Estado subsidiario: concepto, características, diferencias con benefactor
¿Qué es el Estado subsidiario?
El Estado subsidiario es aquel que está basado en el principio de subsidiariedad. Es decir, que el Estado debe intervenir solo en aquellas actividades que el sector privado o el mercado no pueden realizar. Además, procura descentralizar las funciones y atribuciones estatales para hacerlas más eficientes y cercanas a la gente.
En sentido estricto, la subsidiariedad tiene como principio fundamental que el Estado se oriente a la búsqueda y garantía del interés general o el bien común. El Estado solo participa temporalmente en aquellos sectores económicos en los que los privados no puedan hacerlo por sus limitaciones.
Así mismo, el Estado debe abstenerse de intervenir en aquellas áreas en las que los individuos o grupos de la sociedad se basten por sí mismos. El concepto del Estado subsidiario moderno está vinculado con la corriente económica neoliberal de la Escuela de Chicago.
El neoliberalismo establece que es el mercado junto con la sociedad quienes deben decidir sobre la distribución de los recursos. Entonces, en la práctica se da un progresivo abandono de las funciones y atribuciones del Estado: servicios públicos (agua, electricidad, salud, educación), construcción de viviendas y vías, administración de puertos y aeropuertos, etc.
Características del Estado subsidiario
– El Estado subsidiario está vinculado al modelo de desarrollo económico neoliberal de la segunda mitad del siglo XX y a la doctrina social de la Iglesia. Apareció en la encíclica Quadragesimo Anno del año 1931. En esta se establece que el Estado debe dejar en manos de las asociaciones sociales inferiores “los cuidados y negocios de menor importancia”.
– Supone la tercerización y/o privatización de algunas funciones del Estado y de los servicios públicos. El Estado subsidiario está basado en los principios de descentralización, eficiencia y libertad económica en la búsqueda del bien común.
– Intenta satisfacer las necesidades sociales insatisfechas por el sector privado. Al mismo tiempo, el Estado también debe preocuparse por la cartelización de los precios o por los efectos negativos de los poderes monopólicos.
– Si bien el Estado debe intervenir lo menos posible en la economía, su rol solo es regulador para procurar el buen funcionamiento del mercado; por ejemplo, propiciar una oferta equilibrada de productos y servicios a precios justos, o generar equidad en la justicia social a través de la vigencia del Estado de derecho para el cumplimiento de las normas.
– Los ciudadanos tienen plena libertad de elección para dedicarse a la actividad de su preferencia, sin más limitaciones que las establecidas en la ley. El Estado subsidiario solo asume aquello que los miembros de la comunidad “no pueden hacer bien”.
– Descentralización o municipalización de parte de las funciones del Estado nacional y transferencia de competencias al sector privado.
– Adopción plena de la economía de mercado como modelo de desarrollo y producción ideal. El Estado solo podrá participar en la economía previa autorización legislativa.
– Se garantiza el derecho de los individuos a participar con iguales oportunidades en la actividad económica de su preferencia. El empresariado y los individuos son quienes deciden qué, cómo y para quién producir, asumiendo el riesgo que esto implica.
Estado subsidiario en Chile
Este modelo de Estado fue adoptado en Chile en la Constitución de 1980 donde quedó establecido el principio de subsidiariedad.
Tras su aprobación, de alguna manera se rompió con la doctrina social de la Iglesia que defendía el Estado benefactor que hasta entonces funcionó.
El Estado subsidiario chileno asume doctrinariamente la garantía de la seguridad económica (el cumplimiento de los contratos), a la vez que se preocupa por conquistar nuevos mercados y mantener los actuales. Procura la eficiencia y la libertad económica para oferentes y consumidores.
Entre los años 1920 y 1970 Chile fue el país latinoamericano que más presupuesto destinó de su producto interno a los programas sociales para la superación de la pobreza.
Durante la dictadura también se logró una importante disminución de la pobreza con el alto crecimiento económico alcanzado; su política social se focalizó en las clases más pobres.
Se cree que el país podría nuevamente estar reasumiendo un rol más benefactor, debido al creciente conflicto social y la presión de los movimientos sociales que exigen al Estado asumir mayores responsabilidades, sobre todo en cuanto a la regulación del mercado.
Políticas públicas subsidiarias
La orientación de las políticas públicas del Estado subsidiario chileno quedó claramente delineada en tres artículos de la actual Constitución. El artículo 22 instituye el principio de la equidad y no discriminación económica de algún sector, actividad o zona geográfica.
El artículo 21 establece que el Estado podrá participar en la actividad económica en un rol empresarial “solo si una ley de quórum calificado lo autoriza”, mientras que el artículo 20 agrega que todos los tributos “ingresarán al patrimonio de la nación y no podrán estar afectos a un destino determinado”.
El modelo económico neoliberal chileno se inició con el proceso de desestatización de las empresas públicas y venta de estos activos a empresarios privados.
Luego se completó con la descentralización e incorporación de los municipios a la prestación de los servicios básicos (salud, educación, vivienda, agua, electricidad e incluso subsidios).
El ámbito de acción del Estado subsidiario quedó supeditado a servir a las personas, garantizando el resguardo de la seguridad de la nación, la protección ciudadana y de la familia.
Diferencias entre Estado subsidiario y Estado benefactor
– El Estado benefactor surgió en casi todo el mundo tras la II Guerra Mundial. Fue una suerte de pacto social para distribuir la riqueza nacional de forma más equitativa y evitar el malestar social. En el caso chileno, el Estado subsidiario comenzó en la década del 70 con la dictadura de Pinochet; se consolidó con la aprobación de la Constitución del año 1980.
– El Estado benefactor procura el pleno empleo junto con las bolsas de trabajo en las épocas de aumento del desempleo. En cambio, el subsidiario deja en manos de las fuerzas del mercado la situación del empleo y los precios.
– El Estado subsidiario no garantiza la protección social para la satisfacción de las necesidades básicas de empleo, alimentación y servicios públicos. Tampoco se enfoca en leyes laborales de protección al trabajador en desmedro de los empresarios en cuanto a remuneración, jornadas laborales, derecho a huelga, jubilación, etc.
– El Estado subsidiario no eleva los impuestos a los sectores económicos y a la población para subsidiar el inmenso gasto social generado por el estado de bienestar. El Estado tampoco asume el rol de responsable del bienestar de sus ciudadanos ni garantiza la seguridad social. Sus funciones se limitan a garantizar la seguridad nacional y personal.
– El Estado subsidiario no tiene una orientación ideológica colectivista/estatista con tendencia hacia el igualitarismo y la uniformidad del bienestar social. En su lugar, garantiza iguales oportunidades a todos ofreciendo la libertad de elección. Así, cada quien se dedica a la actividad de su preferencia y corre el riesgo inherente.
– A diferencia de en el Estado benefactor, en el Estado subsidiario la educación es responsabilidad de las familias, no del Estado.