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11 cantos para difuntos originales


Los cantos para difuntos son composiciones musicales con tono triste y melancólico, dedicadas a alguien recientemente fallecido. Estos también son conocidos como endechas, las cuales generalmente están compuestas por cuatro versos —con seis o siete sílabas—, con rima en los pares. Este tipo de homenaje es presentado al difunto como parte de la liturgia del servicio funerario.

Ejemplos de cantos para difuntos

“Canto en endecha para un padre” (Juan Ortiz)

Levanta la tarde el vuelo

con sus pájaros solemnes,

te fuiste, padre, al azul,

vino por ti la muerte.

Te sobreviven tus ascuas santas,

tu sangre esparcida en el mundo,

estos hijos que te honran

y que por ti lloran profundo.

Planea a Neptuno, a Urano, Venus,

a cada astro visible y planeta

que pueda tu alma de gran brillo,

rocío ardiente, fugaz cometa.

 

“Canto en endecha para una madre” (Juan Ortiz)

Canto de gallos al morir el día,

voz dulce que ya no recorres la casa,

te has ido madre, ternura imposible,

qué sola la mesa, qué triste la taza.

Mañana no sé si amanece,

o si anochece de nuevo el día,

ya no sé si pasan las horas,

ya no sé nada, madre mía.

El almendro echará sus hojas

y no barrerá nadie la acera,

se notará que te has marchado,

qué dolor, madrecita güera.

 

“Canto en endecha para un hijo” (Juan Ortiz)

Se rompió la ley de vida,

te tuviste que ir primero,

tú, mi sangre, hermoso hijo,

mi gran orgullo, mi guerrero.

Lo normal era irme yo,

aventurarme allá, a lo incierto,

pero la suerte quiso así,

y barajó que ahora estés muerto.

¿Aceptarlo?, un imposible,

irme contigo es lo que quiero,

ahora no valgo ni el respiro,

te quiero aquí, mi amor, mi güero.

 

“Canto en endecha para una hija” (Juan Ortiz)

Morir, hundirme en la tierra,

en los espacios que ahora te ven,

quiero eso, irme tras tuyo,

quiero ahora llorar a tus pies.

Hija, flor azul de maravillas,

amanecer tranquilo en la rivera,

¿adónde voy para no llorarte?,

¿por qué Dios quiso que te murieras?

Carne de mi carne, corazón,

amor distinto, perfume,

rosa del cielo, ¿adónde vas tú?,

no quiero esta pena que me consume.

 

“Canto en endecha para un tío” (Juan Ortiz)

¿Cómo te vas sin decir nada?,

tío querido, padre de la vida,

sí que desgarra este duelo,

sí que me parte tu partida.

Más que un tío, un mentor,

un señor de la palabra,

roble sabio, consorte,

tu ausencia descalabra.

Alzar la tierra para buscarte,

sacar de sus fauces tu brillo,

rescatarte, hombre de luz,

para ahuyentar el canto de los grillos.

 

“Canto en endecha para una tía” (Juan Ortiz)

Tía, luz, madre de la vida,

qué espanto este que se asoma

al saber que has partido,

que has volado allá en la loma.

Las perdices vuelan lutos

debajo de sus alas,

la casa se agrieta,

aquí ya no vale nada.

Irme al cementerio deseo,

detrás de tus pasos santos,

rescatar de ti lo que pueda,

dedicarte miles de cantos.

 

“Canto en endecha para un esposo” (Juan Ortiz)

Amor, padre entregado,

esposo fiel, hombre sincero,

¿por qué te fuiste?, qué dolor,

llueven en mí miles de duelos.

No vale un día para llorarte,

mil hacen falta, no, una vida,

incluso al irme, te lloraré,

no supero tu partida.

Tus hijos lloran, el pueblo entero,

hasta los perros de nuestra calle,

el llanto inunda las aceras,

va desde el pecho hasta cada valle.

 

“Canto en endecha para una esposa” (Juan Ortiz)

Sinónimo de entrega, sacrificio,

de amor, ejemplo abnegado,

no entiendo, esposita mía,

¿cómo así que te has marchado?

Se marcha el sol al atardecer,

y eso lo entiendo, vida mía,

pero que marches tú, no lo soporto,

a mí no vengan más alegrías.

Los lutos retumban en cada casa,

en cada espacio que vio tu paso,

y aquí, rotundo, en mi corazón,

que muere en un infinito ocaso.

 

“Canto en endecha para un suegro” (Juan Ortiz)

Más que un suegro: padre, hermano,

rumor de risas en la puerta,

cuesta entender que ya no estás,

que tanta gracia yace muerta.

Ser sin igual, me habías confiado

a tu sangre toda una vida,

abriste tu hogar para mí,

¿cómo aceptar tu partida?

Toca llorarte hondo y fuerte,

cantar con los gallos del alba,

desahogar este mar que me inunda,

aunque sé que está lejos la calma.

 

“Canto en endecha para una suegra” (Juan Ortiz)

Suegra, madrecita mía,

mujer de luchas, de empeño,

qué oscura hoy esta tarde aquí,

aún pienso que es un sueño.

¿Quién hará tus empanadas?,

¿a dónde tomaré café?,

qué desgracia ha caído,

se nos fue una gran mujer.

Hay dolor aquí en la cuadra,

el pueblo llora que te has ido,

suegra, ausencia que hiere,

lágrima que va aquí conmigo.

 

“Canto en endecha para un amigo” (Juan Ortiz)

Hermano fiel que Dios me puso

en la vida y sus caminos,

¿cómo es posible que partieras?,

sí que es gris este destino.

¿Quién escuchará mis penas?,

¿quién me contará sus chistes?,

hermano mío, alma azul,

que alguien me diga que no te fuiste.

Irte a ver al cementerio

es un calvario en cada paso,

lloro y no asimilo nada,

ven de allá y dame un abrazo.