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Homo heidelbergensis: qué es, descubrimiento, características, cráneo


¿Qué es el Homo heidelbergensis?

El Homo heidelbergensis es una especie primitiva que, según investigadores, surgió aproximadamente hace 600 mil años y se mantuvo hasta hace 200 mil años, un período que le permitió adaptarse a las condiciones de su hábitat y sobrevivir.

En comparación con sus antecesores, como los Homo ergaster y Homo erectus, representó un avance significativo de evolución y transformación, ya que hay científicos que consideran que es el inicio de las razas Homo sapiens y Homoneanderthalensis y, en general, del humano tal como se conoce hoy en día.

Es el primer linaje que denota acciones de mentalidad, conciencia y raciocinio humano. En otras palabras, de pensamiento simbólico.

Asimismo, son reconocidos por ser la primera especie que hizo grandes invenciones para subsistir, tales como el uso continuado de hogueras, elemento que le permitió alterar su cotidianidad y mejorar su calidad de vida, así como su alimentación.

También innovó en la construcción de refugios que utilizó como vivienda y dejaron al descubierto la necesidad de vivir en compañía. El estudio del Homo heidelbergensis arrojó grandes hallazgos en el desarrollo del ser humano y promovió un distinto conocimiento de sus descendientes. 

Descubrimiento del Homo heidelbergensis

A pesar de que su origen data de hace más de 600.000 mil años, los investigadores descubrieron su existencia en 1908, año en el que un obrero en la localidad de Heidelberg, en Alemania, encontró restos de esta especie.

Hoy en día este hallazgo es conocido en el mundo como la mandíbula de Mauer. El científico alemán Otto Schoentensack fue el encargado de investigar y calificar por primera vez estos restos que, de acuerdo con su descripción, estaban muy bien conservados.

El estudio certificó que el maxilar estaba casi completo, a excepción de algunas piezas premolares y molares. A Schoentensack también se le atribuye el nombre de Heidelbergensis, apelativo que hace alusión al sitio del descubrimiento.

Sin embargo, esta no es la única prueba de la existencia de H. heidelbergensis. Posteriormente, en la cueva Caune de l´Arago, ubicada en Francia, se encontraron fragmentos de esta especie. Entre ellos destacan un cráneo incompleto que recibió el apodo del Hombre de Tautavel; a este lo acompañan un conjunto de fósiles que se remontan a 450 mil años.

Quizás uno de los descubrimientos más famosos sobre esta especie es el de la Sima de Los Huesos en la sierra de Atapuerca, España. Allí se hallaron piezas que pertenecen a aproximadamente treinta individuos.

La mayoría de los restos se encuentran en el continente europeo, algunos de estos en Steinheim, Alemania; y en Swanscombe, Inglaterra. Sin embargo, también hay huellas de los Homo heidelbergensis en Dali, China; en Bodo d’Arcerca, Etiopía; en Kabwe, Zambia; en el Lago Ndutu, Tanzania; y en otros países.

Características del Homo heidelbergensis

Debido a la gran cantidad de restos que hay de esta especie primitiva, expertos han podido estudiar con detenimiento la genética, la fisonomía y hasta el ADN que le caracterizan.

Algunas de las peculiaridades más importantes se basan en su anatomía corpulenta, generada quizás por la propia evolución y producto de la necesidad de supervivencia a las bajas temperaturas de su entorno.

Esta especie era mucho más corpulenta que los examinados hasta ese entonces, un dato que fue arrojado por fragmentos de huesos y que permitieron calcular su contextura ósea.

Estos individuos tenían una estatura promedio de 1,75 metros en hombres y 1,57 metros en mujeres, con un peso de entre 55 y 100 kilogramos que dependía de su género.

Contaban con una pelvis y una espalda ancha, lo que daba paso a extremidades gruesas y robustas con abundante vello púbico que los protegía del frío. Asimismo, sus órganos sexuales se asemejaban a los del humano moderno.

Capacidad craneal

Estudios afirman que el cerebro de los Homo heidelbergensis medía entre 1.100 y 1.350 centímetros cúbicos, bastante grande y considerado similar a la del humano de hoy.

Su forma era aplanada o achatada y sus facciones eran toscas; este último dato se denota a través de mandíbulas prominentes y su nariz ancha.

Otros análisis agregan que no tenían mentón y contaban con menos piezas dentales que sus antecesores. A simple vista, estos individuos no tenían un perfil destacado y el rostro daba la impresión de estar ligeramente sumergido en la cabeza.

Comunicación

Además de esto, y más allá de las singularidades físicas, hay evidencia de que esta especie podía comunicarse entre sí, lo cual es un gran avance.

Incluso, hay teorías que puntualizan la capacidad de escuchar y producir sonidos con los labios, lo que indica la existencia de un lenguaje hablado.

La capacidad mental de los Homo heidelbergensis no llega solo hasta aquí. Diversos exámenes indican que tenían la habilidad de hacer música golpeando los techos de las cavernas, acciones que denotan una capacidad cerebral distinta a sus ancestros.

También hay científicos que aseguran que compartían ideas religiosas y tenían hipótesis sobre la vida después de la muerte que los agrupaban, lo que hoy se denomina creencias y que son pilares en una cultura.

Herramientas del Homo heidelbergensis

El conocimiento y el dominio que estos sujetos tenían sobre la madera y las piedras era fantástico y esto se demuestra por las utilidades que se le dieron a estos elementos.

