Psicología

Esquemas cognitivos: funciones, características y tipos


Los esquemas cognitivos (o simplemente “esquemas”) son las unidades básicas con las cuales el cerebro organiza la información que posee.  Estos patrones permiten que se comprenda lo que se percibe del entorno, de sí mismo o lo que se hace, al tiempo que permite que se sucedan la memoria y el aprendizaje.

Algunos podrían confundir los esquemas con definiciones tipo diccionario o conceptos, pero los esquemas cognitivos son más simples y a la vez más complejos. Mientras que no será fácil para cualquier sujeto redactar una definición de un concepto tan sencillo como el de “silla”, todos tienen un esquema mental con el que representan ese objeto.

Es esa representación del objeto la que va a permitir que se reconozca una silla al verla, que no se confunda con otro tipo de objeto, que se pueda utilizar, dibujar, crear, etc. La silla que se tiene en frente es real y única, mientras que el esquema es solo una representación general de todas las sillas. O al menos de las conocidas.

Los seres humanos poseen esquemas cognitivos sobre prácticamente todo lo que han experimentado en su vida y todo con lo que han interactuado. Estos esquemas no son estáticos, sino que se comunican entre sí, se retroalimentan, cambian y se refinan. Queda claro que son estructuras complejas y muy valiosas.

En este artículo se explicará a detalle todo lo relacionado a los esquemas cognitivos: cuáles son sus funciones, sus características principales y los tipos de esquemas existentes. En vista de la variedad de perspectivas sobre este tema, se tomará la visión más universal del mismo.

Índice del artículo

Funciones de los esquemas cognitivos

Son seis las funciones principales de los esquemas cognitivos, aunque diversos autores han mencionado otras utilidades para este recurso. A continuación se presentan las más comunes entre los diferentes investigadores del tema.

Sirven de soporte cognitivo al procesamiento de la información

El centro de toda la actividad cognitiva es procesar la información que se recibe a cada segundo, ya sea para darle una utilidad o descartarla.

Desde este punto de vista, los esquemas ofrecen un marco de referencia para asimilar toda la nueva información. Lo que ya está esquematizado le da sentido y asidero a la nueva información a procesar.

Ayudan a distinguir la información relevante de la no relevante

Procesar información es costoso a nivel energético para el cerebro. Por ello, hay que disponer de los recursos cognitivos de la manera más eficiente posible.

Los esquemas con que cuenta cada persona le permiten clasificar la información nueva según su relevancia, para dirigir la atención solo a lo que resulte útil.

Permiten realizar inferencias y la comprensión contextual

No toda nueva información a la que se expone un sujeto cuenta con un sistema de referencias apto para su comprensión. En muchas ocasiones, habrá vacíos de información o falta de contexto. Allí entran en juego los esquemas, dándole un significado a lo implícito, al encontrar relaciones entre distintas ideas o conceptos.

Orientan la búsqueda organizada de nueva información

En muchas ocasiones, la nueva información a la que accede una persona no le llega por azar, sino que la busca de forma voluntaria.

Sin esquemas previos acerca de lo que se desea buscar, el proceso sería confuso, vago y desorganizado en el mejor de los casos. Serán los esquemas relacionados los que guíen el proceso de búsqueda de información.

Ayudan a sintetizar la información recibida

Los esquemas son en sí mismos formas sintéticas de información. Se les concibe como las unidades mínimas de información.

Por ende, cuando se intenta procesar información compleja, los esquemas cognitivos previos permitirán distinguir las ideas principales de las secundarias y las complementarias, facilitando su jerarquización y resumen.

Colaboran con la reconstrucción de información perdida

Es común que, cuando se intenta procesar información nueva, el sujeto se encuentre con lapsus en su memoria u olvidos, que dificultan la comprensión y asimilación de dicha información.

La utilidad de los esquemas previos, en estos casos, es alta, dado que permiten poner a prueba hipótesis que ayuden a generar o regenerar estos conceptos.

Sin profundizar mucho más en el tema, queda claro que los esquemas cognitivos son altamente funcionales y están omnipresentes en todas las fases del procesamiento y almacenamiento de la información.

Faltaría conocer, ahora, sus características principales, para comprender cómo funciona todo lo anterior.

Características de los esquemas cognitivos

Algunas de las características de los esquemas cognitivos se pueden comprender en función de lo ya dicho en párrafos anteriores.

