Medicina

Fármacos anticomiciales: usos, tipos y mecanismo de acción


Los fármacos anticomiciales se utilizan principalmente para las crisis epilépticas, algunos trastornos psicopatológicos como el trastorno bipolar y, sobretodo, para el dolor neuropático. En ocasiones se denominan fármacos antiepilépticos o anticonvulsivos.

Existen fármacos anticomiciales clásicos o de primera generación y los de segunda generación. Los más modernos son los que suelen tener menos efectos secundarios, aunque ambos tipos son igual de efectivos por lo general.

Estos medicamentos actúan eliminando la excesiva actividad eléctrica de las neuronas típica de las convulsiones. También ayudan a evitar que la actividad alterada se propague por el cerebro. Asimismo, reducen el dolor y producen relajación por diferentes mecanismos.

El primer fármaco anticomicial fue el bromuro, que surgió en 1857. En aquel momento se pensaba que la epilepsia aparecía por un deseo sexual excesivo. Descubrieron que el bromuro era eficaz contra la epilepsia, pero provocaba impotencia y afectaba a la conducta.

Posteriormente, en 1910, se percataron de que el fenobarbital, que se utilizaba para inducir el sueño, tenía actividad anticonvulsiva. Así, se convirtió en el medicamento de primera elección durante mucho tiempo.

En 1930 se desarrolló la fenitoína que trataba las convulsiones epilépticas sin producir tanta sedación.

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¿Para qué sirven los fármacos anticomiciales?

Los anticomiciales suelen utilizarse para los distintos tipos de epilepsia, para el dolor neuropático y ciertos trastornos psicopatológicos. Algunos de ellos también han sido útiles para reducir el síndrome de abstinencia o problemas de drogadicción.

Epilepsia

Se ha demostrado que aproximadamente un 70% de los pacientes con epilepsia logran controlar sus crisis con los fármacos anticomiciales. Sin embargo, dichos fármacos actúan en los síntomas y no en el origen de la enfermedad, por lo tanto, no pueden curar la epilepsia, y el tratamiento deberá tomarse de manera prolongada.

Dolor neuropático

Los fármacos anticomiciales se utilizaron al principio ampliamente para las personas con epilepsia. Más adelante, descubrieron que podía calmar el dolor provocado por daños en los nervios.

Los nervios pueden lesionarse por traumas, compresión, enfermedades, cirugías… Así, se activan cuando no deberían enviando señales de dolor sin un propósito útil. Esto se denomina neuropatía.

El mecanismo de acción exacto de los fármacos anticomiciales no se entiende por completo. Parece ser que estos medicamentos impiden la transmisión de las señales de dolor provenientes de los nervios dañados o sensibles.

Además, cada tipo de fármaco funciona mejor en unas condiciones que en otras. Por ejemplo, la carbamazepina se utiliza mucho para tratar la neuralgia del trigémino, una condición en la que se sufre un fuerte dolor en la cara.

Trastornos psicopatológicos

Los fármacos anticomiciales también se utilizan ampliamente para trastornos mentales como la bipolaridad, el trastorno límite de personalidad o los trastornos de ansiedad.

 Se ha demostrado que estos fármacos pueden tratar la manía aguda, las conductas agresivas e impulsivas asociadas a trastornos de personalidad, trastornos de la conducta alimentaria o la agitación relacionada con la demencia. Uno de los fármacos que se utilizan para esto es la oxcarbazepina.

Tipos de fármacos anticomiciales

Existen dos tipos principales de anticomiciales: los clásicos o de primera generación y los de segunda generación. Cada uno de ellos posee mejores efectos en condiciones concretas. Los segundos se crearon con el objetivo de reducir los efectos secundarios de los primeros.

Anticomiciales de primera generación

Estos fármacos actúan, principalmente, bloqueando los canales de sodio o calcio, reduciendo la actividad neuronal.

Entre los fármacos clásicos destaca la carbamazepina. Este es el anticomicial más estudiado en el tratamiento del dolor neuropático. Actúa bloqueando los canales de sodio dependientes de voltaje, estabilizando la actividad de las membranas neuronales. Por otro lado, bloquea el receptor NMDA, que se activa con el sodio y el calcio.

Sus efectos secundarios más habituales son somnolencia, náuseas, vértigo, diplopía (visión doble), etc.

Otros anticomiciales clásicos son la difenilhidantoina y el ácido valproico. El primero también estabiliza las membranas neuronales. Además, inhibe la liberación de calcio y calmodulina, y modifica la conductancia del potasio.

No suele utilizarse por sus numerosas interacciones con otras sustancias y por sus efectos secundarios. Entre éstos se han encontrado mareos, ataxia, sedación, disartria (problemas para articular el lenguaje), alteraciones en las funciones cognitivas, acné, arritmias, etc.

Por otra parte, el ácido valproico, parace actuar en el sistema gabaérgico, es decir, potenciando la inhibición que produce el GABA. Además, bloquea la transmisión de sustancias excitadoras como el aspartato y el glutamato.

Sus efectos secundarios consisten en náuseas, vómitos, temblor, aumento de peso, y menos común alteraciones en el hígado y pancreatitis.

Anticomiciales de segunda generación

Los nuevos fármacos anticomiciales poseen una acción más marcada sobre los neurotransmisores, aumentando la acción del GABA de distintas formas. También tienen efectos antiglutaminérgicos. No obstante, actúan a más niveles que aún no se han comprendido por completo.

Mecanismo de acción

Existen múltiples mecanismos de acción como los agonistas del receptor GABA, que son fármacos que imitan a este neurotransmisor uniéndose a sus receptores específicos. Entre ellos se encuentran el clobazam, el clonazepam (que es una benzodiacepina que también sirve para tratar las mioclonías y la ansiedad), el fenobarbital y la primidona.

Por otro lado, hay fármacos que inhiben la receptación del GABA, es decir, que el GABA sea absorbido por las células para su posterior eliminación. El más común es la tiagabina, que fue introducido en la práctica clínica sobre 1998.

También existen inhibidores de la GABA transaminasa, un proceso enzimático que metaboliza este neurotransmisor. Estos fármacos anticomiciales inhiben la actividad de la enzima para aumentar la concentración extracelular de GABA. Un ejemplo es la bigamatrina. Sin embargo, su uso está restringido por sus niveles de toxicidad. De hecho, no se ha aprobado en Estados Unidos.

Por otra parte, otros fármacos potencian la acción de la enzima decarboxilasa del ácido glutámico (GAD), que convierte el glutamato (principal neurotransmisor excitador) en GABA. Dentro de este tipo se encuentra la gabapentina, la pregabalina y el valproato.

Este último es uno de los fármacos anticomiciales más usados en todo el mundo, sobre todo para las epilepsias generalizadas y las crisis parciales.

Por último, hay fármacos cuyo efecto principal es bloquear el glutamato, que es un neurotransmisor excitador. Entre ellos se encuentran el felbamato, que tiene un uso muy limitado por sus efectos secundarios (anemia aplásica e insuficiencia hepática), y el topiramato.

Otros fármacos con mecanismos de acción diferentes o poco conocidos son el levetiracetam, el brivaracetam y la rufinamida.

La elección de cada fármaco anticomicial dependerá de las características individuales de cada paciente (edad, síntomas, etc.).

Los anticomiciales más nuevos suelen tener menos efectos secundarios, por lo tanto, suelen usarse como primera opción. Si no resultan efectivos para el paciente se pueden recetar otros más antiguos.

Referencias

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