Biografías de personajes históricos

Mahoma: biografía, revelaciones, datos, muerte


Mahoma (c. 570 – 632) fue un dirigente árabe que realizó grandes cambios en la dinámica política, religiosa y social de su época. Las transformaciones que devinieron de su influencia continúan generando impacto en la sociedad actual, pues se le considera el fundador del Islam.

Es visto como el último profeta por los seguidores de la fe islámica, quienes también piensan que fue el “Mensajero de Dios” (rasul Allah). El objetivo al que tuvo que hacer frente fue el de encaminar a la humanidad, iniciando con los árabes.

Se encargó de unificar a Arabia, algo que logró en cierta medida aplicando estrategias bélicas, pero con mayor intensidad a través de lo expuesto en el Corán a sus seguidores. Esas enseñanzas se conjugaron en lo que se convirtió en la religión islámica.

Una de las limitaciones con las que se enfrentan los académicos que se dedican al estudio histórico del Islam son los datos espurios que se han introducido en las narraciones tradicionales de la religión, que obstaculizan una reconstrucción clara de los hechos.

Los biógrafos modernos de Mahoma apoyan gran parte de su trabajo en el Corán, es decir, las sagradas escrituras de los seguidores del Islam. Ellas contienen los registros de las prédicas del principal profeta de los musulmanes durante sus últimos 20 años de vida.

El problema es que el Corán no presenta un registro cronológico de su contenido, sino que se entrelazan narrativamente diversos segmentos de su vida, por lo que es un arduo trabajo sustraer datos de ese texto sin conocer a profundidad la materia.

Índice del artículo

Datos importantes

Lo más aceptado por los historiadores modernos es que Mahoma nació cerca del 570 en La Meca. Perdió a ambos padres a temprana edad, por lo que su formación quedó en manos de su abuelo y, posteriormente, de su tío.

No se han sabido muchos detalles acerca de los años de la juventud de Mahoma. Cuando ya era un hombre de mediana edad, el ángel Gabriel le reveló su destino en la tierra. Después de eso comenzó a profesar el mensaje de sumisión ante Dios y se mostró a sí mismo como un profeta.

El nobel predicador consiguió algunos seguidores en sus primeros años. A pesar de no ser una gran comunidad, encontraron barreras que vencer y fueron perseguidos por aquello en lo que habían depositado su fe.

Eso hizo que se dividieran y una de las partes resultantes de esa separación decidió abandonar la ciudad de La Meca.

Algunos de los seguidores de Mahoma partieron con rumbo a Abisinia (actual Etiopía) y otros hacia Yathrib, que se convirtió posteriormente en Medina, “la ciudad luminosa”. Esa migración es conocida como la Hégira y marcó el comienzo del calendario islámico.

Luego, Mahoma se encargó de realizar la Constitución de Medina, con la que se unieron ocho tribus originarias de la zona a los musulmanes migrantes, para crear una suerte de Estado. También normaron los deberes y derechos de las diferentes tribus.

En el 629 aproximadamente, 10.000 musulmanes marcharon sobre La Meca y la conquistaron sin problemas. Tres años después murió Mahoma, ya cuando la mayoría de la península arábiga profesaba el islamismo.

Fuentes

La vida del profeta islámico Mahoma cuenta con una base amplia provista tanto de datos históricos, como interpretaciones de pasajes e, incluso, de leyendas que se forjaron con el paso de los tiempos en torno a él.

Entre las cuatro fuentes más destacadas dentro de la reconstrucción de la vida de Mahoma, el Corán tiene un papel protagónico, puesto que es considerado por los musulmanes como su texto sagrado ya que contiene las revelaciones que se le hicieron al profeta.

Así mismo, se encuentran las sirah, o sirat, un género biográfico que se originó como un compendio de hechos acerca del camino recorrido por Mahoma durante toda su vida.

Luego están los hadices, narraciones realizadas por personas cercanas al profeta del Islam, o eruditos posteriores, que dan luces acerca de la forma que este tuvo de conducirse.

Finalmente, se encuentran los relatos que otros sabios pudieron recopilar y que de igual modo contribuyen a la reconstrucción de la vida de Mahoma.

Tomando como punto de inicio la información provista por esas fuentes es que los historiadores modernos han podido crear una descripción acertada de los hechos relacionados con Mahoma.

El Corán

Del mismo modo que la Biblia, el Corán puede ser considerado una compilación de libros en los que se narran las enseñanzas y principios mostrados por Mahoma a sus seguidores.

Los musulmanes consideran este texto, que fue entregado a ellos por su profeta, como las escrituras sagradas de su religión.