Los recursos naturales que los rodeaban, sumados a la destreza de sus aptitudes, los hizo desarrollar herramientas que poco se habían visto antes. A esto se le agrega que muchas veces sometían las piedras y otros materiales al calor, para moldearlos de una forma más fácil sin modificar su dureza y resistencia.

Por ejemplo, el Homo heidelbergensis fue la primera especie de la que se tuvo evidencia de un arma lo suficientemente capaz para cazar animales de diferentes tamaños.

Estudios y restos fósiles certifican la existencia de dos utensilios fundamentales en la vida y cotidianidad de estos antecesores del ser humano: el hacha y la jabalina.

El hacha

Este instrumento le permitía cazar de cerca a su presa y cortar otros materiales. Eran elaboradas en madera y piedra; su diseño evidencia una gran habilidad para moldear y la paciencia para crear estos artefactos mucho más complejos.

Especialistas aseguran que se trata de un artilugio pesado y difícil de maniobrar, característica que pudo superar gracias a lo robusto de su contextura.

La jabalina

Esta herramienta se usaba más para capturar animales a mayor distancia, poniendo a prueba su destreza de fuerza y puntería.

Cabe destacar la utilización de una madera más fuerte en este artefacto, con el fin de darle más firmeza a la punta.

Alimentación del Homo heidelbergensis

Como ya se mencionó, esta especie fue la pionera en la caza de animales más grandes y fuertes, lo que diversificó su alimentación.

Por la época y el hábitat del Homo heidelbergensis, este estaba rodeado de abundantes mamíferos, como venados, osos, jabalíes, elefantes de colmillos rectos, caballos, hienas, panteras, entre otros.

Un punto importante en este aspecto es la utilización continuada de hogueras. Hay numerosas razones para pensar que esta especie utilizó esta materia combustible generando fricción con un bastón de madera, una opinión sustentada por los restos de fuego que han sido encontrados en varios emplazamientos.

Esta innovación contribuyó al mejoramiento de su dieta, ya que a partir de ese hallazgo, los alimentos se sometieron al fuego. Sin duda, esto fue beneficioso en cuanto al sabor y a las condiciones de salubridad.

Estudiosos afirman que el calor disminuyó considerablemente los riesgos de contraer enfermedades y la proliferación de las bacterias, y que el consumo de carne cocida contribuyó a una evolución más rápida del cerebro.

Hábitat del Homo heidelbergensis

De acuerdo con los fósiles y descubrimientos hallados, todo indica que esta especie habitó en Europa, en Asia (específicamente en China) y en África oriental y meridional.

Cabe destacar que, por la época y su período de existencia, fue sometido a bajas temperaturas, atmósferas templadas, ecosistemas diversos y cambios climáticos, lo que lo obligó a buscar formas de mantenerse caliente.

Refugios

Un dato curioso sobre este antecesor del humano consiste en que puede decirse que tuvo la idea de construir refugios como método de vivienda.

En Terra Amata, Francia, se hallaron restos de lo que parecen ser guaridas construidas de madera y piedra. Los estudios indican que estas estructuras tenían una forma ovalada y medían aproximadamente 25 pies de largo y 20 de ancho.

El Homo heidelbergensis vivía en pequeños grupos y estaba rodeado de un ambiente boscoso que en varias ocasiones se vio cubierto de nieve.

Al principio estaba lleno de árboles robles y con la humedad se convirtió en un medio ambiente más pantanoso. Por eso, el uso del fuego cambió su cotidianidad y le trajo grandes beneficios, como:

-La diversificación de su dieta.

-Calefacción e iluminación.

-Extensión de la jornada de trabajo.

-La aplicación de calor para moldear elementos y construir herramientas sofisticadas.

A ciencia cierta, se desconoce la razón de por qué esta especie se extinguió por completo. Sin embargo, hay evidencia suficiente que sustenta la creencia de que estos individuos le dieron paso a la especie denominada Homo neanderthalensis en Europa, y Homo sapiens en África, razas que se consideran el origen del ser humano.

Lo que sí puede afirmarse con contundencia es que el estudio de esta especie ayudó a comprender mejor su aporte para las generaciones futuras y la historia del planeta Tierra.

Referencias

  1. “Homo Heidelbergensis” (2018) en Smithsonian National Museum of Natural History. Recuperado en 30 agosto de Smithsonian National Museum of Natural History: humanorigins.si.edu
  2. Schoetensack, O. “Der Unterkiefer des Homo Heidelbergensis aus den Sanden von Mauer bei Heidelberg” (1908) en Centro de Digitalización de Gottinger. Recuperado en 30 agosto de Centro de Digitalización de Gottinger: gdz.sub.uni-goettingen.de
  3. “500.000 años, Homo Heidelbergensis” (2008) en Quo. Recuperado en 30 agosto en Quo: quo.es
  4. “Homo Heidelbergensis” (2015) en Australian Museum. Recuperado en 30 agosto de Australian Museum: australianmuseum.net.au
  5. “The timeline of human evolution” (2018) en ZME Science. Recuperado en 30 agosto de ZME Science: zmescience.com
  6. Guerrero, T. “40 años de Atapuerca… y el 99% de los fósiles sigue enterrado” (18 Diciembre 2017) en El Mundo. Recuperado 30 agosto de El Mundo: elmundo.es