Filosofía

Dogmatismo: qué es, concepto, características, exponentes y sus ideas


¿Qué es el dogmatismo?

El dogmatismo es la perspectiva epistemológica y ontológica mediante la cual se considera posible conocer las cosas en sí mismas y, por lo tanto, expresar toda verdad de forma innegable y cierta, sin ninguna necesidad de revisarla o criticarla.

Pone de manifiesto la confianza que tiene una persona en aprender y reconocer objetivamente al mundo por su capacidad cognoscitiva. Esto se debe a la posibilidad creativa de su mente y a la capacidad para construir un valor absoluto. Dicho de otra manera, supone que el pensamiento deriva del ser.

Por su parte, el objeto se impone al sujeto porque este último tiene la capacidad de recepción de la verdad del objeto tal como es, sin distorsiones. Es justamente su fundamento el que lleva a estos filósofos a dar más importancia a los principios que a los hechos o argumentos esgrimidos; por eso afirman antes de examinar u observar.

Esta noción nace en la Antigüedad presocrática, pero esta posición también se hace presente en algunos racionalistas del siglo XVII y XVIII, quienes confían en la razón pero luego de analizarla.

Origen

El dogmatismo se origina en los siglos VII y VI antes de Cristo, en Grecia. De hecho, la palabra “dogmático” (δογματικός) significa “fundado en principios”. Es un adjetivo derivado de “dogma” (en griego, δόγμα), cuyo significado original es “opinión”, “algo declarado”.

Sextus Empiricus, uno de los filósofos escépticos más importantes de Grecia, incluyó en el 100 d. C. al dogmatismo como una de las tres tendencias filosóficas. De acuerdo a la actitud de los filósofos con respecto a la verdad, hay diferentes tendencias:

  • Los dogmáticos que dicen haber encontrado la verdad, como Aristóteles, Epicuro y los estoicos.
  • Los académicos, que son aquellos que sostienen que la verdad no se puede percibir ni reproducir de cualquier manera. Entre ellos se cita a Carneades y Clitomachus.
  • Los escépticos, que son los comprometidos con la búsqueda de la verdad. Son los implicados en la investigación y la examinación.

Para algunos historiógrafos de la filosofía el dogmatismo se opone al escepticismo, ya que el primero da por verdadero lo que para el segundo es una opinión y no una afirmación.

Según Kant, el dogmatismo se opone al criticismo, ya que este se puede comprender como una actitud que considera al conocimiento o actuación en el mundo algo imposible e indeseable sin una crítica previa.

Características del dogmatismo

Algunas de las características más importantes que definen al dogmatismo son las siguientes:

Llegar a la verdad a  través del conocimiento

Es la capacidad cognoscitiva del ser humano la que le permite el conocimiento directo del mundo y de los fundamentos que subyacen en este.

Este conocimiento posibilita conocer a las cosas en su ser verdadero. Esto es así porque el objeto se impone al sujeto, que lo recibe sin intermediarios ni distorsiones.

Mente y pensamiento como poder creativo

La convicción de los dogmáticos de que es posible la cognición de la verdad se basa en la creatividad del pensamiento y de la mente.

El dogmatismo metafísico considera que la mente puede conocer al mundo objetivamente porque su funcionamiento es similar al de la naturaleza. Por eso, sus pensamientos pueden descubrir las leyes independientemente de toda subjetividad de la persona o de la especie humana.

Esto deriva también en la idea del reflejo de la realidad objetiva en la conciencia del hombre.

Igualdad del ser

Este concepto se relaciona con el anterior. Se puede llegar al conocimiento porque, de alguna manera, se está asimilado al ser. Ese ser está por debajo de todas las cosas y es común a todo.

Tanto el hombre como las cosas del mundo están dentro de él y, a su vez, el ser se distingue de estas por ser su sustrato: lo real y verdadero.

Por otra parte, en el dogmatismo también aparece el concepto de que todas las cosas son aparentes, inestables y mutables.

Conocimiento y valores absolutos

Si el hombre es parte de ese ser sustrato de todo, no hay dudas de que su conocimiento va a ser absoluto y que, por lo tanto, va a llegar a valores absolutos.

Esos valores absolutos lo son no solo porque el hombre los comprende, sino porque los descubre debido a que la realidad se refleja en su conciencia por ser parte de ese ser inmutable.

Principales exponentes del dogmatismo y sus ideas

Son seis los principales exponentes del dogmatismo: Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes, Pitágoras, Heráclito y Parménides.

Tales de Mileto (624 a. C. – 546 a. C.)

Tales fue filósofo, geómetra, físico, matemático y legislador griego. Fue el iniciador de la Escuela de Mileto y no dejó ningún texto escrito, por lo que sus teorías y conocimientos provienen de sus seguidores.

No obstante, se le atribuyen grandes aportes en el terreno de la física, la astronomía, la matemática y la geometría.