Se divide en “suras” o capítulos, que no se encuentran redactados en un orden cronológico, sino que mezclan períodos de la vida de Mahoma para dar sentido a la enseñanza que intenta mostrar cada una de las partes del texto.

El Corán posee 114 suras que están divididas en dos tipos:

– Las mecanas, es decir procedentes de La Meca, del tiempo en que Mahoma se encontraba aún en su ciudad natal.

– Las medinenses, escritas durante su estadía en Medina.

El conflicto con el que se encuentran los historiadores al momento de analizar el Corán en búsqueda de fragmentos que provean una guía historia de la vida de Mahoma, es que los saltos temporales solo pueden ser discernidos por expertos en la materia.

En estos textos se plantea la figura de Mahoma como un hombre en todo el sentido de la palabra: un individuo que presenta faltas, al igual que virtudes; poseedor de valentía y coraje, así como de temores y angustias.

La sirah

Sira, seera, sirat, sirah son algunas de las grafías con las que se denomina al género biográfico que tomó especial relevancia con la figura del profeta Mahoma. En este tipo de narraciones se suele mostrar cronológicamente la vida del fundador del Islam.

La palabra sīra, o sīrat, deriva de sāra, que puede traducirse al castellano como “travesía”. Este viaje, al tratarse de un individuo particular, se trata del camino recorrido desde el nacimiento hasta la muerte.

Al-sīra al-Nabawiyya (Biografía Profética) es uno de los textos más destacados de este género. Sīrat Rasūl Allāh (Vida del Mensajero de Dios), es otro de los magnos ejemplos en cuanto la recolección de información acerca de la vida de Mahoma.

Los principales autores que trabajaron con el género de las sirah son Ibn Ishaq, al-Waqidi e Ibn Hisham.

Suelen contener narraciones acerca de expediciones militares realizadas por Mahoma, que puedan tener un carácter histórico comprobable, así mismo incluyen documentos o reportes, conocidos como khabar.

Por último, pueden estar acompañados por discursos realizados por Mahoma y, en algunos casos, poesía escrita en relación a la vida del profeta.

Los hadices

Frecuentemente la sirah encuentra un complemento ideal en las colecciones de hadices. Se trata de narraciones biográficas que versan sobre Mahoma y que fueron realizadas por contemporáneos o por sabios sucesores.

La segunda ley en cuanto a importancia que es acatada por los musulmanes es la Sunna. La misma está hecha de varios hádices y debe ser seguida a cabalidad por los miembros de la religión. Los autores más destacados son al-Bukhari y Sahih Muslim.

En cada hadiz se recopilan cosas que Mahoma dijo, hizo, recomendó, rechazó, enseñó, aprobó o rechazó. Con esos preceptos, los seguidores del Islam crearon su manual de conducta y su código moral emulando al profeta.

En algunos países musulmanes en los que no existe separación entre Estado y religión, los incumplimientos de la Sunna son penados como delitos y pueden incluso llevar a un individuo a la pena capital.

Relatos

Existen varios académicos que dedicaron parte de sus vidas a crear trabajos en los que con rigor histórico se aproximaron al personaje de Mahoma. Los más destacados de este género son:

Ibn Sa’d, biógrafo y autor de la obra Kitab Tabaqat al Kubra (El libro de las clases mayores), en el que realizó textos acerca de la vida de los personajes musulmanes más destacados hasta su época.

Entre los retratados por la pluma de Ibn Sa´d se encuentra: Mahoma, sus compañeros y seguidores cercanos durante su vida, musulmanes destacados de períodos posteriores, al igual que las mujeres más resaltantes dentro del Islam.

También se halla al-Tabari, quien fue un historiador responsable por el texto titulado Ta’rij al-Rusul wa al-Muluk (Historia de los profetas y los reyes), en el que Mahoma tiene gran protagonismo.

Biografía

Concepción

Tanto la sirah, como los hadices, hablan en profundidad acerca de la vida del profeta Mahoma. Las historias que se han transmitido sobre el camino del fundador del Islam comienzan incluso antes de su nacimiento.

Según esas cuentas, su padre, Abdulá, se dirigía a la casa de Amina para desposarla, cuando una mujer en la entrada de una de las viviendas del camino le rogó que pasara y tuvieran relaciones íntimas.

El padre del futuro profeta se negó y continuó hacia la casa de Amina, a quien desposó y con la que consumó el matrimonio. Al transcurrir un rato volvió a caminar frente a la casa de la desconocida, pero en esa ocasión ella se mantuvo en silencio.

