Lengua y literatura

Abogado del diablo: origen del término y ejemplos


El “abogado del diablo” intuitivamente se asocia con quien siempre lleva la contraria, pero la imagen detrás de la metáfora sugiere que quien propone debe vencer las fuerzas del mal antes de imponer sus criterios, siendo capaz de rebatir cualquier argumento. Solo las personas propuestas para veneración católica podían merecer tal distinción.

Como hemos dicho, popularmente ser el abogado del diablo coloca de inmediato a la persona señalada en una posición indeseada o de poca virtud. A pesar de que jurídicamente todos tenemos el derecho a la defensa, tener la tarea de ejercerla a favor de alguien cuyo nombre lo condena, pone en mala posición a cualquier hombre de leyes.

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Se trata de una de esas frases que la mayoría de las personas usa sin tener mucha idea de lo que alude y que la mayoría de las veces no entiende plenamente. No son pocas las ocasiones en las que se saca de contexto, utilizándola a discreción y con intenciones peyorativas no siempre conducentes o apropiadas.

Solo cuando nos adentramos en el origen del término y en su lugar de proveniencia, podemos entonces valorar en justa medida lo que inicialmente lucía como un macabro oficio, e incluso sacar provecho asumiendo tal defensa para enriquecer polémicas en procura de llegar al fondo de asuntos no siempre evidentes.

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Origen del término

Para hurgar en los orígenes del término debemos remontarnos al siglo XVI y ubicarnos en la Iglesia católica, entidad que había perdido cierto peso, pero que aún ejercía mucha influencia en el Viejo Mundo. Como es bien sabido, por mucho tiempo esta institución religiosa rigió los destinos políticos de la humanidad.

Luego de que en el siglo III de nuestra era Constantino adoptara al cristianismo como religión oficial del ya decadente Imperio romano, se dispuso de todo un entramado que buscaba implantar el soporte institucional necesario para que esta fe predominara en todos los territorios imperiales.

En el marco de sentirse convencidos de ser culturalmente opuestos a la barbarie y con el legado filosófico griego, nacen del seno de la tradición romana muchas de las acciones e iniciativas que asume la Iglesia en el ámbito teológico.

La Iglesia católica creó el término

Aunque parezca paradójico, fue la Iglesia la que instituyó la figura del abogado del diablo, que tenía la tarea de garantizar la intachable nobleza y pureza de las figuras que paulatinamente pasarían a formar parte de las distintas instancias de profesión de la fe católica.

En 1586 el papa Sixto V —el entonces máximo prelado de la Iglesia católica— creó la institución del advocatus diaboli con la tarea de constreñir los procesos de canonización a tal punto que no cupiese duda alguna sobre la probidad y virtud de los hombres y mujeres que ascendieran a los santos altares.

También llamado “promotor de la fe”, quien se ocupase de esta función asumía la responsabilidad de cerciorarse por completo de que todos los propuestos para ser beatificados, canonizados o santificados no mostraran la menor tachadura moral en su proceder, y que gozarán de tan alta estimación espiritual como para avalar sus causas.

Entonces, en los interminables procesos llevados a cabo por los funcionarios religiosos, su tarea consistía en refutar todos los argumentos de aquellos que presentaban las iniciativas que inicialmente eran aceptadas y merecían ser consideradas, pero que sucumbían en su intento al no poder vencer la resistencia que suponía la actuación del abogado del diablo.

Flexibilización

Luego de importantes reformas abordadas por el papa Juan Pablo II en las que se flexibilizaron los procesos de canonización, la figura del abogado del diablo pasó de fiscal a una suerte de secretario que sustenta y documenta los expedientes.

Estas reformas reportaron como resultado 500 canonizaciones, en contraposición a las 98 que desde que desde inicios del siglo XX y antes de las mismas se habían concretado.

Ejemplos de situaciones

Fungir de abogado del diablo es poner en la palestra razones que vayan contra la convicción propia con el propósito de estimular la argumentación de quien no necesariamente es un opositor ideológico, y que en su intento de convencer plenamente quizá no esté contemplando todas las posibilidades.

Ámbito laboral

Lo relatado anteriormente puede reflejarse cuando evaluamos una situación laboral usando el análisis de escenarios. Comúnmente este ejercicio intelectual se realiza en grupos homogéneos de trabajadores que persiguen un mismo objetivo, por lo que naturalmente tienden a coincidir en sus puntos de vista.

Si bien esto es favorable para aglutinar esfuerzos y compactar equipos de trabajo para efectos de garantizar la efectividad del resultado, conlleva muchas debilidades. Sin el esfuerzo que supone desligarse de las ideas preconcebidas que subyacen en forma de paradigmas, todo análisis puede pecar de superficial e inexacto.

En la construcción de escenarios de salas situacionales de cualquier naturaleza es indispensable contar con personas que asuman una actitud de abogados del diablo, aunque no sea declarado taxativamente. Más aun, es muy deseable y conveniente que este rol salte dinámicamente entre unos y otros, para enriquecer lo que allí se trate.

Ámbito personal

Hay escenarios en los que los abogados del diablo no son del todo beneficiosos, y algunos de estos pueden generarse en el ámbito personal.

Por ejemplo, cuando una persona constantemente critica a otra con quien tiene una relación de amistad, realza los aspectos negativos de las situaciones a las que el segundo se enfrenta y de manera repetida pone en tela de juicio sus criterios de una forma destructiva, se trata de un individuo que funge de abogado del diablo.

Ventajas de ser abogado del diablo

El ejercicio de contraponer ideas a ultranza —aun cuando internamente no se abracen como propias— favorece la búsqueda de la verdad e instrumenta una manera de que salten a la luz todos los puntos de vista que, de otra forma y  amparados en un ambiente de consenso, quedarían sin ser considerados.

Como vemos, después de todo ser catalogado de abogado del diablo no debe ser motivo para sentirse insultado, sino muy al contrario, en muchos casos es reflejo de ser capaz de asumir un ejercicio de inteligencia basado en el cuestionamiento de lo que nos resulta evidente a primera vista.

En resumen, ser abogado del diablo puede implicar poseer la no muy común habilidad de enfocar desde las más variadas aristas un mismo asunto, dejando a un lado las creencias propias.

Referencias

  1. “Devil’s advocate – Roman Catholicism” en Encyclopaedia Britannica. Recuperado en 02 de abril de 2019 de Encyclopaedia Britannica: britannica.com
  2. “Abogado del diablo” en Wikipedia. Recuperado en 02 de abril de 2019 de Wikipedia: es.wikipedia.org
  3. “¿Cómo nació el abogado del diablo?” en BBC Mundo. Recuperado en 02 de abril de 2019 de BBC Mundo: bbc.com
  4. “What’s the story behind the phrase “devil’s advocate”?” en National Public Radio. Recuperado en 02 de abril de 2019 de National Public Radio: npr.org
  5. Bunson, M. “Is Devil’s Advocate role eliminated from canonization process?” en EWTN Global Catholic Network. Recuperado en 02 de abril de 2019 de EWTN Global Catholic Network: ewtn.com