Biografías de personajes históricos

Saladino: biografía, conquistas, batallas, muerte


Saladino (c. 1137 – 1193) fue un líder político y militar de origen musulmán. Destacó por concretar la unificación del oriente próximo, al tener bajo su control a Egipto, Siria, Yemen, Mesopotamia, Libia y Palestina entre otras zonas.

Alcanzó el puesto de Sultán de Siria y Egipto y es reconocido por haber sido el fundador de la dinastía Ayubí. Saladino fue una figura admirada en su época, pero ese sentimiento ha trascendido hasta la actualidad entre la comunidad islámica.

Su mayor logro fue el que alcanzó en la batalla de los Cuernos de Hattin en 1187, su victoria en esa oportunidad fue una de las causas principales para que se desencadenara la Tercera Cruzada, mientras que para los musulmanes fue el impulso que les permitió reconquistar Jerusalén.

Saladino era un hombre sumamente devoto a la religión musulmana. Creía firmemente en la guerra santa (yihad), mediante la cual deseaba regresar a los musulmanes los territorios que les habían sido arrebatados por los cristianos.

Índice del artículo

Primeros años

An-Nasir Salah ad-Din Yusuf ibn Ayyub, mejor conocido como Saladino, nació c. 1137 en la ciudad de Tikrit, actualmente ubicada en la provincia que fue llamada en su honor “Salah al Din”, ubicada en Irak. Provenía de una familia de origen kurdo, de Armenia, que ostentaba un alto rango en la sociedad.

Su padre, Najm ad-Din Ayyub servía como gobernador de la ciudad de Tikrit. Cinco años antes del nacimiento de Saladino, Ayubb le otorgó refugio dentro de las murallas de la ciudad a Imad ad-Din Zengi, gobernante de Mosul, que se encontraba regresando derrotado de una batalla.

Por esa acción Ayyub fue duramente castigado. Sin embargo, se le permitió continuar desempeñándose en su cargo como gobernador.

Exilio

El destino de la familia de Saladino cambió el mismo año de su nacimiento, cuando su tío Asad al-Din Shirkuh asesinó a un gran amigo del jefe militar de la región, lo que provocó que toda la familia fuese expulsada.

Según algunos historiadores y biógrafos de Saladino, fueron expulsados el mismo día de su nacimiento, aunque no existen registros de la fecha específica.

En 1139 la familia llegó a Mosul, donde escogieron establecerse por la simpatía que sentían por su mandatario, quien no había olvidado la ayuda que un día Ayyub le suministró y lo nombró comandante del fuerte de Baalbek.

Zengi controlaba tanto Mosul como Alepo y tras recapturar Edesa, con lo que provocó la Segunda Cruzada, murió. Entonces, el padre de Saladino decidió apoyar al hijo de Zengi llamado Nur al-Din, quien le otorgó a Ayyub la gobernanza de Damasco y a Shirkuh el mando militar.

Educación

Se cree que Saladino estaba mucho más inclinado hacia una carrera como jurista que a la vida militar. Aunque existen muchos registros acerca de su formación académica, lo corriente para los jóvenes como él era estudiar temas de aritmética, leyes y acerca del pensamiento de los eruditos musulmanes.

Así mismo, Saladino debió recibir instrucción en religión e historia árabe, se cree que favorecía las últimas, puesto que siempre fue un hombre muy devoto y conocía, incluso, los linajes de los caballos más importantes.

También podía hablar al menos en dos idiomas: árabe y kurdo. Aunque el futuro sultán parecía no estar destinado a la vida militar comenzó a incursionar en ese particular desde muy joven.

Inicios militares

Asad al-Din Shirkuh, el tío de Saladino, había sido encomendado con los ejércitos de Nur al-Din y decidió incluir entre sus hombres a su sobrino para entrenarlo en el área del combate desde temprano.

En 1164 Shirkuh fue enviado por el emir de Alepo, Nur al-Din, a auxiliar a Shawar, visir de Egipto. Esa campaña le sirvió al novel militar para estrenarse en el campo de batalla bajo la tutela de su tío.

