Definición de simio
Del latín simius, un simio es un primate antropoide. Si el término aparece escrito con mayúscula inicial (Simio), hace referencia al suborden de estos animales. Por ejemplo: “Este verano me dedicaré al estudio de los simios”, “Un simio de gran tamaño se escapó de un refugio y su búsqueda tomó a los responsables varias horas”, “A pesar de nuestro gran parecido con los simios, muchas empresas no dudan en aniquilar a centenares de orangutanes para plantar palmera aceitera en su hábitat”.
En nuestro idioma, simio suele utilizarse como sinónimo de mono. En otras lenguas, en cambio, existen términos que distinguen entre los distintos grupos de primates según sus características zoológicas.
A través de una serie de cambios biológicos, los seres humanos nos hemos diferenciado del resto de los primates en ciertos aspectos bien definidos, que se exponen a continuación:
* bipedismo: las personas caminamos apoyadas en nuestras dos patas traseras, las cuales llamamos piernas, lo cual acarrea que nuestra posición al andar sea erguida y que podamos dejar libres los brazos y las manos. A nivel físico, esta diferencia se debe a que nuestra pelvis es considerablemente más corta y más ancha que la de un simio;
* pulgar oponible en la mano: con nuestro pulgar podemos tocar las yemas de los otros dedos de la misma mano. Esta característica anatómica nos permite manipular más tipos de objetos que nuestros familiares primates y nos facilita la fabricación de herramientas;
* tamaño del cerebro: la capacidad craneana de los seres humanos es casi tres veces mayor que la del simio, alcanzando los 1450 cc, contra 500 cc. Los científicos aseguran que esta diferencia nos dota de más habilidades intelectuales, y que representa la razón de que hayamos podido desarrollar culturas y sociedades;
* el habla: dadas las características de nuestra cavidad bucal y de nuestras cuerdas vocales, los seres humanos podemos articular más sonidos, lo cual nos ha permitido crear complejos lenguajes verbales, que han colaborado a la evolución de nuestro cerebro de generación en generación.
La expresión grandes simios permite referirse al género Hominidae. Los gorilas, los orangutanes, los chimpancés y los bonobos, en este sentido, son grandes simios: “El gorila es mi simio favorito: es muy fuerte y lanza gritos aterradores”, “Los seres humanos compartimos más del 99% del genoma con el chimpancé, por lo que puede decirse que somos muy parecidos a este simio”, “El bonobo, también llamado chimpancé pigmeo, no suele alejarse de su hábitat natural, lo cual dificulta su avistamiento”.
Los simios comparten muchas características con los seres humanos. Aunque esto no es exclusivo de esta especie ni debería tomarse como algo especialmente positivo simplemente porque los haga parecidos a nosotros, algunos simios se reconocen en un espejo, comprenden gestos y expresiones de las personas e incluso crean y utilizan herramientas.
El lazo que nos une a los simios, especialmente a los chimpancés y a los orangutanes, trasciende las barreras del aspecto físico y del comportamiento para llegar al plano emocional; esto no quiere decir que debamos respetarlos más que a las especies menos parecidas a nosotros, sino que podemos entender con mayor claridad cómo piensan y sienten. Para dar con los impactantes resultados de la comparación entre nuestros genes y los suyos, tres decenas de laboratorios dispersos en siete países realizaron una profunda investigación.
Cabe destacar que esta cercanía con nuestra especie no impide que muchos simios se encuentren en peligro de extinción. El gorila, pese a su gran fortaleza natural, sufre la caza furtiva, la destrucción de su hábitat natural y epidemias como el virus del ébola. Los grupos conservacionistas se esfuerzan por evitar la extinción de este simio, al igual que la de otros animales.