Anton van Leeuwenhoek: biografía, aportes y descubrimientos
Anton van Leeuwenhoek fue uno de los primeros precursores de la microbiología, la rama de la biología que se encarga del estudio de los microorganismos. Fue de nacionalidad holandesa; nació en 1632 y falleció en 1723, años durante los que transcurrió el Siglo de Oro de los Países Bajos.
Leeuwenhoek perfeccionó la técnica de fabricación de los microscopios. Con los microscopios que él mismo hacía fue capaz de descubrir la existencia de seres y cuerpos tan pequeños que eran imperceptibles para el ojo humano.
No estudió ciencia en ninguna academia, razón por la cual fue subestimado por los intelectuales de su época. Sin embargo, su genio y curiosidad lo convirtieron en uno de los biólogos más relevantes de la historia universal. Fue el primero en ver un mundo que estaba oculto a los ojos del común de la gente: el de los microorganismos.
Sus descubrimientos representaron adelantos invaluables para la comprensión del cuerpo humano y animal. Abrió un camino en el ámbito científico que se mantiene vigente y en el que aún quedan muchos descubrimientos por hacer.
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Biografía
El 24 de octubre de 1632 nació Anton van Leeuwenhoek en los Países Bajos. Sus padres eran comerciantes de cestas de la ciudad de Delft. Su padre murió cuando él tenía unos escasos seis años de edad; sus hermanas menores también fallecerieon en esa misma época.
A los dieciséis años fue enviado a Ámsterdam por su madre para que aprendiera el oficio de tratante de telas. En la tienda de su maestro tuvo contacto con su primer microscopio, una lupa simple con tres aumentos.
El aparato era utilizado para verificar la calidad de las telas. Llegó a fascinarse tanto con el poder de los microscopios que decidió aprender a fabricarlos.
Regresó a Delft en 1654 para abrir su propia tienda de telas. Allí se casó con Bárbara de Mey, con quien tuvo 5 hijos, de los cuales solo uno llegó a la vejez.
Bárbara murió muy joven, en 1666. Anton se volvió a casar en 1671 con Cornelia Swalmius, quien también falleció mucho antes que él, en 1694.
Ascenso social
En Delft, van Leeuwenhoek obtuvo una posición socio económica privilegiada; esto fue así porque llegó a relacionarse con el regente de la ciudad, quien lo ubicó en los puestos de chambelán, agrimensor e inspector de vinos.
La fortuna acumulada le permitió tener la estabilidad necesaria para despreocuparse del trabajo prontamente y dedicarse a la investigación.
Si bien no tuvo una formación académica, su ingenio le permitió hacer observaciones muy pertinentes para el campo científico. Su poco conocimiento formal le permitió abstraerse de ideas preconcebidas que tenían los biólogos de su época, y así poder observar la naturaleza desde una perspectiva innovadora.
Sus estudios fueron registrados en más de 300 cartas que envió a la Royal Society de Londres, una de las primeras organizaciones científicas que se instituyeron en Europa durante el siglo XVII.
Sus descubrimientos causaron revuelo en la alta sociedad. Anton hizo varias demostraciones científicas a personajes poderosos como Pedro El Grande, Federico II de Prusia y James II de Inglaterra, quienes se interesaban por sus microscopios y el mundo diminuto que había descubierto con estos.
Fallecimiento
Anton van Leewenhoeck murió muy anciano. Con 90 años se despidió del mundo terrenal, exactamente el día 26 de agosto de 1723, a causa de una enfermedad que describió con el mismo afán científico ilustrativo de sus investigaciones.
Sufría contracciones involuntarias del diafragma, malestar que fue nombrado como la enfermedad de Leewenhoeck.
Sus estudios sirvieron para el desarrollo inmediato del trabajo de otros intelectuales, como el astrónomo Christiaan Huygens, fabricante de lentes telescópicos, y el filósofo Gottfried Leibniz.
Microscopios
De manera autodidacta aprendió la técnica del soplado de vidrio y también la pulitura. Así mismo, diseñó soportes de latón especializados para fijar lentes biconvexas, y que también permitían ajustar la posición del objeto a observar.
Las lentes que creó Leeuwenhoeck podían aumentar la imagen de un objeto hasta 200 veces su tamaño, lo cual excedía las capacidades de cualquier otro dispositivo similar que en aquella época pudiera encontrarse en el mercado.
Se estima que este pionero de la microscopía fabricó cerca de 500 lentes, de las cuales hoy en día quedan muy pocas. A pesar de que sus microscopios eran admirados por su simplicidad y su poder de aumento, van Leeuwenhoeck nunca se dedicó a la empresa de venderlos.
De hecho, apenas tuvo el gesto de donar 13 microscopios a la Royal Society antes de morir. Se sabe que también regaló uno a la reina María II de Inglaterra.