Shirkuh venció a Dirgham, con lo que cumplió su cometido de restituir a Shawar. Poco tiempo después el visir le solicitó a los ejércitos de Nur al-Din que se retiraran y a cambio les ofrecía 30.000 dinares.

Sin embargo, Shirkuh declinó la oferta de Shawar y le explicó que su señor prefería que permanecieran en Egipto. Eso provocó que el visir se aliara con los cruzados, encabezados por Amalarico I, y juntos cruzados y egipcios atacaron el campamento sirio en Bilbeis.

Un segundo encuentro se produjo en las orillas del Nilo, al oeste de Guiza, allí Saladino estuvo a cargo del ala derecha, compuesta por zenguíes; mientras tanto los kurdos se ubicaron a la izquierda y Shirkuh tomó posición en el medio y capturó a Hugo de Cesarea.

Resultados

Con la victoria que habían conseguido en batalla, el nombre de Saladino comenzó a destacarse. Llegaron a Alejandría en donde se hicieron con un botín en armas y dinero, además de conseguir una base de operaciones.

Saladino quedó a cargo de la fortaleza, tras la partida de su tío que había sido advertido de un posible ataque. Luego, Nur al-Din les solicitó que se retiraran de Egipto puesto que había alcanzado un momentáneo acuerdo de paz.

En 1167 se produjo una nueva invasión a Egipto comandada por los hombres de Nur al-Din. En la primera batalla consiguieron hacerse una vez más con Alejandría, cuyos habitantes apoyaban la causa siria con la que tenían más similitudes culturales.

Entonces, nuevamente Saladino quedó a cargo de la ciudad de Alejandría, mientras Shirkuh se retiró y la ciudad fue asediada por los hombres de Shawar.

Rápidamente se logró el cese de hostilidades así como el perdón para los habitantes de la ciudad que habían mostrado su simpatía por el ejército invasor.

Regreso a Egipto

Amalarico traicionó la alianza con Shawar y le atacó en 1168. Primero tomó Bilbeis y cuando iba presto a conquistar la capital, Fustat, se encontró con que Shawar la había quemado y se retiró a la capital de facto: El Cairo.

El califa de la dinastía Fatimina, al-Adid,  decidió acudir ante el sultán de Siria, Nur al-Din, para que le ayudara con el descontrol que había provocado el visir Shawar en Egipto.

Nuevamente, Shirkuh fue encomendado con la misión, aunque esta vez Saladino no quería participar, aunque finalmente cedió. A finales de 1168 acudió el joven kurdo y la presencia de los sirios facilitó el acuerdo de una tregua con Amalarico I.

Luego, Shawar fue condenado a muerte y se designó a Shirkuh como visir de Egipto y su sobrino pasó a ocupar un lugar de gran importancia en su gobierno.

Visir de Egipto

Poco tiempo después de asumir el gobierno de Egipto, Shirkuh falleció. Cuando se vieron en la necesidad de buscar un remplazo los intereses del califato y los del emir estaban contrapuestos. Sin embargo, decidieron aceptar que Saladino tomara el cargo de visir.

Entre las hipótesis que se han planteado con el pasar del tiempo acerca de esa selección por parte del califato, se piensa que los miembros de la dinastía Fatimí, pensaron que Saladino, por su juventud, sería altamente manipulable.

A partir del 26 de marzo de 1169, Saladino comenzó a ejercer sus funciones al mando de Egipto, esto plantó varios retos para el militar, que era de origen kurdo, cosa que no era totalmente del agrado de los naturales de la zona, puesto que a sus ojos era un extranjero.

Sin embargo, contrario a lo que se pensaba, Saladino dio grandes signos de madurez, puesto que al ver la relevancia de sus nuevas obligaciones se convirtió en un hombre mucho más devoto: dejó de consumir alcohol totalmente y se acercó a la religión para sentar el ejemplo a su pueblo.

Lealtad

La lealtad de Saladino estaba en entredicho, porque si bien el califa al-Adid lo apoyó para que llegara al cargo de visir, ambos pertenecían a cultos distintos dentro del Islam: el primero era suní y el segundo chiita.

