Biología

Parasitismo: concepto, tipos y ejemplos


¿Qué es el parasitismo?

El parasitismo es un tipo de relación ecológica interespecífica unidireccional (entre individuos de especies diferentes) en la cual una especie se beneficia a expensas de otra durante períodos de tiempo variables, pudiendo o no acabar con la vida de la otra. Por ejemplo, una garrapata que se alimenta de la sangre de un perro es un parásito.

El parasitismo es, junto con la depredación, el amensalismo y la competición, una relación ecológica interespecífica negativa, pues la interacción de dos especies afecta negativamente a una de ellas, lo que algunas veces se traduce en un decaimiento poblacional de la especie afectada.

Se piensa que todos los organismos vivos que habitan sobre la tierra están implicados en algún tipo de interacción “parásito-hospedador”, bien sea como hospedador (la especie afectada) o como parásito (la especie que afecta).

A pesar de que el término “parásito” hace referencia a un organismo cuya nutrición proviene de otro organismo, la distinción clara entre parásitos, depredadores y simbiontes es un tanto difusa, por lo que es tema de discusión entre muchos investigadores de la materia.

Otros autores también consideran que los parásitos obligados son aquellos que durante su ciclo de vida se reproducen en asociación estrecha con sus hospedadores, lo que implica una dependencia adicional a la nutricional.

Concepto de parásito

El parasitismo es un tipo de relación ecológica interespecífica, es decir, que ocurre entre especies distintas. Es un tipo de interacción negativa, puesto que una de las especies que interactúa se beneficia de la interacción, pero la otra se ve perjudicada.

En el parasitismo, la especie que obtiene beneficios a expensas de otra se conoce como parásito, entretanto a la especie afectada por el parásito se le denomina hospedador.

En una interacción parásito-hospedador, el parásito adquiere su alimento del hospedador, bien sea tomando alimentos que este reservaba para sí o alimentándose de alguna parte interna de su cuerpo (tejidos corporales, sangre, savia, etc.), lo que redunda en un efecto negativo sobre el hospedador, pues los recursos consumidos por el parásito ya no están disponibles para este.

En el hospedador, las especies parásitas también encuentran un lugar donde reproducirse y sobrevivir a diferentes condiciones adversas.

Estas relaciones ecológicas perduran en el tiempo, en vista de que los parásitos muchas veces son incapaces de vivir independientemente de sus hospedadores (muchas veces carecen de órganos locomotores y tienen atrofiados muchos de sus órganos sensoriales).

Así pues, los ecólogos consideran que los parásitos han evolucionado para explotar los recursos provistos por el hospedador de la manera más eficiente, mientras que los hospedadores han ido seleccionando las características que les permiten de alguna forma “limitar” los efectos negativos del parásito.

Uno de los ejemplos más conocidos de parasitismo es el del cuco, conocido como parasitismo de puesta:

Tipos de parasitismo

Existen diversos tipos de parasitismo, los cuales se han descrito principalmente en base al tipo de relación que cada parásito tiene con su hospedador, a la relación del tamaño entre la especie parásita y su hospedador, y al modo o las características de dicha relación.

Así pues, de acuerdo con el tipo de relación entre parásitos y hospedadores, se ha definido el parasitismo obligado y el parasitismo facultativo. De acuerdo con las características de estas asociaciones ecológicas, también existen el ectoparasitismo, el endoparasitismo y el mesoparasitismo.

Con respecto a la relación de tamaño entre las especies que interactúan también se han descrito el macroparasitismo y el microparasitismo; si los parásitos se clasifican de acuerdo con su ciclo de vida, estos pueden ser monogénicos o digenéticos.

Parasitismo obligado

Aquel que caracteriza a los organismos que pueden crecer solo a partir del alimento y las sustancias nutritivas que aseguran de su asociación permanente con otro ser vivo. En otras palabras, aquellos parásitos que no pueden vivir independientemente de su hospedador, sea cual sea el motivo.

