Medicina

Rinofaringitis: síntomas, causas, factores de riesgo, prevención


La rinofaringitis, nasofaringitis o coriza es una enfermedad viral que afecta el tracto respiratorio superior. Es una de las causas de morbilidad más frecuentes en niños y adultos, siendo el principal motivo de consulta médica en la población infantil.

En los países templados se calcula que un adulto puede presentar entre tres a cuatro episodios al año, mientras que los niños pueden presentar entre cinco y seis. Es una enfermedad que provoca una inflamación de las mucosas nasal y faríngea. Presenta un aumento de la producción de moco, fiebre, dolor de garganta, malestar general, dolores musculares, puede acompañarse de tos y ronquera.

Generalmente, dependiendo del agente causal, el período de incubación es corto, desde unas pocas horas (15 a 16 horas) hasta 72 horas. La enfermedad no requiere tratamiento, solo se indica tratamiento para la fiebre (antipiréticos) y/o antiinflamatorios.

En algunos casos, en niños pequeños, se pueden recetar lavados nasales con solución fisiológica para aliviar la obstrucción nasal.

Los virus son los agentes causales de las rinofaringitis. Existen más de 200 virus que han sido relacionados con el resfriado común. Aunque generalmente la enfermedad remite en promedio después de unos cinco a siete días, pueden existir complicaciones.

Las complicaciones más frecuentes son las otitis medias, las sinusitis, las bronquitis y las neumonías. Pueden sobrevenir infecciones bacterianas secundarias.

Si bien las rinofaringitis son procesos virales agudos, estas pueden producirse por problemas alérgicos y ser recurrentes o crónicas.

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Síntomas

Después del periodo de incubación aparecen los síntomas. El periodo de incubación es muy corto, en promedio es de uno a dos días, pero puede ser tan corto como de 10 a 15 horas o llegar hasta las 72 horas. Estas variaciones dependen fundamentalmente del agente causal y de las condiciones de salud del huésped.

Los síntomas, según algunos autores, se pueden dividir en síntomas predominantes, síntomas frecuentes y síntomas generales, y que afectan a otros sistemas orgánicos.

Síntomas predominantes: la rinorrea o secreción nasal abundante, generalmente hialina con obstrucción nasal y estornudos frecuentes son los síntomas iniciales predominantes.

Síntomas frecuentes: dolor de garganta o molestias como sensación de irritación en la garganta, tos, dolor de cabeza (cefalea), fiebre con intensidad variable dependiendo de la edad del paciente. Malestar general, puede aparecer dolor de oído (otalgia) transitorio.

Síntomas generales y que afectan a otros sistemas orgánicos: irritación ocular con o sin secreción lagrimal abundante. Linfadenitis cervicales, es decir, inflamación de los ganglios linfáticos cervicales. Dolor torácico, vómitos, diarrea, dolor abdominal, dolores musculares (mialgias) y articulares (artralgias), irritabilidad (en niños), inapetencia, rechazo a la alimentación.

En los niños pequeños, sobre todo en los lactantes, la obstrucción nasal puede producir dificultades para conciliar el sueño y para la alimentación. Puede generar vómitos, con aumento de la frecuencia de las evacuaciones.

Cuanto más pequeño es el infante, más depende de la respiración nasal, por lo que dichas obstrucciones pueden generar cierta dificultad respiratoria.

En el curso de la rinofaringitis que es autolimitada, la fiebre puede persistir hasta por cinco días, en cambio la tos y la rinorrea pueden mantenerse por períodos más prolongados, hasta por 10 días. La secreción nasal, que inicialmente es hialina, al cabo de dos a tres días se hace más espesa y blanquecina por la presencia de células polimorfonucleares y bacterias.

Causas principales de la rinofaringitis

La rinofaringitis puede ser debida a múltiples causas, siendo las más frecuentes las alérgicas y las infecciosas.

Rinofaringitis alérgica 

La rinofaringitis alérgica es consecuencia de la inflamación de las mucosas de nariz y faringe, comprometiendo en ocasiones también los senos paranasales (en cuyo caso se denomina rinosinusitis).

Esta inflamación se genera debido a la exposición a un alérgeno dado, por lo general polvo, ácaros o polen.

En cada paciente el alérgeno es diferente, de manera que lo que produce rinofaringitis alérgica a una persona no necesariamente lo hará en otra. Así mismo, hay pacientes que pueden ser sensibles a múltiples alérgenos, por lo que existe la posibilidad de que más de dos elementos en el ambiente desencadenen los síntomas.