Por otro lado Nur al-Din, el sultán de Siria, a cuyo servicio estuvo el kurdo desde muy temprano en su vida, no lo consideraba más que un muchacho inexperto.

Primer complot

Al tiempo que Saladino alcanzó el control sobre Egipto, los planes para terminar con su poderío comenzaron a surgir por doquier. Una de ellas trascendió y fue la que involucró a un eunuco que estaba al servicio de los califas fatimíes.

Tras descubrirse la conjura en su contra el ahora visir ordenó su ejecución, cosa que no fue del agrado de gran parte de los militares. El asunto devino en el alzamiento de 50.000 tropas de origen étnico negro, pero que Saladino supo aplacar rápidamente.

Sin embargo, eso le permitió al futuro sultán realizar grandes reformas dentro del ejército, que contaba con muchos miembros que no tenían simpatía por su líder; fueron reemplazados por una mayoría de soldados con origen kurdo y turco.

Disolución del califato

Saladino sabía que aunque en las cúpulas de poder de Egipto la mayoría era chiita, en el pueblo ocurría lo contrario y el grueso seguía la misma corriente de la que él provenía: suní.

Entonces, institucionalizó esa preferencia con la creación de mezquitas y escuelas de esa corriente. Así mismo, tomó otras medidas como la creación de universidades, la reducción de la burocracia con la que logró una cuantiosa reducción de impuestos.

Incluyó a un mayor número de egipcios en su gobierno, así como ofreció mejores oportunidades a judíos y cristianos naturales de la zona.

En 1170 se produjo su primer ataque a Jerusalén, a su paso por Gaza masacró a la población local y logró tomar a Eilat, así como la isla del Faraón, ubicándose en una buena posición.

De ese modo Saladino logró consolidar su poder dentro del territorio y tras la muerte de al-Adid, que lo había apoyado en su ascenso a visir, decidió disolver el califato fatimí, con lo que su popularidad aumentó dentro del Islam.

Así fue como Saladino se convirtió de facto en el gobernante único de Egipto, puesto que aunque nominalmente servía a Nur al-Din, en la realidad el visir controlaba el territorio de forma totalmente independiente de Siria.

Sultán de Egipto

En 1172 Saladino comenzó a ejercer su autoridad en el territorio egipcio. Castigó y reguló el comportamiento de los bandidos bereberes de la zona a quienes obligó a devolver artefactos robados y a pagar impuestos.

Ese mismo año organizó un enfrentamiento contra los nubios, del que regresó al año siguiente, después de haber asegurado el control de Ibrim y el Norte de Nubia.

Tras la muerte de Ayyub, el padre de Saladino, que se había trasladado a las tierras de su hijo un tiempo atrás, Nur al-Din comenzó a sentir cierta desconfianza con respecto a la lealtad del gobernante de Egipto.

En 1174 se produjo la conquista de Yemen en la que el enviado de Saladino Turan-Shah sometió a los gobernantes chiítias y unificó a Adén, Saná y Zabid, ciudades que pudieron ser sede de grandes mejoras y crecimiento a partir de entonces.

Con el acceso que ganó hacia las costas del Mar Rojo, Saladino dispuso la creación de una nueva flota con el propósito de ayudarse a controlar ese paso.

Ese mismo año Nur al-Din estaba disponiendo de todo lo necesario para realizar un ataque a Egipto cuando lo sorprendió la muerte el 15 de mayo, deshaciendo todos los planes que tenía el emir de Siria.

Sucesión siria

El heredero de los territorios de Nur al-Din contaba a penas con 11 años de edad. Aunque al principio Saladino le envió una misiva en la que le garantizaba que protegería sus territorios, ese no fue el proceder seleccionado por el líder de Egipto.

El niño fue trasladado a Alepo, mientras que Gumushtigin se proclamó regente del muchacho. Saladino aseguró que en auxilio del emir marcharía hasta Damasco y así lo hizo. La ciudad lo recibió con mucho entusiasmo y encomendó la gobernanza a su hermano Tughtigin.