Por ejemplo, los esquemas se consideran unidades cognitivas de alto nivel, en tanto que son entidades con gran grado de complejidad, compuestas a su vez por elementos mucho más simples.

De lo anterior también se puede desprender que los esquemas cognitivos son multifuncionales. Tienen una función en cada uno de los procesos cognitivos: la sensopercepción, la atención, el procesamiento de información, la memoria, el aprendizaje, la resolución de problemas, etc.

Así pues, a continuación, se explicarán con más detalles las características de los esquemas que no se desprenden directamente de lo anterior.

A saber: se encajan y conectan entre sí, tienen variables y diversos niveles de abstracción y permiten el aprendizaje en distintos niveles.

Se encajan o conectan entre sí

La teoría de los esquemas aclara que estos no están solos en el sistema cognitivo. Cada uno de ellos forma parte de un complejo entramado, que es dinámico y le confiere a cada esquema una utilidad mayor. Las redes con las que se conecta cada esquema van a cambiar de acuerdo a las necesidades particulares de cada caso.

Así pues, para seguir con el mismo ejemplo, el esquema de silla está asociado a uno más general, el de asiento, en tanto que las sillas son formas de asiento. Pero en un nivel más específico también estará relacionado con el esquema de silla de bebé, en tanto que esta última es una forma particular de silla.

De la misma forma, cada esquema de un tipo tendrá conexiones con otros tipos de esquemas. Por ejemplo, el esquema de silla, que es de tipo visual, estará relacionado con el esquema de cómo sentarse u otros más específicos (cómo sentarse en un restaurante de gala), que es un esquema de tipo situacional.

Estas posibilidades de conexiones están latentes mientras no sean necesarias. Por ejemplo, si el objetivo es solo distinguir una silla básica, bastará el esquema más sencillo; pero si alguien pide “una silla o algo parecido” el esquema con sus asociaciones más complejas se activará inmediatamente.

Cuando un esquema es joven (es decir, que fue creado recientemente), no tendrá muchas conexiones (como ocurre con los niños).

Sin embargo, a medida que se experimente más con este, surgirán más asociaciones, que refinarán dicho esquema. Por ejemplo, cuando se aprende que una silla eléctrica es otro tipo de silla.

Tienen elementos variables y fijos

Como ya se vio en el punto pasado, un esquema general contiene a otros más específicos. Mientras más general sea un esquema, más elementos variables tendrá; y mientras más específico, más elementos fijos lo compondrán. De la misma forma, a medida que un esquema se refina, se van cambiando sus elementos fijos por variables.

Cuando se es niño, por ejemplo, se puede creer que un elemento fijo de toda silla es que debe poseer cuatro patas, pues eso dice el esquema.

Cuando se conocen más modelos de sillas, se descubrirá que este es un elemento variable, pues algunas sillas tendrán más o menos patas, e incluso habrá sillas que no posean ninguna.

De la misma manera, el esquema de sentarse tendrá muchos elementos variables, por ser muy general, mientras que sentarse en una postura ergonómicamente correcta, está compuesto casi enteramente de componentes fijos, por ser un esquema muy específico. Por supuesto, que esto variará entre culturas, tiempos y autores. He allí sus variables.

La premisa de que un esquema cognitivo tenga componentes variables y fijos es la que permite que con muy pocos esquemas se representen la mayor cantidad de objetos, situaciones y aprendizajes posibles.

Esta característica, sumada a la anterior, es la que vuelve a los esquemas recursos de bajo coste energético para nuestro cerebro.

Tienen distintos niveles de abstracción

De lo anterior, se desprende que los esquemas tienen diversos niveles de abstracción. Esto tiene que ver directamente con qué tan generales o específicos son, o cuántas conexiones tienen con otros esquemas. Mientras menos conexiones tenga o mientras sea más general, será más abstracto.

Dentro de esta característica de los esquemas, se entiende que para cada categoría de información habrá un modelo primitivo o nuclear. Este sería el esquema sobre el que no se puede abstraer más.

Así pues, los asientos son tipos de muebles, las sillas y los bancos son formas de asientos, mientras que las sillas plegables son formas de silla.

No obstante, todos los patrones anteriores se ajustarían al de “objeto”, que sería el esquema nuclear, pues ya no hay otro más genérico o más abstracto.

Esta estructura jerárquica permite la organización de los esquemas cognitivos en una suerte de árbol de esquemas, para su fácil interacción y utilización.