Experimentalmente, los parásitos obligados no pueden ser aislados o cultivados in vitro en sustratos inertes o “no vivos”.

Parasitismo facultativo

Los parásitos facultativos representan un potencial “estado de transición” entre los parásitos obligados y los organismos de vida libre, pues estos se caracterizan por tener la capacidad de vivir en asociación con un hospedador o ser de vida libre, dependiendo principalmente de las condiciones ambientales.

Algunos autores consideran que los parásitos facultativos presentan una suerte de “pre-adaptaciones” que facilitan el parasitismo facultativo y que, evolutivamente hablando, son a partir de las cuales pueden ocurrir las transiciones entre el parasitismo facultativo y el parasitismo obligado.

La definición concreta de un parásito facultativo podría ser, entonces, aquel organismo que a pesar de poder asociarse con un hospedador para valerse de él como alimento y sitio reproductivo, tiene la capacidad de vivir independientemente, siempre y cuando las condiciones ambientales así se lo permitan.

Ectoparasitismo, endoparasitismo, meroparasitismo

Estos tipos de parasitismo hacen referencia al “lugar” del organismo hospedador que es parasitado por la especie “invasora”. Los ectoparásitos son aquellos que viven en las superficies corporales del hospedador. Ejemplo de estos pueden ser las garrapatas sobre la piel de los rumiantes o de los cánidos, y las sanguijuelas.

Los endoparásitos son los parásitos que habitan en alguna cavidad o región interna de sus hospedadores (puede ser un órgano o en el interior de sus células). Los nemátodos y muchos protozoarios son buenos ejemplos.

Los mesoparásitos, por otra parte, son aquellos que habitan en las aberturas externas de sus hospedadores (el oído externo, la cloaca, etc.). A menudo se trata de copépodos parasíticos que se encuentran en el extremo anterior de los organismos que parasitan.

Algunas publicaciones también emplean el término epiparásito para describir a aquellos parásitos que parasitan especies que, a su vez, también son parásitas de otros organismos.

Macroparasitismo y microparasitismo

Esta “clasificación” es empleada para distinguir a los parásitos de muy pequeño tamaño, imposibles de apreciar a simple vista (los microparásitos o parásitos unicelulares), de los parásitos que tienen un tamaño lo suficientemente grande para verlos sin ningún tipo de instrumento óptico (los macroparásitos).

Parásitos digenéticos y parásitos monogénicos

De acuerdo con las características de su ciclo de vida, los parásitos también pueden ser clasificados como monogénicos y digenéticos, según completen su ciclo en el mismo hospedador (monogénicos) o necesiten de dos o más hospedadores diferentes para reproducirse y alimentarse (digenéticos).

Parasitismo de cría, de nido o de puesta

Este tipo de parasitismo, conocido en inglés como “Brood parasitism” es típico de muchas especies de aves (“parásitas) que ponen sus huevos en los nidos de otras especies (“hospedadoras), las cuales anidan sobre los mismos y se encargan del cuidado de las crías una vez estas eclosionan.

Se trata de una estrategia reproductiva en la cual las especies parásitas evaden el costo fisiológico y energético de empollar sus huevos y velar por la alimentación y el desarrollo de sus crías, imponiendo dichas tareas a la especie hospedadora.

Este tipo de parasitismo también puede ser facultativo u obligado. En el caso de las aves que “parasitan” facultativamente a otras, pueden dejar algunos huevos en el nido del hospedador y cuidar otros por sí mismas; pero los parásitos de cría obligados dependen completamente de sus hospedadores para su reproducción, que se ve materializada en la descendencia.

El parasitismo de cría puede darse entre especies diferentes (interespecífico) o entre individuos de la misma especie (intraespecífico).

Así como es cierto para otros tipos de interacciones o relaciones ecológicas, existen, entre las aves parásitas y las hospedadoras que interactúan, una “carrera armamentista coevolutiva” a través de la cual se desarrollan habilidades o características especiales que les permiten a las especies evadir el parasitismo (hospedadoras) o pasar desapercibidas (parásitas).