Estacional y perenne

Cuando la rinofaringitis se presenta de manera estacional, especialmente en primavera y a consecuencia de la exposición a ciertos tipos de polen, se habla de rinofaringitis alérgica estacional, también conocida como fiebre del heno.

Por otra parte, cuando no se presenta este patrón, se suele hablar de rinofaringitis perenne.

Rinofaringitis infecciosa

Casi la totalidad de los casos de rinofaringitis infecciosa son de origen viral. Por lo general el responsable es un rinovirus, aunque existen muchos otros virus (adenovirus, coronavirus, parainfluenza) con capacidad de infectar la mucosa de la rinofaringe, ocasionando así rinofaringitis.

Infección por bacteria

En algunos casos la rinofaringitis puede ser debido a una infección bacteriana; los gérmenes involucrados con más frecuencia son Haemophilus influenzae y Streptococcus pyogenes. 

Cuando hay bacterias involucradas el compromiso nasal es mucho menor, centrándose los síntomas en la garganta; por ello suele emplearse el término faringitis o faringoamigdalitis, este último cuando hay compromiso de las amígdalas.

Alto riesgo de contagio

En los casos de rinofaringitis infecciosa suele ser posible asociar el contacto con una persona con la enfermedad. El contacto no debe ser estrecho, dado que el agente infeccioso puede transmitirse hasta 10 metros debido a las microgotas de saliva (fluge) que se expiden al toser o estornudar.

La rinofaringitis viral es sumamente contagiosa y por lo general se presenta en brotes, particularmente en los meses fríos y en aquellas situaciones en las que existen concentraciones elevadas de personas en recintos relativamente reducidos, como escuelas, cuarteles, casas de retiro, entre otros.

Factores de riesgo

Tradicionalmente, existe la teoría de que la rinofaringitis se puede “atrapar” por la exposición a un ambiente frío, a la lluvia o a condiciones invernales comunes. De allí deriva el nombre de resfriado común o “cold” en inglés.

Muchos de los virus que causan esta enfermedad son estacionales y la rinofaringitis es más frecuente en climas fríos y húmedos.

La razón por la que la enfermedad es estacional no está completamente dilucidada. Algunos factores sociales pueden estar involucrados.

Cuando el clima es frío y húmedo las personas permanecen más tiempo en ambientes cerrados y la cercanía con personas infectadas favorece el contagio como, por ejemplo, la escuela para los niños.

El papel de la baja temperatura corporal como factor de riesgo es controversial, pero la mayor parte de las evidencias sugieren que estas bajas temperaturas generan un aumento en la susceptibilidad a la infección.

Un factor de riesgo para este tipo de patología infecciosa está relacionado con una disminución de la función inmunológica. La disminución de las horas de sueño y la desnutrición se han asociado a un mayor riesgo de infección ante la exposición al rinovirus.

La lactancia materna disminuye el riesgo de complicaciones como las otitis y las infecciones respiratorias bajas (pulmonares) y es recomendable que, aunque el lactante esté enfermo, esta no se suspenda.

Prevención

Las únicas medidas realmente útiles para evitar la propagación de los virus de la rinofaringitis son las medidas físicas tales como el uso correcto de la técnica de lavado de manos y el uso de tapabocas. En el entorno sanitario también se deben usar guantes, mascarillas y batas desechables.

Cuando una persona se expone a un paciente infectado se debe evitar el contacto de las manos con los ojos o la nariz. Las personas infectadas deben eliminar adecuadamente las secreciones nasales y resguardarse al momento de toser o estornudar.

En estos casos el aislamiento o cuarentena no se utilizan, sin embargo, para evitar el contagio los niños enfermos no deben asistir a la escuela. La vacunación no es una medida realmente efectiva, ya que estos virus mutan constantemente y son muy numerosos, por lo que es muy difícil obtener una vacuna que permita una amplia protección contra estos.

Lavarse las manos regularmente aparentemente ha sido efectivo para reducir la transmisión de estos virus. El añadir antibacteriales o antivirales al lavado normal de las manos no está claro que provea algún beneficio adicional. Los antisépticos en gel tienen como única ventaja la comodidad de un lavado en seco.

El uso de vitamina C no reduce el riesgo de contraer la enfermedad, pero reduce el tiempo de duración de la misma. Los suplementos de zinc, cuyo uso se ha popularizado, no está claro que realmente reduzcan el riesgo o afecten el curso de la enfermedad.

Referencias

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