Luego, Saladino continuó su jornada hasta Alepo, ciudad de la que el pequeño rey huyó después de  clamar por el apoyo de su pueblo. Posteriormente, la tienda de Saladino sufrió el ataque de 13 asesinos que fracasaron en su intento de terminar con el líder militar.

Conquista de Siria

Después de plantar cara en varias ocasiones a los zenguíes, finalmente Saladino los derrotó el 13 de abril de 1175, tras la batalla los persiguió en su retirada hasta Alepo, lo que provocó que lo reconocieran como legítimo gobernante, así como lo hicieron Damasco, Homs, Hama, y otras.

A partir de entonces Saladino pasó a ser rey y una de sus primeras medidas fue eliminar el nombre de as-Salih as-Malik de los rezos en todas las mezquitas, y sustituyó la cara del joven en las monedas por la suya.

Entonces, el califato abasí reconoció también a Saladino como Sultán de Egipto y Siria.

Un año más tarde llegó el fin de las hostilidades con los zenguíes tras un enfrentamiento en las cercanías de Alepo en el que Saladino ganó y, tras asesinar a los líderes, decidió liberar a los soldados con presentes para todos.

En mayo de ese año sufrió otro ataque de un asesino, a quién pudo detener dentro de su propia habitación. En junio del mismo año, Azaz se rindió, y Saladino firmó un pacto con el regente y con as-Salih a quien le permitiría conservar Alepo si reconocían sus conquistas.

Saladino y los asesinos

La palabra “asesino” hace referencia a un grupo de musulmanes del culto chiita, especialmente relacionados con la dinastía Fatimí cuya fama se debe a los asesinatos selectivos de importantes figuras clave de la política.

El nombre real de la secta es “nizaríes”, pero sus enemigos decidieron referirse a ellos como “hashshashin”, que según algunos significa consumidores de hachís en árabe.

En 1175 Saladino había decidido ir contra los asesinos y llegó a la zona del Líbano, de la que se retiró sin lograr nada, de acuerdo con algunas fuentes porque el gobernante temía por su integridad tras recibir una amenaza dentro de su tienda.

Según otros su partida se dio por la amenaza que representaban unos caballeros cruzados que se aproximaban a su campamento. De cualquier modo, el tratado fue exitoso y desde entonces los asesinos de Sinan y Saladino se unieron contra los cristianos.

A partir de entonces, Sinan decidió colaborar con Saladino, con quien envió a sus hombres a luchar codo a codo, anteponiendo la guerra santa ante los conflictos internos.

Tiempos de paz

En su retorno pasó por Siria, donde dejó encargado a su hermano Turan Shah como gobernador. Finalmente, tras dos años de ausencia regresó a Egipto, en donde se dedicó principalmente a supervisar proyectos y fortalecer defensas.

De las múltiples construcciones que tuvieron lugar en ese período unas de las más destacables fueron la Ciudadela del Cairo y el Gran Puente en Guiza.

En esa época mantuvo buenas relaciones con los miembros del emirato artúquida, a cuyo líder recibió con grandes presentes. El trasfondo de su comportamiento amable y generoso no era solo conseguir una alianza con el emir, sino con los pueblos vecinos a este.

Por otro lado siguió teniendo conflictos con los beduinos a quienes obligó a abandonar sus tierras, los castigó por sus fechorías constantes y les confiscó el grano que habían recolectado en sus depósitos.

Conquista de Mesopotamia

En 1181, Izz al-Din de la dinastía Zenguí, heredó el control de Mosul tras la muerte de su hermano Saif al-Din Ghazi II. También heredó el control de Alepo tras la muerte del líder de la dinastía, el príncipe as-Salih.

Aunque Izz al-Din no tuvo problemas con los jefes militares de Alepo, pues as-Salih hizo que le juraran lealtad, tener el control de dos ciudades resultó mucha carga para el nuevo regente. Por ello, intercambió el control de Alepo por el de Sinjar con su hermano Imad al-Din.