Celoso de sus métodos
El holandés era muy celoso de su trabajo y sus métodos de fabricación. Nunca reveló su técnica para realizar lentes, que era más eficaz que cualquiera de las técnicas de soplado y pulido conocidas en aquel momento.
Estos microscopios eran simples; tenían solo una lente, a diferencia del uso común de la época, cuando la mayoría de los microscopios eran de lentes compuestas. El objeto a observar se sostenía sobre una aguja y el usuario debía prácticamente pegar su ojo a la lente, que parecía más bien una lupa.
La lente más potente que fabricó Leeuwenhoeck tenía una capacidad de aumento de 275 veces y una resolución de 1,4 µm. Con esta podía visualizar cuerpos con una longitud cercana a la micra, apenas la milésima parte de un milímetro.
Críticas a sus mecanismos
Aún después de que sus descubrimientos fueran aceptados por la Royal Society, los métodos de Leeuwenhoeck siguieron siendo puestos en duda. En parte esto se debió a la gran aceptación de los microscopios compuestos, en detrimento de la forma simple que usaba el holandés.
Algunas imprecisiones y conclusiones erradas descubiertas por científicos como Abraham Trembley hicieron que las investigaciones de Leeuwenhoeck perdieran popularidad durante el siglo XVIII.
En la década de 1750, un zoólogo importante —el sueco Carlos Linneo— ni siquiera tomaba en cuenta la taxonomía de los microbios.
En general se tenía la idea de que los animales vistos por Leeuwenhoeck eran un efecto de su imaginación o una mala praxis vinculada a las deficiencias del microscopio.
La desestimación de los microscopios de Leeuwenhoeck duró hasta 1981, cuando desapareció gracias al científico Brian Ford. Este logró fotografiar unas muestras de los experimentos del holandés, rescatadas del archivo de la Royal Society, usando uno de los microscopios simples fabricados por el comerciante de telas. Demostró, sin dejar lugar a dudas, su capacidad de aumento.
Aportes y descubrimientos
Las primeras observaciones biológicas de Leeuwenhoeck pudieron ser presentadas al primer secretario de la Royal Society, Henry Oldenburg, gracias a la intermediación del médico anatomista Regnier de Graaff y el poeta aristócrata Constantijn Huygens, padre del astrónomo Christiaan Huygens.
En 1673 Oldenburg difundió varias cartas de Leeuwenhoeck donde describía cosas como la estructura del moho y del aguijón de abeja.
Sin embargo, Oldenburg se encargó de recalcar siempre la inconsistencia de dichos estudios, poniendo en duda su credibilidad. Leeuwenhoeck era menospreciado por los académicos, ya que no había estudiado y solo hablaba holandés.
A algunos académicos les pareció que los estudios de Leeuwenhoeck eran una mera reelaboración fantasiosa de la Micrographia de Robert Hook, libro publicado en 1665 y considerado el primer best-seller de literatura científica.
En ese momento Hook era la voz más autorizada en estudios microscópicos. Entre los aspectos más destacados de sus trabajos debe mencionarse el hecho de que fue el primero en acuñar la palabra “célula”, refiriéndose a las microestructuras que descubrió al analizar una lámina de corcho con su microscopio.
Los protozoarios y bacterias
Las observaciones de van Leeuwenhoeck, opacadas por el éxito de Hook, no despertaron mucho interés hasta 1674. En ese año el holandés compartió con la Royal Society un descubrimiento controvertido. Examinando el agua de un lago de Delft, llamado Berkelse Mere, descubrió entre las algas las primeras formas de vida microscópicas conocidas por el hombre.
En aquel momento Anton llamó a estas formas de vida “animálculos”, pero hoy se conocen como protozoarios. Pudo describir ampliamente las especies Euglena, Vorticella campanula, Oicomonas termo, Oxytricha, Stylonychia, Enchelys, Vaginicola, Coleps y Volvox.
La afirmación de que existían estos animales minúsculos fue recibida con suspicacia, ya que nadie más que Leeuwenhoeck podía comprobar su existencia: él era el único que poseía la tecnología necesaria. Por esta razón el holandés siguió siendo desestimado por la institución científica inglesa, aunque sus afirmaciones parecían revolucionarías.
Al no ser científico de profesión, la metodología de Leeuwenhoeck fue puesta en duda. Para obtener más credibilidad, el comerciante de telas contrató a un dibujante profesional para adjuntar a sus cartas imágenes convincentes de los protozoarios y bacterias. Así mismo, recolectó 8 testimonios de personas notables que afirmaron ser testigos del descubrimiento.
Sin embargo, sus experimentos debieron ser sometidos al escrutinio de los científicos para ser validados. El gran inconveniente era que, dado que los miembros de la Royal Society no tenían los microscopios de Leeuwenhoeck y este se negaba a revelar el secreto de su fabricación, los primeros experimentos de contrastación resultaron negativos.