Abdulá se volvió y le preguntó por qué no lo había invitado nuevamente a pasar, a lo que la mujer le dijo: “Antes, cuando pasaste, una luz resplandeció en tu rostro y supe que ibas a ser el padre de un profeta. Ahora, la luz ha desaparecido de tu rostro y ya no deseo tenerte”.

Nacimiento

Abū al-Qāsim Muḥammad ibn ʿAbd Allāh ibn ʿAbd al-Muṭṭalib ibn Hāshim nació en La Meca, probablemente, el 20 abril c. 570. No es sencillo para los historiadores dilucidar con exactitud el año de su nacimiento, algunos también han planteado varios años de la década del 560.

Pertenecía a la tribu Quraysh, conocida también como coraichitas, lo que se traduce como “tiburón”, puesto que era una costumbre de la zona tomar el nombre de animales representativos. Así mismo, Mahoma era parte del clan Banu Hashim.

Su padre era Abd Allah ibn Abd al-Muttalib y su madre Amina bint Wahb. Fue el único hijo de la pareja puesto que su concepción se dio poco después del matrimonio y su padre falleció seis meses antes del nacimiento de Mahoma.

Muerte de su padre

Abd Allah tuvo que realizar un viaje comercial que lo llevó durante un tiempo a la zona de Gaza, posteriormente pasó un tiempo por la casa de su familia materna en Yathrib y allí cayó enfermo.

Los otros comerciantes que le acompañaban volvieron a La Meca y llevaron allí la noticia de la enfermedad del joven comerciante.

Su hermano Harith fue enviado para acompañar a Abd Allah en su jornada de vuelta a casa y al arribar a Yathrib se le informó que este había fallecido poco después de la partida de la caravana con la que llegó a la ciudad.

Infancia

Entre las familias importantes de la zona de La Meca, una de las costumbres era enviar a los niños a pasar sus primeros años con familias de beduinos en el desierto. Era considerado que así tendrían una vida más sana y aprenderían sus costumbres provechosas.

Mahoma fue entregado a una madre sustituta llamada Halimah bint Abi Dhuayb, que vivía junto con su esposo en el desierto y permaneció bajo sus cuidados hasta que cumplió los dos años.

Fue en ese momento en el que Mahoma volvió a la casa materna, aunque no estuvo allí por mucho, pues al contar con seis años, su madre también falleció. Así fue como quedó totalmente huérfano y su custodia pasó a su abuelo paterno: Abdul Muttalib.

Tan solo dos años más tarde el abuelo de Mahoma también murió, desde ese momento pasó a ser criado por su tío Abu Talib quien se convirtió en el heredero del clan Banu Hashim.

Los autores piensan que el vínculo entre Abu Talib y su sobrino fue muy sólido. El tío del muchacho quiso entrenarlo en el comercio, que era una de las actividades principales de la zona y la más provechosa económicamente.

Viaje a Siria

Uno de los capítulos más famosos de la adolescencia de Mahoma es el de su viaje comercial a Siria junto con su tío Abu Talib; tenía entre 9 y 12 años para la fecha en la que se dio la travesía y los hechos que se narran en el relato.

De acuerdo con las cuentas proporcionadas por el Islam, Mahoma durante su jornada cruzó su camino con un monje cristiano llamado Bahira, que dijo haber reconocido en él a un futuro profeta.

Más allá de este evento no se sabe mucho acerca de la vida del fundador del Islam en sus años mozos.

Juventud y matrimonio

Algunos años de la vida de Mahoma se consideran obscuros históricamente, especialmente aquellos de su juventud previos a las revelaciones que le serían realizadas al fundador del Islam.

También se piensa que el futuro profeta trabajó como pastor, después parece haber estado involucrado en comercio entre el Índico y el Mediterráneo. Así mismo, estuvo sirviendo en las caravanas de una viuda que tiempo después pasó a ser su esposa.

Los apodos con los que se conoció a Mahoma en su juventud fueron al-Amin, que significa “fiel” y al-Sadiq, que puede traducirse al español como “sincero”.

La viuda a la que Mahoma conoció en el 595 se llamaba Jadiya. Algunos aseguran que ella tenía cerca de 40 años, mientras otros piensan que pudo haber tenido 28. La pareja contrajo matrimonio casi de inmediato y siempre se mostró una fuerte unión entre ambos.

La relación que mantuvieron fue feliz y seis hijos nacieron de su matrimonio. De ellos, dos fueron varones de nombres Al-Qásim y Abdullah, quienes murieron en la infancia. Además, Mahoma y Jadiya tuvieron cuatro hijas llamadas Záinab, Ruqayyah, Umm Kulthum y Fátima.

