Neuropsicología

10 actividades para niños con parálisis cerebral


¿Qué son las actividades para niños con parálisis cerebral?

Las actividades para niños con parálisis cerebral son útiles para mejorar capacidades y calidad de vida y favorecer el aprendizaje. La parálisis cerebral constituye un grupo de trastornos del desarrollo del movimiento y la postura que causan una notable limitación de la actividad.

Esta enfermedad se origina debido a algún daño producido durante la época fetal o los primeros años de vida.

Hay que tener en cuenta que no todas las parálisis cerebrales son iguales, ya que existen distintos tipos.

Podemos encontrar tetraplegias (afectación de los miembros superiores e inferiores), disparesias (afectación mayor de los miembros superiores), hemiparesia (afectación de ambos miembros de un lado del cuerpo) y monoparesia (afectación de un único miembro).

Sea cual sea el tipo de parálisis cerebral padecida, es indudable que esta enfermedad causa una gran discapacidad para el niño.

Por este motivo, hacer actividades desde las primeras etapas de vida resultan fundamentales para estimular los déficits del niño e incentivar el desarrollo físico y mental.

Actividades para niños con parálisis cerebral

1. Aprender a controlar la cabeza

El control de la cabeza es fundamental, y lo primero que debe alcanzar el niño para poder levantarse, voltearse, sentarse, gatear o realizar cualquier movimiento.

Esta tarea resulta dificultosa para todos los recién nacidos, ya que el tamaño y el peso de su cabeza, en comparación del resto del cuerpo y de su fuerza, es muy elevado. Pero para los niños con parálisis, esta actividad resulta aún más compleja.

Para hacerlo, hay que animar al niño a levantar la cabeza cuando está acostado boca abajo. Esta acción puede realizarse llamándole la atención con objetos o colores brillantes.

Si se nota que le cuesta levantar la cabeza a causa de la debilidad de sus regiones corporales, suele ser útil ponerle una cobija doblada bajo el pecho y los hombros.

En el caso de que el niño no se pueda levantar, cógelo y acomódalo sobre tu pecho de modo que esté prácticamente sentado. Con esta postura le será más fácil levantar la cabeza.

Cuando esté boca arriba, se debe agarrar al niño por los hombros y levantarlo suavemente hasta que la cabeza le cuelgue ligeramente hacia atrás. Esta acción debe realizarse con precaución y se debe evitar si la cabeza le cuelga mucho.

Otra acción consiste en poner el pezón (o el biberón) junto a los labios en vez de mantenerlo en la boca, para que el niño deba acercarse a la comida por sí solo.

2. Aprender a girarse y voltearse

Solo cuando el niño ya tenga un buen control de su cabeza, se puede empezar a practicar la actividad de girarse y voltearse. Para realizar esta acción podemos empezar como en la actividad anterior, llamando la atención del niño cuando se encuentre tumbado.

Una vez captada su atención con algún juguete, debes balancearlo hacia un lado para que el niño voltee la cabeza. Si después de varios intentos el niño no realiza la acción, se le puede ayudar levantándole una pierna.

Una vez el niño domine este movimiento, se le puede enseñar a voltearse hacia un lado estando boca arriba. En este caso, deberás acomodar al niño boca arriba y ofrecerle un juguete por un lado, animándolo a que se gire para cogerlo.

3. Practicar la coordinación entre ojos y manos

Una de las características de los niños con parálisis cerebral consiste en que no cuentan con el reflejo de agarre durante los primeros meses de vida.

Si pones el dedo cerca de él, probablemente no lo agarre con su mano hasta etapas más avanzadas. Este hecho puede comprometer el desarrollo del niño, por lo que es importante practicar esta actividad.

Para hacerlo, en primer lugar hay que observar si el bebé tiene siempre la mano cerrada. En caso afirmativo, se le debe frotar suavemente con la mano desde el dedo meñique hasta la muñeca.

Esto hará que abra la mano, y muy probablemente agarre tu dedo. En el caso de que el niño no cierre la mano, resulta útil coger un objeto y ponérselo en la mano, cerrársela para que lo sujete y soltar poco a poco su mano para mantener la acción de agarre.

4. Estimular el control corporal

Al controlar su cabeza, empiezan a sentarse y moverse. No obstante, para sentarse bien, el niño necesita controlar su cuerpo, usar las manos y balancearse.

La aparición de estas habilidades suelen retardarse en los niños con parálisis cerebral, por lo que conviene practicarlas y ayudarle a desarrollarlas. Para hacerlo, resulta eficaz sentar al niño y, cuando este se caiga, enseñarle a detenerse extendiendo los brazos.

Una actividad útil para practicar esta acción consiste en acostar al niño boca abajo sobre un tronco, sostenerlo de la cadera y girarlo lentamente hacia los lados.

Mientras lo hagas, debes animar al niño a que se detenga cuando es balanceado con la ayuda de la mano. Esta misma acción también puedes realizarla acostando al niño sobre tu barriga.

Cuando el niño pueda sostenerse estando acostado, se hace lo mismo sentándolo y balanceándolo hacia los lados, y hacia delante y hacia atrás.

Una vez tenga algo de control, puedes hacer lo mismo sentando al niño sobre tus piernas y moviéndolas levemente para que el niño intente contrarrestar la desestabilización producida por el movimiento.

5. Iniciar el arrastre y gateo

Es importante que el arrastre y el gateo se empiece a practicar cuando el niño tenga cierto control sobre su cuerpo. Es fundamental seguir el orden de actividades que hemos comentado hasta ahora.