Un buen ejemplo de esto es el “mimetismo de los huevos”, que hace referencia tanto a la capacidad de muchas aves de distinguir entre los huevos de un ave parásita y los propios, como a la capacidad de algunas especies parásitas de “imitar” los huevos de las especies que parasitan.

Ejemplos de parasitismo

Algunos ejemplos de parasitismo son las lombrices intestinales en humanos, pulgas, garrapatas, mosquitos o el cuco al poner sus huevos.

Múltiples ejemplos de especies parasíticas existen en la naturaleza, especialmente si se toma en cuenta el hecho de que las relaciones interespecíficas pueden ocurrir entre plantas de distintas especies, entre plantas y animales, entre animales de distintas especies, o entre microorganismos (eucariotas y procariotas) y otros organismos “superiores”.

Utilicemos como ejemplo parásitos que afectan la salud de los seres humanos como T. cruzi y M. hirudinaceus.

Trypanosoma cruzi

T. cruzi es el agente etiológico de una patología endémica en América Latina conocida como la “enfermedad de Chagas”.

Se trata de un endoparásito cuyo ciclo de vida es digenético, pues se reproduce en dos hospedadores: un mamífero (que generalmente sufre las consecuencias del parasitismo) y un invertebrado (el vector, que es “inmune” a la presencia del parásito en su interior).

Usualmente T. cruzi afecta a los seres humanos, entre los cuales se transmite a través de la picadura de insectos hematófagos (que se alimentan de sangre) reduvídeos, que son unos hemípteros pertenecientes específicamente a la subfamilia de los Triatominos.

Este parásito ingresa al cuerpo de su hospedador mamífero a través de las heces depositadas por el insecto en las adyacencias del sitio de la picadura. Desde este sitio de entrada, las células de este protozoario se dirigen hacia el torrente sanguíneo, donde son distribuidas por el cuerpo, preferencialmente hacia los tejidos cardíacos.

El hombre sirve como sitio de multiplicación para las células de T. cruzi, mientras que el insecto vector solo funciona en su transporte de un hospedador a otro.

Macracanthorhynchus hirudinaceus

M. hirudinaceus también es un endoparásito que afecta a los seres humanos y a otros mamíferos como los cerdos; pertenece al grupo de los helmintos y es una especie de los acantocéfalos.

En el extremo anterior de su cuerpo posee una probóscide con un gancho que le permite adherirse a su hospedador, además, carece de tubo digestivo, por lo que su nutrición depende completamente de su asociación con el tracto intestinal de los diferentes animales que parasita.

Los parásitos pertenecientes a esta especie poseen un escarabajo que sirve de “vector” e intermediario en su ciclo de vida.

Parasitismo en plantas

Las plantas sufren de invasiones parasíticas constantemente. Tales invasiones pueden ser de ectoparásitos o de endoparásitos, lo que sin lugar a duda afecta el crecimiento y el desarrollo de los órganos y tejidos vegetales.

Diversas especies de áfidos pueden describirse en una gran lista donde se señalan los principales ectoparásitos vegetales. Estos pequeños insectos, a su vez, pueden ser vectores de otros parásitos, casi siempre endoparásitos que afectan la salud de los cultivos.

No obstante, muchos hongos fitopatógenos importantes tienen características de endo- y de ectoparásitos al mismo tiempo, pues colonizan tanto la superficie de las plantas como el interior de sus tejidos. Las especies del género Phytophthora son de los hongos parásitos más conocidos por afectar a las plantas del grupo de las solanáceas.

Ejemplos de endoparásitos

Entre los endoparásitos que toman humanos como huéspedes, destacan las lombrices. La mayoría de estas lombrices se encuentran en el sistema digestivo. Sin embargo, unas cuantas especies pueden alojarse en otras partes del cuerpo, como el hígado y la sangre.