Revelaciones

Mahoma tomó por costumbre rezar en la cueva de Hira, que estaba ubicada en el monte Jabal al-Nur, cuyo significado es “montaña de luz”. Él pasaba semanas meditando en ese lugar año tras año.

Según la tradición transmitida por los historiadores musulmanes, Mahoma tenía 40 años de edad al momento de su primera revelación en el 610.

Una figura celestial acudió ante Mahoma: el ángel Gabriel. Este le explicó que tenía que memorizar los versos que Dios tuviese a bien enviarle para luego transmitirlos.

Al principio se usaba la tradición oral a través de unos hombres llamados memoriones, quienes aprendían las suras palabra por palabra, pausa por pausa y con el mismo tono para poder entregar el mensaje divino al mundo intacto.

Sin embargo, el principal temor que embargó a Mahoma fue que los que escucharan las revelaciones pensaran que se trataban de una posesión demoníaca y no de narraciones hechas por el auténtico ángel Gabriel.

Su esposa Jadiya fue una de las que decidió apoyarlo e instarlo a que siguiera las órdenes claras que Dios le estaba enviando para que pudiesen llegar a todos los hombres.

Primera sura

Algunos estudiosos han establecido que la primera revelación que le fue hecha a Mahoma por el ángel Gabriel fue la sura 96, 1-19 que dice:

“En el Nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo.

¡Lee en el nombre de tu Señor que ha creado!

Ha creado al hombre de un coágulo.

¡Lee, que tu Señor es el más Generoso!

El que enseñó por medio del cálamo,

enseñó al hombre lo que no sabía.

Sin embargo el hombre se rebela

al verse enriquecer.

Es cierto que a tu Señor has de volver.

¿Qué opinión te merece quien entorpece

a un siervo mientras reza?

¿Y si éste estuviera bien guiado,

o estuviera ordenando la temerosidad?

¿No ves cómo niega la verdad y se aparta?

¿Es que no sabe que Allah ve?

Si no deja de hacerlo, lo agarraremos por un mechón de su frente,

de su frente mentirosa y transgresora.

Y que llame a los suyos,

que nosotros llamaremos a los ángeles rudos.

¡Pero no! No le obedezcas, póstrate y busca proximidad”.

Predicas públicas

Después de recibir sus primeras revelaciones, Mahoma entró en un proceso de introspección en el que dedicaba mucho tiempo a orar y a desarrollar sus aspectos religiosos.

Mientras transcurrieron esos tres años sus prédicas eran privadas y dirigidas a un círculo de allegados.

Cerca del 613, Dios le ordenó que comenzara a proclamar sus revelaciones a viva voz en público y así lo hizo. Al principio no encontró oposición en La Meca para sus intervenciones públicas y consiguió aumentar su número de adeptos.

Sin embargo, aquellos que le seguían no eran muchos y no ostentaban poder, pues se trataba de los débiles, los hijos menores de las familias de la zona, los extranjeros e, incluso, los esclavos.

La resistencia a sus enseñanzas comenzó cuando Mahoma empezó a realizar prédicas que iban contra las prácticas tradicionales de la región, es decir, contra el politeísmo. Afirmó que existía un solo Dios: Allah y luego añadió que él mismo era el último profeta.

La mayoría de la población se volvió hostil con los musulmanes recién conversos, especialmente los miembros de la tribu original de Mahoma: los coraichitas. Veían amenazada su posición de poder por el número creciente de seguidores que obtenía Mahoma.

Primeros conflictos con los árabes

Los coraichitas fueron los primeros en declararse contra lo que Mahoma proponía, puesto que al declarar a Allah como el único dios verdadero echaba por tierra su principal labor como clan: proteger la Kaaba.

Una estructura cuadrada que llevaba por nombre Kaaba, lo que se traduce como “cubo”, era el principal bastión religioso para los árabes de la época, allí albergaban cientos de ídolos y una piedra sagrada.

Para detener a Mahoma y evitar que sus ideas siguieran esparciéndose por la sociedad árabe, miembros de la tribu intentaron sobornarle ofreciendo que entrara con ellos al campo del comercio y que se uniera a mujeres de familias importantes que le darían beneficios.

Todas las ofertas fueron rechazadas por Mahoma quien se mantuvo firme con sus convicciones, al igual que en su propósito legado a él directamente por Allah: servir como mensajero para el pueblo árabe y, luego, para el mundo entero.

Tras mostrarse renuente a retornar a las antiguas formas de la tribu se desencadenaron las hostilidades reales contra los musulmanes. Algunos fueron martirizados y otros humillados públicamente.