Resulta útil empezar acostando el niño boca abajo en el suelo y llamar su atención con un objeto que esté prácticamente a su alcance.

Si cuando el niño intenta acercarse no consigue doblar la pierna, se le deberá ayudar levantándole la cadera. Si al bebé le cuesta empezar a gatear sobre el suelo, puedes practicar la misma acción sobre tu pierna.

Siéntate en el suelo y acuesta al niño boca abajo en tu pierna. Llámale la atención con un objeto situado en tus pies para que el niño gatee hasta él. Cuando el niño domine esta actividad, anímale a realizarla tantas veces como pueda.

Subir una montaña de paja gateando resulta otra actividad especialmente beneficiosa, ya que permite fortalecer las extremidades del niño.

6. Aprender a caminar

Para iniciar al niño en la marcha, debe haber aprendido anteriormente a gatear y controlar su cuerpo. Una vez dominadas estas dos acciones, se debe coger al niño por debajo de las axilas, estimular que adopte una postura recta y apoyar levemente sus pies sobre el suelo.

Esta acción permitirá que el niño use el reflejo de marcha y fortalezca sus piernas. Cuando el niño se afirme por sí solo sobre el suelo, colócate delante de él, sujétalo de las caderas y sepárale los pies para que tenga un soporte amplio.

Posteriormente, inclínale de lado a lado suavemente para que aprenda a pasar su peso de una pierna a otra. Cuando el niño casi pueda caminar solo pero tenga miedo, resulta útil amarrarle un trapo alrededor del pecho.

Debes colocarte detrás de él sosteniendo el trapo sin hacer fuerza y vigilándolo en todo momento por si se cae.

7. Mejorar el equilibrio

Las actividades que le ayuden a mejorar su equilibrio le serán útiles tanto para mejorar su capacidad de caminar, como para evitar posturas peligrosas cuando se siente o cuando se tumbe.

Cuando el niño esté acostado, anímalo a cambiar su peso de un brazo al otro. Para hacerlo, puedes llamar su atención con un objeto y conseguir que el niño quiera cogerlo.

Al intentar cogerlo, el niño balanceará su peso hacia un brazo, por lo que se le debe incitar a que lo vaya cogiendo cada vez con una mano diferente.

Para mejorar su equilibro sentado, colócalo sobre una tabla mecedora. La inestabilidad de la superficie obligará al niño a practicar sus habilidades de equilibrio. Cuando el niño gatee, debes animarle a pasar su peso de un brazo a otro y de una pierna a otra. También se le puede enseñar a gatear hacia delante y hacia atrás.

Estas actividades desarrollarán su equilibrio y a la vez servirán para que se fortalezcan sus músculos.

Al caminar, resultar útil pedir al niño que se pare y se balancee sobre las rodillas (siempre y cuando no tenga espasticidad), y que aprenda a estar quieto de pie, agarrándose a algún objeto.

8. Control de la tensión muscular

Los niños con parálisis cerebral son mucho más propensos a padecer contracturas, por lo que es conveniente realizar actividades que puedan prevenirlas. En este caso, es importante que al realizar los ejercicios no se incremente la espasticidad, sino relajar los músculos.

Para relajar los músculos espásticos suele ser conveniente colocar trapos calientes sobre los músculos del niño. Posteriormente, se le puede ayudar a torcerse de lado a lado, estirando sus músculos y reduciendo la espasticidad.

9. Incorporación del juego

La mejor manera de que los niños aprendan es jugando, por lo que es importante presentar cualquier actividad como un juego. Es conveniente que las actividades se hagan durante un tiempo determinado (no muy prolongado) y se incorporen elementos nuevos y atractivos para el niño.

Es importante que aprenda a jugar con otros niños y solo, por lo que se le debe brindar la oportunidad de realizar actividades divertidas. 

Incorporar objetos para fortalecer sus sentidos del tacto, como barro, cuerdas, poleas, canicas, arena, y juguetes para incrementar sus sentidos visuales como espejos, colores o títeres, resulta altamente beneficioso.

Asimismo, juguetes para el equilibro como columpios o hamacas, y juguetes para el oído como sonajas, flautas o tambores, no solo permitirán que el niño se divierta, sino que servirán para incrementar su desarrollo.

10. Inicio en habilidades para la vida diaria

Finalmente, el niño deberá desarrollar poco a poco una serie de habilidades básicas. La parálisis cerebral hace que estas habilidades tarden más en aparecer, por lo que también debe practicarse su desarrollo.

Para ayudar al niño a desarrollar nuevas habilidades, en primer lugar tienes que observar lo que puede y no puede hacer. Con frecuencia, el niño necesitará mucha ayuda para hablar y comunicarse, por lo que se le debe ayudar a que se comunique de cualquier manera que pueda.

Asimismo, se le debe incitar a que aprenda a comer, vestirse, bañarse y realizar sus necesidades diarias por sí solo.

Para practicar este tipo de actividades se deberá tener muy en cuenta las habilidades que tiene el niño e incentivarlas para que las utilice.

Referencias

  1. Tilton, A.H. (2003). Approach to the rehabilitation of spasticity and neuromuscular disorders in children. Neurol. Clin. 
  2. Harum, K.H., Hoon, A.H. Jr, Casella, J.F. (1999). Factor V Leiden: a risk factor for cerebral palsy. Dev. Med. Child. Neurol.