Psicología

Vínculos afectivos: qué son, cómo se desarrollan, tipos, ejemplos


¿Qué son los vínculos afectivos?

Los vínculos afectivos son lazos profundos y duraderos que conectan a una persona con otra a través del espacio y del tiempo. Se trata de un fenómeno que aparece en la mayoría de las relaciones afectivas importantes en la vida de una persona.

El campo en el que más se han estudiado los vínculos afectivos es en el de las relaciones entre padres e hijos. Los niños pequeños, al depender totalmente de sus progenitores, desarrollan con ellos un tipo de vínculo conocido normalmente como apego.

Sin embargo, los vínculos afectivos pueden aparecer en muchos otros ámbitos de la vida. Recientemente, se han extrapolado los descubrimientos realizados en el campo de la familia a otros como las relaciones de pareja o la amistad.

La formación de vínculos afectivos adecuados tiene una gran importancia para la estabilidad mental y emocional de las personas. El tipo de apego o afecto desarrollado durante la infancia producirá una serie de consecuencias a lo largo de la vida del individuo.

¿Cómo se desarrollan los vínculos afectivos?

Teoría del apego

La teoría del apego (que es sinónimo de afecto) fue desarrollada principalmente en la década de 1960. Al empezar a estudiar el fenómeno de los vínculos emocionales en las personas, surgieron varios enfoques desde los que se trató de explicar lo que ocurría.

Los investigadores de esta época se centraron sobre todo en la relación entre las madres y sus hijos recién nacidos. Sin embargo, más tarde se descubrió que se podían extrapolar a muchas otras situaciones, como las relaciones de pareja o las de amistad.

La primera explicación para la aparición de vínculos de apego o afecto fue la de que surgen debido a un proceso de condicionamiento clásico. En el caso de las relaciones madre – hijo, el niño necesita a su cuidadora para que le provea de alimento. En su mente, por lo tanto, la madre se asociaría rápidamente a la supervivencia.

Sin embargo, Bowlby (el creador de la teoría del apego) creía que tenía que haber alguna razón evolutiva para la aparición de los vínculos afectivos. Según su hipótesis, los niños nacerían con una tendencia predeterminada a formar estos lazos con sus cuidadores primarios.

Esto se debería a que, a lo largo de la historia, los niños que se mantuvieran próximos a su figura de apego tenderían a recibir más protección y confort; y, por lo tanto, tendrían más posibilidades de llegar con vida a la edad adulta.

Por lo tanto, la selección natural provocó que esta tendencia a formar vínculos fuera pasando de generación en generación.

Formación de vínculos afectivos

Los investigadores Peggy Emerson y Rudolph Schaffer estudiaron cómo surgían los vínculos afectivos en un estudio longitudinal con 60 niños. Estos fueron observados cada cuatro semanas durante su primer año de vida; y por último, otra vez cuando cumplieron 18 meses.

En base a sus observaciones, Emerson y Schaffer descubrieron que la formación de vínculos afectivos pasaba por cuatro fases: pre – apego, apego indiscriminado, apego discriminado, y múltiples apegos. A continuación veremos cada una de ellas.

1. Fase de pre – apego

Esta fase se extendería desde el nacimiento del niño hasta aproximadamente los tres meses de edad. En ella, los niños no muestran ningún síntoma de apego hacia sus cuidadores.

Los bebés en la fase de pre – apego llamarían la atención de los adultos mediante el llanto, la sonrisa social y otros mecanismos innatos. Estos responderían a las llamadas del niño, y las respuestas positivas del bebé les reforzarían para que estuvieran pendientes de ellos.

2. Fase de apego indiscriminado

A partir de aproximadamente los tres meses, hasta los siete, los niños comienzan a mostrar una preferencia por estar cerca de algunos de sus cuidadores.

En esta etapa, el bebé comienza a desarrollar la sensación de que sus padres o las personas que se encargan de ellos van a ser capaces de responder a sus necesidades.

En la segunda fase, los niños todavía aceptan los cuidados de personas desconocidas; sin embargo, ya comienzan a diferenciar entre aquellos con los que están familiarizados y aquellos con los que no. Sus respuestas serán más positivas hacia el cuidador primario (normalmente, la madre).

3. Fase de apego discriminado

A partir de los siete meses y hasta aproximadamente el año de edad, los niños muestran una gran preferencia por su cuidador principal. En este momento, el bebé se siente muy inseguro cerca de desconocidos, y protestará si le dejan en manos de alguno de ellos.

Por otra parte, es también en esta fase cuando los niños comienzan a mostrar ansiedad cuando se les separa de su cuidador primario. Esto es lo que se conoce como ansiedad de separación.

4. Apegos múltiples

En esta última fase, los niños ya han desarrollado completamente el vínculo de apego con su figura de referencia primaria. Ahora pueden, por lo tanto, formar otros vínculos afectivos con personas que también son importantes en su vida.

