Biografías de personajes históricos

Eduardo Ramírez Villamizar: biografía, obra, piezas destacadas


Eduardo Ramírez Villamizar (1923-2004) fue un escultor y pintor colombiano. En cuatro ocasiones obtuvo el primer lugar en el programa del Salón Nacional de Artistas de Colombia. Fue reconocido por incorporar nuevas tendencias artísticas al país, tales como el estilo abstracto y minimalista.

Un rasgo fundamental en este autor fue su carácter cosmopolita, ya que sus constantes viajes le permitieron ampliar su percepción sobre el mundo y fortalecer sus creaciones. Esto fue porque incluyó en cada una de sus obras las experiencias y conocimientos que iba adquiriendo.

Su objetivo fue transmitir que la vida era pasajera y que no hacían falta las palabras para difundir un mensaje. Manifestaba que a través de las líneas y el color se podía percibir una fuente de emociones, ya que los retratos y relieves también eran poemas. A lo largo de su carrera recibió varias distinciones, tanto nacionales como internacionales.

Entre ellas sobresalen: el premio Guggenheim (1958), el galardón Bienal de Sao Paulo (1969), la medalla de Colcultura (1979), la insignia José Eusebio Caro (1979), la Orden Francisco de Miranda (1993) y la Cruz de Boyacá (1994). En 1999, el periódico El tiempo publicó que Ramírez era una de las cien personas más importantes del siglo XX.

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Biografía

Eduardo Ramírez Villamizar nació el 27 de agosto de 1923 en Pamplona, municipio ubicado al norte de Colombia. Fue el décimo primer hijo de Jesús Ramírez y Adela Villamizar. Su padre era joyero, pero a finales de 1928 el Estado disminuyó los créditos para los microempresarios; razón por la que el negocio dejó de producir y quedó en bancarrota.

Debido a la crisis económica, la familia tuvo que trasladarse a Cúcuta en 1929. En esa ciudad Ramírez realizó los estudios primarios y secundarios; pero en 1940 partió hacia Bogotá donde ingresó a la Universidad Nacional y se inscribió en la facultad de arquitectura. Sin embargo, en 1944 optó por seguir su pasión y se matriculó en la escuela de Arte.

En 1945 participó en la primera exposición colectiva y sus obras en acuarela destacaron por ser expresionistas. En 1947, el director de la Universidad de Cauca le solicitó que trabajara con Edgar Negret, un escultor que le enseñó cuáles eran las manifestaciones vanguardistas que se estaban desarrollando en Europa.

La amistad con Negret fue fundamental para que Ramírez decidiera viajar con el propósito de conocer otras culturas que le ayudaran a expandir su formación artística.

Formación artística

En 1950 se asentó en París, donde se dedicó a estudiar los trabajos de Víctor Vasarely, Pablo Picasso y Constantin Brancusi. Además se reunió con Auguste Herbin y Jean Dewasne. Compartir con esos artistas y estar cerca de las representaciones vanguardistas generó que se fuese distanciando del expresionismo y adoptara un estilo más geométrico.

En 1952 regresó a Bogotá y presentó en la Biblioteca Nacional una exhibición individual de sus pinturas abstractas. A su vez, comenzó a diseñar un cuadro para el edificio Bavaria, que fue instaurado en 1955. Desde 1954 se centró en recorrer los territorios de Europa y Norteamérica para examinar las obras de diversos autores, tales como Max Bill, Marcel Duchamp y Alexander Calder.

En 1956, el Museo de Arte Moderno de Nueva York compró su bosquejo The black and white. En 1958 elaboró el mural El dorado para el banco de Bogotá. En 1959 visitó Ciudad de México para exponer sus composiciones en la galería Antonio Souza. También viajó a Guatemala con el fin de apreciar la antigua localidad de Tikal.

Durante este período reflexionó sobre el Universalismo constructivo, de Joaquín Torres García. Dicha teoría planteaba cuál era el modo ideal de ver y hacer arte. A partir de ese momento, las creaciones de Ramírez se caracterizaron por sus aspectos metafísicos.

Trayectoria

En el transcurso de 1960, Ramírez Villamizar se enfocó en edificar algunos relieves y murales. Asimismo, volvió a Nueva York para exhibir sus trabajos en la galería David Herbert. En 1964 formó parte del grupo de autores que participaron en el evento Espíritu Santo, el cual organizó el museo Sidney Janis para destacar a los talentos contemporáneos.

En 1965 retornó a Bogotá con la finalidad de erigir el Mural horizontal para la biblioteca Luis Ángel Arango. En 1966 mostró sus obras en el programa Art of Latin American since Independence e inició una exposición de esculturas en la galería Graham. En 1967 se mudó a Estados Unidos, donde asumió el oficio de profesor en la Universidad de Nueva York.

En el país norteamericano creó varios monumentos que fueron colocados en los jardines de Washington y en el museo de Houston. En 1968 se registró en la presentación de Escultores Sudamericanos, que fue realizada por el museo de Louisville. En 1969 representó a Colombia en el concurso de Arte Sudamericano Actual, que se llevó a cabo en Dallas.

