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91 Frases de El club de la pelea, Tyler Durden y otros personajes


El club de la pelea, conocida en España como El club de la lucha y en el mundo anglosajón como Fight Club, es quizás la película de culto más famosa y admirada. Aunque en su estreno en 1999 no fue recibida bien por la crítica, con el tiempo se ha ido haciendo famosa y en la actualidad es considerada una obra maestra.

Basada en la novela de Chuck Palahniuk y dirigida por David Fincher, sus personajes principales son Tyler Durden (Brad Pitt) y el narrador (Edward Norton). Durden es un vendedor de jabón carismático, líder, confiado y que hace lo que quiere. El narrador es un hombre común e inseguro, que ha hecho lo que se le dijo que tenía que hacer.

Tyler critica la sociedad consumidora, la publicidad o el adormecimiento de la gente, que son meros espectadores. Para contrarrestar esto, él y el narrador fundan un club de la lucha, con el que pretenden salir de ese ensimismamiento y experimentar nuevas sensaciones.

Las mejores frases de El club de la pelea

En estas frases de El club de la pelea recordarás algunos de los mejores momentos de esta película y podrás reflexionar sobre las ideas que transmiten sus personajes.

-La publicidad nos tiene persiguiendo carros y ropa, trabajando en cosas que odiamos para comprar porquerías que no necesitamos. –Tyler Durden.

-Si despiertas en un tiempo y lugar diferente, ¿podrías despertar siendo una persona diferente? –Narrador.

-Con el cañón de un arma presionado contra tus dientes, solo hablas con los intestinos. –Narrador.

-¿Qué desearían hacer si estuvieran a punto de morir? –Tyler Durden._-No lo sé, pregúntale a otro, ¡vamos! –Narrador._-Debes de saber la respuesta a esta pregunta. Si murieras en este momento, ¿cómo te sentirías acerca de tu vida?. –Tyler Durden._-No lo sé, no sentiría nada bueno de mi vida. ¿Eso es lo que quieres escucharme decir? Bien. –Narrador._-No es lo suficientemente bueno. –Tyler Durden.

-¿Sabías que si mezclas gasolina con concentrado de naranja congelado fabricarías napalm? –Tyler Durden.

-El padre debió de haber sido enorme. ¿Ves dónde ardió la grasa en el asiento? ¿La camisa de poliéster? Muy al estilo del arte moderno. –Inspector Bird.

-Al considerar un tiempo lo suficientemente grande, la tasa de supervivencia para todos disminuye a cero. –Narrador.

-Mi papá nunca fue a la universidad, así que era realmente importante que yo si la estudiara. Así que me gradué y le llamé y le pregunté: “Papá, ¿ahora qué?”, y me dijo “Consigue un trabajo”. Ahora tengo 25 y le llamé de nuevo y le pregunté: “¿Y luego, que sigue ahora?”. Me contestó: “No sé, ahora cásate”. –Tyler Durden.

-¡Al carajo con la condenación! ¡Al carajo con la redención! Somos los hijos no deseados de Dios. ¡Que así sea! –Tyler Durden.

-La cuarta regla es que solamente dos personas pueden pelear. –Tyler Durden.

-Ey, tú me creaste. Yo no creé un alter ego perdedor solo para hacerme sentir mejor. ¡Acepta tu parte de la responsabilidad! –Tyler Durden.

-El condón en la zapatilla de cristal de nuestra generación. Te pones uno cuando conoces a un extraño, bailas toda la noche, y después lo deshechas. El condón, no el extraño. –Marla Singer.

-Todos hemos crecido con la televisión haciéndonos creer que un día seremos millonarios, dioses de las películas o estrellas de rock. Pero no lo somos. Y lentamente nos damos cuenta de ello. Y estamos muy molestos. –Tyler Durden.

-¿Sabes eso que dicen, que solamente lastimas a aquellos a quienes amas? Bueno, también ocurre al revés. –Tyler Durden.

-La sexta regla es que no pueden usar ni camisetas ni zapatos. –Tyler Durden.

-Las cosas de las que eres dueño, terminan siendo tu dueño. –Tyler Durden

-Tú no eres mi trabajo. No eres cuánto dinero tengo en mi banco. No eres el carro que conduzco. No eres el contenido de mi billetera. No eres tus jodidos caquis. Eres una basura del mundo que canta y baila todo. –Tyler Durden.

-Con el insomnio, nada es real. Todo es lejano. Todo es una copia de una copia de una copia. –Narrador.

-Todas las tardes me morí, y todas las tardes volvía a nacer, renacía. –Narrador.

-Si yo no digo nada, la gente siempre asume lo peor. –Narrador.

-Tocar fondo no es simplemente un retiro de fin de semana. No es un maldito seminario. Trata de controlar todo y simplemente déjalo ir. ¡Déjalo ir! –Tyler Durden.

-¡Tus malditos fanáticos calvos me golpearon con una maldita escoba! ¡Casi me rompen el brazo! Están quemando las yemas de sus dedos con lejía. ¡El hedor era terrible! –Marla Singer.