El boicot a Banu Hashim

Eso llevó a que gran parte buscara refugio en el reino cristiano de Abisinia, en Etiopía. A pesar de todos los conflictos en tierras mecanas, muchos musulmanes habían regresado a su hogar antes de la Hégira. El clan de Mahoma continuó proporcionándole protección.

Por eso los clanes Makhzum y Banu Abd-Shams iniciaron un boicot contra Banu Hashim que duró tres años. Incluso se rehusaban a realizar matrimonios con miembros del clan de Mahoma.

Isra y Miraj

Los registros de la historia del Islam hablan de dos eventos muy poderosos en la vida de Mahoma, un viaje nocturno y la ascensión al cielo que realizó el profeta en el año 620.

El mito y la realidad quedaron tan entramados en estos relatos que se dificulta la extracción de los fragmentos históricos.

El Isra hace referencia a un viaje nocturno que realizó Mahoma en el lomo de una bestia alada que supuestamente le llevó de la Kaaba a Jerusalén en tan solo una noche. Algunos han dicho que este pudo tratarse de un viaje espiritual, pero los ortodoxos afirman que fue físico.

En la sura 17,1 se expresa lo siguiente:

“¡Gloria a quien una noche hizo viajar a su siervo desde la Mezquita inviolable hasta la Mezquita más lejana, aquella cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de nuestros signos! Verdaderamente él es quien oye y quien ve”.

El Miraj fue un recorrido que según las tradiciones del Islam realizó Mahoma y que le llevó a ver los infiernos y a conocer el cielo.

En las alturas se supone que pudo reunirse con los predecesores que sirvieron como profetas, por ejemplo, Abraham, Moisés o Jesús y muchos otros.

Una de las anécdotas más difundidas acerca del Miraj es cuando Mahoma se encuentra con Dios y éste le indica que sus seguidores deben rezar 50 veces al día, luego Moisés le dijo que era mucho y le recomendó que volviera con Dios para pedir menos.

Mahoma hizo caso, habló nueve veces con Dios y Moisés hasta que se sintió contento con la obligación de rezar 5 veces al día y no quiso seguir pidiendo menos.

Antes de la Hégira

El 619 fue bautizado como el “año del dolor”, puesto que en un corto período murieron dos personas que eran sumamente importantes en la vida de Mahoma. Las pérdidas tanto de su esposa Jadiya como de su tío Abu Talib fueron duros golpes para el profeta del Islam.

Se ha dicho que Jadiya fue la esposa más querida por Mahoma. También se le considera la madre del Islam, no solo por haber sido la primera persona en convertirse tras las revelaciones de Mahoma, sino porque sus hijas contrajeron matrimonio con los principales Califas.

Mahoma se sintió muy afectado por la muerte de Jadiya y varios compañeros de su época, así como biógrafos, han planteado que siguió recordándola durante el resto de sus días y que siempre mantuvo “el amor que Dios había sembrado entre ellos” en su memoria.

Abu Talib era el líder del clan al que pertenecía Mahoma, además de ser quién le proporcionaba protección dentro de La Meca, a pesar del sabotaje que habían implementado las otras grandes familias de la zona.

Tras la muerte del protector de Mahoma el clan pasó a manos de Abu Lahab, quien consideraba, al igual que el resto de los coraichitas, que las ideas de los musulmanes debían ser detenidas pronto.

Persecución en La Meca

A partir de que Abu Lahab y Banu Hashim le retiraron el apoyo a Mahoma en el 620, los seguidores del profeta y él mismo comenzaron a ser hostigados dentro de la ciudad por el resto de los árabes.

Mahoma intentó procurarse protección en Ta’if, una ciudad cercana, pero su viaje fue en vano, por lo que tuvo que volver a La Meca sin apoyo. Sin embargo, los pobladores de Yathrib se mostraban familiarizados con el monoteísmo y el Islam comenzó a calar en su gente.

Muchos árabes migraban a la Kaaba anualmente y en el 620 algunos viajeros que provenían de Yathrib se reunieron con Mahoma y decidieron convertirse al Islam. Así fue como la comunidad de musulmanes se expandió rápidamente en esa ciudad.

En el 622 se reunieron con Mahoma 75 musulmanes de Yathrib y le ofrecieron tanto a Mahoma, como a sus adeptos mecanos, resguardo en su ciudad. La tribu coraichita no estuvo de acuerdo con dejar que los musulmanes mecanos se trasladaran.

Tras la llamada “promesa de guerra” hecha por los musulmanes de Yathrib, Mahoma decidió que sus creyentes y él debían mudarse a la ciudad vecina donde podrían ejercer su libertad religiosa.

Hégira

La migración realizada por los musulmanes de La Meca a Yathrib en el 622 es conocida como la Hégira y es uno de los hitos más importantes del Islam. La ciudad que los acogió pasó rápidamente a ser conocida como Medina.

