Estrés

Fases del estrés y sus características (con ejemplos)


Existen tres fases del estrés -según el trabajo de Hans Selye en 1936- por las que pasa el organismo tras encontrarse ante amenazas reales o percibidas: alarma, resistencia y agotamiento, así como la fase ausente en la respuesta al estrés.

Durante la evolución de los seres humanos, nuestra supervivencia ha dependido de la capacidad de superar situaciones amenazadoras para nuestras vidas, desde ser perseguidos por animales depredadores hasta recuperarnos de enfermedades. Pero, ¿cómo cobramos consciencia de que una situación es tan peligrosa que debemos adaptarnos y sobrevivir a ella?

A menudo, nos damos cuenta de que una situación es amenazante porque nuestro ritmo cardíaco aumenta; uno de los efectos colaterales del estrés. Un endocrino nacido en Viena llamado Hans Selye (1907-1982) fue el primer científico en señalar estos efectos colaterales y en identificarlos de forma colectiva como los resultados del estrés, un término que utilizamos rutinariamente hoy, pero que en realidad no ha existido hasta hace menos de cien años.

Selye introdujo el modelo del síndrome de adaptación general en 1936, mostrando en tres fases los efectos que el estrés tiene en el cuerpo. En su trabajo, Selye, el padre de la investigación sobre el estrés, desarrolló la teoría de que el estrés es la causa principal de muchas enfermedades, ya que el estrés crónico provoca cambios químicos permanentes a largo plazo.

Las fases del estrés según Hans Selye

Pasando por una serie de etapas, nuestro organismo trabaja para recuperar la estabilidad que la fuente de estrés nos ha quitado. Según el modelo del síndrome de adaptación general, la respuesta adaptativa que tenemos los seres humanos ante el estrés se desarrolla en tres fases distintas:

1- La fase de alarma

Nuestra primera reacción ante el estrés consiste en reconocer la existencia del peligro y en prepararse para lidiar con la amenaza, reacción conocida como “la respuesta de lucha o huida”. El cuerpo “decide” rápidamente si es más viable huir o luchar con el estímulo que supone la amenaza, una reacción grabada en nuestro organismo desde los comienzos de la especie.

Se produce una activación en el eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA), una parte del sistema endocrino que controla las reacciones al estrés y regula varias funciones del organismo como la digestión y el sistema inmune. El sistema nervioso central y las glándulas suprarrenales también sufren una activación.

Durante esta fase, las principales hormonas del estrés, el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina, son liberadas para proporcionar energía de forma inmediata. Esta energía puede tener efectos dañinos a largo plazo si, de forma repetida, no es utilizada llevando a cabo la actividad física que requiere luchar o huir.

Un exceso de adrenalina resulta, a largo plazo, en un aumento de la presión arterial que puede dañar los vasos sanguíneos del corazón y el cerebro; un factor de riesgo que predispone a los ataques al corazón y los accidentes cerebrovasculares.

Asimismo, la producción excesiva de la hormona cortisol, que se libera en esta fase, puede causar daño a las células y a los tejidos musculares. Algunos trastornos relacionados con el estrés derivados de esta producción excesiva de cortisol incluyen condiciones cardiovasculares, úlceras gástricas y niveles altos de azúcar en la sangre.

En esta fase, todo está funcionando tal y como debería: detectas un estímulo estresante, tu organismo te alarma con una sacudida repentina de cambios hormonales y estás equipado de forma inmediata con la energía necesaria para gestionar la amenaza.

Ejemplos

  • Te das cuenta que faltan pocos días para un examen y comienzan los nervios e inquietud.
  • Ves que hay poco dinero en tu cuenta de ahorros y comienzan las preocupaciones.

2- La fase de resistencia

El organismo cambia a la segunda fase cuando se supone que la fuente de estrés ha sido resuelta. Los procesos de homeostasis comienzan a restaurar el equilibrio, dando lugar a un período de recuperación y reparación.

Las hormonas del estrés suelen volver a sus niveles iniciales, pero las defensas se quedan reducidas y los suministros de energía adaptativa que utilizamos para lidiar con el estrés disminuyen. Si la situación estresante persiste, el cuerpo se adapta con un esfuerzo continuo de resistencia y permanece en un estado de activación.

Los problemas comienzan a manifestarse cuando te encuentras repitiendo este proceso con demasiada frecuencia, sin obtener una recuperación completa. En última instancia, este proceso evoluciona hacia la fase final.

Ejemplos

  • Se ha pasado un examen estresante. Aunque ahora se tendrán unas semanas tranquilas, existirán más exámenes estresantes en el futuro.
  • Se ha tenido una reunión importante. Habrá algunos días de trabajo tranquilo, aunque vendrán otros días de reuniones estresantes.

3- La fase de agotamiento

En esta última fase, el estrés ha estado presente durante cierto tiempo. La habilidad de tu organismo para resistir se ha perdido porque los suministros de energía para la adaptación se han agotado. Conocida como sobrecarga, burnout, fatiga adrenal o disfunción, ésta es la fase en la que los niveles de estrés suben y permanecen altos.

El proceso de adaptación ha terminado y, como cabe esperar, esta etapa del síndrome de adaptación general es la más peligrosa para tu salud. El estrés crónico puede causar daños a las células nerviosas en los tejidos y los órganos del cuerpo.

La sección del hipotálamo en el cerebro es particularmente vulnerable a estos procesos. Es muy probable que, bajo condiciones de estrés crónico, el pensamiento y la memoria se vean deterioradas, desarrollando una tendencia a los síntomas depresivos y ansiosos.

También puede haber influencias negativas sobre el sistema nervioso autónomo, que contribuye a producir una presión arterial mayor, enfermedades del corazón, artritis reumatoide y otras enfermedades relacionadas con el estrés.

Ejemplos

  • Estar “quemado” por tener que escuchar durante meses o años quejas y a clientes maleducados.
  • Estar sin energías, sin motivación y continuamente estresado por tener que cuidar niños, trabajar, y estar pendiente de la salud de los padres.
  • Ser muy competitivo en el trabajo y estar prácticamente todo el día sin parar, con sensación de poca relajación y no ser capaz de acaparar todo lo que tienes que hacer.

La fase ausente en la respuesta al estrés

El elemento clave de esta respuesta al estrés que falta en nuestro paradigma del estrés a día de hoy es la recuperación.

Suele haber un tiempo de recuperación después de haber sido perseguido por algún animal depredador, pero es más infrecuente que tengamos un período de compensación después de eventos recurrentes en nuestras vidas cotidianas como los atascos de tráfico, los problemas de las relaciones de pareja, tener patrones de sueño inadecuados, problemas en el trabajo, problemas económicos…

De hecho, este tipo de estresores pueden enlazarse cada día haciendo que la respuesta al estrés esté “encendida” de forma continua.

En 2007, la American Psychological Association (APA) llevó a cabo su encuesta nacional anual para examinar el estado del estrés en el país. Los descubrimientos principales fueron denominados bajo el nombre de “Retrato de una olla a presión nacional”, con casi el 80% de las personas encuestadas comunicando experiencias de síntomas físicos debidos al estrés.

El estrés de los días contemporáneos es el culpable de muchas de las quejas que se ven en el día a día en las consultas psicológicas.

Referencias bibliográficas

  1. General adaptation Syndrome Stages. Psychologist World.
  2. Selye H. (1951) The General Adaptation Syndrome. Annual Review of medicine.
  3. Relaxation techniques to calm  the stress. Essence of stress relief.