Reproducción de experimentos
Después de que el botánico Nehemiah Grew intentó reproducir fallidamente los experimentos de Leeuwenhoeck, el mismísimo Robert Hook asumió dicha responsabilidad. No fue sino hasta el tercer intento que Hook logró observar los microorganismos de los que hablaba el holandés.
Por esta razón la publicación del descubrimiento tuvo que esperar hasta 1677, cuando fue divulgada en Philosophical Transactions, la revista de ciencia fundada por la Royal Society en 1666 y que hasta la actualidad sigue siendo editada.
En 1680 Leeuwenhoeck fue admitido finalmente como miembro de la Sociedad Real Científica de Londres. Tres años más tarde, en 1683, se publicó por primera vez el dibujo de una bacteria. Posteriormente, en 1699 fue admitido también por la Academia de Ciencias de París.
Otros descubrimientos
Algunos de los descubrimientos de Leeuwenhoeck fueron trascendentes, como el hecho de que la boca humana está llena de bacterias. Al visualizar esto decidió poner a prueba la resistencia de los microorganismos tomando té, descubriendo que el calor mataba a los animálculos.
Las investigaciones de Leeuwenhoeck superan el mero aspecto descriptivo. Puso a prueba la resistencia de los microorganismos sometiéndolos a diferentes ambientes. También puede ser considerado el primer científico en fabricar medios de cultivo para microorganismos, iniciativa que le permitió descubrir la existencia de bacterias anaerobias, organismos que no proliferan en presencia de oxígeno.
A partir de 1684 su investigación se centró en el cuerpo. Al estudiar la sangre descubrió los glóbulos rojos y el sistema de irrigación de los tejidos. Pudo describir el funcionamiento cerebrovascular, la estructura del ojo y el tejido estriado de los músculos.
Las descripciones biológico anatómicas que hizo son incontables: estudió la mayor variedad de especies animales que pudo, entre los que destacaban aves, mamíferos, peces e insectos, entre otros.
Además, también estudió la levadura presente en los fermentos alcohólicos y descubrió que está compuesta por partículas globulares. También se ocupó de observar elementos minerales, objetos inanimados y estructuras no orgánicas.
Descubrimiento del espermatozoide
En 1677 hizo uno de sus descubrimientos más importantes. Al examinar el semen humano y el de varios animales, descubrió la existencia del espermatozoide.
Más tarde describió el proceso de procreación celular que ocurre con la cópula. Descubrió la presencia de espermatozoides en las trompas de Falopio y llegó a la conclusión de que estos buscaban el óvulo para fertilizarlo. Por esta razón, podemos considerarlo un precursor de los estudios científicos sobre la reproducción.
Oposición a la teoría de la generación espontánea
Anton van Leeuwenhoeck se anticipó a Louis Pasteur en su afán de desmentir la teoría de la generación espontánea, que concebía que algunas formas de vida surgían de otras materias orgánicas.
Esta idea estaba muy arraigada en aquella época por la observación de fenómenos como las moscas que aparecen en torno a la comida putrefacta, o los ratones que proliferan en lugares húmedos y oscuros.
Gracias a sus microscopios, observó el proceso de reproducción y crecimiento de las larvas, así que pudo establecer las diferencias entre pupas y huevos.
También estudió el aparato reproductivo de las anguilas, lo que le permitió enterrar el mito de que venían del rocío. Observó además la gestación de las pulgas a través de huevos; así demostró que estas no aparecían de la nada.
Referencias
- “Anton van Leeuwenhoek” (11 de Junio de 2019) de Wikipedia. Recuperado en 11 de Junio de 2019 de Wikipedia: wikipedia.org
- “Antoni van Leeuwenhoek: el padre de la microbiología que desafío a la ciencia” (24 de Octubre de 2019) de La Voz de Galicia. Recuperado en 11 de Junio de 2019 de La Voz de Galicia: lavozdegalicia.es
- “Los microscopios de van Leeuwenhoek” (7 de Julio de 2015) de Investigación y Ciencia. Recuperado en 11 de Junio de 2019 de Investigación y Ciencia: investigacionyciencia.es
- Lane, N. “The unseen world: reflections on Leeuwenhoek (1677) «Concerning little animals»” (19 de Abril de 2015) de Philosophical Transactions of the Royal Society B. Recuperado en 11 de Junio de 2019 de The Royal Society: royalsocietypublishing.org
- Rodríguez, M. “La impresionante historia de Anton van Leeuwenhoek, el «descubridor» de los espermatozoides (y su peculiar reacción al conseguirlo)” (9 de Marzo de 2019) de BBC. Recuperado en 11 de Junio de 2019 de BBC: bbc.com