Estos parásitos se caracterizan por presentar capas protectoras que los defiendan de los jugos gástricos, resistencia a la diferencia de presión, resistencia a los bajos niveles de oxígeno y alta tasa de reproducción. Algunos ejemplos de lombrices intestinales en humanos son:

Ascaris (Ascaris lumbricoides). Parásito delgado, puede llegar a medir 40 cm de longitud. Genera diarrea, anemia y estreñimiento.

Anquilostoma (Ancylostoma duodenales). Es una lombriz pequeña, de unos 12 milímetros, que muerde la pared intestinal ocasionando sangrado. Genera la enfermedad llamada anquiostomiasis.

Necator (Necator americanus). Es de menor dimensión que el ascaris, rara vez supera los 10 milímetros. Causa necatoriasis. Algunos síntomas de esta enfermedad son la anemia, la diarrea y problemas en el desarrollo de la persona.

Tricocéfalo (Trichuris trichiura). Es una lombriz de unos 5 centímetros de largo. Produce diarrea, anemia, vómito y dolores generales.

Tenia (Taenia solium). También llamada solitaria, la tenia genera anemia y diarrea. En ocasiones, puede llegar al aparato nervioso y generar graves problemas.

Oxiuro (Enterobius vermicularis). Este parásito genera comezón en la región anal y pueden generar convulsiones en los niños menores a 10 años.

Filaria (Filaria bancrofti). Este parásito produce elefantiasis, que consiste en la hinchazón de ciertas zonas del cuerpo.

Ejemplos de ectoparásitos

Algunos ejemplos de ectoparásitos son:

Las liendres. Suelen encontrarse en el cuero cabelludo de algunos seres humanos, de donde succionan la sangre que les permite vivir.

Las pulgas. Semejantes a las liendres, se sustentan con la sangre de sus huéspedes. Son comunes en gatos y perros. También existen algunas especies que toman a los humanos como huéspedes.

Las garrapatas. Al igual que las pulgas y las liendres, estos animales sobreviven gracias a la sangre que succionan de sus huéspedes. Por lo general, se encuentran en perros y otros mamíferos.

Ácaros. Estos parásitos microscópicos atacan la piel produciendo picazón, enrojecimiento e inflamación de la piel infectada. Son los causantes de la escabiosis.

Mosquitos. Estos parásitos se alimentan de la sangre de los mamíferos. A menudo, son portadores de otros parásitos que generan enfermedades como el dengue y el paludismo.

Áfidos. Los áfidos, comúnmente llamados pulgones, son insectos parasitarios que atacan a las acacias. Estos insectos extraen la savia de las plantas abriendo agujeros en las hojas de esta.

Muérdago. Este es un ejemplo de planta parásita. El muérdago fija sus raíces en otra planta, de la cual extrae los nutrientes necesarios para vivir.

Invasores y usurpadores

El parasitismo va más allá de una simple relación en la que el parásito se alimenta del huésped. Se presentan casos en los que el individuo se aprovecha de los recursos o habilidades de otro individuo, lo que constituye un tipo de parasitismo. Algunos ejemplos son:

Cuco. El cuco es un ave que pone sus huevos en los nidos de otras aves (principalmente en los nidos de las aves Prunella modularis y Anthus pratensis). El método de este ave es dejar el huevo en otro nido con huevos de colores similares. Cuando el cuco nace, arroja del nido a los demás huevos del huésped y es criado como hijo único.

Formica sanguinea. Esta especie de hormigas invade el nido de otras hormigas de menor tamaño. Una vez que se ha concretado la invasión, la reina invasora mata a la reina invadida y esclaviza a las obreras y a los zánganos.

Cuervos (cleptoparasitismo). Los cuervos son un caso de cleptoparasistismo, que consiste en el robo de comida que otro depredador ha cazado. En este caso, el parásito se aprovecha de las habilidades de caza de otros individuos.