Psicologia juridica: historia, qué estudia, ramas, ejemplos de casos
La psicología jurídica es un campo de estudio que busca aplicar los conocimientos de la psicología tradicional en instituciones legales, y en contextos que tienen que ver con el derecho. Su objetivo es ayudar a los profesionales del derecho a realizar mejor su trabajo proporcionándoles herramientas derivadas del estudio de la conducta humana.
Así, por ejemplo, la psicología jurídica busca cumplir objetivos como comprender mejor la memoria para determinar cómo actuar frente a testigos presenciales, de tal manera que se puedan tomar decisiones más acertadas en casos en los que estos ofrezcan las principales pruebas.
Junto con la psicología forense, la psicología jurídica forma parte de lo que se conoce como “psicología y ley”. Este campo del conocimiento empezó a adquirir importancia en los años 60, en un intento de abogados, jueces y profesionales de la salud mental de mejorar el sistema de justicia. A pesar de tener su origen en los Estados Unidos, pronto se extendió por Europa y por todo el mundo occidental.
En la actualidad la psicología jurídica es una de las ramas más importantes de esta ciencia, existiendo cada vez más profesionales dentro de este área que colaboran estrechamente con jueces, abogados y demás trabajadores del sector de la justicia. A pesar de que existen algunas voces críticas hacia esta disciplina, su relevancia no ha dejado de crecer en los últimos años.
Índice del artículo
- 1 Historia
- 2 ¿Qué estudia la psicología jurídica? Objeto de estudio
- 3 Ramas de la psicología jurídica
- 4 Ejemplos de casos de psicología jurídica
- 5 Referencias
La psicología jurídica es una disciplina de aparición bastante reciente, ya que lleva existiendo de manera oficial tan solo desde la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, el interés de los profesionales de la salud mental por el campo de la justicia apareció bastante antes.
Se considera que las primeras publicaciones que podrían enmarcarse dentro de esta disciplina se dieron a finales del siglo XVIII, cuando varios investigadores comenzaron a escribir sobre distintos elementos que diferenciaban a los criminales de las personas normales. Esto ocurrió durante el auge de la psicología de las diferencias individuales.
Por ejemplo, Mckeen Cattell (uno de los principales exponentes de la psicología de las diferencias individuales) publicó un estudio en el que investigó diferentes interrogatorios judiciales para comprender mejor la psicología del testimonio.
Además de esto, los expertos de esta época empezaron a reconocer la necesidad de emplear los descubrimientos realizados por la psicología (que en ese momento era una ciencia recién nacida) para comprender mejor a los delincuentes y ayudar en el ejercicio de la práctica judicial.
Durante el siglo XIX y principios del XX todavía no se había constituido la psicología jurídica como una disciplina separada, pero cada vez se realizaban más estudios, investigaciones y publicaciones relacionadas con este tema.
Ya en la década de los 40 los psicólogos comenzaron a intervenir más activamente en el desarrollo de diferentes actividades legales. Sin embargo, no fue hasta los años 50 cuando estos empezaron a testificar haciendo el papel de expertos en diferentes juicios, lo que marcó definitivamente el nacimiento de la psicología legal como una disciplina independiente.
Durante esta década y las siguientes, además, hubo un gran aumento de estudios relacionados con la psicología de diferentes aspectos legales. Por ejemplo, en los años 60 la psicología social se centró en investigar fenómenos como el crimen, la violencia, el altruismo o el respeto a las normas.
Finalmente, en los años 70 la psicología legal se dividió en dos campos diferenciados: la forense y la jurídica. En la actualidad existen numerosas escuelas especializadas de cada una de estas disciplinas, así como publicaciones dedicadas exclusivamente a una de ellas.
Como el resto de especialidades de esta ciencia, la psicología jurídica se centra en el estudio de la conducta humana y los diferentes aspectos que se derivan de ella. En la práctica, esto se concreta en tres campos diferentes: estudio de comportamientos relacionados con el crimen, resolución de conflictos o mediación, y evaluación y mejora de las leyes.
El primer ámbito de aplicación de la psicología jurídica es el estudio de diferentes aspectos del comportamiento y la mentalidad humana que tienen que ver con la actividad legal.
Así, en este área podemos encontrarnos con la investigación sobre las características psicológicas de los criminales, pero también sobre las de los testigos o los propios profesionales de la ley.