En 1971 se incorporó al Simposio Internacional de Escultura y mostró sus creaciones en concreto. Luego, en 1974 se asentó en Bogotá, donde estudió los elementos naturales que retrataría en sus diseños.

Últimos años

A mediados de la década de 1980, Ramírez empezó a elaborar El tiempo de las leyes, proyecto que fue dedicado a Francisco de Paula Santander. En 1983 recorrió algunas regiones de Perú, gracias a ese viaje creó Recuerdos de Machu Picchu. En 1985 se trasladó a Washington para unirse a la exhibición Five Colombian Masters.

En 1990 fue inaugurado el Museo Ramírez Villamizar. Para retribuir el gesto, el artista donó más de treinta obras. En 1993, la Universidad Nacional de Colombia le entregó el título de Doctor Honoris Causa. En 2002 presentó la exposición Relieves en la galería Diners.

De esa manera se percibe que la vida de este artista estuvo determinada por la constante composición y los reconocimientos a su labor. Falleció el 23 de agosto de 2004. Actualmente sus cenizas se encuentran en Pamplona, justo en el museo que fundaron en su honor.

Obra

La obra de Ramírez se puede apreciar como un referente del modernismo, incluso es posible expresar que representa una nueva etapa en la historia artística de Colombia. El objetivo del autor era que el espectador se vinculara con sus creaciones. Por eso utilizó materiales usuales, tales como aluminio, cartón, madera, hierro, plástico y concreto.

Además, sus trabajos suelen ser unicolor. Predominan el blanco, gris, negro, verde, rojo, azul, amarillo y ocre. Cuando combinaba los tonos era para crear profundidad y volumen, razón por la que contrastaba las líneas rectas con las curvas. Al principio sus pinturas reflejaban una idea precisa, puesto que las figuras definidas exaltaban o criticaban el orden social.

A partir de 1950 los contornos se fueron desdibujando y comenzaron a exhibir formas abstractas. Desde ese momento los cuadros se caracterizaron por ser minimalistas, buscaban proyectar la esencia básica de los elementos que conformaban la realidad; pero en la década de 1960 se centró en el diseño de las esculturas, que se identificaban por ser planas.

No obstante, con el transcurrir del tiempo, las columnas empezaron a inclinarse hasta adquirir un espacio propio. Algunas de sus piezas son:

Composición en ocres (1956).

Horizontal blanco y negro (1958).

Relieve circular (1963).

Saludo al astronauta (1964).

El río (1966).

Recuerdos de Machu Picchu (1984).

Piezas destacadas

El dorado (1958)

Este mural fue elaborado con hojillas de oro y mide más de dos metros de alto. Está constituido por cinco pilares horizontales en forma de óvalos que se aúnan. Vale mencionar que dos de las columnas se extienden y parece que estuviesen diluyéndose; sobre esos relieves se localizan siete figuras que son similares a unos pétalos y en el medio hay un círculo.

Esta obra sobresale porque fue la primera que tuvo una estructura tridimensional. Para elaborarla, el artista se inspiró en la cosmovisión precolombina, donde se consideraba que en las regiones de Suramérica había tierras auríferas.

Nave espacial (1979)

Es una escultura de diez metros de largo que se encuentra en la plaza del Centro Internacional. Está construida con láminas de hierro que fueron pintadas de rojo, naranja y negro. Comprende diferentes figuras geométricas  –como el cuadrado, triángulo, trapecio y rombo– que conforman una totalidad.

Con base en su organización se percibe que esta obra es la representación de una nave que acaba de aterrizar o está por despegar; pero aparentemente no se halla en buen estado. Su diseño fue influenciado por la osamenta de un ave. La finalidad de este monumento es relacionar la naturaleza con la tecnología.

Espejo de la luna (1981)

Espejo de la luna proyecta la fugacidad de la vida. A través de sus planos dispersos, esta obra exhibe que los hombres y sus creaciones están destinados a desaparecer. Para resaltar ese mensaje, el artista edificó la pieza con hierro oxidado. Además, contrasta un objeto permanente (la luna) con un instrumento quebradizo (el espejo).

Esta escultura es importante porque se sostiene directamente en el piso, sin la ayuda de cintas externas. Está compuesta por una esfera dividida en dos y a su alrededor hay varios romboides que se van entrelazando. Sus dimensiones son: un metro con veintiún centímetros tanto de alto como de ancho y ochenta centímetros de largo.

Referencias

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  2. Fischer, W. (2007). Compositions of South American artists of the 20th century. Recuperado el 22 de diciembre de 2019 de Department of Arts and Culture: usdac.us
  3. López, A. (2017). Eduardo Ramírez Villamizar, el artista constructivo pionero del arte abstracto en Colombia. Recuperado el 22 de diciembre de 2019 de El País: elpais.com
  4. Osorio, J. (2018). El artista y su producción: Fernando Botero y Eduardo Ramírez. Recuperado el 22 de diciembre de 2019 de Academia Colombiana de Historia: academiahistoria.org.co
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  6. Suárez, M. (2012). Eduardo Ramírez Villamizar. Recuperado el 22 de diciembre de 2019 de Arte Colombia: colombia.com
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