Por su parte, a finales de 1182 Saladino salió de Egipto hacia Siria con la finalidad de tomar las tierras interiores de Mesopotamia, pero respetando los tratados de paz que había realizado con los zenguíes.

Para ello, el sultán contaba con la mitad de su ejército y los acompañaban numerosos mercantes y civiles.

Emboscada en Petra

Sus exploradores le habían advertido que fuerzas cruzadas se encontraban reunidas en la frontera de Egipto cerca del Mar Muerto, por lo que decidió tomar la ruta más complicada.

Cruzó el desierto del Sinaí y se condujo hasta la frontera sur de la campiña de Montreal, territorios de Balduino IV de Jerusalén, el “Rey Leproso”.

Saladino arrasó los campos ante la mirada de Balduino quien se rehusó a enfrentar al sultán egipcio, pues ya su enfermedad no le permitía comandar sus ejércitos efectivamente.

Sin embargo, desde su litera pudo ordenar sus tropas de modo tal que el propio castillo de Montreal, cerca de Petra, no fue atacado y los sarracenos finalmente optaron por seguir rumbo norte.

Llegada a Damasco

Finalmente, en junio de 1182, Saladino llegó a Damasco donde supo que su sobrino Farrukh-Shah, virrey de la ciudad y emir de Baalbek, había atacado Galilea donde saqueó la ciudad de Daburiyya y capturó la fortaleza cruzada de Habis Jaldek al este del Jordán.

Un mes más tarde Saladino ordenó a su sobrino que atacara Kawkab al-Hawa, al sur del lago Tiberíades. En agosto, lanzó una campaña por mar y tierra para capturar Beirut, mientras que su ejército egipcio se encaminó a tomar control del Valle de la Becá, al oeste de Baalbek.

Sin embargo, la última empresa fue abandonada para concentrar los esfuerzos emprendidos en los territorios mesopotámicos.

Período de conquistas

Aunque Saladino había declarado a los zenguíes que respetaba los tratados y que solo se encontraba librando una yihad contra los invasores cristianos, siempre tuvo como objetivo el control del territorio.

Fue por ello que marchó lentamente con sus tropas frente a Alepo el 22 de septiembre de 1182, mientras iba camino hacia el Éufrates.

Finalmente, Saladino deshizo los tratados al aceptar la invitación del emir de Harrán para que tomara control de los territorios septentrionales de Mesopotamia, o Yazira.

Durante el invierno de 1182 capturó ciudades de la región: Edessa, Saruj, Raqqa, Quirqesiya y Nusaybin muy cerca de Mosul.

También capturó los pueblos de al-Fudain, al-Husain, Maksim, Durain, Araban, y Khabur, quienes no opusieron resistencia y le juraron lealtad.

Primer asedio a Mosul

Con los territorios alrededor de Mosul bajo su control, Saladino marchó con sus tropas hacia la ciudad.

Su excusa de que la marcha se trataba solo de una guerra santa se había desmoronado ante los ojos del califa abásida de Bagdad quien, sin embargo, trataba de mantener la paz en sus fronteras.

Por ello, en noviembre de 1182 cuando llegaron las tropas y montaron sitio a Mosul, el califa abásida de Bagdad, an-Násir, despachó un poderoso emisario para mediar entre los zenguíes y Saladino.

Pero el objetivo último de este era el control de Alepo y los zenguíes se opusieron tajantemente, con lo que se dio fin a las negociaciones.

Pese a ello, y gracias a la mediación del emisario abásida, Saladino levantó el sitio para luego marchar hacia la ciudad de Sinyar la cual, tras un sitio de quince días, cayó y fue saqueada por los invasores a pesar de las órdenes recibidas de su comandante.

Conquista de Diyarbakir

En Mosul, Izz al-Din logró formar una coalición junto con hombres enviados desde Alepo, y los ejércitos selyúcidas de Armenia y Mardin para hacer frente a Saladino quien, en febrero de 1183, marchó con su ejército para hacerles frente en Harrán.