Permiten el aprendizaje

Como ya se ha explicado, los esquemas son representaciones de elementos de la realidad. Así pues, un esquema no es lo mismo que una definición, pues representan más adecuadamente los conocimientos que se tienen sobre un aspecto de la realidad que las definiciones mismas.

Es decir, un esquema es personal y tiene una conexión directa con la experiencia, mientras que las definiciones se basan en convenciones colectivas.

Si bien los esquemas son transferibles y es posible que muchas personas tengan esquemas similares para el mismo concepto, lo más probable es que cada cual sea perfectamente único.

Los procesos de aprendizaje siguen estos mismos principios. Se considera que algo se ha aprendido cuando se ha hecho propio, no solo cuando se ha memorizado o repetido de acuerdo a un patrón. Para que un contenido sea aprendido es necesario crear, alimentar, ajustar o reestructurar los diferentes esquemas asociados.

Así pues, el primer mecanismo para el aprendizaje a partir de esquemas es el crecimiento. Esto se refiere a la incorporación de nueva información que se ajusta a los modelos previos. Como cuando alguien aprende que las sillas de rueda también son formas de sillas.

El segundo mecanismo para el aprendizaje sería el ajuste. Aquí el esquema se refina, modifica o evoluciona en función de la nueva información.

De acuerdo al ejemplo anterior, el esquema de silla se ajusta de “objeto fijo sobre el suelo” a “objeto fijo sobre el suelo o con elementos móviles”. Y ahora también serviría para trasladarse.

El último mecanismo para el aprendizaje sería la reestructuración y con este se formarían esquemas nuevos sobre la base de los ya existentes. Por ejemplo, a partir de los esquemas de silla y cama, una persona podría reestructurar su esquema de silla extensible de playa, cambiándolo al esquema de cama, que se le ajusta más.

Tipos de esquemas cognitivos

Ya conocidas las funciones y características de los esquemas cognitivos, faltaría comprender cuáles son sus diferentes tipos, para tener la base completa y lograr entender este complejo componente.

En este apartado, se explicarán los cinco tipos de esquemas existentes, según las definiciones más comunes:

Esquemas sensoriales o marcos

Son los esquemas que se tienen sobre los diferentes estímulos sensoriales. Siguiendo con el mismo ejemplo de la silla, se tiene un esquema semántico de lo que es una silla; es decir, compuesto de palabras. Pero este esquema tiene asociado también uno de tipo visual, donde se almacenan los elementos visuales propios de una silla.

Con los demás sentidos ocurre lo mismo. Se tiene un esquema sobre lo que es un buen o mal olor o sabor, un olor o sabor dulce, el olor o sabor de la manzana e incluso el olor o sabor de un plato específico. También se tienen esquemas sobre los sonidos (graves, agudos, maullidos, la voz de un cantante), texturas (lisa, rugosa, las sábanas propias).

Dentro de este tipo de esquemas, los visuales son los más comunes y los más fáciles de sistematizar o verbalizar.

Es más difícil para el sujeto promedio, hacerle entender a otro cómo es su esquema de un sabor, un olor o una textura, sobre todo mientras más genérica sea esta. Sea como sea, son incontables los esquemas sensoriales que se tienen.

Esquemas situacionales o guiones

Estos son los esquemas relacionados a acciones concretas que se pueden realizar. Ya se había adelantado, en un ejemplo anterior, que los esquemas sobre cómo sentarse de manera habitual o en un restaurante de lujo eran de tipo situacional. Este tipo de esquemas aplican para cualquier acción realizable por el humano, se haya o no llevado a cabo.

Por ejemplo, se puede tener un esquema de cómo se juega el fútbol, aunque solo se vea por televisión y nunca se haya jugado.

De la misma manera, muchas personas tienen esquemas de cómo actuar ante ciertas catástrofes naturales, aunque nunca hayan experimentado alguna. Todos son esquemas útiles para realizar conductas específicas.

Por lo general, estos esquemas se estructuran en forma de diagramas de flujo o algoritmos. Para acciones sencillas como cepillarse los dientes, su representación es fácilmente asimilable y transferible.

Las más complejas, generalmente las sociales, por ejemplo cómo conseguir pareja, pueden llegar a tener variables casi infinitas.

Esquemas de dominio

Este tipo de estructura mental se refiere a los conocimientos formales que se tienen sobre determinados temas y permiten interactuar con sus elementos, establecer relaciones causales, detectar errores y mucho más.

El ya citado ejemplo sobre qué es una silla sería un esquema de dominio. Pero hay muchos otros casos de tipo más complejo.