En el 622, antes de que Mahoma dejara La Meca, se había confeccionado un plan para asesinarle. Sin embargo, el profeta musulmán logró escapar intacto de las garras de sus enemigos junto con Abu Bakr.

Mahoma se refugió en una cueva en la que pasó varios días escondido. Los coraichitas pusieron una recompensa para el que hallara al musulmán, vivo o muerto, y lo entregara a la ciudad de La Meca.

Así comenzó una cacería en su contra, pero no pudo ser capturado por ninguno de sus perseguidores. En junio del 622 arribó a las cercanías de Yathrib. Antes de ingresar a la ciudad se detuvo en Quba’ y creó allí una mezquita.

La primera migración de los musulmanes se había dado en el 613 o 615, pero el destino en esa oportunidad fue el reino de Abisinia, en el que se profesaba la religión cristiana. A pesar de todo Mahoma había permanecido entonces en La Meca.

Constitución de Medina

En Yathrid convivían varias tribus de diferentes religiones, algunas eran judías y dos de ellas eran árabes y practicaban costumbres politeístas. No obstante, su roce con el judaísmo les había dado el conocimiento básico de las creencias monoteístas.

Las tribus árabes debían hacer frente de forma frecuente a los choques entre sí. De hecho, una guerra reciente había menguado a la población y la economía no tenía mejor suerte, por lo que Mahoma asumió el papel de mediador desde su llegada.

En el mismo 622, el profeta musulmán creó un documento conocido como la Constitución de Medina. En el escrito quedaban sentadas las bases de una suerte de confederación islámica que acogía diferentes religiones entre sus pobladores.

Los miembros fundadores de Medina fueron ocho tribus judías y los musulmanes, entre los que se encontraban los migrantes coraichitas y los conversos nativos de la ciudad: los Banu Aws y los Banu Khazraj.

A partir de entonces la sociedad árabe comenzó a implementar en Medina una organización que dejaba de ser tribal y se configuraba como un estado religioso. Así mismo, declararon a Medina como tierra santa, por lo que no podía haber guerras internas.

No musulmanes

Los judíos que habitaban la zona recibieron también las directrices de sus deberes y derechos como miembros de la comunidad de Medina mientras acataran los designios de los seguidores del Islam. En primer lugar disfrutaban de seguridad igualitaria a los musulmanes.

Luego podrían tener los mismos derechos políticos y culturales que ostentaban los que profesaban el Islam, entre esos se encontraba la libertad de credo.

Los judíos debían participar en los conflictos armados contra los pueblos extranjeros por igual, tanto en hombres como en gastos de financiamiento del ejército. Las disputas internas quedaban prohibidas a partir de entonces.

Sin embargo, hicieron una excepción con los judíos: estos no tenían la obligación de participar en las guerras de fe, o guerras santas, de los musulmanes por no compartir su religión.

Conflictos bélicos

Luego de la Hégira, Mahoma fue acogido en Medina como un nuevo profeta. Tanto los clanes sin líderes, como algunas de las comunidades judías de la ciudad dieron su respaldo al Islam.

Aunque las causas de esta aceptación son diversas, fue de gran importancia la conversión de Sad Ibn Muhad, líder de uno de los grandes clanes de la ciudad compuesto principalmente por politeístas.

– Batalla de Badr

En La Meca se incautaron las propiedades de los musulmanes que habían dejado la ciudad, eso provocó que Mahoma, que contaba con el apoyo de la nueva confederación de Medina, decidiera cargar contra una caravana que se dirigía a su ciudad natal en marzo del 624. Dicha caravana pertenecía al líder mecano Abu Sufyan, uno de los detractores del Profeta.

Al mando de trescientos soldados, Mahoma preparó una emboscada para la caravana cerca de Badr. Sin embargo, los vigías de los mercaderes advirtieron el peligro y desviaron la caravana al tiempo que enviaron mensaje a La Meca de que eran acechados.

Se despacharon unos mil hombres para contrarrestar las fuerzas de Mahoma y el 13 de marzo del 624 se encontraron frente a frente en Badr. Sin embargo, con la caravana ya a salvo, Abu Sufyan no deseaba un enfrentamiento, pero Abu Yahl quería aplastar a los musulmanes.

Algunos clanes volvieron a La Meca, como los Banu Hashim al que Mahoma había pertenecido. Abu Sufyan y sus hombres, también se alejaron de la batalla para continuar con la caravana hacia la ciudad.

