20 Poemas de Tres Estrofas para Jóvenes
Te dejo una lista de poemas de tres estrofas de temas variados como la contaminación, el estudio, animales, entre otros.. Las estrofas suelen estar separados por un punto y aparte. No obstante, hay tendencias en la poesía en las que los autores omiten el uso de signos de puntuación, y separan las estrofas simplemente con dobles espacios.
Es común que las estrofas de estas manifestaciones poéticas contengan desde dos versos hasta los que el autor considere, y que estos tengan métricas determinadas, constantes y que rimen entre sí. Estas cualidades facilitan el aprendizaje entre las personas que escuchan los poemas, lo que hace más fácil su difusión y popularización.
Ahora bien, estos poemas también pueden estar compuestos por versos blancos o libres. Esto quiere decir que sus estrofas pueden carecer de rima y de métrica, por lo que toma más importancia el mensaje que el poeta quiere transmitir.
Lista de poemas de tres estrofas
– El barco de vela (Juan Ortiz)
I
Te vas al horizonte de las gaviotas,
allá donde descansa el monte de agua,
te vas como quien surca caminos de espuma
alma de tela, eterna piragua.
II
Te vas y el viento mece tu cuna
debajo del sol, sobre el espejo,
te vas como silente reflejo de luna
adonde aguardan enormes misterios.
III
En tu lomo de roble va el pescador,
el capitán y el marinero,
va quien quiere del candor
del cielo, del sol y de un lucero.
– Mi pueblo querido (Juan Ortiz)
I
Entre azules y gaviotas
se levanta tu presencia,
y en la sal, tu dulce esencia,
puedo ver marinas gotas.
Mi ausencia tú la notas,
y lo sé, pueblo querido,
pues me fuiste abrigo y nido
en los años de mi infancia,
llevo en mí tu miel fragancia
en cada paso sentido.
II
No me fui, lo sabes bien,
es tan solo un hasta entonces,
yo volveré a ti en los bronces
con la nieve ya en mi sien.
Extraño a mi gente también,
mi sangre, mi gran sentir,
y no te puedo mentir,
a ti no te oculto nada,
mi alma está coronada
de ganas de volver a ir.
III
Al volver besaré el suelo,
nadaré todo tu mar,
no dudaré en cantar
como el ave hace en su vuelo.
Y es que en mí hay un hielo
que me besa a diario el alma,
un gris que corroe la calma
desde que dejé tu puerto,
es como andar vivo y muerto
sin sombra en ninguna palma.
– El refrigerador (Juan Ortiz)
I
Gracias debo darte a ti,
querido refrigerador,
por cuidar mis alimentos
con tan enorme amor.
II
Al agua la enfrías bien,
y a la carne la congelas,
y las frutas se mantienen
siempre tersas y muy buenas.
III
Si yo quiero un rico helado,
voy entonces a tu puerta,
donde hay tal variedad
que la sonrisa se despierta.
– La cocina (ejemplo sin signos de puntuación, Juan Ortiz)
I
Es la parte de la casa
donde se unen los sabores
allí brotan del amor
los más ricos olores
II
En ella se preparan pastas
también sabrosos guisos
ensaladas postres platos
para gustos bien precisos
III
La familia se reúne
en ella para compartir
y bien juntos disfrutar
de lo hermoso de vivir
– Debo estudiar (Juan Ortiz)
I
Debo estudiar para alcanzar
las metas en mi vida,
para que nadie decida
adónde puedo llegar.
Y estudio para cambiar
lo malo por lo bueno,
para ser del rayo el trueno,
retumbar en los lugares,
para reformar hogares
y al delito poner freno.
II
Estudiar es el llamado
para un cambio verdadero,
quien estudia es justiciero,
es un ser muy dedicado.
Estudiar te vuelve alado,
abre el cielo y sus caminos,
al oído brinda trinos
de sabiduría pura,
a la voz le da dulzura,
cubre de ropajes finos.
