Psicología educativa

¿Qué es la terapia ocupacional infantil?


La terapia ocupacional infantil analiza la problemática que presentan los niños y les facilita el camino con actividades y ejercicios para capacitarlos de la mayor autonomía posible en su vida, a partir de la recuperación de las enfermedades. Es recomendable para enfermedades o trastornos como autismo infantil, parálisis cerebral, accidentes cerebrovasculares, entre otras.

En otras palabras, la terapia ocupacional se encarga del estudio de la ocupación humana y se usa como herramienta para intervenir en la consecución de los objetivos establecidos para que la persona llegue a ser autónoma.

Hablar de terapia ocupacional es hacerlo del término “ocupación”, el cual hace referencia a actividades diarias de uso cotidiano. En estas podemos incluir el cuidado de sí mismo, el ocio, la participación social y comunitaria, además de la económica. Es decir, actividades de la vida diaria, actividades productivas y actividades de ocio que la persona debe realizar por sí misma.

Los ámbitos de actuación en los que participa la terapia ocupacional son: hospitales, centros de salud, domicilios familiares, ámbitos laborales y escolares, instituciones penitenciarias o geriátricos.

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¿Cómo es la terapia ocupacional en la infancia?

En la infancia, los niños aprenden a través de la experiencia. Interactúan con el mundo y a partir de estas interacciones aprende y se familiariza con el exterior. A partir de dicha interacción se va desarrollando el crecimiento del niño, donde aprende a enfrentarse a nuevas situaciones generadas de este aprendizaje.

Es la terapia ocupacional la que se distribuye a partir de siete contextos: el cultural, el social, el personal, el espiritual, el temporal, el físico y el virtual. Además, los catalogan como algo primordial en la elección y en el desarrollo ocupacional de la persona y, por tanto, en ningún momento se estudiarán de forma individual pues ocupan un solo conjunto y se atenderán a partir de la propia cultura, del contexto histórico y del político.

A través del acercamiento del niño con el entorno y de su interacción con el medio se da el crecimiento de éste y, en consecuencia, el desarrollo de las habilidades que debe utilizar en su entorno, en la cultura, en la sociedad y en la edad que le acontece.

Es así como va sucediendo el desarrollo infantil, a partir de la unión de todos los factores. Sin embargo, hay facetas que se desarrollan antes que otras, además de tener en cuenta la estimulación que a ésta se le dé.

Por ejemplo, se recomienda que para que el niño hable antes y desarrolle el lenguaje pronto, se mantenga con él conversaciones desde que nace, independientemente de que pronuncie palabras o no, la conversación puede mantenerla a través de las gesticulaciones que muestre mediante la comunicación no verbal.

Los terapeutas ocupacionales, en ocasiones, se encuentran con situaciones en las que los niños tienen limitaciones en ciertas actividades cotidianas que les limitan el bienestar del que un niño debe gozar.

En las primeras edades, la responsabilidad de los pequeños es la de divertirse a través del juego y comenzar a socializarse. Además, de aprender a realizar los hábitos cotidianos.

Sin embargo, son diversas las circunstancias en las que los niños no cuentan con la capacidad para explorar con la suficiente normalidad, pues se encuentran con problemas para adaptarse al medio y se encuentran limitados.

Por ello, la terapia ocupacional apuesta por facilitar posibilidades a estos niños, a través de estimulaciones gestionando situaciones en las que lleguen a alcanzar la ejecución de las actividades para que la exploración se dé con total normalidad, de forma adecuada.

¿Cómo deben ser los profesionales de esta área?

Un terapeuta ocupacional debe ser un profesional con conocimiento y amplia formación en habilidades y competencias que le permita trabajar con personas individuales o grupos que tengan algún tipo de problemática a nivel corporal o motriz y, por tanto, cuenten con limitaciones para desarrollar su vida con normalidad.

En palabras de la propia Asociación Profesional Española de Terapeutas Ocupacionales, un profesional en el ámbito de la Terapia Ocupacional puede dedicarse a la rehabilitación en diferentes áreas:

  • Geriátrica
  • Pediátrica.
  • Salud mental.
  • Drogodependencias,
  • Discapacidad intelectual.
  • Estimulación temprana.
  • Física.
  • Laboral.
  • Psicosocial

Además de intervenir en la marginación social, la inmigración social y la diabetes, entre otras enfermedades.

El terapeuta ocupacional se encarga, específicamente, de evaluar la situación en la que se encuentra la persona. Investiga en qué estado se encuentran los elementos que el ser humano ejecuta para realizar las acciones cotidianas. Por ello, la tarea del terapeuta es la de observar si la psicomotricidad de la persona, su interacción con el mundo y la comunicación que efectúa se realizan de forma óptima.

A partir de aquí, debemos concretar que, el proceso de intervención que efectúa el terapeuta ocupacional debe cumplir, en la mayoría de los casos, las siguientes fases:

  1. Valoración.
  2. Intervención inicial para proponer objetivos.
  3. Intervención.
  4. Evaluación de los resultados obtenidos.

Un caso real

Podremos observar el trabajo realizado a través de la estimulación motriz a la vez que sensorial, pues el niño nace con dificultades y no come con normalidad, sin tener hábitos como el masticar y mucho menos la necesidad de sentarse en la mesa. Se alimenta durante los primeros años de vida de nutrientes líquidos sin probar, en ningún momento, los alimentos en formato sólido.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que la participación de los terapeutas ocupacionales en la infancia ha tenido, a lo largo de la historia, una gran repercusión en diversos casos.