Izz al-Din decidió enviar emisarios al ayubí pidiendo la paz, pero Saladino seguía firme en sus pretensiones sobre Alepo, mientras que el zenguí  no las reconocía. Las negociaciones finalizaron y la coalición se desbandó. Para los aliados de Izz al-Din, eso fue visto como una derrota.

Mientras tanto, los intentos de que el califa aceptara como legítimas las pretensiones de Saladino sobre Mosul no prosperaban.

Sin embargo, le fue dado reconocimiento sobre la región de Diyarbakir donde se encontraba la ciudad de Hasankeyf, una parada importante de la Ruta de la Seda.

Fin de la alianza selyúcida

Esa maniobra de an-Násir aplacó a Saladino, pues la región se encontraba en el paso entre Armenia y Mardin, y a la vez envió un mensaje a los selyúcidas, de donde provenía originariamente la familia Zenguí, pues el territorio era controlado por ellos.

Ante esto, Izz al-Din convocó nuevamente a la coalición que había formado antes, esta vez en Harzam. No obstante, después de haber asediado Amid durante semanas, la ciudad sucumbió a los ayubíes.

Saladino entregó la ciudad al artúquida Nur al-Din Mohammad, regente de Hasankeyf, quien le juró lealtad y que repararía las zonas dañadas de la ciudad, así como seguirlo en todas sus campañas contra los cruzados.

Mayyafarqin, al norte de la región, también juró lealtad a Saladino. Il-Ghazi de Mardin no vio otra opción que unirse al ayubí, haciendo que la coalición de Izz al-Din se debilitara significativamente.

Entrada en Alepo

Saladino se preparó entonces para ir hacia Alepo. La ciudad de Tell Khalid, a solo 130km de allí, se rindió sin lucha ante la llegada del ayubí el 17 de mayo de 1183. Ain Tab cedió apenas el ejército se encaminó hacia allá.

El 21 de mayo las fuerzas ayubíes llegaban frente a las murallas de la principal ciudad zenguí. Durante tres días, ofrecieron resistencia afuera de las murallas con pequeños enfrentamientos en uno de los cuales murió el hermano menor de Saladino, Taj-al-Mulk Bori.

Pero a Imad ad-Din se le acababa el dinero rápido y había descontento dentro de las tropas y de los habitantes. Envió emisarios a Saladino, quien en una oferta generosa ofreció Sinyar, Nusaybin, y Raqqa, a cambio de Alepo y vasallaje militar.

Saladino consiguió hacerse con el mando de la ciudad el 12 de junio. Aunque los habitantes y defensores no sabían de las negociaciones y les tomó por sorpresa ver el estandarte del ayubí en la ciudadela, los términos de la retirada fueron tan generosos que no hubo resistencia.

Segundo sitio a Mosul

Durante el resto de 1183 y todo 1184, Saladino debió asegurar las fronteras de su territorio en campañas contra los cruzados. Ya controlaba la mayor parte del territorio zenguí y una tregua firmada en 1185 con los cristianos le permitió ir a la conquista de Mosul.

Mientras tanto, Izz al-Din había concertado alianzas hacia el este con el selyúcida Pahlavan, regente de Azerbayán y de una parte de Persia y habían amenazado a algunas poblaciones aliadas de los ayubíes.

La marcha de Saladino y su ejército no encontró impedimentos hasta llegar a Mosul en julio de 1185.

Los hombres rápidamente montaron sitio a la ciudad, pero Pahlavan atacó la ciudad de Akhlat, desde donde se envió un emisario pidiendo la ayuda urgente de los ayubíes.

Sin embargo, la ayuda partió tarde: Baktimore, el regente de la ciudad, se había casado con una de las hijas de Pahlavan.

Enfermedad

De vuelta a Mosul, el sitio persistía. Sin embargo, Saladino cayó gravemente enfermo y el 25 de diciembre debió abandonar las murallas de Mosul y partió con su ejército.

Ya recuperado de su enfermedad, en febrero de 1186 recibió embajadores de Izz al-Din.