III
Debo estudiar por mi familia,
por mi pueblo, por mi gente,
por un mundo diferente,
pues educarse concilia.
Quien se forma, pues, auxilia,
da luz y da esperanza,
la iluminación alcanza
y sirve de guía a quien sea,
oportunidades crea,
y los valores afianza.
– La contaminación (Juan Ortiz)
I
El planeta sufre y sufre
por la contaminación,
cáncer de toda nación,
valle de sombras y azufre.
II
Es deber del ciudadano,
de cada hombre, cada niño,
cuidar, mimar, dar cariño
a su ambiente más cercano.
III
No ensuciemos más los mares,
ni los bosques, ni los ríos,
ni los lagos con navíos,
son sagrados, son altares.
– La escuela (Juan Ortiz)
I
La escuela es el lugar
donde vamos a aprender
para hacer crecer el ser,
divertirnos y jugar.
II
Amistad da por montones,
y muy buenas enseñanzas,
si le conoces avanzas
entre sumas y fracciones.
III
Sus espacios alimentan
el alma, también la mente,
son del saber la fuente,
y el ánimo acrecientan.
– El deporte (Juan Ortiz)
I
Para mantenerse en forma
nada como el buen deporte,
para el músculo es consorte
y a la salud es norma.
II
Sea ciclismo o natación,
tenis, fútbol o esgrima,
deporte es materia prima
para un sano corazón.
III
Yo lo aplico a diario,
aunque sea una hora,
pues la alegría aflora
el resto del horario.
– Décimas al viento (Juan Ortiz)
I
No se sabe adónde va,
tampoco de donde viene
qué forma su cuerpo tiene,
o si sueña, tal vez, quizá.
El viento su fresco da,
es eso lo que sí sé,
al molino da fuerza y fe
al hombre cuando le siente,
y su presencia silente
acompaña a tomar café.
II
Por él el barco surca el mar
con su estela cristalina,
el viento es transparencia fina
que ayuda al hombre en su andar.
Y si hablamos de volar,
al alcatraz el da su fuerza
para que un suave viaje ejerza
allá al ras del horizonte,
también da al fiel sinsonte
valor para que no se tuerza.
III
Y aunque no podamos ver
su imagen ni su forma,
con su fuerza va y deforma
hasta un roble, con poder.
Y aún en el anochecer
no cesa su gran labor,
es infinito orador,
voz del cielo acá en la tierra
—desde el llano a la sierra—,
del gran Dios, el noble Autor.
– A la lluvia (Juan Ortiz)
I
Vienes en tu nube gris
a dar vida a la tierra,
vienes a dar luz, matiz,
al paisaje dormido.
II
Te recibe el campo,
la casa, el hombre, el niño,
la mujer, el perro, el santo,
y el camino brotado de ayer.
III
Vienes para llevarte los escombros,
con tu alma de transparencias,
vienes cargada de asombros
a este mundo colmado de recuerdos.
– El mar lejano
La fuente aleja su cantata.
Despiertan todos los caminos…
Mar de la aurora, mar de plata,
¡qué limpio estás entre los pinos!
Viento del Sur, ¿vienes sonoro
de soles? Ciegan los caminos…
Mar de la siesta, mar de oro,
¡qué alegre estás sobre los pinos!
Dice el verdón no sé qué cosa…
Mi alma se va por los caminos…
Mar de la tarde, mar de rosa,
¡qué dulce estás entre los pinos!
Autor: Juan Ramón Jiménez
– Melancolía
Oh, muerte, yo te amo, pero te adoro, vida…
Cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
Haz que por vez postrera
Penetre en mis pupilas el sol de primavera.
Déjame algún momento bajo el calor del cielo,
Deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo…
Era tan bueno el astro que en la aurora salía
A decirme: buen día.
No me asusta el descanso, hace bien el reposo,
Pero antes que me bese el viajero piadoso
Que todas las mañanas,
Alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.