Así, en ocasiones tan pronto como a los nueve meses de edad, los bebés comienzan a reconocer a otros cuidadores además de la madre (o figura de referencia primaria). Estos pueden ser el padre, los abuelos, hermanos, amigos cercanos de la familia…

Tipos de apego o afecto

Tanto en el ámbito de las relaciones madre – hijos como en las de pareja, tradicionalmente se describen cuatro tipos de vínculo afectivo: seguro, ambivalente, evitativo, y desorganizado. Cada uno de ellos tendrá unas consecuencias distintas en la vida de la persona.

Apego seguro

El apego seguro se caracteriza principalmente por la aparición de síntomas de ansiedad cuando el bebé es separado de su cuidador principal, y alegría cuando este regresa. Los niños que lo desarrollan confían en sus padres, y sienten que pueden depender de ellos.

Así, cuando el cuidador se va, el niño se muestra enfadado, pero confía en que acabará por volver. Por otra parte, cuando está asustado, el bebé utiliza a su madre o figura de referencia para volver a sentirse seguro. Estos niños confían lo suficiente en su cuidador como para buscarle en momentos de necesidad.

En el ámbito de la pareja, las personas que muestran este tipo de apego confían en sí mismos y en la otra persona. Por eso, tienden a no mostrar celos ni inseguridades, dejan mucho espacio al otro, y por lo general tienen relaciones muy tranquilas y sin demasiados problemas.

Apego ambivalente

El segundo tipo de apego se caracteriza por una relación dual entre la madre y el niño. El bebé necesita a su cuidador para sobrevivir; sin embargo, no es capaz de confiar en él, porque este le ha demostrado en varias ocasiones que no siempre estará ahí para protegerle.

Estos niños muestran un gran estrés cuando su madre se va, pero además, este no desaparece cuando el cuidador vuelve con ellos. Tienden a ser bebés más tímidos, con miedo a los desconocidos, y con menos seguridad en sí mismos para explorar y jugar.

En el mundo de la pareja, las personas con este estilo de apego tienen una relación de amor – odio con el otro. Por lo general, son muy inseguras y no confían en él; sin embargo, le necesitan para encontrarse bien a nivel emocional.

Por lo tanto, las parejas en las que uno de los miembros presenta este estilo de apego tienden a tener muchos problemas, celos, dramas e inseguridades. Curiosamente, quienes tienen apego ambivalente tienden a salir con personas con apego evitativo.

Apego evitativo

El apego evitativo se caracteriza por la falta de preferencia en un niño entre su cuidador primario y un completo desconocido. La teoría es que el bebé ha sido castigado en ocasiones anteriores cuando ha confiado en sus padres. Por ello, ahora siente que se las tiene que arreglar por su cuenta.

Así, en el caso de niños muy pequeños con este tipo de apego, no muestran ningún síntoma de estrés cuando el cuidador se va de su lado, y tampoco presentan muestras de afecto cuando vuelve. En general, se trata de casos en los que los padres han sido abusivos a nivel emocional con los niños.

En cuanto a las relaciones amorosas, los mismos síntomas están presentes en las personas evitativas. Aún cuando quieran a su pareja, tenderán a sentir que les agobian con sus demandas, y a alejarse de ella continuamente. Este comportamiento evitativo hará que la otra persona se sienta muy insegura.

Por lo general, los evitativos tienden a formar pareja con los ambivalentes; y sus relaciones están caracterizadas por todo tipo de problemas.

Apego desorganizado

El apego desorganizado es el menos frecuente de los cuatro. Consiste en una mezcla de patrones evitativos y ambivalentes. Normalmente, está causado por una forma de comportarse por parte de los cuidadores que no se mantiene estable a lo largo del tiempo.

En el campo de la pareja, las personas con apego desorganizado tienden a buscar cercanía física pero distanciamiento emocional. En general, este tipo de relaciones solo aparece si han existido casos de abuso.

Ejemplos de vínculos afectivos

Donde mejor se pueden reconocer los ejemplos de los diferentes tipos de apego es en el campo de la pareja. A continuación examinaremos cómo respondería una persona que presentase cada uno de los cuatro tipos a una situación muy común: que su pareja saliera de fiesta sin ellos.

  • Una persona que sintiera apego seguro no se preocuparía en absoluto. Debido a que confía tanto en sí mismo como en su pareja, lo vería como algo totalmente normal y un síntoma de independencia (lo que se tomaría como algo positivo).
  • Por el contrario, alguien con apego ambivalente lo vería como un síntoma claro de que su pareja ya no le quiere. Pensaría que va a buscar a alguien para reemplazarle, o que se quiere olvidar de él porque está harto.
  • Alguien con apego evitativo reaccionaría de forma distinta. Puede que se preocupase por si su pareja quiere serle infiel; pero, en secreto, estaría aliviado por poder alejarse de ella por una noche. Por lo general, la sensación que predomina en las relaciones de estos individuos es la de agobio.
  • Por último, alguien con apego desorganizado podría mostrar respuestas de los evitativos o de los ambivalentes en momentos distintos.

Otros ejemplos

  • La relación-vínculo de amistad entre dos niños que llevan varios años estudiando juntos.
  • La relación-vínculo entre un nieto y su abuelo.
  • La relación-vínculo entre un padre y su hija.
  • La relación-vínculo entre un humano y su perro.