El combate que siguió fue tradicional, con los campeones de ambos bandos enfrentándose primero, a eso le siguió la lucha de los ejércitos de ambos bandos, aunque las bajas se mantuvieron en un número reducido.

Resultados

Al final, se contaban entre 14 y 18 muertos en el bando musulmán. En contraste, cerca de siete decenas de muertes en el bando mecano e igual número de capturados.

Los prisioneros, salvo dos, fueron liberados luego de que sus familias pagaran rescate; en el caso de que sus familias no hubiesen pagado, se les acogió en familias de Medina y muchos de ellos luego se convirtieron al Islam.

Esta batalla fue trascendental en los acontecimientos que sobrevinieron en la península arábiga. Mahoma logró imponer su liderazgo en Medina y consolidarse como el jefe de los musulmanes, cuya fuerza también se afianzó en la región.

En La Meca, y tras la muerte de Ibn Hashim y de otros líderes en Badr, Abu Sufyan se convirtió en la cabeza de la tribu coraichita, la más importante de la ciudad y a la que pertenecía el clan Banu Hashim.

– Batalla de Uhud

Durante el resto del año 624, hubo trifulcas menores entre Medina, ahora mayoritariamente musulmana, y La Meca.

Los mahometanos atacaban a las tribus aliadas con los mecanos y saqueaban las caravanas que iban o venían de la ciudad. Los hombres de Abu Sufyan emboscaban cuando podían a los hombres de Medina.

En diciembre, Abu Sufyan congregó un ejército de 3.000 hombres para marchar hacia Medina. En Badr el honor de La Meca había sido mancillado y eso era malo para el influjo de peregrinos que tanto dinero dejaban en la ciudad.

Al enterarse los medineses, se reunieron en consejo y decidieron enfrentarse al ejército de Abu Sufyan en el monte Uhud. Cerca de 700 musulmanes harían frente al ejército de 3.000 mecanos.

El 26 de marzo del 625, ambos bandos se encontraron y, aunque tenían desventaja numérica, la batalla parecía favorable a los de Medina. Entonces, la falta de disciplina de algunos hombres les llevó a la derrota y el profeta fue herido gravemente.

Resultados

Se desconoce cuántas víctimas hubo en el bando de La Meca, pero se contaron 75 muertes del lado medinés.

Los hombres de Abu Sufyan se retiraron del campo de batalla diciéndose victoriosos; sin embargo, los recuentos indican que ambas facciones tuvieron pérdidas similares.

La derrota desmoralizó a los musulmanes, que consideraban la victoria de Badr como un favor de Alá. Mohamed les dijo que Alá estaba con ellos, pero que esta derrota era una prueba a su constancia y su fe y que habían sido castigados por su desobediencia.

– Batalla de la Trinchera

Los meses que siguieron al enfrentamiento en Uhud le sirvieron a Abu Sufyan para planear un gran ataque contra Medina. Convenció a algunas tribus norteñas y del este para que se le unieran y reunió cerca de 10.000 soldados.

Esta cantidad pudo haber sido aún mayor pero Mahoma adoptó la estrategia de atacar con fuerza a las tribus que se unieran a la causa mecana.

En los primeros meses del 627, Mahoma supo de la inminente marcha en contra de Medina y preparó la defensa de la ciudad. Aparte de contar con unos 3000 hombres y de tener una muralla reforzada, Mahoma hizo cavar trincheras, desconocidas en la península arábiga hasta ese momento.

Dichas trincheras protegían los pasos donde Medina era vulnerable a ataques de caballería y, junto con las defensas naturales que poseía la ciudad, los medineses esperaban neutralizar una gran parte de las fuerzas atacantes.

Las fuerzas de Abu Sufyan montaron sitio a la ciudad, mientras que negociaban con la tribu judía Banu Qurayza, cuyo asentamiento se encontraba en las afueras de la ciudad pero dentro de las trincheras, para decidir cuándo atacar.

Sin embargo, Mahoma logró sabotear las negociaciones y el ejército mecano levantó el sitio luego de tres semanas.

Entonces, los de Medina montaron sitio al asentamiento judío y tras 25 días la tribu Banu Qurayza se rindió.

Resultados

La mayoría de los hombres fueron ejecutados, y las mujeres y niños fueron esclavizados, siguiendo las leyes rabínicas de los Banu Qurayza. Todas sus posesiones fueron tomadas por Medina en nombre de Alá.

La Meca empleó el poder económico y diplomático que tuvo a su disposición para eliminar a Mahoma. Al no conseguirlo, la ciudad perdió su prestigio y sus principales rutas comerciales, especialmente la de Siria.