En este caso la psicología jurídica se basa en gran medida en las investigaciones de otras ramas afines del estudio del comportamiento humano, como la psicología básica o la social. Por ejemplo, para comprender mejor el papel de los testigos en un juicio se pueden utilizar los descubrimientos sobre la memoria o la presión social.
El objetivo detrás de este campo de aplicación es comprender mejor todas las piezas que integran un proceso judicial. De esta manera los psicólogos especialistas podrán trabajar con los profesionales de la ley para crear normas más concretas y eficaces, además de descubrir mejores maneras de aplicarlas y castigar a quienes las rompen.
Otro de los campos de aplicación más importantes de la psicología jurídica es la mediación y la resolución de los conflictos que pueden generarse en este área. En algunos casos, los psicólogos jurídicos y los forenses tienen que acudir como testigos expertos a juicios para determinar la veracidad de diferentes pruebas, o para realizar estudios sobre los implicados en un caso.
Por ejemplo, un psicólogo jurídico podría determinar que un testigo no está diciendo la verdad debido a que tiene una distorsión de la memoria, con lo que el juez podría decidir obviar su testimonio como prueba.
El último campo de aplicación de la psicología jurídica es también el de más reciente aparición. Los profesionales de este campo pueden estudiar las leyes existentes y su relación con la mente humana, de tal manera que son capaces de ofrecer sugerencias de mejora para aumentar su eficacia y reducir sus efectos indeseados.
Por ejemplo, dentro de la psicología social se han estudiado diferentes mecanismos mediante los cual generar una mayor colaboración con la autoridad y una menor aparición de crímenes.
Aplicando estos datos, un psicólogo jurídico puede ayudar a los profesionales de la ley a evitar crímenes o crear castigos más eficaces para quienes se salten las normas.
Una de las funciones más comunes de los psicólogos jurídicos es la de actuar como testigos expertos en diferentes procesos legales. Así, estos profesionales tienen que dar su opinión sobre diferentes aspectos psicológicos como la memoria de los testigos, la confusión de identidad, o la existencia de sesgos cognitivos dentro del jurado.
Los psicólogos jurídicos también pueden cumplir un papel de consejeros dentro de los sistemas legales. En este sentido, suelen ayudar a jueces, abogados y otros profesionales a tomar decisiones dentro de un caso basándose en lo que saben sobre el comportamiento de la mente humana.
Además de esto, los psicólogos jurídicos también pueden educar a los miembros del sistema legal sobre diferentes aspectos de la psicología humana relevantes para un caso concreto, como por ejemplo la existencia de determinadas patologías mentales.
Los psicólogos jurídicos también pueden participar en la creación de leyes mediante la investigación empírica sobre un determinado fenómeno. Estos expertos se encargarían de evaluar las leyes actuales y sugerir cambios o mejoras basados en el funcionamiento de la naturaleza humana.
La psicología jurídica también puede utilizarse para ayudar en el proceso de formación de los profesionales del ámbito legal. Así, un psicólogo experto en este área puede participar en el entrenamiento de jueces o abogados usando técnicas como el role playing, las dinámicas de grupo o la preparación psicológica de los mismos.
La mayoría de psicólogos jurídicos trabajan para centros de investigación, como por ejemplo universidades, llevando a cabo estudios empíricos y realizando labores docentes.
Su labor en este sentido es doble: por un lado tratan de comprender mejor determinados aspectos de la mente humana relacionados con el derecho, y por otro tienen que ser capaces de divulgar sus descubrimientos.
Uno de los casos más famosos de la historia reciente fue el de Ted Bundy, un asesino en serie que asesinó a multitud de personas en los Estados Unidos antes de ser detenido finalmente.
Su caso no habría podido ser resuelto sin la ayuda de un equipo de psicólogos jurídicos y forenses, que recrearon su perfil en base a las pruebas que iban encontrando y la naturaleza de sus crímenes.
Finalmente, gracias a la información que recopilaron y a la ayuda de diferentes testigos, especialmente una de las ex parejas de Bundy, los psicólogos jurídicos del caso fueron capaces de darle una serie de pistas cruciales a la policía y de relacionar a este asesino con varios crímenes sin resolver.
El “payaso asesino” John Wayne Gacy fue detenido sobre todo gracias a las sospechas y quejas de sus vecinos, pero sin la ayuda de los psicólogos jurídicos implicados en su caso no habría sido condenado por todos los crímenes que cometió.
El equipo de expertos dedicados a su caso descubrió los motivos que existían detrás de su comportamiento asesino, y logró desentrañar sus planes referentes y descubrir dónde escondía los cuerpos de sus víctimas.
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