, lo que sirvió a los primeros naturalistas y sirve a los científicos de hoy para categorizarlos en grupos discretos.
Los seres vivos que conocemos tienen nombres comunes, que generalmente son otorgados obedeciendo alguna característica que los separa del resto, por ejemplo:
- El sitio donde viven
- La forma de su cuerpo
- Aquello de lo que se alimentan
- Los colores de su superficie o de alguna de sus estructuras
- Su comportamiento diurno o nocturno
- Su distribución geográfica
- El tamaño de su cuerpo
- El lugar donde fueron vistos por primera vez
- Las propiedades que los caracterizan (hablando de las plantas medicinales, por ejemplo)
- El momento del año en que florecen o se aparean
- El parecido con otros organismos u objetos conocidos
- Entre otras
Estos nombres usualmente facilitan la identificación de especies en determinados contextos y nos permiten referirnos fácil y rápidamente a los seres vivos cuando hablamos con personas que no están en el ámbito científico o simplemente utilizamos el lenguaje “coloquial”.
Sin embargo, los nombres comunes muchas veces pueden generar confusiones, ya que en distintas localidades geográficas, por ejemplo, una misma especie puede ser denominada de varias maneras o, por el contrario, varias especies diferentes pueden ser referidas erróneamente con el mismo nombre.
Ejemplo de nomenclatura binomial
Los colibríes son aves pequeñas y hermosas que tienen un delicado y delgado pico con el que succionan el néctar de las flores de las que se alimentan. Se caracterizan por su forma de volar, pues aletean sus alas a gran velocidad.
En español, estos pájaros reciben varios nombres: colibríes, picaflores, tucusitos, pájaros mosca, quindes, chuparrosas, entre otros; mientras que en inglés se conocen como “aves zumbadoras” (hummingbirds).
Aunque esta es una manera fácil de referirnos a un tipo de ave, estos nombres engloban a muchas especies diferentes y no son “universales”, es decir, no se utilizan en todos los países del mundo.
La nomenclatura binomial permitió a los científicos llegar a un consenso (en la mayor parte de los casos) sobre cómo llamar a tal y cuál especie en todo el mundo. Este sistema permite conocer “el nombre y el apellido” de cada especie en un lenguaje que significa lo mismo en cualquier latitud.
En el mundo de la ciencia, los colibríes se engloban dentro del género Colibri, y dentro de este hay distintas especies: Colibri coruscans, Colibri cyanotus, Colibri delphinae, Colibri serrirostris, Colibri thalassinus…
Gracias a la nomenclatura binomial, cada especie recibe un nombre único que está compuesto por dos palabras en latín, considerado un lenguaje universal para la ciencia.
¿Cómo se forman los nombres binomiales?
Los nombres científicos de las especies están formados por dos palabras:
- La primera hace referencia al género al que pertenecen.
- La segunda se conoce como “epíteto específico”, que es propio de cada especie.
Los epítetos específicos a menudo se otorgan obedeciendo alguna característica particular de la especie que se bautiza (tal y como los nombres comunes). Sin embargo, también es muy común que corresponda a una “latinización” del nombre o el apellido de quien la descubre, a una dedicatoria, etc.
Es importante mencionar que los epítetos específicos pueden ser compartidos por distintas especies de organismos absolutamente distantes taxonómicamente hablando, pero es la combinación entre el nombre genérico (la primera palabra del nombre) y el epíteto la que hace la diferencia.
Esta forma de nombrar a las especies permite que no existan tantas ambigüedades como al emplear nombres comunes, pero debe seguir ciertas reglas, especialmente cuando nos referimos al texto escrito:
- Los nombres científicos de las especies deben ser escritos en letras itálicas (cursivas) o, en su defecto, subrayadas (especialmente cuando se escribe a mano o cuando no pueden utilizarse cursivas)
- El nombre se organiza siempre de tal forma que el género es la primera palabra y el epíteto específico la segunda
- La primera letra del género debe ir siempre en mayúscula, pero el epíteto específico siempre va en minúscula.
- Se pueden abreviar los nombres escribiendo en mayúscula la primera letra del género seguida de un punto y más adelante el epíteto específico en minúscula
Existen códigos internacionales que tratan con la nomenclatura de los seres vivos. Por ejemplo, la nomenclatura de las plantas está incluida en el Código Internacional de Nomenclatura Botánica (ICBN), mientras que la nomenclatura animal lo está en el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica (ICZN).
Ambos códigos sirven para asegurarse de que cada organismo reciba un nombre específico (utilizando la nomenclatura binomial) y que sea reconocido por éste en todo el mundo.
Subespecies, variedades y nomenclatura binomial
Ciertas especies de seres vivos en la naturaleza se dividen como subespecies y en estos casos se emplea una nomenclatura “trinomial”, pues se incluyen los dos nombres de la especie (el género y el epíteto específico) y se añade un segundo epíteto: el epíteto subespecífico.
Este tipo de nomenclatura sigue las mismas reglas que el de la nomenclatura binomial, es decir, todas las palabras son escritas en itálica y sólo el género lleva mayúscula en la primera letra.
Por otra parte, existen también “cepas” y “variedades” (cuando hablamos de microorganismos y plantas) y a estas se hace referencia en el nombre científico. No obstante, dicha prolongación del nombre no se escribe en cursivas y tiene otras normas para su designación.
Algunos ejemplos de nomenclatura binomial
- Seres humanos: Homo sapiens.
- Perros: Canis lupus familiaris.
- Vaca: Bos taurus.
- Existen dos plantas pertenecientes a familias y géneros diferentes que llevan el mismo epíteto específico: Leucaena leucocephala y Euphorbia leucocephala. Este epíteto se refiere al color de sus flores, que suele ser blanco (significa “cabeza blanca”).