Enfocado en fortalecer sus posiciones, Saladino firmó un tratado de paz el 3 de marzo en el que el zenguí permaneció como regente de Mosul pero perdió todos los territorios al sur de la ciudad; además, se convirtió en vasallo de los ayubíes y prometió ayudar militarmente a la Guerra Santa.

Encuentros con los cristianos

En 1177 Saladino planificó un ataque sorpresa contra Palestina, puesto que estos habían roto la tregua al incursionar en territorios que pertenecían a Damasco.

Los cristianos habían sitiado a Harem, ubicada cerca de Alepo. Entonces, Saladino se dirigió a Ascalón, ciudad que pudo penetrar con facilidad. Luego continuó hasta las puertas de Jerusalén, pasando por otras ciudades en su camino.

Sin embargo, los hombres de Balduino IV, junto con los cruzados, los emboscaron en Tell Jezer y rompieron las filas musulmanas, provocando que Saladino tuviese que huir de la zona y refugiarse en Egipto.

Ese enfrentamiento fue conocido según las fuentes occidentales como la batalla de Montgisard.

Tres años más tarde, en 1179, Balduino volvió a confeccionar una estrategia sorpresa contra el sultán de Egipto, pero este se enteró a tiempo y los atacó de improviso  en la batalla de Marjayoun.

Durante ese mismo año, Saladino obtuvo otra victoria contra los cristianos en el Vado de Jacobo, donde tomaron la fortaleza local.

Batalla de Hattin

Antecedentes

Reinaldo de Chatillon, también llamado de Antioquía era conocido por ser un aliado problemático para la cristiandad. Aunque existía un tratado de paz, se dedicaba a atacar a viajeros y lugares santos para los musulmanes. Sin embargo, era respetado por ser veterano de Montgisard.

En 1187 el gobernante de Antioquía decidió atacar a una gran caravana musulmana que se dirigía a La Meca en una peregrinación religiosa.

Guido de Lusignan, rey consorte de Jerusalén comenzó a preparar sus tropas puesto que anticipó la reacción que el ataque de Reinaldo provocaría en Saladino.

Efectivamente, poco tiempo después los hombres del sultán se encontraban asediando a la ciudad de Tiberíades, donde estaba la esposa de Raimundo III de Trípoli, quien solicitó el auxilio tanto de su esposo, como de Guido de Lusignan.

El rey de Jerusalén dejó la ciudad pobremente guarnecida y se lanzó con sus hombres hacia Tiberíades. Tomó esa decisión a pesar de que todos le habían aconsejado lo contrario, incluyendo al mismo Raimundo.

Saladino atacó la fortaleza de Tiberíades con una pequeña parte de sus hombres. Cuando la ciudad intentó negociar su rendición el sultán se negó.

Minaron una de las torres de la ciudad hasta hacer que colapsara, lo que le abrió paso a los musulmanes, quienes asesinaron a muchos y tomaron a otros como prisioneros.

Enfrentamiento

Cuando Saladino tuvo noticias del éxito que había resultado de su plan en el que pretendió atraer a los cristianos a campo abierto se reunió con sus tropas rápidamente.

Todos catalogaron a Raimundo como un cobarde por plantear que se entregara Tiberíades, donde estaba su esposa, a cambio de conservar sus otras posesiones. Guido ya no consentía volver y siguió adelante con su marcha al encuentro de los musulmanes.

En el camino, los cristianos fueron atacados de forma insistente por arqueros musulmanes. La escasez de agua comenzó a hacer mella en la habilidad y disposición de los soldados para quienes sus líderes no encontraron un manantial suficiente.

Mientras marchaban hacia los cuernos de Hattin para suplirse de agua, fueron sorprendidos con una barrera de musulmanes entre ellos y el agua. Finalmente, los hombres de Saladino los rodearon y exacerbaron su deshidratación con grandes hogueras.

Aunque Raimundo y algunos de sus caballeros lograron escapar, muchos de los soldados desertaron y fueron asesinados o hechos prisioneros por los musulmanes. Finalmente, los cristianos fueron derrotados con facilidad por Saladino.

