Hipersensibilidad tipo IV: en qué consiste y ejemplos
¿Qué es la hipersensibilidad de tipo IV?
La hipersensibilidad de tipo IV, también conocida como hipersensibilidad celular, es un tipo de reacción inflamatoria dirigida por el sistema inmune del cuerpo humano, mediada por los glóbulos blancos conocidos como linfocitos T, en presencia de ciertos antígenos exógenos (extraños) o endógenos (propios).
El sistema inmune es el sistema de órganos y tejidos especializados en la defensa del cuerpo frente a agentes patógenos, bien sean bacterias, virus, parásitos, etc. Junto con las barreras naturales del cuerpo -la piel y las mucosas- este sistema es de fundamental importancia para el control de muchos de los aspectos de nuestra salud.
La principal función de dicho sistema es reconocer y tolerar aquello que es “nuestro” y eliminar todo lo que sea “extraño”, que usualmente resulta nocivo o peligroso. Esto lo consigue gracias a la acción conjunta de sus distintos componentes celulares (leucocitos) y/o moleculares (anticuerpos, citoquinas, quimiocinas, etc.).
Aunque suele ser muy eficiente en sus funciones, en algunas ocasiones, y dependiendo del tipo de patógeno y de las características particulares de los elementos que participan en su “combate”, el sistema inmune puede desencadenar reacciones exageradas que se relacionan con distintos tipos de perjuicios corporales y que se conocen como reacciones de hipersensibilidad.
Estas reacciones generalmente son el resultado de desbalances en el sistema inmune respecto a la inmunidad adaptativa y la innata, a la inmunidad humoral y celular, a las redes inflamatorias y regulatorias y a las citoquinas, que son los principales mediadores bioquímicos de la respuesta inmune.
Tipos de reacciones de hipersensibilidad
Las reacciones de hipersensibilidad, entonces, resultan de respuestas inmunológicas excesivas que pueden desencadenar condiciones o procesos patológicos en el cuerpo humano, por lo que suelen ser una de las principales causas de enfermedades.
Generalmente se clasifican en cuatro categorías de acuerdo con el tipo de respuesta inmune que se desencadena y los mecanismos responsables por la afección de células y tejidos.
Aunque los signos clínicos de cada una pueden solaparse, haciendo difícil su diagnóstico en la práctica médica, las cuatro categorías o tipos de reacciones de hipersensibilidad definidas tradicionalmente son:
Hipersensibilidad tipo I
Hipersensibilidad inmediata, alérgica o mediada por IgE; efectuada por mediadores liberados desde un tipo de células conocidas como mastocitos y basófilos. Ejemplos de este tipo de hipersensibilidad incluyen la rinitis alérgica y las alergias estacionales que son desencadenadas por polen, esporas fúngicas, partículas de polvo, etc.
Hipersensibilidad tipo II
Hipersensibilidad citotóxica o mediada por IgG/IgM, que resulta de la formación de anticuerpos contra antígenos membranales o de la matriz, produciendo enfermedades localizadas.
Buenos ejemplos son las respuestas corporales a la infección con algunos virus, que desencadenan enfermedades autoinmunes.
Hipersensibilidad tipo III
Hipersensibilidad mediada por el complejo inmune IgG/IgM, que resulta de la deposición de complejos antígeno-anticuerpo y en la activación de neutrófilos, causando heridas en el tejido; los ejemplos más comunes son los vistos en los pacientes con artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, etc.
Hipersensibilidad tipo IV
Hipersensibilidad retardada o mediada por células T que provocan la activación y secreción de citoquinas.
Ejemplo de esta son las heridas de tejido observadas en los pacientes con tuberculosis, lepra, sarcoidosis y dermatitis por contacto, cuyos signos resultan de una vigorosa respuesta del sistema inmune, más que de la acción directa del patógeno.
Ejemplos de hipersensibilidad tipo IV
También llamada “hipersensibilidad retardada”, la hipersensibilidad tipo IV es una reacción inmuno-patológica que se observa de 24 a 72 horas después de que el cuerpo o alguna zona de este ha entrado en contacto o sido expuesta a un antígeno.
Así mismo, se conoce como “hipersensibilidad mediada por células”, puesto que se trata de una reacción inmune mediada por células que depende de la presencia de un número determinado de células T (linfocito T) primadas o específicas para un antígeno en particular, más que de la producción y liberación de moléculas de anticuerpos.
Estas reacciones hipersensibles, entonces, dependen de los linfocitos T colaboradores y de los linfocitos T citotóxicos, pero también se caracterizan por la participación exacerbada de células inflamatorias inespecíficas como los macrófagos.