Autor: Alfonsina Storni
– Esto
Dicen que finjo o miento.
Todo lo escribo. No.
Yo simplemente siento
Con la imaginación.
No uso el corazón.
Todo lo que sueño o vivo,
Lo que me falla o acaba,
Es como una terraza
Aún sobre otra cosa.
Esa cosa es la que es bella.
Por eso escribo en medio.
de lo que no está al pie,
Libre de mi ensueño,
Serio de lo que no es.
¿Sentir? ¡Que sienta quién lee!
Autor: Fernando Pessoa
– Avestruz
Melancolía, saca tu dulce pico ya;
no cebes tus ayunos en mis trigos de luz.
Melancolía, basta! Cuál beben tus puñales
la sangre que extrajera mi sanguijuela azul!
No acabes el maná de mujer que ha bajado;
yo quiero que de él nazca mañana alguna cruz,
mañana que no tenga yo a quién volver los ojos,
cuando abra su gran O de burla el ataúd.
Mi corazón es tiesto regado de amargura;
hay otros viejos pájaros que pastan dentro de él…
Melancolía, deja de secarme la vida,
y desnuda tu labio de mujer…!
Autor: César Vallejo
– Si una espina me hiere…
¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
…pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro
ambiente de amor y caridad.
¿Rencores? ¡De qué sirven! ¿Qué logran los rencores?
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores:
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia.
Y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocado en flor de paz!
Autor: Amado Nervo
– Madrigal al billete de tranvía
Adonde el viento, impávido, subleva
torres de luz contra la sangre mía,
tú, billete, flor nueva,
cortada en los balcones del tranvía.
Huyes, directa, rectamente liso,
en tu pétalo un nombre y un encuentro
latentes, a ese centro
cerrado y por cortar del compromiso.
Y no arde en ti la rosa, ni en ti priva
el finado clavel, si la violeta
contemporánea, viva,
del libro que viaja en la chaqueta.
Autor: Rafael Alberti
– Si mis manos pudieran deshojar
Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.
Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.
¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!
Autor: Federico García Lorca
– Apegado a mí
Velloncito de mi carne
que en mis entrañas tejí,
velloncito tembloroso,
¡duérmete apegado a mí!
La perdiz duerme en el trigo
escuchándola latir.
No te turbes por aliento,
¡duérmete apegado a mí!
Yo que todo lo he perdido
ahora tiemblo hasta al dormir.
No resbales de mi pecho,
¡duérmete apegado a mí!
Autor: Gabriela Mistral
– Preludio
Mientras la sombra pasa de un santo amor, hoy quiero
poner un dulce salmo sobre mi viejo atril.
Acordaré las notas del òrgano severo
al suspirar fragante del pífano de abril.
Madurarán su aroma las pomas otoñales;
la mirra y el incienso salmodiarán su olor;
exhalarán su fresco perfume los rosales,
bajo la paz en sombra del tibio huerto en flor.
Al grave acorde lento de música y aroma,
la sola y vieja y noble razòn de mi rezar
levantará su vuelo süave de paloma,
y la palabra blanca se elevará al altar.
Autor: Antonio Machado
– Amor de tarde
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme “¿Qué tal?” y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
Autor: Mario Benedetti
Referencias
- Poema y sus elementos: estrofa, verso, rima. Recuperado de portaleducativo.net
- Poema. Recuperado de es.wikipedia.org
- Poemas de Juan Ramón Jiménez, César Vallejo y Gabriela Mistral. Recuperado de amediavoz.com
- Poemas de Alfonsina Storni y Rafael Alberti. Recuperado de poesi.as
- Poemas de Fernando Pessoa. Recuperado de poeticas.com.ar
- Poemas de Amado Nervo y Antonio Machado. Recuperado de los-poetas.com
- Poemas de Federico García Lorca. Recuperado de federicogarcialorca.net
- Poemas de Mario Benedetti. Recuperado de poemas.yavendras.com