Conquista de Jerusalén

Los resultados obtenidos por Saladino en la batalla de Hattin se convirtieron en una pieza clave de su estrategia para reconquistar los territorios tradicionalmente musulmanes. Ocupó rápidamente y sin resistencia ciudades como Galilea y Samaria, luego se hizo con Acre, Arzuf y Tiberíades.

Así fue como todas las ciudades de la zona comenzaron a caer al paso de Saladino: Nazaret, Séforis, Cesarea, Haifa son algunos de los sitios que logró asegurar antes de que llegase la flota de apoyo, con la que tomó Sidón, Beirut, Biblos y Torón.

Asedio y captura

La comunicación y líneas de suministro con Egipto habían sido aseguradas entonces, eso le permitió a Saladino preparar el asedio a Jerusalén con la seguridad de que sus hombres podrían resistirlo con comodidad.

Durante el asedio Bailán de Ibelín, un importante y noble caballero cristiano le solicitó a Saladino que le permitiera entrar a la ciudad para poder sacar a su familia que se encontraba allí y el musulmán se lo concedió, con la condición de que no defendiera la ciudad.

Al llegar al interior de la ciudad, la indefensa población le solicitó que se quedara y los defendiera de los infieles. Así pues, le escribió a Saladino quien comprendió la situación y lo excusó de su promesa.

El asedio fue duro y cuando finalmente los cristianos decidieron ceder y entregar la ciudad, Saladino ya no deseaba negociar. A pesar de eso, aceptó la rendición de la ciudad y dispensó las vidas de aquellos que pagaran una suma establecida por él.

Tercera Cruzada

Ante la pérdida de la ciudad santa del cristianismo, el papa Urbano III decidió unir a pueblos en una nueva cruzada, en la que la meta era clara: tomar Jerusalén y los otros territorios católicos que habían sido arrebatados por Saladino.

El primero en partir a dicho llamado fue Federico Barbarroja, quien contaba con gran experiencia en batalla y uno de los ejércitos mejor organizados de Europa. Sin embargo, nunca llegó a Tierra Santa puesto que se ahogo en Anatolia y su ejército se dispersó.

Luego se presentaron por mar el soberano francés, Felipe Augusto, el rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León y Leopoldo de Austria. Esta coalición fue muy efectiva en sus inicios, pero pronto perdió el norte con las rencillas entre sus líderes.

Lograron reconquistar la ciudad de Acre, aunque poco tiempo después Felipe Augusto se retiró disgustado por el mal trato que le había proporcionado el inglés al conservar para sí el mejor palacio.

Otras afrentas también fueron perpetradas por Ricardo de Inglaterra al duque austríaco que no tardó mucho más en regresar a Europa.

Final

Saladino intentó realizar un intercambio de prisioneros para salvar a todos los musulmanes que habían sido apresados en Acre, a cambio le ofreció a los cristianos la Vera Cruz, es decir la cruz auténtica en la que murió Cristo y los prisioneros cristianos que conservaba.

Ricardo por el contrario decidió asesinar a todos los prisioneros musulmanes, lo que provocó la ira de Saladino, que se vio insultado e impotente ante su pueblo. El inglés consiguió asegurarse algunas victorias como la de Jaffa.

Sin haber conseguido mucho Ricardo Corazón de León aceptó la paz. Se acordó un cese de hostilidades durante tres años con Saladino, tras lo cual pudo dirigirse a la convulsa Inglaterra, aunque no arribó allí pronto porque fue secuestrado en el camino.

Muerte 

Saladino falleció en Damasco el 4 de marzo de 1193 a los 56 años. El motivo de su muerte es una incógnita, aunque se sabe que padeció de una fiebre durante los días previos a su deceso.

Al momento de su muerte no contaba con prácticamente ninguna posesión puesto que legó todo a los pobres.

Fue enterrado en la Mezquita Omeya de Damasco y sus restos aún reposan allí y su mausoleo está abierto a los visitantes. Fue sucedido por su hijo Al-Afdal quien fue el segundo miembro de la dinastía Ayubí.

Referencias

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