-Las abejas obreras pueden irse. Incluso los drones pueden volar lejos. La Reina es su esclava. –Narrador.

-Rechaza los supuestos más básicos de la civilización, especialmente la importancia de las posesiones materiales. –Tyler Durden.

-Quiero que me pegues tan fuerte como puedas. –Tyler Durden.

-Compramos cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a la gente que no nos cae bien. –Tyler Durden.

-Corrí. Corrí hasta que mis músculos quemaban, y mis venas bombearan ácido de batería. Luego corrí un poco más. –Narrador.

-La quinta regla es que solamente puede ocurrir una pelea a la vez. –Tyler Durden.

-¿Qué quieres? Quieres regresar a ese trabajo de mierda, a tu maldito condominio y sentarte a ver programas de comedia. Jódete, no lo voy a hacer. –Tyler Durden.

-Estaba hojeando los catálogos y me preguntaba. ¿Qué tipo de vajilla me define como persona? –Narrador.

-La primera regla es que no hablamos del Club. –Tyler Durden.

-Esto no es amor, esto es sexo deportivo. –Tyler Durden.

-Te lograré sacar delante de esto. Como siempre. Te cargaré, pateándote y gritándote, y al final me agradecerás. –Tyler Durden.

-La séptima regla es que las peleas durarán lo que deban de durar. –Tyler Durden.

-El seguro de vida paga el triple si mueres en un viaje de negocios. –Narrador.

-Al carajo con lo que conoces. Necesitas olvidarte de lo que conoces, ese es tu problema. Olvida lo que piensas saber acerca de la vida, de la amistad, y especialmente de mí y de ti. –Tyler Durden.

-Podría ser peor. Una mujer podría cortarte el pene mientras duerme y tirarlo por la ventana hacia un carro en movimiento. –Tyler Durden.

-Tengo el estómago lleno de Xanax. Me tomé lo que quedaba de la botella. Quizá pudo haber sido demasiado. –Marla Singer.

-¿Es acaso Tyler mi pesadilla? ¿O soy yo la de Tyler? –Narrador.

-La mayoría de la gente, la gente normal, hace casi todo lo posible para evitar una pelea. –Narrador.

-Y luego, algo pasó. Lo dejé ir. Perdido en el olvido. Oscuro y silencio y completo. Encontré la libertad. Esperaba que toda la esperanza fuera libertad. –Narrador.

-Cuando tienes insomnio, nunca de verdad estás dormido, y nunca de verdad estar despierto. –Narrador.

-Pegarse plumas en el trasero no te convierte en un pollo. –Tyler Durden.

-Hoy es uno de esos días donde el sol solamente sale para humillarte. –Tyler Durden.

-Vete a la jodida con tus sofás y tus patrones de rallas verdes. Yo te digo, nunca estés completo, yo te digo, deja de ser perfecto, yo te digo… hay que evolucionar, y hay que dejar que las fichas se acomoden como deban de hacerlo. –Tyler Durden.

-Dios mío. No me habían hecho el amor así desde que estaba en la escuela. –Marla Singer.

-No estaba de verdad muriendo. No tenía ni cáncer ni parásitos. Yo era ese pequeño cálido que el centro que la vida de este mundo se aglomeraba. –Narrador.

-¡Tú decides hasta que nivel te involucras! –Tyler Durden.

-Hay cosas de ti que me gustan. Eres inteligente, divertido y espectacular en la cama. Pero eres intolerable también. Tienes serios problemas mentales por los cuáles deberías de buscar ayuda profesional. –Marla Singer.

-No se preocupe. Nos hemos encargado de todo Señor. –Cara de Ángel.

-Si no sabes lo que quieres, terminarás con mucho eso que no quieres. –Narrador.

-No puedo creer que siga de pie. –Ricky._-Es un cabrón rudo. –Thomas.

-Y la octava y última es que si es su primera vez en el club, tendrán que pelear. –Tyler Durden.

-Si te sientes como mierda, todos quienes odias ganan. –Tyler Durden.

-El Club de la Pelea no era acerca de ganar o perder. No era acerca de las palabras. El grito histérico estaba entre lenguas, como en una iglesia pentecostal. –Narrador.

-Puedes tomarte medio litro de sangre antes de enfermarte. –Narrador.

-Somos consumidores. Somos el resultado de una obsesión con un estilo de vida. Asesinato, crimen, pobreza, estas cosas no me preocupan. Lo que me preocupa son las revistas de las celebridades, una televisión con 500 canales, y el nombre de algún tipo escrito en mi ropa interior. -Tyler Durden.

-Esta es una quemadura química. Te dolerá más de lo que te has quemado antes. Te quedará una cicatriz. –Tyler Durden.

-Muy bien, si el aspirante es joven, dile que es muy joven. Si es viejo, que es muy viejo. Y si el aspirante tolera esperar tres días sin comida, refugio ni apoyo, entonces acéptalo y comienza a entrenarlo. –Tyler Durden.