El niño que no comía

A continuación, exponemos un caso en el que se ha intervenido y se han obtenido resultados, titulado El niño que no comía (Beaudry, 2012).

Este niño nace con un déficit de hierro debido a uno que ya presentaba la madre durante el embarazo y, por tanto, nació débil con un peso bajo y mal estado de salud. Todo ello derivó a un retraso en su desarrollo durante el crecimiento.

Tras acudir varias veces a consultas debido al retraso que presentaba el niño, algunos médicos lo llegaron a diagnosticar como autista, sin embargo, la situación real, tras numerosas investigaciones, implicaba hipersensibilidad táctil.

La madre del niño apostó por resolver el problema de la comida porque el pequeño tan solo se alimentaba de líquidos y nada sólido. Por tanto, se acudió, en primera instancia al terapeuta ocupacional que, como profesional, comenzó a trabajar la alimentación del pequeño, algo indiscutiblemente debía comenzarse a trabajar desde las primeras etapas del desarrollo de la persona.

En primer lugar, comenzó a efectuar con él unas técnicas de estiramiento de la musculatura facial.

Cuando existen problemas en el instante en que se introducen los alimentos en el cuerpo, entonces hay que actuar con el resto del cuerpo, ya que en este caso el niño tiene una hipersensibilidad generalizada.  Y, por tanto, hay que empezar desde el exterior hasta llegar a la boca, los labios y el interior de éstos, los dientes (que hasta el momento no los enseñaba y los tenía dañados).

Una vez que tiene la boca cerca se le ofrece un objeto que puede morder y a la vez que vibre, pues la hipersensibilidad que tiene se muestra receptiva a las vibraciones, pues esta vibración hace que le alivie el dolor y se calme.

Al principio recibiremos la negatividad que hasta entonces ha recibido la familia, sin embargo, poco a poco, con paciencia lo iremos logrando. Posteriormente, estiramos y relajamos la musculatura facial continuando con el uso de los objetos que vibran para calmar dicha hipersensibilidad.

Hasta el momento se trabaja únicamente la posibilidad de acercarse a la boca, dejando de lado los alimentos, momentáneamente. De esta forma, nos encontramos situaciones en las que el niño continúa negándose y el terapeuta reanuda la tarea en todo momento, hasta que va consiguiéndolo, poco a poco.

Hasta ahora solo se ha trabajado la sensibilidad de todo el cuerpo y llegados a este punto comenzamos a trabajar con lo oral.

Nos encontraremos con situaciones en las que aunque no es recomendable forzar es importante que, en situaciones totalmente negativas, se fuerce aunque en menor medida. A partir de aquí, comenzamos a tocar la boca con algo duro y crujiente, por ejemplo, palitos de pan. Al meter el palo en la boca, el niño puede morderlo pero no lo mastica, pues no sabe masticar.

Es oportuno mantener el contacto con el resto del cuerpo mientras se está realizando el proceso, además de entretener al niño con juguete o algo que pueda mantener su atención durante un tiempo.

La posibilidad de tener algo entre los dientes y la interacción con la lengua hace que le anime a morder. Y, para que comience a masticar, se le practicará alguna técnica de presión en el exterior de la encía. El jugueteo de la lengua es beneficioso para tratar el asunto de la alimentación, pues una vez que la lengua se domina, la acción de masticar es más fácil.

El primer alimento que se le mete en la boca, como tal, debe de ser pequeño y que tenga posibilidad de degradarse con rapidez, por ejemplo, el maíz.

Éste da la posibilidad, en una de sus variantes, que en el momento en que entra en juego con la salida se desmorona, por tanto da más facilidad.

Al no tener aún el control de la lengua, el alimento se le mete directamente entre las muelas. Así pues, en el momento en que se le comienza a introducir otros alimentos en la boca se vuelve a utilizar los elementos vibradores para continuar aliviando el dolor.

El terapeuta ocupacional reflexionó y trasladó su evaluación señalando que una vez que la alimentación mejoró, el niño se adaptaba con más facilidad a los cambios y, a partir de aquí, se comenzó a trabajar con la alimentación como tal.

Al ser la comida una acción rutinaria el terapeuta tiene mucho que decir en este aspecto, pues todo lo que envuelve a la alimentación es parte de esta rutina, como es la situación de sentarse o poner la mesa.

Finalmente, debemos señalar que, como en cualquier otro proceso de enseñanza-aprendizaje, se generan situaciones en las que otras vertientes científicas plantean otras formas de enseñar.

Existen corrientes psicológicas que proponen que todos los pasos hay que enseñarlos a la vez, es decir, plantean que todas las variantes; plato, mesa, silla, se den conjuntamente para que el niño asuma la situación tal cual es.

No obstante, el terapeuta que refleja este caso señala que su tarea fue principalmente que el niño comiera y, por tanto, se limitó a enseñar la conducta de alimentarse, dejando al margen otras tareas que se aprenderían más adelante y no eran algo vital para la autonomía de la persona.

Referencias

  1. BEAUDRY BELLEFEUILLE. I. (2012). Alimentación selectiva: evaluación y tratamiento de un niño de tres años. En SANJURJO CASTELAO, G. (Coord.). III Ciclo de sesiones clínicas Revista Asturiana de Terapia Ocupacional, Asturias.
  2. ROJO MOTA, G. (2008). Terapia Ocupacional en el tratamiento de las adicciones. Trastornos Adictivos, 10, 88 – 97.
  3. VIANA MOLES, I. Y PELLEGRINI SPANGENBER, M. (2008). Consideraciones contextuales en la infancia. Introducción al desarrollo del niño. Terapia ocupacional en la infancia.