Como filósofo, se considera que fue el primero en Occidente que intentó explicar racionalmente los diferentes fenómenos del mundo. Ejemplo de esto es el pasaje del mito a la razón, ya que hasta su época las explicaciones eran solamente míticas.

Tales de Mileto sostiene que es el agua es el primer elemento, el principio de todo; por lo tanto, le adjudica vida. También le otorga un alma, porque el alma hace mover las cosas y el agua se mueve sola.

Anaximandro (610 a. C. – 546 a. C.)

Discípulo de Tales de Mileto y maestro de Anaxímenes. Fue filósofo y geógrafo. Para Anaximandro el principio de todas las cosas (arché) es ápeiron, que significa “sin límites”, “sin definición”.

Ápeiron es imperecedero, indestructible, inmortal, indeterminado, ilimitado, activo y semoviente. Esta sustancia es lo divino que origina todo y a lo que vuelve todo.

De ápeiron se dividen las sustancias que son opuestas entre sí dentro de la Tierra. Cuando alguna de estas se impone a la otra aparece una reacción que vuelve a equilibrarlas.

Anaxímenes (546 a. C. – 528/525 a. C.)

Filósofo considerado tradicionalmente como compañero y sucesor de Anaximandro. Al igual que su maestro, cree que el principio de todas las cosas (arché) es invariable ante el cambio y el fin, y es infinito.

Sin embargo, Anaxímenes va un paso más allá que Anaximandro, especificando que el ápeiron es el elemento aire. La elección de este elemento la justifica porque considera que este transforma todo a través de la condensación y la rarefacción.

La condensación genera las nubes, el viento, el agua, las piedras y la tierra; la rarefacción origina el fuego. Además, considera que lo frío es una consecuencia de la condensación y lo caliente de la rarefacción.

Pitágoras (569 a. C. – 475 a. C.)

Filósofo y matemático griego. Realizó grandes adelantos en la geometría y la aritmética, y sus principios influyeron posteriormente en Platón y en Aristóteles.

Si bien no se conservan sus escritos originales, fueron sus discípulos los que, citando a su maestro, justificaban sus doctrinas.

Fundó una escuela religiosa y filosófica en el sur de Italia, donde sus seguidores vivieron allí de manera permanente. Esta denominada “hermandad pitagórica” estuvo conformada tanto por hombres como por mujeres.

Los postaristotélicos atribuyen a Pitágoras el concepto de monismo; es decir, principios intangibles de los que nace, en primer lugar, el número; luego nacen las figuras sólidas, así como el plano; y por último, nacen los cuerpos pertenecientes al mundo sensible.

También se considera que Pitágoras dió nacimiento a la idea de que el alma se puede elevar hasta alcanzar lo divino y que, después de la muerte, tiene un destino, dando una idea aproximada a la reencarnación.

El elemento más importante es el fuego, por ser el principio que vivifica el universo. Se lo ubica en el extremo del universo, y alrededor de ese fuego central se conforma la danza circular de los cuerpos celestes, como las estrellas, el Sol, la Luna, la Tierra y la Antitierra.

Heráclito (544 a. C. – 484 a. C.)

Filósofo natural de Éfeso, ciudad de Jonia, su pensamiento es conocido por declaraciones posteriores, ya que solo quedan partes de sus escritos.

Supone que el universo oscila entre la reversión y la expansión de todas las cosas a un fuego primordial. Esto lleva al movimiento y al cambio continuo en los que se ve envuelto el mundo.

Ese fluir está gobernado por una ley denominada logos. Esta conduce el futuro del mundo y le da signos, hablándole al hombre, aunque la mayoría de las personas no sabe ni hablar ni escuchar.

Para Heráclito el orden es el orden de la razón. Cree que los sentidos no son suficientes y que por eso se debe utilizar la inteligencia, pero a esta hay que sumarle una postura inquisitiva y crítica. Rescata como elemento fundamental al tiempo; por ello piensa la existencia como un devenir.

Parménides (530 a. C. – 470 a. C.)

Filósofo griego que considera que el camino al conocimiento tiene dos vías: la de la opinión y la de la verdad. La segunda es la transitable, mientras que la primera aparenta ser conocimiento, pero está llena de contradicciones.

La vía de la opinión parte de la aceptación del no ser; en cambio, la de la verdad se fundamenta en la afirmación del ser. Por su parte, la afirmación del ser es opuesta al devenir, al cambio y a la multiplicidad.

Parménides no está de acuerdo con el devenir que plantean sus antecesores. Sostiene que, si algo cambia, implica que ahora es algo que antes no era, lo que es contradictorio.

Por eso, afirmar el cambio representa aceptar el paso del ser al no ser, o al revés. Sin embargo, para este filósofo eso es imposible porque el no ser, no es. Además, asegura que el ser es entero, inmóvil e ingénito.