-Si no reclamas tu humanidad te volverás un estadístico. Yo ya te advertí. –Tyler Durden.

-Si de verdad tuviera un tumor lo llamaría Marla. –Narrador.

-Que nunca esté completo, que nunca esté conforme, y que nunca sea perfecto. –Narrador.

-La segunda es que NO HABLAMOS del Club. –Tyler Durden.

-La gente lo hace todos los días, se hablan a sí mismos y se ven como les gustaría estar. Ellos no tienen el coraje que tú tienes, para simplemente seguir como tú. –Tyler Durden.

-Somos una generación de hombres criados por mujeres. Me pregunto si otra mujer es la respuesta que necesitamos. –Tyler Durden.

-Mañana será el día más hermoso en la vida de Raymond K. Hessel. Su desayuno sabrá mejor que cualquier alimento que yo y tú hayamos probado. –Tyler Durden.

-¿Ahora una pregunta de etiqueta? Cuando pase, te lo hago paso frente a ti con el trasero o con la entrepierna. –Tyler Durden.

-Talvez la auto-mejora no es la respuesta, talvez la auto-destrucción lo sea. –Narrador.

-El Club de la Pelea era el inicio, ahora ya se movió del sótano y se llama Proyecto Caos. –Tyler Durden.

-Se escucha una cierta desesperación enfermiza en tu risa. –Tyler Durden.

-¡Escúchame! Necesitas considerar la posibilidad de que no le caes bien a Dios. Nunca te quiso. Con toda la probabilidad, él te odia. Esto no es lo peor que puede pasar. –Tyler Durden

-Es solo que cuando compras muebles, te debes de decir a ti mismo, ya basta. Ese es el último sofá que voy a necesitar. Sea lo que sea que sucede, tengo ese problema del sofá bajo control. –Narrador.

-La filosofía de vida de Marla es que ella podría morir en cualquier momento. La tragedia, decía, es que no lo hacía. –Narrador.

-No vas a tener esto de regreso. Yo lo llamo el impuesto del estúpido. –Marla Singer.

-¿Qué tanto puedes conocerte si nunca has estado en una pelea? No quiero morir sin cicatrices. –Tyler Durden.

-Escuchen gusanos. Ninguno de ustedes es especial. No son ninguna hermosura ni nadie único. Son la misma materia orgánica en descomposición como todo lo demás. –Tyler Durden.

-Mira, nadie toma esto más en serio que yo. Ese condominio era mi vida, ¿de acuerdo? Amaba cada mueble de ese lugar. No eran simplemente unas “cosas” las que fueron destruidas, fui yo. –Narrador.

-Eres la peor cosa que jamás me haya pasado. –Marla Singer.

-Solo después de haberlo perdido todo es cuando somos libres de hacer algo. –Tyler Durden.

-¿Sabes por qué ponen máscaras de oxígeno en los aviones? –Tyler Durden._-Para que puedas respirar. –Narrador._-El oxígeno te coloca. En una emergencia catastrófica, tomarás grandes respiros llenos de pánico. Repentinamente te vuelves eufórico, dócil. Aceptas tu destino. Todo está aquí. Un acuatizaje de emergencia a 965 kilómetros por hora. Caras pálidas, calmadas como las vacas indias. –Tyler Durden.

-Esto no es un suicidio de verdad. Es probablemente más bien una de esas veces que lloran por ayuda. –Marla Singer.

-¡Bien! ¡Estás ahora disparándole a tu amigo imaginario, junto a 20,000 KILOS DE NITROGLICERINA! –Tyler Durden.

-Cuando la gente piensa que estás muriendo, ellos de verdad te escuchan, en vez de solamente… -Narrador._-¿En vez de solamente esperar su turno para hablar? –Marla Singer.

-Sin dolor, sin sacrificio, no tendríamos nada. Como el primer mono que fue enviado al espacio.

-La tercera regla es que si alguien grita: “¡para!”, la pelea termina. –Tyler Durden.

-Ésta es tu vida y está terminando un momento a la vez. –Tyler Durden.

-Tan solo dile que si lo hiciste. Dile que lo arruinaste todo. Eso es lo que quiere escuchar. –Tyler Durden.

-Encontré la libertad. Perder toda esperanza es la libertad. –Narrador.

-¿Si pudieras pelear contra cualquier celebridad, con quién sería? –Narrador_-¿Viva o muerta? –Tyler Durden._-No importa, ¿Quién sería un reto? –Narrador._-Hemingway. ¿Y tú? –Tyler Durden._-Shatner. Pelearía contra William Shatner. –Narrador._-No estoy permitido a hablar de tal información a ti, ni lo haría, incluso si tuviera la información que deseas. –Dueño de las lavanderías.

-La pelea había acabado, nada se había resuelto, pero nada importaba. Todos nos sentíamos a salvo. –Narrador.

-Entre más abajo te caigas, más alto volarás. –Tyler Durden.

-Me conociste en un momento muy extraño de mi vida. –Narrador.

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