El retraso en la respuesta tiene que ver con el tiempo requerido para: la activación y diferenciación de las células T, la secreción de citoquinas y quimiocinas y, finalmente, para la acumulación de macrófagos y otros glóbulos blancos en el sitio de exposición al antígeno.
Caso de la hipersensibilidad a la hiedra venenosa
Uno de los ejemplos más comúnmente empleados para describir las reacciones de hipersensibilidad tipo IV corresponde con los “efectos” del contacto corporal con plantas como la hiedra venenosa (conocida en inglés como poison ivy), cuyo pico de sintomatología se observa entre las 24 y 48h posteriores al contacto.
En este caso específico, los antígenos que disparan la respuesta inmune son unas moléculas conocidas como haptenos que se encuentran en la planta y que modifican algunas proteínas celulares que luego son detectadas por los linfocitos T, gracias a que son presentadas en el contexto de las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad de clase I.
Una vez los linfocitos reconocen los antígenos así presentados, estos son activados y se promueve la cascada de reacciones que les induce a eliminar a todas las células blanco que presenten los mismos antígenos.
Otros factores influyen en la multiplicación de las poblaciones de células T específicas, amplificando sobremanera el proceso de iniciación de la reacción hipersensible.
Caso de las reacciones crónicas de hipersensibilidad retardada (tipo IV)
Estas reacciones son desencadenadas por la presencia de antígenos que derivan de agentes que usualmente el sistema inmune “pasa por alto” o que escapan de sus mecanismos de eliminación. Entre dichos agentes se pueden mencionar:
- Los patógenos intracelulares persistentes, como los que causan la tuberculosis, la leishmaniasis y la lepra.
- Algunos agentes no infecciosos, como los que causan la silicosis (afección del sistema respiratorio causada por aspiración de polvo de sílice) y la beriliosis (afección pulmonar derivada de la exposición prolongada al elemento químico berilio).
- Agentes desconocidos como los que provocan la enfermedad de Crohn y la sarcoidosis.
En estas reacciones, los antígenos estimulan la producción de citoquinas, lo que promueve la diferenciación de células T colaboradoras efectoras. Cuando el antígeno persiste, dichos linfocitos T producen distintas citoquinas y moléculas que reclutan otros glóbulos blancos en el sitio de contacto y los activan.
La hipersensibilidad tiene que ver, entonces, con la secreción permanente de citoquinas proinflamatorias por parte de los macrófagos, lo que termina con daños visibles en los queratinocitos (las células de la piel).
Caso de hipersensibilidad por contacto
También conocida como “dermatitis por contacto”, este tipo de afección corresponde a una respuesta inmunológica secundaria a pequeñas moléculas reactivas que se unen a proteínas del cuerpo en las capas más superficiales de la piel.
Entre estas reacciones están los sarpullidos irregulares y la comezón intensa que se experimenta después de la exposición a plantas venenosas, así como a las irritaciones dérmicas locales provocadas por sensibilidad a drogas, metales, químicos industriales o naturales, cosméticos, entre otras.
La unión de los antígenos a estas proteínas causa que las mismas se “alteren” o “modifiquen”, generando una entidad extraña conocida también como neoantígeno, que induce a las células de la piel a la liberación de sustancias que “llaman” a glóbulos blancos, los cuales son responsables de los daños visibles característicos de estas reacciones.
Existen otros ejemplos de reacciones hipersensibles de tipo IV de distinta índole, entre ellas:
- La neumonitis por hipersensibilidad, que es una condición pulmonar causada por la exposición prolongada a ciertos antígenos inhalados (componentes microbianos, químicos, elementos derivados de plantas, proteínas de la orina de roedores, etc.).
- Los rechazos de aloinjertos, relacionados con los rechazos a trasplantes de órganos, tejidos o células derivados de otros individuos.
- Los granulomas (masas o cúmulos de células inmunes) provocados por organismos intracelulares.
- Algunas reacciones derivadas de eventos de vacunación, como, por ejemplo, la encefalomielitis causada después de la vacunación contra el virus de la rabia.
- Condiciones autoinmunes como la esclerosis múltiple, la tiroiditis y la inflamación intestinal crónica.
- La hipersensibilidad a fármacos (medicamentosa), que puede ser producida por ingesta de dosis mínimas de ciertos fármacos (ejemplos son la penicilina, algunas sulfonamidas, antiepilépticos, tetraciclinas, anestésicos, antiinflamatorios, diuréticos, cimetidinas, etc.).
Referencias
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