Definición de vajilla
El término vajilla tiene su origen etimológico en vascēlla, un vocablo latino. El concepto se emplea para nombrar a la serie de elementos que se utilizan para transportar, servir y consumir la comida.
La vajilla, de este modo, está formada por los vasos, las bandejas, los platos y el resto de los recipientes que se colocan en la mesa a la hora de comer. Hay quienes incluyen los cubiertos (tenedor, cuchillo, cuchara, etc.) en el conjunto de la vajilla, mientras que otros apelan a la noción de cubertería para referirse específicamente a estos utensilios.
Se utilizan diferentes materiales para la fabricación de la vajilla; el vidrio, la cerámica, la madera, el plástico y el metal son algunos de los más populares. Es importante tener en cuenta que existen distintos tipos de vajilla según la ocasión: mientras que una vajilla de porcelana puede resultar muy distinguida para usar en ocasiones formales, la vajilla de plástico puede tener una utilización solo doméstica e informal.
La necesidad de productos más económicos y los avances en ciertos procesos de producción masiva dieron lugar a la creación de vajillas muy accesibles, con materiales menos puros y durables, aunque muchas veces con diseños sobrios y elegantes.
El plato es uno de los elementos más importantes de la vajilla. Se fabrica en diferentes tamaños: los más pequeños se utilizan para las entradas y los postres, mientras que en los más grandes se sirve la comida principal. Además hay platos hondos que permiten servir e ingerir alimentos líquidos, como una sopa.
Las copas, las tazas, los vasos, las ensaladeras y las salseras también forman parte de la vajilla. El número de objetos que usan de modo simultáneo en la misma comida depende de las características de la misma (no es lo mismo un desayuno para dos personas que una cena para ocho).
Historia de la vajilla
El origen de la vajilla es realmente muy antiguo, tanto que ya en la Edad del Bronce, que se ubica entre los años 2200 y 1900 a. C., existió una civilización que fabricaba vasijas de cerámica. Las mismas tenían forma de campana (eran campaniformes) y presentaban muchas decoraciones en su exterior. Según los descubrimientos en torno a esta cultura, se cree que los vasos se usaban en funerales en varias partes del continente europeo, como ser Irlanda y Países Bajos.
El vaso campaniforme es uno de los elementos más importantes del comercio entre el tercero y el segundo milenio antes de Cristo, y sus consumidores eran las élites europeas, quienes también lo usaban en ceremonias sociales, reuniones de carácter político y alianzas de matrimonio, entre otros eventos. Puede decirse que este remoto antecesor de la vajilla estuvo al frente de una moda.
Con el tiempo comenzaron a aparecer las vajillas de metal y en este contexto es necesario mencionar el Tesoro de Villena, uno de los hallazgos más importantes de la Edad del Bronce en Europa, junto con el de las Tumbas Reales de Micenas, ubicadas en Grecia. Algunos de los componentes de esta vajilla áurea son cuencos y botellas de diversos tamaños.
Gracias al trabajo de dedicados arqueólogos, Grecia nos ha legado diversos conjuntos de vajillas de la época micénica, comprendida entre los años 1600 y 1200 a. C., con diferentes estilos y tamaños. Entre todos los hallazgos se encuentran cántaros, cráteras (grandes vasijas para mezclar vino y agua, ya que los antiguos griegos no solían beber el vino puro), jarras y jarrones.
En Persia y Asiria, por ejemplo, se sabe que la realeza y la clase alta usaban vajillas de oro y plata. Son numerosas las colecciones elaboradas con estos y otros materiales, como el bronce, que han sido hallados en las últimas décadas y que hoy en día pueden apreciarse en los museos más importantes del mundo.