Conquista de La Meca

Tras el tratado de Hudaybiyyah, celebrado en marzo del 628 la calma entre los mecanos y la confederación de Medina duró cerca de dos años. A finales del 629 los miembros del clan Banu Khuza’a, partidarios de Mahoma, fueron atacados por el Banu Bakr, aliado de La Meca.

Mahoma envió a los mecanos 3 opciones para dar seguimiento al ataque realizado al Banu Khuza’a: la primera fue pagar “dinero de sangre”, es decir, una multa por sus acciones bélicas que violaban el tratado de paz.

También les ofreció deslindarse de sus lazos amistosos con los Banu Bakr o, simplemente, disolver el tratado de Hudaybiyyah. Los líderes de La Meca se inclinaron por la última opción, aunque luego se arrepintieron e intentaron volver a consolidar la paz.

No obstante, Mahoma había tomado una decisión: marchó con más de 10.000 hombres sobre La Meca. El plan fue ocultado de los ojos y oídos, incluso, de aquellos generales cercanos al profeta del Islam.

Mahoma no deseaba derramar sangre por lo que solo hubo enfrentamiento en un flanco que fue atacado primero por los mecanos. Luego de haber controlado la ciudad, Mahoma otorgó perdones generales a los habitantes, quienes se convirtieron al Islam en su mayoría.

Al entrar a La Meca, los seguidores del Islam destruyeron rápidamente los ídolos que se hallaban albergados en la Kaaba.

Conquista de Arabia

Al ver que Mahoma ya se había hecho fuerte en La Meca y que controlaría pronto toda la región, algunas tribus beduinas, entre las que se encontraban los Hawazin en conjunción con los Banu Thaqif, comenzaron a reunir un ejército que doblaba los números musulmanes.

En el 630 se produjo la batalla de Hunayn, que fue ganada por Mahoma, aunque en los albores del enfrentamiento la situación no se encontraba a favor del bando de los musulmanes.

Así fue como los seguidores del Islam tomaron grandes riquezas que fueron producto de los saqueos a enemigos.

Luego, Mahoma marchó al norte para tomar control de la zona, consiguiendo reunir una fuerza de más de 30.000 hombres. Pero esos soldados no vieron batalla, porque los líderes árabes se rendían ante los musulmanes sin resistencia e, incluso, se convertían al Islam.

Finalmente, los beduinos restantes aceptaron adoptar la religión islámica. A pesar de ello, pudieron mantener en gran medida sus costumbres ancestrales y se mantuvieron al margen de las exigencias musulmanas.

Peregrinación de despedida

En el 632, Mahoma participó en la peregrinación a La Meca. El nombre que se le da en árabe a este viaje es “Hajj” y esta fue la única en la que el profeta pudo acudir en su totalidad, puesto que en ocasiones anteriores había tenido que suspenderla para tomar otros rumbos.

Los musulmanes aprovecharon la ocasión para observar todos los actos del profeta del Islam. De ese modo, pudieron sentar las bases de sus ritos y costumbres de acuerdo con lo hecho en ese tiempo por Mahoma.

En esos días, el profeta dio su Sermón de Despedida, un discurso donde hizo varias recomendaciones a los musulmanes como, por ejemplo, la de no regresar a las viejas costumbres paganas.

También recomendó dejar atrás el racismo que era común en la sociedad árabe pre-islámica y explicó que blancos y negros eran iguales. Del mismo modo exaltó la importancia de proporcionar un trato adecuado a las esposas.

Muerte

Mahoma falleció en Medina el 8 de junio del 632. Pocos meses tras la peregrinación de despedida, el profeta cayó enfermo con fiebre, dolor de cabeza y debilidad general. Días después murió.

La guerra por conseguir el puesto que ocupó Mahoma comenzó rápido, especialmente porque no había ningún hijo varón sobreviviente.

No dejó claro en un testamento quién sería su sucesor como líder del pueblo musulmán, por lo que se prestó a confusiones y a enfrentamientos entre facciones que consideraban tener derecho a ser sus herederos.

Cuando se produjo la muerte de Mahoma, Abu Bakr fue nombrado como el primer califa, debido a que había sido uno de los colaboradores más cercanos del profeta durante su vida. El pueblo suní desciende de esta rama.

Luego, otros consideraron que quien debía tomar el mando tras el fallecimiento del profeta era su yerno y sobrino, quien también había sido un seguidor férreo de Mahoma: Ali ibn Abi Talib. Los seguidores de este particular son conocidos como chiítas.

Las disputas por la sucesión del líder musulmán y los enfrentamientos internos entre ambos grupos, suníes y chiítas, se mantienen hasta la actualidad, tras haber transcurrido más de 1300 años.

Referencias

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