Por ejemplo, el esquema sobre las fases del ciclo de la lluvia no se debería confundir con un esquema situacional porque no es una acción que pueda realizar el hombre. En la misma línea, saber cómo se fabrica un auto sería un esquema de dominio si solo se centra en el conocimiento básico, y situacional si se basa en replicar el proceso.

Un escritor tiene esquemas situacionales sobre, por ejemplo, cómo se escribe un buen cuento. Este patrón lo aplica cuando escribe. Pero cuando este escritor lee un cuento de otro autor, lo que le permite distinguir si es un buen cuento o no son sus esquemas de dominio sobre el tema. Se entiende que, para un contexto similar, los tipos de esquemas varían.

Una última diferencia entre este tipo de esquema y el situacional es que mientras el situacional organiza y dirige el comportamiento humano, el esquema de dominio organiza y dirige su discurso.

Gracias a los esquemas de dominio, la persona puede expresar lo que sabe y cómo lo sabe de una manera congruente y comprensible.

Esquemas sociales

Son los esquemas que se tienen sobre cada uno de los componentes de la vida social. También podría confundirse con los esquemas situacionales, en tanto que muchas de las situaciones que se esquematizan son de tipo social, pero ambos se refieren a piezas de información diferentes dentro del contexto social.

En los esquemas sociales, por ejemplo, se almacena la información sobre cada persona conocida, e incluso sobre los tipos de personas que se pueden conocer.

Así pues, se tiene un esquema sobre cada miembro de la familia, amigo o colega e incluso sobre celebridades y figuras públicas, pero también sobre lo que es, por ejemplo, un avaro.

De esta forma, se hablaría de un esquema situacional, por ejemplo, si la información es sobre cómo manejar una conversación con alguien intolerante.

Sin embargo, el ejemplo anterior sería de tipo social si se enfocara en cómo es una persona intolerante. Finalmente, sería un esquema de dominio si se centrara en las bases sociológicas de la intolerancia.

Estos esquemas también almacenan la información sobre convencionalismos sociales (por ejemplo, la gratitud como valor positivo), roles sociales (qué hace un policía, un abogado, un astrólogo), de género (por ejemplo, qué es masculino), de edad, credo y mucho más; así como las metas sociales (qué se entiende por vida plena).

Por último, permiten comprender temas sociales desde una perspectiva personal. Por ejemplo, qué entiende cada cual por amor o amistad (cómo lo siente dentro de sí, en vez de cuánta teoría conoce sobre el tema). Todo esto le permite al sujeto integrarse efectivamente en su sociedad, manteniendo su salud mental.

Esquemas de autoconcepto

Para finalizar, están los esquemas de autoconcepto, que se refieren a toda la información que maneja cada cual sobre sí mismo.

Algunos autores lo consideran un tipo más específico de esquema social, en tanto que el yo está enmarcado en lo social, y lo que se es no se puede separar tan fácilmente del contexto social que lo arropa.

Por ejemplo, en la teoría de la mente, se concibe que el sujeto crea esquemas sobre cómo funcionan sus procesos mentales (por ejemplo, la tristeza), pero comprende que estos procesos mentales, si bien únicos e intransferibles, funcionan de igual forma en los otros. Así, comprender la tristeza propia permite comprender la del otro e interactuar.

De forma extensiva, cada sujeto tiene un esquema sobre cada uno de sus roles sociales, que le permitirán comprender el de los otros.

Así pues, tendrá un esquema de género, de credo, de ideología, de función social, etc. De aquí se desprenderán el autoconcepto, la autoestima, el sentido de pertenencia y más.

El humano tiene la capacidad de elaborar esquemas sobre sus procesos mentales. Desde esta perspectiva, la metacognición (la cognición que se tiene de los procesos cognitivos) es un tipo de esquema de autoconcepto. Gracias a esto la persona puede saber cómo aprende mejor, qué tan buena memoria tiene, etc.

Estas serían, entonces, las bases del funcionamiento y tipificación de los esquemas cognitivos. No se mencionó en este artículo cómo se crea desde cero un esquema cognitivo, ni qué pasa cuándo se tienen esquemas incorrectos o ditorsionados, o cómo se pueden eliminar o reparar dichos errores.

La teoría de esquemas, al colindar con tantos otros procesos cognitivos, es altamente compleja y su comprensión plena requiere de un mayor despliegue que el presentado en este artículo, de tipo introductorio.

Referencias

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